Las republicanas de Ravensbrück
20 de noviembre de 2015.
Tras el fin de la Guerra Civil, muchas mujeres pasaron a Francia y de ahí a la Alemania nazi. El campo de Ravensbrück forma parte de su historia
A 40 años del fin de la dictadura franquista, las mujeres que lucharon contra el franquismo son las grandes olvidadas. Como algunas de ellas han dicho, son las olvidadas de los olvidados. Su relato y la investigación de quiénes eran, dónde fueron a parar y, en muchos casos, su desaparición, está por completar. Son las propias mujeres supervivientes las que han hecho el relato de lo que sufrieron ellas y sus compañeras.
Ése es el caso de Neus Català y otras mujeres que acabaron recluidas en el campo de concentración de Ravensbrück, cerca de Berlín, el mayor campo de concentración de mujeres de la Alemania nazi. Muchas mujeres españolas murieron allí y algunas consiguieron sobrevivir a aquel infierno hasta su liberación en 1945. Su periplo fue largo: Fueron luchadoras en defensa de la República española, en la Resistencia francesa y con la invasión nazi fueron internadas en campos de exterminio alemanes. Se calcula que fueron cientos las mujeres ingresadas en campos de concentración franceses y alemanes.
Una emigración forzosa de hombres y mujeres harapientos junto a niños y niñas se inició tras el golpe de Estado en 1936. Pero la riada de refugiados y refugiadas españolas se disparó entre finales de enero y primeros de febrero de 1939, alrededor de 500.000 personas cruzaron los Pirineos en condiciones de frío y hambre. Además, fueron recibidos con gran hostilidad por alcaldes y una parte de la sociedad francesa.
Neus Catalá, que este año ha cumplido cien años, llevó a cabo junto a otras supervivientes como Conchita Boix, Lola Casadellà, María González y María Llenas, un memorial, realizado entre 1970 y 1975, que recoge el nombre, o cualquier dato, de las mujeres españolas en Ravensbrück. También publicó De la resistencia y la deportación, con el testimonio de 50 mujeres de la Resistencia francesa contra la invasión de los nazis.
“Lo que hizo fue ir casa por casa recopilando datos de mujeres deportadas, pero también de resistentes, incluso de algunas que no fueron detenidas. Todas eran mujeres que pasaron en el 39 a Francia e hicieron la resistencia allí y la lucha antifascista”, explica a Diagonal Mar Trallero, investigadora del Grupo de Estudios del Exilio Literario (Gexel) y miembro de Amical de Ravensbrück, que ha investigado sobre las españolas en este campo de concentración y ampliado la información que dio a conocer Català. De ese trabajo ha salido el segundo memorial de las españolas deportadas a Ravensbrück.
Mar Trallero señala que en Ravensbrück encerraron a mujeres de todo el Estado español: “Eran de Andalucía, Catalunya, aragonesas, castellanas, extremeñas... de todos lados”. Las primeras que llegaron a Ravensbrück fueron mujeres alemanas. Eran antifascistas o pertenecían a los Testigos de Jehová. Las mujeres españolas fueron encerradas en este campo en 1944. La primera de quien se conserva su historia es Ángeles Martínez. La Amical de Ravensbrück tiene censadas 119 mujeres españolas deportadas a este campo, aunque se cree que fueron más. En sus años de existencia estuvieron recluidas unas 133.000 personas de alrededor de 40 naciones.
“Uno de los motivos principales de fundar la Amical de Ravensbrück parte del juramento que hicimos, en el momento de la liberación, todas las deportadas y deportados de que, mientras viviéramos, explicaríamos lo que habíamos visto y sufrido”, dijo Catalá en un discurso. También señala que esas mismas razones son las que les llevaron “a defender la República, hacer la Resistencia en Francia y a luchar contra el fascismo: el amor a la paz, la libertad, la tolerancia y la justicia social”.
Ya entonces estas supervivientes reconocieron las dificultades para reunir la memoria de esas mujeres, niñas, niños y hombres españoles que sufrieron los campos de concentración nazi. Explican que de muchas mujeres no ha quedado rastro, porque eran registradas con el apellido de su marido, o porque ellas aportaban a los miembros de la SS su alias y no su nombre real. Otras mujeres morían en los vagones en los traslados a otros campos y otras, agotadas por tanto sufrimiento, según relatan las supervivientes, se lanzaban contra las alambradas y morían electrocutadas. Gracias a estos relatos sabemos cómo hicieron su fortuna grandes empresas alemanas. Las mujeres pasaban largas jornadas trabajando para firmas como Krupp, Thyssen, Siemens o Mercedes Benz, que colaboraban con las SS.
Neus Català ha explicado en su relato que “Ravensbrück fue un lugar donde, en medio de la gran tragedia, quedó patente la fuerza invencible de los débiles. Fue el más terrible campo de concentración diseñado para mujeres y criaturas, y al que fueron a parar algunos hombres”.
Trallero explica que la solidaridad permitía a las mujeres resistir en esas condiciones. “Superaban aquella barbarie con pequeñas acciones muy simples pero en las que arriesgaban su vida. Por ejemplo, cuando se enteraban que era el cumpleaños de alguna se organizaban entre ellas. Cuenta Lola Casadellà que llegó por la noche a su cama –si se puede llamar cama al catre con paja sobre el que dormían– y se la encontró toda cubierta de flores. Ella se preguntaba cómo se enteraron de mi cumpleaños, de dónde cogieron las flores y cuándo. Estas cosas les llenaban la vida que les intentaban despojar en el campo. Y esa fraternidad les unía y les daba fuerza”, concluye Mar Trallero.
María José Esteso Poves en el Periódico Diagonal