
Hacia una contraofensiva Trans
20 de abril. Fuente: Todo por hacer
A mediados del mes de abril, el Tribunal Supremo británico dictó un histórico fallo en el que determinaba que las definiciones de «mujer» y «sexo» en la Ley de Igualdad de Reino Unido de 2010 se «refieren [exclusivamente] a una mujer biológica y al sexo biológico».
En otras palabras, las mujeres trans no son mujeres, según los jueces del más alto tribunal de las islas británicas. Incluso las que cuentan con un certificado de reconocimiento de género (CRG) no entran dentro de la definición legal de mujer. «El concepto de sexo es binario, una persona es mujer o es hombre», determinó el tribunal, con sede en Inglaterra.
La sentencia es consecuencia de una campaña orquestada por el feminismo civilizatorio blanco de la mano de los ultraconservadores. La demanda judicial la inició la asociación TERF Women for Scotland, financiada por la escritora ultrarrica J.K. Rowling, después de después de que dos tribunales escoceses rechazaran sus argumentos de que la definición de mujer de la Ley de Igualdad estaba limitada a las nacidas biológicamente como mujeres y que el Ejecutivo escocés insistiera en que su normativa incluía a las mujeres trans. Su victoria tendrá consecuencias negativasen lo que se refiere al acceso a espacios reservados para mujeres (por ejemplo, baños públicos o algunas salas de hospitales), en la recepción de ayudas para víctimas de violencia machista, en su ubicación penitenciaria en las cárceles del país y en las categorías deportivas en las que pueden competir.
Por otro lado, en EEUU, Donald Trump ya ha firmado varias órdenes ejecutivas contra las personas trans: una imponiendo la «verdad biológica» frente al género, el veto a las personas trans en el ejército, la denegación de atención sanitaria específica a menores de 19 años y la prohibición de que las personas trans participen en competiciones femeninas. Además, ONGs como la ACLU han contabilizado más de 500 iniciativas legislativas antiLGTBIQ+en EEUU, muchas de ellas relacionadas con restringir derechos al colectivo trans.
Estos ataques son una victoria para el feminismo tránsfobo y salvador de las esencias. Una derrota para las personas trans, NB, intersex, queer y para todas las mujeres, porque que la transmisoginia celebre reducir lo mujer a lo orgánico es un atentado contra todas.
Desde hace tiempo entendemos que no hay mujeres biológicas, ni hembras humanas. Existen sujetos biográficos mujer, es decir, seres humanos que se viven de una forma concreta y se nombran en base a ella en un contexto biológico, histórico, cultural y vivencial concreto. Y las personas trans siempre han existido y siempre existirán, con independencia de las definiciones legales. Sin embargo, esta forma de vivir y entender el mundo está siendo constantemente atacada por fascistas, conservadores y parte de la socialdemocracia y de la izquierda transexcluyente. Por eso, ante estos ataques, es importante organizar una contraofensiva trans. Y a propósito de ello, reproducimos a continuación un artículo titulado «Hacia una contraofensiva trans». Fue escrito en 2023 por la Union Communiste Libertaire, una federación comunista libertaria ubicada en el territorio francés y recientemente ha sido traducido al castellano por la Comisión de Género de Liza.
Desde hace varios años, una ofensiva reaccionaria a gran escala se dirige contra la población trans, sobre todo en Estados Unidos y el Reino Unido, donde está teniendo efectos catastróficos. En estos países, y cada vez más en Francia, el discurso tránsfobo es una prioridad estratégica para la extrema derecha, que lo utiliza como trampolín para controlar los cuerpos y empujar hacia el fascismo a la sociedad. Nuestra obligación como libertaries es hacer frente a esta circunstancia.
En este documento, reafirmamos nuestro apoyo a las luchas trans y exponemos sus contornos ideológicos, reivindicativos y estratégicos. De igual modo, clarificamos nuestro análisis de las identidades trans sobre bases materialistas y abiertas, rechazando modelos reduccionistas y estrategias equivocadas. Expondremos nuestros puntos de acuerdo y desacuerdo con los análisis queer para lograr una comprensión común y, por tanto, un trabajo unificado.
Por último, exponemos la acción de la UCL en estas cuestiones. En primer lugar, dentro de nuestras propias comunidades, donde tenemos que ofrecer formación sobre las luchas trans y fomentar el contrapoder interno. Además, pretendemos animar a las organizaciones de izquierdas, incluso a las reformistas, a que se posicionen, así como emprender acciones estratégicas a largo plazo dentro de marcos unitarios. Pretendemos que la concienciación sobre las cuestiones trans se extiendan en la sociedad, para lo cual debemos trabajar junto a organizaciones específicas con el objetivo de informar, exigir y apoyar incluso más allá de las fronteras.
Una ofensiva reaccionaria encaminada al exterminio y al fascismo
Desde hace varios años, Estados Unidos es testigo de una ofensiva a gran escala para hacer retroceder los derechos de las personas trans y para volver en su contra a la opinión pública. Encabezada por un grupo organizado de fundamentalistas cristianos nacionalistas y apoyada por el Partido Republicano, esta ofensiva ha visto cómo en los últimos tres años se han aprobado leyes cada vez más reaccionarias y violentas en muchos estados, obligando a las personas trans y a sus familias a huir, convirtiéndose en refugiados en sus propios países. Hemos visto también cómo se les niega el acceso a la asistencia sanitaria esencial, a los procedimientos de estado civil, al deporte o incluso al espacio público por completo.
Los promotores de esta ofensiva ya no tienen reparos en revelar sus verdaderas intenciones. Trump ha anunciado su intención de impedir cualquier tipo de atención o reconocimiento a las personas trans si es reelegido, mientras que un llamamiento a la “erradicación de la transexualidad” recibió una gran ovación en un foro conservador, un año después de que un candidato republicano recomendara poner a las personas trans frente a un pelotón de fusilamiento.
En un contexto de fascistización del Partido Republicano, esta ofensiva tiene consecuencias catastróficas que van más allá de los objetivos principales: legitima y acostumbra a la población al control de su cuerpo, aprovechándose de un tema sobre el que está poco informada. Se combina con ataques al derecho al aborto y a la comunidad LGBTI en su conjunto. Es la misma dinámica, organizada por los mismos grupos políticos, a favor de un régimen fascista y teocrático. Esta ofensiva no se limita a Estados Unidos: los fundamentalistas se esfuerzan por crear una red internacional para exportar su obra. Rusia acaba de aprobar una de las leyes más represivas de su historia, que prohíbe toda forma de transición médica y administrativa y retira a las personas trans el derecho a casarse o a tener hijos.
