
Las cargadoras portuarias en conflicto con la patronal y el modelo impuesto de feminidad
10 de mayo. Fuente: Briega
El mes de mayo comienza cada año con el día de la clase trabajadora. Es por ello que hemos decidido hacer nuestra pequeña aportación abordando una realidad de memoria histórica local de una manera breve y primeriza ante futuros artículos que puedan aportar más profundidad a este tema. ¿De qué estamos hablando? Pues de las mujeres en la carga y descarga portuaria en el puerto de Santander en el tránsito del siglo XIX al XX. Lo cierto es que, como Jordi Ibarz y Mónica Borrell-Cairol escriben en una investigación académica cuya versión definitiva es de enero de 2020 titulada «Las mujeres en la carga y descarga portuaria en España en el tránsito del siglo xix al xx» (descargable en pdf Universitat de Barcelona), en los puertos de La Coruña, Santander o Bilbao a finales del siglo XIX fue muy importante la presencia de cargadoras.
El significado de la huelga es no trabajar y encaja muy bien con mi definición de una clase obrera que se resiste al trabajo. Es muy interesante también que la palabra “huelga” se dice de manera distinta en todas las lenguas: strike, huelga, grève… indica que cada clase obrera ha descubierto esa forma de lucha. Michael Seidman. Autor de «Los obreros contra el trabajo» Pepitas de Calabaza
Que con el paso del tiempo este evento (como ha pasado también con tantos otros) haya sido despojado totalmente de su contenido, se haya convertido (por lo general) en una farsa, en un ritual vacío y aburrido, en una ofrenda a la servidumbre voluntaria, no debemos olvidar lo que está en el origen de su conmemoración: la lucha por la revolución social, la lucha contra el trabajo, el antagonismo con lo existente. La leonera. 1 Contra el trabajo
Se trataron de mujeres que se organizaron sindicalmente, superando sus límites en ocasiones, y protagonizaron significativos conflictos huelguísticos y laborales. A partir de este valioso texto académico se puede profundizar mucho más en este asunto que lo que expondremos a continuación. Desde este texto sólo saludaremos superficialmente el tema para incitar a las personas que nos leéis a conocer más sobre estas mujeres norteñas de los siglos pasados y su lucha obrera en un mundo de hombres, tanto en las patronales, como en la prensa de la época, como en sus sectores más progresistas, como en el sindicalismo.
El objetivo de la fuente académica de la que hemos bebido es «reconstruir la cronología de la presencia de las mujeres en la carga y descarga portuaria y su implicación en la movilización obrera en el sector hasta establecer las circunstancias de su desaparición a partir de la primera guerra mundial».
Como en la construcción o en la minería, la actividad laboral de cargadora es, todavía a día de hoy, una labor tradicionalmente masculinizada en donde la dureza y la peligrosidad sobre las mujeres ha sido el argumento clásico para excluirlas. Un paternalismo patriarcal que está enraizado en la sociedad y la cultura obrerista hasta nuestros días. Sin embargo, conviene recordar que la actividad de las cargadoras era una realidad activa en la época de la que partimos, que fue perdiendo peso y protagonismo por dicho paternalismo social representado por artículos de prensa, ordenanzas cívicas de ordenación del espacio urbano y disciplinamiento de los cuerpos pobres y molestos que, en el caso de las mujeres cargueras, no encajaban con los cánones femeninos en torno a lo que se consideraba (y considera) ser mujer. El trabajo de estas mujeres se enfrentó con la hostilidad masculina a través de la irreverencia, la espontaneidad, el temperamento y la unión hasta su desaparición. Ello era necesario ya que el sindicalismo portuario tuvo mucha resistencia a aceptar a las mujeres en estas tareas.
Aproximadamente desde los años 70 del XIX se puede demostrar que existían cargadoras aunque probablemente hubiera anteriormente. Desde esos años en adelante, el trato de la prensa de la época fue cambiando desde la aceptación de estas mujeres y la valoración de su dureza física hacia la creciente negatividad y criminalización de las mismas, coincidiendo con la necesidad de médicos, reformadores sociales, organizaciones eclesiásticas, así como grupos políticos y sindicales, de regular el trabajo femenino e infantil. El trabajo portuario de las mujeres pasó de ser una realidad respetada a una molestia problemática. Como tantas otras profesiones llevadas a cabo por las mujeres y relegadas a la marginalidad desde el pasado hasta la actualidad, la transformación de este sujeto proletario en un problema de orden público se fue construyendo hasta su desaparición por diversos factores como la mecanización. A modo de ejemplo reproducimos unas palabras que vienen en la investigación comentada;
«...En vez de regular su ocupación, se pretendía organizar su presencia pública que, además, distaba del arquetipo de feminidad que se quería imponer, ligado al modelo de domesticidad que definía el hogar como ámbito de actuación femenina y la figura de la madre y esposa como papel vital de la mujer”. Así, por ejemplo, a finales del siglo XIX, las Ordenanzas Públicas Municipales de Santander preveían sanciones por la ocupación de la vía pública y se denunciaba en la prensa que estas ordenanzas no eran cumplidas por las trabajadoras ni eran sancionadas por las autoridades competentes. Así, para regular su presencia en el espacio público, se las presentaba como personas que incordiaban, gritaban, alteraban en la vía pública ejerciendo su trabajo….»
