Rebaño digital y redes sociales - II

3 de febrero de 2012.

"La cultura libre está dividida entre la libre difusión, que es lo que yo defiendo y creo que defienden todos los sectores afines a la izquierda, y la del libre comercio, que es otra manera de ver la libertad para que todo el mundo pueda mercadear con ella" (Nacho Vegas)

"Pero, si el enfado y las exigencias son “lícitos” ¿por qué no dejan Twitter y se van a identi.ca? ¿por qué no dejan Facebook u otras redes que ya “censuran” en China y se buscan alternativas que sí existen? ¿cómo es que los que más se quejan suelen estar en todas las empresas a las que critican? (Google+, Facebook, Twitter)" (Ricardo Galli)

Hoy fragmentos de dos textos más y link a sus fuentes originales

Entre las novedades de esta nueva etapa que se inicia con la creación del sello Marxophone, presenta la edición de sus discos bajo una licencia Creative Commons que permite la libre distribución sin ánimo de lucro. Justo, durante su visita a Bogotá, ocurre el apagón de Wikipedia en contra de las diferentes leyes antipiratería, apoyado también en las amenazas respectivas de Facebook, Google o Yahoo, avivando aún más un debate que los usuarios no tienen muy claro a la hora de tomar partido. Al respecto me dirá: “Creo que la cultura debe ser libre, pero cuando digo libre debe ser de libre difusión, es decir sin un pago previo, pero la licencia que utilizo tiene una restricción del ánimo de lucro. A mí no me gustan las opiniones a favor del copy left, que son las más airadas, son las de la derecha liberal que les encanta que todo esté libre de derechos porque así puede utilizarlo el más listo de la clase para coger y hacer dinero con ello. Me parece que es muy peligroso, creo que hay que evitar que un montón de gente se lucre con contenidos sujetos a derechos de autor, que es una conquista que se puede proteger como cualquier derecho conquistado, y eso no entra en conflicto con ofrecer tus discos. La cultura libre está dividida entre la libre difusión, que es lo que yo defiendo y creo que defienden todos los sectores afines a la izquierda, y la del libre comercio, que es otra manera de ver la libertad para que todo el mundo pueda mercadear con ella”.

Las andanzas de Nacho Vegas en Bogotá


No hay ningún medio online en España que respete a rajatabla la libertad de expresión en los comentarios en su sitio. Todos moderan y “censuran” comentarios que les pueden generar problemas, sin excepciones. Muchos de esos medios borraron comentarios de criticas a Ramoncín en cuanto vieron la oreja al lobo. Sin embargo, periodistas de esos mismos medios, están exigiendo a Twitter que llegue al punto de no acatar leyes de otros países para defender la “libertad de expresión”. La justificación que me dieron algunos: no es lo mismo, Twitter es una plataforma, es una herramienta fundamental, etc. Pero sí es lo mismo, porque se trata de que están exigiendo a otras empresas que hagan mucho más de lo que sus propias empresas son incapaces de hacer en un contexto menos complejo. Es más, ninguno de ellos criticará la política de su empresa de eliminar comentarios que ni siquiera son ilegales, o de hacer caso al primer burofax que les llega (que ni siquiera es orden del juez). Es una enorme contradicción, una impostura.

Hay otros casos, bloggers que también hacen lo mismo, o que nunca han tenido que enfrentarse a abogados y denuncias para defender la libertad de expresión de terceros, pero que ahora hacen pedagogía de esa libertad de expresión, exigiendo a una empresa privada (y extranjera, que le da servicios gratis) que sea muy estricta y valiente, al punto de no acatar las leyes de algunos países. No sólo no se dan cuenta que eso implica poner en peligro a la empresa, a los propios empleados que tenga en ese país. Para rematar, a cualquier que opine diferente, responderán esos gurús” que se rinden a la censura por motivos de negocio. Es fácil hablar desde la seguridad de no tener que correr riesgos, ni asumir responsabilidades, que nadie pida explicación de los comentarios que eliminas, o la política de tu empresa. Enorme impostura.