De forma menos radical, pero durante más tiempo, el Reino Unido también se ha visto afectado: la prensa amarilla, personajes públicos como J. K. Rowling, grandes medios de comunicación (como The Guardian y la BBC) y políticos hacen todo lo posible por atizar el odio tránsfobo en el país, de modo que los argumentos reaccionarios y pseudofeministas sirvan de marco al “debate” social que se genera. Esta campaña tiene un éxito morboso, del cual es ejemplo el asesinato de Brianna Ghey en febrero de 2023.
En el ámbito legislativo, los avances en materia de derechos se han estancado, y el gobierno conservador ha llegado a anular un proyecto de ley del Parlamento escocés (impulsado por el partido independentista SNP), por primera vez desde que se reinstauró en 1998.
El Partido Laborista (Labour Party) está dividido y su líder, Keir Starmer, ha decidido suplantar a la rama escocesa del Partido Laborista para restar importancia a los derechos de las personas trans, utilizando argumentos tránsfobos. Lo que tenemos aquí es un verdadero arco internacional de extrema derecha en el que cada partido y organización se inspira en el otro, recogiendo y compartiendo el trabajo realizado por cada uno de ellos de forma cada vez más organizada.
También en Francia se está organizando y expandiendo rápidamente un movimiento tránsfobo que reúne a medios de comunicación, celebridades, partidos y organizaciones políticas, activistas “tecno- críticos”, asociaciones autodenominadas feministas, grupos de padres con diversos grados de influencia, etc. Los pánicos morales tránsfobos están ocupando las portadas, las figuras tránsfobas y contrarias a la prohibición de las terapias de conversión para personas trans están siendo recibidas en el Ministerio y elogiadas por los diputados del LREM, y los argumentarios tránsfobos están ganando terreno tanto a nivel general como en los círculos de izquierdas.
La situación se ha acelerado recientemente con las ofensivas parlamentarias dirigidas por los Republicanos y la Agrupación Nacional (Rassemblement National) y amenaza con llegar a ser tan crítica como en los países mencionados si no le ponemos remedio.
Donde quiera que esta ofensiva cobra impulso, va acompañada de una explosión de violencia, desde el acoso en línea hasta los atentados terroristas, que se extienden más ampliamente a la población LGBTI. Esta violencia ya afecta de manera desproporcionada a las personas trans, especialmente a las mujeres.
Las luchas trans son ahora un imperativo. Corresponde a la izquierda, en su sentido más amplio, clarificar sus posiciones, apoyar activamente a las personas trans y hacer retroceder la ofensiva reaccionaria en todo el mundo. Están en juego millones de vidas. Para lograrlo, no bastará con una postura puramente defensiva: hay que contrarrestar frontalmente la transfobia, provocar un cambio en la sociedad y conquistar los derechos que siguen faltando cruelmente. Desde un punto de vista comunista libertario, necesitamos hacer retroceder el patriarcado, unificar nuestra clase y preparar un futuro inclusivo para las personas trans y todas las minorías.
Nuestros enemigos están haciendo cada vez más de la transfobia una prioridad ideológica y táctica. Tenemos que adaptarnos en consecuencia. Necesitamos una verdadera contraofensiva.
El lugar de la UCL en el movimiento trans. Recordatorio de nuestro posicionamiento
Nosotres “consideramos la transfobia […] como [una] manifestación del patriarcado.[…] Combatimos estas opresiones reconociendo la intersección y las especificidades de las luchas LGBTI”. (Manifiesto de la UCL)
En el primer congreso de la UCL en Fougères, detallamos y refinamos nuestras posiciones feministas. En el plano teórico, reafirmamos el carácter inseparable de las luchas LGBTI y antipatriarcales e incorporamos como raíz analítica el feminismo materialista, el feminismo interseccional y el feminismo de la lucha de clases.
Hicimos un llamamiento para aprovechar estas herramientas de forma colectiva. En respuesta al mismo y a la necesidad de clarificar nuestras posiciones dentro del movimiento trans, este texto propone un análisis materialista más detallado de las luchas trans.
A nivel práctico, el congreso de Fougères nos llamó a unirnos, reforzar, apoyar e incluso crear organizaciones LGBTI, a apoyar el trabajo y los sistemas de ayuda mutua de nuestres compañeres, a impulsar el avance de las luchas LGBTI dentro de los contrapoderes (especialmente los sindicatos) y a centrarnos en la formación dentro de nuestras propias filas.
Este texto es una continuación del trabajo realizado internamente desde 2021, en particular a través de nuestras decisiones en la Coordinadora Federal y nuestra validación de cursos internos de formación antipatriarcal y LGBTI.
Un movimiento trans dividido
El movimiento activista trans, al igual que el movimiento LGBTI en general, está dividido por diferencias ideológicas y estratégicas. En concreto, existen dos grandes marcos analíticos, que pueden subdividirse en diversas posturas: los modelos queer y los modelos materialistas. El diálogo entre estos dos grandes ejes es muy complicado. Esto se debe:
1. A las diferencias en las bases teóricas, el vocabulario y las estrategias, que son fuentes de confusión y malentendidos.
2. A las prácticas nocivas, como las exageraciones, las caricaturas, las lógicas de campamento y la solidificación de los conflictos interpersonales.
3. A su historia y filiaciones.
Sobre este último punto en particular, una tensión importante surge del hecho de que una parte del feminismo transfóbico (conocido como TERF, por “feministas radicales que excluyen a las personas trans”) pretende basarse en el materialismo. Lo mismo ocurre con un conjunto de posiciones denostadas dentro del movimiento trans, que pueden agruparse bajo el término transmedicalismo. Por tanto, nos corresponde a nosotros especificar qué materialismo reivindicamos exactamente.