«...se difundió en la opinión pública la visión de estas mujeres perturbadoras del orden social y, por ende, moral de la sociedad. Todo esto sucedió cuando el trabajo de las cargueras se generalizó en muchos puertos, su número creció de forma considerable y empezaron a participar en la actividad sindical de sus respectivos puertos reivindicando mejoras en su retribución y en sus condiciones de trabajo.»
Como se indica en la fuente principal de este breve texto, desde 1892 a 1920 las noticias de huelgas y conflicto social protagonizadas por trabajadoras portuarias y que iban más allá de los escándalos públicos y las alteraciones del orden público mediante incivismo y ocupación de la calle, estuvieron muy presentes. De hecho, la conflictividad laboral de la época es otro indicador de la presencia femenina en estos tres puertos. La actividad de las cargueras coincide con los dos primeros ciclos huelguísticos de la época; 1889 a 1892 y 1900 a 1906, alcanza su máximo explendor de conflicto de 1909 a 1913 y termina con la expulsión de las mujeres en este tipo de trabajo en los años previos a 1920.
En el caso de la bahía de Santander, pese a que existen determinados relatos que hunden dicho territorio en una historia sumisa, dócil y exenta de conatos de rebelión, la conflictividad obrera protagonizada por mujeres y hombres fue muy fuerte. En 1894, por ejemplo, las cargueras se implicaron de forma activa en la huelga de Santander, actuando con firmeza contra esquiroles y sufriendo la represión por medio de detenciones y el reflejo en la prensa de una radicalidad que amenazaba el orden público. Cuando la huelga fracasó, la patronal no se quedó de brazos cruzados y supo jugar sus cartas. Por ello, creó sociedades bajo su dominio y tutela, integrando así las capas obreras más obedientes y serviles.
Otro ejemplo lo tenemos el 1 de agosto de 1911, donde participaron más de mil jornaleros entre los que había dos centenas de mujeres. La huelga duró unos diez días y las mujeres cargadoras de muelle tuvieron una importancia relevante, recorriendo las calles con determinación, presionando en los comercios de la ciudad y dejando claras sus reivindicaciones, no sin conflictos con quienes no comulgaban con las mismas y no sin nuevas detenciones.
Finalmente en los años de la primera guerra mundial las cargueras fueron desapareciendo. Entre diversos factores comunes y peculiaridades locales de cada puerto, una de las principales causas, a parte de la anteriormente comentada sobre la actividad reguladora de reformadores sociales, fue la innovación tecnológica a través de la mecanización, que en el caso de Santander fue especialmente notable en 1914 con la noticia de la mecanización de la descarga del carbón. En esos años otros factores influyeron, como los cambios estructurales del sindicalismo, menos abierto a la auto-organización y más tendiente a la institucionalización y el centralismo. Sin embargo, las cargadoras presentaron una gran conflictividad social hacia la patronal hasta su paulatina desaparición a través de protestas en los lugares de trabajo y en las calles de la ciudad. Además el resto de mujeres de las clases populares de la ciudad también protagonizaron importantes protestas por la subida de los precios de los recursos básicos de subsistencia. Época plagada de sucesos que darían para abordar otras luchas y temáticas de la época vinculadas estrechamente.
De este pequeño acercamiento a la historia de estas mujeres de los puertos norteños y, concretamente de Santander, salen cuestiones interesantes como la capacidad de las clases populares de organizarse, no solamente afiliándose en sindicatos, sino superando los límites de sus estructuras, la desmitificación de una historia santanderina y cántabra sumisa y pacificada, la ruptura con la idea de las mujeres populares de la época como personas relegadas a los roles tradicionales de feminidad y sin capacidad de luchar por sus vidas y su libertad con la agresividad enfrentar conflictos laborales mediante la huelga y la acción directa, así como el reflejo de que la segregación laboral y la división del trabajo en base a los roles de género, condiciones importantes del sistema patriarcal, no se ha reducido siempre por el progreso innovador y reformador sino que, en determinadas ocasiones, todo lo contrario.
¡1º de mayo, por la memoria de quienes lucharon! 1º de mayo ¡Abajo el trabajo!
Artículo publicado en el Boletín Briega en papel mayo de 2025