¿Sabes algo sobre Wikipedia? genial, entonces arregla la democracia

8 de octubre de 2013. Fuente: How to Stop a Sharknado

Presentamos la traducción de parte del texto de Evgeny Morozov "How to Stop a Sharknado", donde expone lo fácil que es para los nuevos intelectuales ganar dinero explicando el mito de "Internet" (ejemplo perfecto de emprendedores). Creemos que es especialmente interesante este tipo de avisos el día que se presenta un partido político que revindica el #DerechoaEmprender y cuyo programa es "Democracia y Punto": Poder Legislativo Ciudadano – Wikilegislación / Gobierno con control ciudadano – Wikigobierno; Referéndums obligatorios y vinculantes; Derecho a voto real y permanente y Transparencia en la gestión pública.

Traducción de DGA y Gaelx de un fragmento de "How to Stop a Sharknado", al hilo de la rueda de prensa a cara descubierta del Partido X.

Para quienes sigan de cerca los productos culturales estadounidenses, el
telefilm Sharknado, les sonará, ya que se ha convertido en uno de los
virales del año. La ridiculez de la película no se reduce al título (un
juego de palabras en inglés entre tiburón -shark- y tornado) sino que se
extiende al argumento: un tornado que provoca que miles de tiburones se
vean arrastrados desde el océano hasta el centro de Los Ángeles.

Un producto de entretenimiento algo cutre pero un material excelente para
experimentos mentales. Imagina que te despiertas en Los Ángeles y enciendes la tele. El telediario te avisa de la cercanía de un "sharknado". Dos
expertos comienzan a debatir sobre si los "sharknados" son buenos o malos
para la humanidad, la economía o nuestros cerebros. Uno de ellos advierte
del inminente colapso de la civilización. El otro considera que los
sharknados pueden suponer una revolución en las industrias moribundas y
promover la innovación. Llaman a tu puerta. Un hombre elegantemente vestido
te informa de que trabaja para "Soluciones de evacuación de sharknados",
una start-up que, por una pequeña cuota, te evacuará del lugar en
helicóptero, siempre que tomes la decisión en ese preciso instante. Sin
saber bien a qué atenerte, le das el dinero.

[...] Decir que "Internet" es nuestro "sharknado" es aceptar que la configuración actual de prácticas, servicios y conversaciones (el discurso de Internet) estructura también como hablamos, lo que decimos y lo que hacemos después de hablar. No es que la actual generación de
intelectuales de Internet estén de hecho equivocados o cegados por alguna ideología falsa. Esto es, al tratar de explicar "Internet", siguen reforzando un discurso que en sí mismo tiene una enorme necesidad de ponerlo todo patas arriba . Dicho llanamente, el discurso de Internet ha dejado de ser útil. Esto conduce a lo que yo lo llamo la falacia de la coherencia, la falacia de origen y la falacia de objetividad. Estas falacias corrompen nuestro pensamiento y confunden nuestras políticas.

Tomemos la falacia de la coherencia. Se supone que hay una cierta lógica
uniendo a todos los acontecimientos desencadenados por "Internet", por lo que las ideas y
puntos de vista de un dominio se pueden aplicar fácilmente a otro. ¿Sabes algo
sobre Wikipedia? Genial - esto significa que, en la "era de Internet", también
tienes conocimientos sobre cómo arreglar los partidos políticos, porque (recuerda) la falacia de la coherencia te hace pensar que "Internet" revoluciona el conocimiento de la misma
manera que revoluciona la política. Aquí tenemos a Steven Johnson, un intelectual de Internet por excelencia: "Wikipedia es sólo el principio... podemos aprender de su éxito para construir nuevos sistemas que resuelvan los problemas en educación, gobierno, sanidad, lo local e incontables áreas del conocimiento humano". Lo erróneo de esa lógica es evidente en la reciente derrota electoral del Partido Pirata.