Por un análisis materialista no dogmático
Para nosotres, el materialismo es una herramienta de análisis de la realidad que nos permite percibir y analizar los sistemas de explotación y opresión dentro de la sociedad. Esto significa que nuestro análisis debe evolucionar en función de los hechos y de nuestra comprensión de los mismos. Debemos tener cuidado de no esencializar nuestros modelos, es decir, de aplicarlos a la realidad cuando ya no nos parezcan adecuados. En su lugar, debemos partir de la realidad para desarrollarlos. La toma en consideración de las experiencias trans ha provocado una escisión en el seno del feminismo materialista. Una parte del movimiento, ahora conocido como TERF, ha intentado utilizar el análisis materialista para justificar posiciones tránsfobas y la exclusión de las mujeres trans de los círculos feministas. Sostenemos que este movimiento, que se ha centrado en gran medida en la transfobia como único eje de lucha, ha esencializado su análisis en lugar de actualizarlo y ha contradicho los principios básicos tanto del materialismo como de la lucha feminista. En particular, este movimiento defiende un origen biológico (y no social) de la opresión de las mujeres e insiste en el carácter insuperable de la “socialización primaria”, es decir, de los comportamientos inculcados en la primera infancia.
En oposición, el análisis actual de la Unión Comunista Libertaria consiste en considerar dos clases de sexo, “hombres” y “mujeres”, a las que cada individuo es asignado por un mecanismo social, impuesto por la sociedad. Se supone que esta asignación es fija pero, en realidad, tiene lugar no sólo al nacer sino a lo largo de toda la vida, en cada interacción social, sobre la base de marcadores de género (elementos de la apariencia y el comportamiento del individuo, estado civil, etc.).
Las clases de sexo –en el original, “les classes de sexe”. Hemos respetado el uso diferenciado que la UCL hace entre “sexe” y “genre”, entendiendo que es un uso reflexionado en el cual parten de la conceptualización del sexo como una construcción social– permiten la explotación de la clase de las mujeres por los hombres, y la sociedad patriarcal impone su binaridad y rigidez para conseguirlo.
Las personas trans están específicamente oprimidas por el patriarcado porque contravienen estos principios. El propio proceso de movilidad de clase –convertirse en tránsfugas de clases de sexo– es una afrenta al binarismo del sistema, una afrenta que repiten las personas que se niegan a ser asignadas a una de las dos únicas clases consideradas legítimas. La transfobia es la opresión que castiga estas afrentas.
Las mujeres trans, en particular, ven degradada su posición social desde los primeros pasos de su transición, y son objeto de la transmisoginia, que aúna la misoginia y la transfobia. Los hombres trans, por su parte, están sometidos a la lógica de la infantilización, con el fin, por una parte, de negarles o complicarles la entrada en la clase de los hombres y por otro, para servir de bandera a las “feministas” tránsfobas mediante la negación de su autonomía y su representación como víctimas, recurriendo una vez más a clichés machistas. Por lo tanto, las luchas trans son parte integrante de las luchas antipatriarcales, y las mujeres trans son parte integrante de las luchas feministas.
Nosotres rechazamos las posiciones esencialistas. En nuestro análisis, consideramos que el lugar de cada individuo en el sistema de opresión patriarcal no depende de su biología ni de su socialización pasada, sino de su posición social actual. Respetamos y apoyamos a las personas trans en su transición hacia el género que desean, independientemente de su conformidad con las expectativas patriarcales. Nuestra lucha se dirige a abolir este sistema y sus clases de sexo, y actuamos de acuerdo con este objetivo.
Una parte del movimiento trans, que también suele reivindicarse materialista, defiende que ser trans es una patología para la que la transición médica es la cura. Por lo tanto, esta tendencia aboga generalmente por el mantenimiento de la patologización psiquiátrica de las transiciones. Esta posición, denominada transmedicalismo, es más estratégica que ideológica: se trata de presentar la condición trans de forma que resulte más aceptable para el sistema patriarcal, y así, en teoría, proteger a las personas trans.
Si bien entendemos las preocupaciones y las estrategias individuales que las personas trans despliegan para acceder a la atención sanitaria, rechazamos el transmedicalismo como estrategia política. Creemos que el transmedicalismo no puede protegernos de las reacciones reaccionarias ni del patriarcado en su conjunto, al cual no combate. En particular, expulsa a todas las personas trans que no pueden someterse a los mandatos del sistema: personas no binarias, homosexuales, bisexuales, neurodivergentes, etcétera. Para nosotres, la despsiquiatrización es una reivindicación central de las luchas trans.
Por último, rechazamos las posiciones reduccionistas que no tienen en cuenta la violencia psicológica como condición material. Constatamos en particular que estar en el armario es una situación muy difícil y que los procesos de transición social (salidas del armario, cambios de apariencia y de comportamiento, etc.) entrañan también un peligro real para las personas trans, debido a todas las formas de violencia que la sociedad tránsfoba desencadena como respuesta. El resultado son unas tasas estratosféricas de depresión y suicidio.
Por un trabajo unitario apaciguado
La mayoría del movimiento trans adopta unas perspectivas analíticas derivadas de las teorías queer. Tenemos puntos de consenso, pero también de desacuerdos políticos con estas teorías, que es necesario aclarar para poder trabajar conjuntamente. Pero una fuente común de tensión puede ser también una simple diferencia de prioridades. Sea como fuere, afirmamos que lo que nos une, la conquista de derechos y el fin del patriarcado, siempre será más fuerte e importante que lo que nos divide.
Las organizaciones trans centran gran parte de su energía en las necesidades urgentes y vitales de las personas trans, a través de la ayuda y el apoyo mutuos (sobre todo en lo que se refiere al acceso a la atención sanitaria y a los trámites administrativos), así como del apoyo moral y la creación de espacios sociales, de los que carecen cruelmente las personas trans, que a menudo son víctimas del rechazo y el aislamiento. Es una tarea ingente, que debemos saludar y apoyar.
Este enfoque perfectamente lógico de las necesidades inmediatas de la comunidad trans puede justificar que se haga hincapié en la individualidad. Alguien a quien se ha rechazado y negado su humanidad necesita que se le legitime. Por tanto, no juzgamos estas acciones sino que compartimos el deseo que subyace en ellas de crear una sociedad en la que cada individuo pueda florecer sin miedo. Como organización política, la UCL no pretende sustituir a los grupos de autoayuda, a los que debe apoyar desde el exterior. Nuestro objetivo es empujar a la sociedad a avanzar hacia la aceptación y la integración de las personas trans hasta eliminar el sistema patriarcal de opresión, en combinación con las luchas feministas y LGBI. En este campo de acción, creemos que los enfoques individualistas son perjudiciales: necesitamos crear un colectivo, basado en experiencias compartidas.
Así, queremos reunir todo lo que significa transicionar (o querer transicionar) en nuestra sociedad patriarcal, sentando las bases de nuestras críticas, miedos y reivindicaciones comunes. Esto implica crear contrapoderes y equilibrios amplios y democráticos. Por lo tanto, no nos centramos en figuras individuales o grupos de afinidad, aunque aplaudamos su trabajo y podamos colaborar con ellos. Esta posición no es incompatible con el reconocimiento de la diversidad de las vías de transición.