Aunque Twitter en ningún momento habló de que se vaya a instalar en China (yo creo que lo tendrá que hacer), y de que ya está bloqueado en China desde 2009 (con la pérdida de usuarios y oportunidad que se deriva de ello), que los chinos ya están “censurados” globalmente y que no pueden tuitear, ni nosotros leer nada de lo que ellos desean escribir, fue la excusa usada: Twitter hace esto para ir a China, porque es un mercado importante, el dinero antes que los derechos. En otras palabras, se le exige a una empresa privada que sea activista en este aspecto. Aunque es exagerado exigir eso a otros, parecería razonable, si no fuese porque los mismos que lo hacen comentan en Twiter que compran en DealExtreme, o justifican que Apple fabrique en China -en pésimas condiciones laborales- porque las hacen todas las demás. Peor aún, exigen a Twitter lo que somos incapaces de exigir a nuestro propio gobierno (o al menos votar en consecuencia), tenemos una gran dependencia de China, en temas de intercambio comercial y financiero. Otra gran impostura.

En los últimos meses hemos vivido “campañas” en las redes para reclamar que eliminen tuits y cuentas que promovían la anorexia, o cuentas que tenían enlaces a sitios de pedófilos y/o pederasta. Se pedía límites a la libertad de expresión, aunque fuesen perfectamente legales en el país sede de Twitter o Facebook. Hemos visto campañas de boicot para que en La Noria no se emitan entrevistas a determinadas personas, aunque esos reportajes son perfectamente legales en nuestro país, y el entrevistado tiene el mismo derecho que nosotros a emitir su opinión en cualquier programa de TV (gratis o pagado). Es decir, reclamamos límites a la libertad de expresión más allá de lo que dictan las leyes.

Hemos visto campañas para exigir que las librerías retiren de la venta un libro perfectamente legal (y moñas). Es una exigencia aún mayor, ya no se pedía “dejar de leer”, o “no comprar el libro”, se pedía directamente eliminarlo del mercado. Yo critiqué esa campaña, muchos me respondieron que era “lícito”, pero el hecho es que se estaba exigiendo una enorme restricción a la libertad de expresión (también me acusaron de defender la homofobia). He leído a algunas de esas personas exigiendo a Twitter que no deben eliminar ningún tweet, bajo ningún concepto.

Pues, algunas de esas personas que hacen campañas para limitar la libertad de expresión (por los motivios que sean), ahora afirman que la libertad de expresión no tiene límites, y que nadie debería intentar ponerlos. Es tan grande la impostura que me daban ganas de… (perdonadme la frivolidad, creo que es la mejor expresión de lo que sentía al ver afirmaciones como esas).

Quizás sean comprensibles y a mi me falta empatía para comprender esas grandes contradicciones entre las acciones propias y lo que se exige a los demás. Puede ser. Pero, si el enfado y las exigencias son “lícitos” ¿por qué no dejan Twitter y se van a identi.ca? ¿por qué no dejan Facebook u otras redes que ya “censuran” en China y se buscan alternativas que sí existen? ¿cómo es que los que más se quejan suelen estar en todas las empresas a las que critican? (Google+, Facebook, Twitter). ¡Ah! es que perdemos seguidores y/o contactos con amigos! O sea ¿estás dejando de lado tus principios tan claros sólo por la comodidad? ¿y criticas que esas empresas que te dan el servicio gratis lo hagan por el negocio?. Otra gran impostura.

Si se toman cada una de estas contradicciones por separado, sería normal, todos las tenemos. Pero si las sumas a todas, es absolutamente de locos, se tiene un discurso público buenrollista completamente contradictorio con las acciones individuales. Ojo, no me refiero a actividades privadas (que me las suda, y no sé cuáles son, ni quiero saberlo), me refiero a opiniones y actividades públicas y publicadas, como hacer campañas para que se censure lo que consideran inmoral, por ejemplo.

Si se hubiese analizado con tranquilidad el tema, el anuncio de Twitter tiene una importancia que pasó casi desapercibida, nos estaba señalando -quizás involuntariamente- la dificultad de ser una plataforma internacional, y el acatamiento de leyes con diversos niveles de “censura” (o con límites a la libertad de expresión muy diferentes). Podría haber servido para reflexionar con tranquilidad sobre ello, y sobre nuestros propias diferencias personales y culturales de cuáles son los límites razonables a la libertad de expresión. Pero no, se usó para disparar contra Twitter, y luego para aquellos que no compartían la opinión apocalíptica (y contradictoria) de esa mayoría.

Algún día, quizás, se pueda empezar a hablar con tranquilidad sobre estos temas complejos sin caer en tantas contradicciones, ni en el maniqueismo ese gurú que apoya la censura porque tiene una opinión diferente (quizás porque tiene el culo pelado de defender la libertad de expresión de los usuarios de su empresa). O mejor aún, quizás algún día actuemos en las redes de la misma forma que queremos que esas empresas actúen.

La libertad de expresión, y las imposturas


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