La coherencia de "Internet" como una fuerza autónoma que arrasa nuestras vidas
se invoca entonces para justificar todo tipo de intervenciones políticas y jurídicas
para que nos adaptemos a la red. Por tanto, escribe Rebecca MacKinnon , "sin
una actualización importante, [nuestro] sistema político seguirá produciendo leyes
que serán incompatibles con Internet". La idea de que los sistemas políticos puedan ser
evaluados en función de su compatibilidad con "Internet" es en sí misma una
consecuencia de la falacia de la coherencia. Tomemos a otro intelectual de Internet, Clay Shirky. Los recursos retóricos de Shirky son bien conocidos :
él asume que "Internet" tiene efectos similares por todas partes y luego utiliza
"Internet" para presentarse en varios de los campos que internet revoluciona. Por arte de magia, Shirky, un experto en "Internet" también se convierte en un experto en
todo lo que se revoluciona. Un mito fundacional de "revolución" - en el caso de Shirky
es la aparición de Napster - hace el resto.

Así, el trabajo de Shirky en tanto que asesor y además intelectual les
advertirá del inminente "momento Napster" (un sharknado digital) en una u
otra industria: el periodismo, la promoción de la democracia, la educación.
Shirky es el experto que aparece de pronto en la televisión para advertirte
de que Napster está alterándolo todo para, unos segundos después, llamar a
tu puerta.

La falacia de origen, por el contrario, confunde las causas con los
efectos, asumiendo que la infraestructura digital actual (Internet) ha
originado nuestras prácticas y comportamientos, y no al contrario. De este
modo, la historia de cada uno de los componentes de "Internet" se vuelve a
narrar a través de la historia de "Internet" en sí misma.

Tomemos un buscador como Google. Es fácil olvidar que los esfuerzos para
facilitar la clasificación de la información y su accesibilidad preceden a
la informática en red. Quienes trabajaban en las ciencias de la información
y en biblioteconomía llevaban debatiendo sobre automatización y
digitalización mucho tiempo antes de que los fundadores de Google hubiesen
nacido. Estos debates han dado forma a servicios como Google mucho más que
el hecho de se acceda a él a través de una red digital. El hecho de que sea
una red es lo menos relevante de su desarrollo.

Una vez incorporados en las historias recientes y heroicas de "Internet"
(la que aparece en el libro de Tim Wu, The Master Switch, es un buen
ejemplo) esos desarrollos y debates tempranos desaparecen de la vista. Es
como si al escribir la historia de los aviones, nos refiriésemos al
surgimiento de la bandeja desplegable como si no tuviese ninguna relación
con los hábitos alimenticios o con las muchas mesas y bandejas que
existieron antes de que lo hiciesen los aviones. Decir que "Internet" trajo
al mundo a Google tiene el mismo sentido que afirmar que el avión dio lugar
a la bandeja desplegable.

La falacia de objetividad es, quizá, la más peligrosa de las tres. El reto
al que se enfrentan los intelectuales de Internet es que, al explicar
"Internet", no pueden explicar Internet simplemente a través de sí misma
sino que necesitan algún tipo de marco teórico externo. Pensemos en la
famosa frase "el código es la ley", pronunciada por Larry Lessig, el
principal intelectual de Internet. El modelo de Lessig da por hecho cuatro
fuerzas (mercado, normas, leyes y código) y, para muchos, esto es
totalmente inocente y objetivo.

Pero para que este modelo se entienda en todo su sentido, es necesario
conocer de donde viene Lessig intelectualmente. Su marco está cargado de
supuestos sobre el comportamiento humano, las normativas, el conocimiento y
la economía política. Importa el hecho de que Lessig madurase sus ideas en
la Facultad de Derecho de la Universidad de Chicago, que estuvieses
profundamente influenciado por el teórico del derecho y juez Richard Posner
(de quien Lessig fue secretario), que el marco del código se fundamenta en
los aspectos legales y económicos de la teoría jurídica, una tradición que
resulta muy cercana al neoliberalismo. Del mismo modo que no hay nada de
natural en el discurso de la ley y la economía, no hay nada de natural en
el discurso del "código" o del "ciberespacio" al que Lessig tanto
contribuyó a modelar en los 90. [...]


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