Estos avances políticos beneficiarán a todas, todos y todes, independientemente de los pasos que realmente de cada individuo. No nos corresponde juzgar la “legitimidad” de tal o cual identidad. Nuestro análisis se basa en las condiciones materiales de existencia: luchamos por todas las personas cuyas condiciones materiales se ven afectadas por la transfobia, como por otros sistemas de opresión. Para nosotros, esto significa un enfoque abierto al mundo exterior, que se enfrenta a la sociedad, y que no sea ni excesivamente intelectualizado y abstracto ni carente de análisis teórico.
Otra fuente común de tensión entre las estrategias queer y materialistas es el uso del vocabulario. Las estrategias queer, que incluyen la redefinición de términos relacionados con el género con vistas a emancipar y “desestabilizar” el género, proponen que los términos de identidad y orientación sexual sean apropiados a nivel individual: que cada persona elija las etiquetas que le corresponden para entenderse o encontrarse a sí misma.
En la UCL, nuestro enfoque adopta una posición de partida diferente y, por tanto, se traduce en un uso del vocabulario adaptado a nuestra perspectiva analítica. Sin poner en tela de juicio el principio de autodeterminación, partimos de la transición como hecho social para luego estudiar la lógica de opresión que ésta engendra. Así pues, nuestro vocabulario se refiere a las personas afectadas estructuralmente por estas opresiones, como las que inician o tienen el deseo de iniciar un proceso de transición (incluidos los aspectos médicos y administrativos, así como los sociales).
Estas diferencias en el uso del vocabulario, vinculadas a diferentes análisis y estrategias, no constituyen, en nuestra opinión, una fuente relevante de oposición por sí solas: por lo tanto, debemos aclarar nuestros términos cuando sea necesario sin enredarnos en guerras de diccionarios.
Al mismo tiempo, tenemos nuestras reservas sobre ciertas ideas radicales, que tememos sean inaudibles en la sociedad actual. Sin negar nunca nuestras ambiciones revolucionarias, preferimos utilizar la estrategia y librar una batalla a largo plazo, ganando legitimidad entre nuestra clase y haciendo avanzar la sociedad al ritmo que creemos alcanzable.
Hemos expuesto aquí nuestros planteamientos y nuestros desacuerdos para clarificar nuestra posición con el objetivo, no de trazar una línea divisoria con otras orientaciones políticas, sino para permitirnos trabajar con ellas con pleno conocimiento de causa. Tenemos que evitar que esos desacuerdos se conviertan en conflictos mediante el intercambio, la búsqueda del consenso y la diversidad de acción. Más que nunca, necesitamos estar unides. A pesar de las diferencias de prácticas y estrategias, nuestro objetivo es el mismo. El principio de trabajar conjuntamente es uno de los imperativos de nuestra organización y debe guiar siempre nuestras acciones.
Identificar a nuestros enemigos y confrontarlos con las reivindicaciones de la comunidad trans
Este es un breve resumen de los movimientos tránsfobos franceses y su argumentario. Es necesario aprender a rebatirlos y contrastarlos con la situación real de la población trans.
Como organización, apoyamos la mayoría de las reivindicaciones de los activistas trans que detallamos, aun de forma no exhaustiva, en la segunda subsección.
Una oposición por parte de todo el espectro político
Los actores que propagan la transfobia en Francia (como en todas partes) afirman pertenecer a todas las corrientes políticas.
Entre ellas están, por supuesto, partidos de derechas y de extrema derecha. Zemmour, por ejemplo, ha creado grupos de grupos de “padres vigilantes” que lanzan campañas de presión contra los centros educativos, en línea con la estrategia de la extrema derecha estadounidense. Los republicanos también han adoptado esta estrategia contra el “wokismo” lanzando una campaña mediática ofensiva mediática y parlamentaria contra una supuesta ideología transgénero que amenaza a la infancia.
La Agrupación Nacional, la línea de Marine Le Pen, toma una postura estratégicamente silenciosa o instrumentalista sobre los derechos de las mujeres y las personas homosexuales. Al tiempo que oculta sus verdaderas posiciones reaccionarias, está dando paso a una línea más abierta en la guerra cultural que se libra al otro lado del Atlántico. Su grupo en la Asamblea Nacional (Assemblée Nationale) también está lanzando una ofensiva legislativa, dirigida contra el acceso de las personas trans al deporte.
Es una estrategia más fina y gradual que la de LR, pero con el mismo objetivo: legitimar y promover la opresión de las personas trans. Además de los partidos, entre los grupos reaccionarios más activos en esta cuestión destaca el Observatorio de la Sirenita (Observatoire de la Petite Sirène), próximo a los círculos de La Manifestación Para Todos (Le Manif Pour Tous) y a los republicanos, quienes poseen influencia sobre el Ministerio de Educación y que además, han intentado llevar sus argumentos al corazón mismo del DILCRAH (La délégation interministérielle à la lutte contre le racisme, l’antisémitisme et la haine anti-LGBT).
Los argumentos que este bando político ha desarrollado se basan en los tópicos habituales: la “protección” de les niñes o incluso de la civilización, una afrenta al orden natural o bíblico y recurren a los discursos conspiracionistas y antisemitas habituales. Como se desarrolló en la primera parte de este texto, la lucha contra la transfobia es hoy un imperativo antifascista.
Pero en esta lucha contra los derechos de las personas trans, la extrema derecha cuenta con apoyo. El feminismo liberal “universalista”, aunque afirma respetar a las personas trans, contrapone sus derechos a los de las mujeres, se indignan por el vocabulario utilizado para incluir a los hombres trans en la salud reproductiva y denuncian la presunta ventaja de las mujeres trans en el deporte, invocando una vez más a la supuesta amenaza que las personas trans suponen para la sociedad.
De forma menos sutil, la cuestión de los espacios no mixtos para mujeres (en particular los aseos públicos) se utiliza para retratar a las mujeres trans como agresoras repitiendo el clásico estigma de las personas LGBTI como pervertidas sexuales. En este punto y en muchos otros, a este feminismo liberal se une el sector tránsfobo del feminismo radical, con el que está cada vez más fusionado, y que insiste, como ya se ha dicho, en la primacía de la biología o de la “socialización primaria” como fuente de las opresiones patriarcales.
En esa presuposición tránsfoba que identifica a las mujeres trans como agresoras, las TERF ven a los hombres trans y transmasculinidades como víctimas lesbianas de “transactivistas”, independientemente de su orientación sexual real y basándose en una infantilización misógina.
Los círculos ecologistas no se libran. Además de los gurús naturópatas, se pueden encontrar tendencias tránsfobas en movimientos tecno-críticos y primitivistas como Pièces et main-d’œuvre (PMO) y Deep Green Resistance (DGR, que a menudo tienen vínculos más estrechos con el ecofascismo que con el ecologismo combativo. Estos grupos presentan las transiciones de género como antinaturales y derivadas de una ideología transhumanista.
Todos estos componentes se vinculan y apoyan mutuamente, por encima de sus filiaciones políticas declaradas: la transfobia se convierte en el denominador común que une a corrientes que deberían oponerse entre sí. Figuras conocidas en las redes sociales por su frenético activismo tránsfobo dicen ser feministas pero aceptan invitaciones de medios de extrema derecha pro Putin.
PMO cita a miembros del Observatorio de la Sirenita (OPS) y mientras, los libertarios dan un lugar de honor al feminismo liberal tránsfobo. Una antigua militante de la DGR comparte argumentos transfóbos en su blog y es invitada a podcasts pseudofeministas igual de obsesionados con el tema. De esta forma, actúa como relevo de Ypomoni, un colectivo cercano a la OPS que promueve las terapias de conversión y ejerce presión tanto sobre los medios de comunicación como sobre los médicos.
Esta mezcla de procedencias demuestra el verdadero fondo común de la transfobia: una ideología reaccionaria y confusionista.
Muchos derechos por conquistar
Frente a la desinformación tránsfoba, hacemos campaña por una mejor información sobre las personas trans, incluida una mejor identificación y condena de la transfobia y la violencia que conlleva. Nosotres luchamos contra la discriminación y la precariedad de la población trans, militamos porque tengan acceso a la atención sanitaria. Esto significa poner fin a la discriminación y la violencia médica, pero también mediante una mejor formación de los médicos en la atención a las personas trans y en la prescripción y seguimiento de sus tratamientos. Nos posicionamos a favor de la despsiquiatrización real y efectiva de los procesos de transición, tanto para la práctica médica como para su reembolso –en el original, “nous sommes pour la dépsychiatrisation réelle et effective des parcours de transition, que ce soit au sein des pratiques médicales ou pour leur remboursement.” –.
Reclamamos una verdadera política de salud pública, que ponga fin a las prácticas de los equipos multidisciplinarios de la antigua SoFECT (Société française d’études et de prise en charge de la transidentité), extremadamente psiquiatrizada, rígida y patriarcal, y que responda correctamente a las necesidades tanto de menores como de adultos, proporcionando un tratamiento adecuado.
En definitiva, reclamamos una seguridad social más fuerte, controlada por nuestra clase, en sintonía con las necesidades de la población trans, y que cubra todos los gastos sanitarios, sin necesidad de mutuas ni del reconocimiento de enfermedades crónicas (ALD). Luchamos contra las lógicas capitalistas que actúan en el sistema sanitario, que está creando un sistema médico de varias velocidades en función de los medios de les pacientes.
Demandamos también la simplificación de los procesos del cambio del estado civil para que se basen en un único certificado expedido en una única declaración jurada. Estamos a favor de la supresión del marcador de sexo, símbolo arcaico del control del estado sobre los cuerpos y las familias, que expone a las personas a la discriminación. Como mínimo, pedimos que el procedimiento para cambiar este marcador se desvíe de los tribunales. Con el fin de proteger a las personas trans del registro y la discriminación, los cambios de estado civil deben ser totalmente retroactivos.
Estamos a favor de que las personas trans tengan acceso a la reproducción médicamente asistida (PMA), independientemente de su estado civil, orientación sexual o género, así como de que se dé un reconocimiento automático de las líneas de parentesco.
Demandamos que las personas trans tengan garantizado el acceso a espacios dedicados a su género. Esto incluye asociaciones y competiciones deportivas, aseos, refugios contra la violencia, etc. Consideramos que las limitaciones impuestas al cuerpo de las mujeres, incluso, supuestamente, en nombre de su propia seguridad, generan peligros y discriminación tanto en las mujeres trans como en las cis, en particular las mujeres LBTI y las racializadas.
Estrategia para una contra-ofensiva trans. Hacer progresar las líneas en nuestros entornos
Es esencial que la izquierda, en su sentido más amplio, y los contrapoderes adopten una postura clara a favor de las luchas trans. Como hemos visto a escala internacional, una izquierda dividida, indecisa o mal formada es un caldo de cultivo para la peor retórica, incluida la persecución de las personas trans.
En primer lugar, esto requiere una mejor comprensión de las realidades trans dentro de los contrapoderes. Les integrantes de la UCL deben ser el motor de las iniciativas de formación e información en el seno de los contrapoderes en los que intervienen. Para ello, contarán con la ayuda de los cursos de formación interna y del material diseñado por la comisión antipatriarcal.
La promoción de estas causas en el seno de los sindicatos cobra una especial importancia. Del mismo modo que con las luchas feministas, antirracistas o anticapacitistas, los sindicatos deben ser capaces de apoyar a las personas trans, víctimas de graves discriminaciones en el empleo y los espacios de trabajo para establecerse como una herramienta relevante para elles.
Como lugares de organización proletaria, tienen el potencial de unir a nuestra clase a través de la convergencia de luchas incluyendo por tanto las luchas trans. Y sin duda, este es un potencial que debemos tratar de realizar.
Además de nuestros contrapoderes, debemos trabajar para hacer avanzar las luchas trans en toda la izquierda, y para hacer retroceder en ellas la transfobia.
Esto incluye a los partidos reformistas, los cuales disponen de una gran audiencia dentro de la población, por lo que no debemos subestimar su papel. Nos conviene invitarles a participar en nuestras iniciativas sobre esta cuestión y abrir un diálogo con misma lógica y las mismas razones que las concernientes al antifascismo.
En los marcos inter-organizacionales, sobre todo feministas, haremos una de nuestras prioridades el convertir en minorías las posiciones tránsfobas. Para ello, debemos dotarnos de una estrategia a largo plazo que no cuente ni con posicionamientos ineficaces ni con una pasividad impotente.
La UCL está atenta a las situaciones en las que la cuestión de las luchas trans parece provocar incomodidad o son marginadas por estar fuera del movimiento feminista. Debemos dialogar, persuadir y apoyar a las organizaciones que puedan ser reacias a abordar estas cuestiones por falta de formación o miedo al conflicto. Necesitamos ganar legitimidad y apoyo dentro de estos marcos si queremos impulsar nuestra visión de un frente antipatriarcal claro y unificado –En el original, nous devons gagner en légitimité et en soutiens au sein de ces cadres si l’on souhaite pousser notre vision d’un antipatriarcat clair et unifié. Se ha traducido por “frente antipatriarcal” para clarificar su comprensión–.
Una vez conseguido esto, tenemos que ser una fuerza impulsora de propuestas que garanticen que se tienen en cuenta las cuestiones trans y que se supera la oposición a las mismas. Por otro lado, las organizaciones posicionadamente tránsfobas deben ser expulsadas de nuestros espacios.
Mientras no estemos presentes en un amplio marco unitario feminista con una audiencia importante intentaremos llegar a él, siempre que la mayoría de sus posiciones públicas coincidan con las nuestras, aunque estén representadas organizaciones reticentes a las luchas trans. La idea es que, a nuestra escala, será más eficaz librar una lucha interna junto a las organizaciones que apoyan las causas trans que boicotearlas.
Del mismo modo, la decisión de firmar o no comunicados de prensa emitidos por organizaciones en las que estamos ausentes en ese momento, debe tener en cuenta las perspectivas de implicarse y mover las líneas en la dirección de las luchas trans. Si se firman textos que no tienen en cuenta las luchas trans, añadiremos un documento adjunto sobre el tema en la publicación que realicemos como organización.
Por otro lado, cuando un marco unificado nos parezca controlado o bloqueado por organizaciones tránsfobas, fomentaremos la creación de un marco que le confronte. Esta decisión debe basarse sobre todo en el criterio de la eficacia. Ha de tenerse en cuenta que no puede hacerse sin aliados y que implica trabajar a largo plazo para construir la legitimidad de la unión.
Sostener las luchas trans, en lo cotidiano y a largo plazo
La Union Communiste Libertaire apoya asociaciones, organizaciones y contrapoderes trans. Ofrecemos nuestra ayuda a sus iniciativas en el marco de nuestras posiciones políticas. Participamos en la formación de sus militantes y en su defensa colectiva y trabajamos con elles en comunicados y eventos, poniéndoles en contacto con nuestras redes y contrapoderes e invitándoles a nuestros espacios abiertos. Implicamos a las organizaciones trans en marcos comunes de lucha contra el fascismo y la extrema derecha.
Utilizamos nuestras herramientas de comunicación para educar e informar a la sociedad lo más ampliamente posible. Desarrollamos las perspectivas de las luchas trans en nuestras producciones siempre que sea pertinente. Cada año participamos en la marcha “ExisTransInter” –Manifestación de personas trans e intersexuales realizada desde 1997 con representación nacional en toda Francia—, produciendo material político, celebrando reuniones públicas en colaboración con organizaciones trans siempre que sea posible y prestando apoyo logístico y/o financiero.
Como organización, alentamos la expansión de esta manifestación en nuestras localidades, apoyamos a las personas trans más allá de nuestras fronteras (particularmente en los países donde se encuentran en mayor peligro, en situaciones más precarias y donde son directamente atacadas por las ofensivas reaccionarias). Llevamos a cabo estas acciones a través de nuestras redes internacionalistas, que necesitamos desarrollar a través de este eje, y de manera directa a través del apoyo a les refugiades, acciones ante las embajadas, etc.
Sin ocupar el lugar de organizaciones específicas, y en el espíritu de autodeterminación de las luchas, alentamos la creación de contrapoderes y marcos unitarios en torno a las luchas trans y la defensa contra los movimientos tránsfobos.
En resumen, la Union Communiste Libertaire pone sus fuerzas al servicio de las luchas trans, en conjunción con sus otras luchas. Denunciamos los argumentos tránsfobos esgrimidos en la esfera pública, incluso cuando sus promotores se proclaman de izquierdas o feministas.
La organización está atenta a los ataques reaccionarios: cuando los enemigos de nuestro campo social hacen de la transfobia su prioridad estratégica, redoblaremos nuestros esfuerzos para contrarrestarlos en este terreno del mismo modo que en otros ejes políticos. Estamos plenamente comprometides con una auténtica contraofensiva trans.
La respuesta trans frente a los ataques de la derecha: análisis y propuestas
Complemento al texto “Contraofensiva trans” escrito por la Comisión de Género de Liza
El documento producido por les compañeres abarca un análisis de coyuntura sobre la cuestión trans a nivel internacional y nacional en el contexto francés, el posicionamiento teórico de la organización en la inclusión de los sujetos trans dentro de la lucha feminista y algunos apuntes sobre cómo han decidido aplicar todo ello a su práctica política.
El siguiente artículo constituye nuestra reflexión como feministas y anarquistas especifistas respecto a la cuestión trans, así como una adecuación del análisis de les compañeres a nuestro contexto. Sin embargo, consideramos que el abordaje de la lucha trans es un asunto que no puede darse por zanjado con un simple artículo. Al fin y al cabo, el tema que nos ocupa es, nada más y nada menos, que la articulación los distintos sectores de la clase obrera y la creación de estrategias que permitan potenciar y ampliar las demandas parciales de los mismos, generando tanto victorias parciales que potencien la creación de fuerza social como la construcción de una perspectiva revolucionaria.
Obviamente, con este artículo no vamos a poder resolver una cuestión tan compleja , pero sí afianzar la obligatoriedad de que las organizaciones políticas (especialmente las afines) incorporen a las personas trans como legítimos miembros tanto de la lucha feminista en particular como de la lucha obrera en general. Sobre esta cuestión se volverá más adelante. Por el momento, comenzaremos con un escueto análisis de la situación legislativa en la que se encuentra la cuestión trans en nuestro territorio.
La situación actual de la cuestión trans en el Estado español
Como complemento al análisis de coyuntura internacional que encabeza el texto “Hacia una contraofensiva trans”, queríamos añadir algunas pinceladas sobre la situación específica en el estado español. Si bien en febrero de 2023 veíamos aprobada la Ley Trans a nivel estatal, la derecha madrileña ha conseguido derogar varias de las proposiciones de la ley en el ámbito regional. Sin embargo, el 25 de junio de 2024, el gobierno hace pública una nota de prensa en la que se afirma que el Consejo de Ministros ha acordado interponer recursos de inconstitucionalidad a la normativa aprobada por la Comunidad de Madrid.
Falta por ver la resolución de dichos recursos pero no cabe duda de que, en la Comunidad de Madrid, la propuesta original de ley ha sufrido un retroceso, el cual se materializa en la manutención de un lenguaje patologizante a nivel legislativo, la cancelación de un Centro de Documentación y de Memoria Histórica LGTBI de la Comunidad de Madrid, la imposibilidad de adecuar la documentación autonómica a la identidad de género correspondiente sin haber modificado previamente el DNI o el recorte de las facilidades que la ley original permitía a les alumnes trans en los centros educativos.
Cabe destacar que si bien el Gobierno interpuso esta demanda de inconstitucionalidad, en su propio seno se dan fuertes disputas lideradas por un sector convencidamente tránsfobo, como ha quedado patente en los resultados derivados de su 41 Congreso Federal, celebrado a principios de diciembre de 2024. En él, se ha aprobado una enmienda que impide que las mujeres trans participen en las categorías femeninas, utilizando el argumentario característico de la derecha para discriminar y deslegitimar a las mujeres trans como mujeres. Además, en su hoja de ruta política se han modificado las siglas “LGTBIQ+” por “LGTB”, excluyendo así a una parte notable del conjunto de las disidencias sexuales.
Si bien cabe destacar la manifestación de voces dentro del partido contrarias a estas enmiendas, estas resoluciones son una muestra de la inestabilidad constante de los derechos trans y de su continua utilización por parte de los partidos políticos para atacarse y movilizar a la opinión pública en sus propios intereses, desplazando los derechos de las personas trans a estar amparadas legalmente en sus necesidades básicas y protegidas frente a la discriminación. Como afirma Shon Faye, el debate trans está permanente encima de la mesa política pero nunca es para hablar de las necesidades reales de este colectivo en base a sus demandas, sino que genera en el debate público unos problemas imaginarios, como los supuestos riesgos de agresión a menores en baños o las amenazas a los derechos de las mujeres.
Volviendo a las limitaciones y carencias de la Ley Trans, otro aspecto flagrante es el abordaje de las terapias de conversión. Si bien están prohibidas a nivel estatal, dichas “terapias” se siguen practicando y ni una sola sanción ha sido interpuesta contra sus promotores. La asociación “No es Terapia” afirma que esto se debe a que las competencias para iniciar los expedientes sancionadores las tienen los órganos administrativos de alto nivel, que actúan de acuerdo con las políticas y directrices del Gobierno Autonómico. Frente a dicha aceptación encubierta, las personas queer continúan sufriendo los efectos de esta actividad degradante y violenta. Esta mala praxis administrativa es sólo un ejemplo de las múltiples dificultades que incluso una ley bienintencionada ha de confrontar para establecer medidas reales.
En lo referente a la Ley Trans, cabe destacar que además de no accionar una respuesta contundente a violencias tan extremas como las terapias de conversión, presenta notables limitaciones en la falta de reconocimiento de las personas no binarias, en la ausencia de medidas que confronten la transfobia existente o, por supuesto, en el cuestionamiento de las premisas sobre las que se asienta el sistema capitalista y patriarcal como son el binarismo de sexo y género, la pareja heterosexual y la familia nuclear.
Otro aspecto significativo que convendría abordar en el análisis sobre el impacto de la Ley Trans es el origen y significado de los recortes promovidos por la derecha al proyecto legislativo original en el contexto madrileño. Dichos recortes constituyen una demostración de fuerza y una declaración de las intenciones que llevan tiempo materializando: la identificación de la población queer en general y de les trans en particular como una amenaza para “mujeres y niños”, con argumentos conspiranoicos que instrumentalizan el miedo a la violencia sexual para demonizar a colectivos como los migrantes o las personas trans, a quienes consideran absurdamente los perpetradores de dicha violencia. Otras atrocidades que hemos oído de representantes del espectro de la derecha sitúan al colectivo como enfermes cróniques e imponen un veto ideológico a celebraciones y representaciones culturales del colectivo LGTBIQ+.
No olvidemos tampoco el firme posicionamiento de un notable sector del feminismo con la extrema derecha en lo referente a la transfobia. Aunque dicha alianza pueda parecer carente de todo fundamento debido a la misoginia recalcitrante de la derecha y su enemistad histórica con el feminismo, no cabe duda de que los argumentos y los ataques a la población trans de ambos sectores coinciden, llevándoles incluso a manifestarse conjuntamente en no pocas ocasiones. No debemos olvidar que las representantes de este sector feminista no sólo pertenecen al ala neoliberal e institucionalizada del feminismo, sino que también participan en los movimientos sociales y lideran una postura férrea de rechazo a las personas trans. Dicha postura ha llevado a la separación de la histórica manifestación del 8 de marzo en la ciudad de Madrid. Así, la manifestación oficial organizada por la Comisión 8M se revistió con la bandera trans y mantuvo la inclusión de las personas trans como sujetos del feminismo, mientras que el autodenominado “Movimiento Feminista de Madrid” ha creado una manifestación paralela en base a sus posicionamientos abiertamente tránsfobos y putófobos (hostiles e infantilizadores con las trabajadoras sexuales).
Las continuas imbricaciones entre el ámbito legislativo y social que podemos ver en estas disputas nos muestran la necesidad de mirar más allá del terreno de las leyes a la hora de analizar las circunstancias en las que se encuentra, en este caso, la población trans. No debemos olvidar que la transfobia, como el resto de discriminaciones, se manifiesta en todas las esferas de la vida cotidiana. Así, las personas trans experimentan violencias de diferentes tipos y grados en los centros escolares, de trabajo o en el ámbito social y familiar. Son igualmente destacables las grandes dificultades en el acceso al empleo y a la vivienda, además del notable impacto de los recortes y privatizaciones en sanidad, junto con una falta de formación por parte del personal sanitario que sufren las personas trans que deciden hormonarse o someterse a cirugías.
Desde nuestra perspectiva libertaria, no consideramos que las dificultades que combaten las personas trans, así como el resto de jerarquías sociales y discriminaciones, vayan a poder ser revertidas a golpe de leyes. Creemos que sólo con el fin del capitalismo puede darse una transformación radical de la sociedad que subvierta las desigualdades materiales y elimine las instituciones que las protegen. Pero a pesar de las limitaciones de las demandas concretas, creemos que es necesario articularlas de forma sistemática y estructural para apuntar a la emancipación de la clase trabajadora. Dicho de otro modo: en lugar de establecer las reformas legislativas como nuestro destino, las consideramos una necesaria parada en nuestro camino y concebimos que la consecución de ciertas demandas parciales pueden acercarnos a la victoria cuando han sido conseguidos por una articulación de distintos sectores de la clase obrera con una perspectiva estratégica.
Por ello, suscribimos la necesidad de una Ley Trans, así como la abolición de la Ley de Extranjería, la protección de la sanidad pública y otras demandas legislativas que se pretenden conquistar como clase en el ámbito de la vivienda, entre otros. Reafirmamos, además, que las personas trans son sujetos de la lucha feminista y parte de la clase obrera y como tal, se ven fuertemente afectades por el impacto de las privatizaciones de los servicios públicos y la precarización de la vida. A todos estos procesos de desposesión, se suman las violencias específicas que experimentan por el aumento de la transfobia imperante, azuzada por la extrema derecha a nivel internacional y local.
Sin embargo, queremos incidir en que, como podemos ver en el contexto madrileño, las leyes son volubles, por lo que tanto para mantener los derechos conquistados como para avanzar en la articulación de la clase obrera, es necesaria una organización coordinada y sólida de esta clase. Para ello, es fundamental entender la pluralidad existente dentro de la misma: aunque los derechos trans no apelen directamente a las personas cis, constituyen una victoria para la clase trabajadora en su conjunto, especialmente si proceden de una lucha articulada, puesto que se está generando el músculo social necesario para confrontar la creciente precarización de la vida a la que nos somete el neoliberalismo. Y, por supuesto, porque somos parte de una misma clase y queremos que las necesidades de todos sus miembros sean satisfechas, entendiendo que dichas necesidades son necesariamente diferentes pero igualmente legítimas.
Es también reseñable la importancia de considerar las demandas y necesidades de los diferentes sectores de la clase obrera, puesto que todos ellos sufren el capitalismo y sus estrechas colaboraciones con el resto de ejes de dominación. Por ello, las aportaciones que cada sector haga son fundamentales para poder entender al enemigo común en su totalidad, así como para desarrollar análisis y herramientas de lucha que no reproduzcan las premisas de dichos ejes de dominación, sino que apunten hacia horizontes emancipadores para todes.
Las respuestas del colectivo queer y la necesidad de repensar nuestra lucha
Por supuesto, frente a estos ataques la población trans ha ido articulando diferentes respuestas: en el sector más amplio de la sociedad, observamos la predominancia del formato de ONGs y en los círculos más radicales, de manifestaciones con perspectivas críticas en el 28J y redes informales enfocadas en la organización de espacios y eventos propios para el colectivo queer. Como participantes de estos espacios, hemos detectado una notable reticencia a las perspectivas sindicales o a profundizar en debates sobre modos de organización social, priorizando en su lugar tanto la creación de espacios propios como las participaciones en coordinaciones basadas en demostraciones simbólicas de apoyo a otras luchas.
Queremos aclarar que no es nuestra intención desvalorizar el trabajo que hacen les compañeres, sino poner sobre la mesa ciertas cuestiones políticas, impulsando la reflexión interna en el movimiento queer. Coincidimos con la postura de la UCL al considerar las redes de afinidad como fundamentales para la supervivencia de las personas trans, pero no incompatibles con la creación de organizaciones y estructuras sólidas que puedan retomar el potencial revolucionario que, históricamente, ha ostentado el movimiento disidente de género. Queremos y creemos que puede constituirse una fuerza política capaz de pensar estratégicamente para así, obtener conquistas en el futuro cercano, generar una amplia conciencia y solidaridad con la causa trans y participar de una transformación social profunda.
Como anarquistas especifistas, consideramos que los movimientos sociales disponen de la capacidad de organizarse autónomamente sin la tutela de ningún partido, de establecer objetivos y generar discursos y estrategias que les acerquen a sus metas. Concebimos el anarquismo no como una corriente contracultural ni un movimiento apartado, sino como participante e impulsor de las distintas agrupaciones en las que la clase obrera se aúna para defender sus derechos y construir horizontes sociales alternativos, ya sea en el ámbito de la sanidad, la educación, la vivienda, la lucha trans o LGTBI, el feminismo, el antirracismo, etc.
Pretendemos participar en los diferentes movimientos para avanzar conjuntamente hacia una sociedad libre de LGTBIfobia, en la que se rompa con el binarismo, los roles de género y la imposición de la familia nuclear.
En la revista Zona de Estrategia, Charlie Moya hace un llamamiento a la superación del identitarismo y la recuperación del potencial del movimiento queer a realizar un cambio social radical. No es nuestra intención tratar de responder al debate sobre si es necesario formar estructuras políticas específicamente queer o trans; canalizar esa fuerza militante a sindicatos a pelear por les compañeres a la vez que transmitirles la necesidad de que incorporen también las demandas trans a su lucha; participar en las plataformas que reivindican una sanidad pública o buscar nuevos formatos de agrupación. Nuestra pretensión en este momento es abrir e instigar este debate, pues vemos fundamental que el movimiento queer y trans se junte a reflexionar estratégicamente sobre cuál es la situación actual y cómo organizarse para cambiarla.
De igual modo, hacemos un llamamiento al resto de organizaciones, no sólo para que se solidaricen con las luchas concretas de las personas trans, sino para que incorporen las críticas y cuestionamientos que traen inscritas en sus vivencias y en sus propuestas frente a las instituciones patriarcales.
Además, no debemos olvidar el acalorado debate que esta cuestión está generando dentro de la izquierda y el feminismo. Es necesario confrontar estos discursos derechistas en los que las personas trans son culpadas de los males generados por el capitalismo y el patriarcado. Ignorar los ataques que se están realizando desde estos sectores es ignorar la integridad de les compañeres trans y negarles su legítimo lugar como miembros de la clase obrera y de la lucha feminista. Es fundamental que las organizaciones se formen y se posicionen, participando en estos debates ideológicos y estratégicos para incluir de forma activa a las personas trans.
Es el momento de juntarnos, generar alianzas sólidas que puedan confrontar la extrema derecha y el capitalismo y avanzar hacia el mundo en el que queremos vivir. Hasta acabar con cualquier discriminación, ya sea por identidad de género, orientación sexual, raza, procedencia o capacidad.
Por nosotres y por todes nuestres compañeres.