Yo te contesto Bergoglio

15 de marzo de 2013. Fuente: Europa Laica

Carta de María Cristina Saborido, exdetenida-desaparecida durante la dictadura argentina, nuevo Papa de la iglesia católica. El nuevo traje blanco de Jorge Mario Bergoglio no va a borrar su sucio pasado cómplice de los militares genocidas. ¡Ni olvido ni perdón!

Tal vez porque después de tanto tiempo puedo tomar distancia.

Tal vez porque después de tanto tiempo ya no siento que se subleva mi corazón y se enloquece la vena de mi garganta ante tanta desfachatez de parte tuya y de los curas que te acompañan.

Tal vez porque los años pasaron para vos y para mí y al pasar me dejaron esa desolada sensación que es extrañar.

Yo te contesto.

Y le contesto a ese solapado intento de trazar los caminos que al parecer debemos caminar para salvar el alma y vivir en un país en el que reine la concordia a partir de perdonarnos o tal vez reconciliarnos.

Despojado de la humildad que debieras mostrar por tener el culo sucio de reconciliación has hablado.

Y te planteo, ¿reconciliarnos? ¿Con quién o con quiénes?

¿Con los que comulgaban de día y asesinaban de noche?

¿Con los que nos pasaban sus sucias manos por los pechos y pezones mientras con sus lenguas nos baboseaban estando atadas y sin poder defendernos?

¿Con los que robaban los hijos de las que parían para entregarlos a familias de milicos?

¿Con los que se burlaban de nuestras madres y las llamaban locas?

¿Con los que nos estrellaban las cabezas contra las rejas de las celdas para gozar sádicamente con los lamentos y los gritos de dolor que el hierro rompiéndonos la carne producía en nuestros cuerpos?

Te has atrevido a sermonear teniendo el alma oscura y el culo sucio.

Y al hacerlo lo has hecho desde la impudicia de la inmoralidad que debiera hacerte guardar un silencio recoleto.

Porque debieras responder con el silencio al silencio que producen en mi alma la muerte de tantos compañeros que no aparecen.

30.000 compañeros no volvieron, 30.000 silencios en el silencio de ese horror que fue que la Iglesia delatara y entregara a los corderos a la muerte.

¿Por qué hablas ahora y no lo hiciste entonces?

Pudiste hacerlo... otros lo hicieron.

Vestían la sotana y andaban por las villas. Fueron mis compañeros.

No regresaron...

Desde este extrañar que se hizo costumbre en cada día de mis días.

Desde este llorar por las noches a escondidas.

Desde este sentir que algún día volveré a abrazarme en un abrazo con tantos compañeros que se fueron.

Desde esta convicción de saber que la Iglesia fue una mierda delatora que entregaba y señalaba.

Desde este sentimiento de resistir a tanto inmoral vestido con sotana que cree que el discurso y las palabras han de acallar los gritos que duermen en mi alma.

¡YO TE CONTESTO BERGOGLIO!

Y lo hago convencida que hay otros como yo que sienten lo que siento.

Teniendo el culo sucio, teniendo el alma oscura y habiendo pactado con el diablo no podés venir a hablar cuando callaste.

Silencio recoleto, mea culpa y muchas oraciones que tal vez perdonen tus pecados

Porque yo, que soy sobreviviente, no te perdono.

Tampoco olvido.

Y menos aún me reconcilio.

Profesora María Cristina Saborido
Exdetenida desaparecida en Pozo de Banfield/Quilmes en julio de 1977

Noticias relacionadas para mejor comprensión de la carta

Jorge Mario Cardenal Bergoglio S.J. (nacido en Buenos Aires, Argentina el 17 de diciembre de 1936), es el actual arzobispo de Buenos Aires. Es uno de los 183 cardenales de la Iglesia Católica, miembro de la Compañía de Jesús.

Bergoglio fue designado arzobispo de Buenos Aires el 28 de febrero de 1998 y el papa Juan Pablo II lo elevó a cardenal en 2001. Además se constituyó en el Primado de la República Argentina, resultando así el superior jerárquico de la Iglesia Católica de este país.

Bergoglio, de ideología fundamentalista y reaccionaria entre los miembros de la jerarquía católica, desde su cargo entonces como Provincial de la Orden de los Jesuitas, nunca se opuso a la terrible dictadura de Videla y nunca elevó ninguna protesta ni denunció los crímenes, las torturas, las desapariciones, ni las crueldades brutales de dicha tiranía. Por el contrario, según testimonios fiables, colaboró con los criminales militares de la dictadura:

– “La opinión pública permanece indignada por el compromiso gravísimo de ciertos miembros del clero, como el cardenal Jorge Bergoglio de Buenos Aires, con la dictadura y los verdugos.” (Panorama Católico Internacional)

– El sacerdote católico Rubén Capitano, en el juicio que condenó a Von Wernich, planteó que "la Iglesia no mató, pero no salvó" y, concluyó su alegato diciendo: "debimos estar al lado de los crucificados y no tan cerca de los crucificadores".

– El cardenal Bergoglio no tuvo reparo en sostener públicamente que “la Iglesia fue, es y será perseguida”. Semejante escalada de hipocresía no puede ocultar la colaboración que prestó la Iglesia a la dictadura. Las atrocidades cometidas por las autoridades del Episcopado argentino estuvieron en concordancia con la política del Vaticano, quien legitimó los crímenes de la dictadura en el plano internacional difundiendo el célebre slogan de Videla: “Los argentinos somos derechos y humanos”. (Asociación Laica de Argentina)

– Sin embargo, Verbitsky en su libro reproduce documentos según los cuales Bergoglio envió un informe sobre los presuntos "contactos guerrilleros" de uno de los sacerdotes que fue secuestrado y posteriormente expulsado del país.

La Iglesia argentina también le vendió a la Armada una isla ubicada en el delta de Buenos Aires, a 40 kilómetros de Buenos Aires, que fue utilizada como campo de concentración clandestino.

La isla perteneció al Arzobispado de Buenos Aires, que la bautizó "El silencio", y la Armada la utilizó para esconder a decenas de presos políticos, cuando la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) realizó en 1979 una inspección al país.” (La Nación, 27 de febrero de 2005)

Las manos ensangrentadas de la Iglesia argentina

Entrevista con Horacio Verbitsky

Con su más flamante libro, "El Silencio", el periodista Horacio Verbitsky se reafirma en su decisión de arrojar luz sobre quién fue qué durante la dictadura última. En él denuncia la complicidad del Vaticano y del grueso de la jerarquía de la Iglesia Católica Argentina con la dictadura militar y con sus métodos represores en aquellos tiempos de tortura y muerte. Es un libro que desmaleza la hipocresía de una jerarquía eclesiástica de manos no manchadas, sino cubiertas de sangre. Sangre que aún reclama justicia.

– El método que aplicó la dictadura para reprimir, ¿había sido consultado previamente con la jerarquía de la Iglesia Católica argentina?

– Sí. Hay muchos testimonios que lo dicen. El almirante Mendía, en reunión con los pilotos de la marina, explicó cómo debía instrumentarse la operación de tirar gente al mar. En esa reunión dice que es un método aprobado por la jerarquía eclesiástica, porque era una forma cristiana de muerte. Esto lo cuenta Scilingo...

– ¿La complicidad con la dictadura del hoy cardenal Bergoglio y del entonces monseñor Emilio Grasselli, es la mayor expresión de un vínculo de esa naturaleza entre dignatarios de la Iglesia Católica y la dictadura?

– Sí en lo que hace a la isla "El Silencio" (lugar de recreo del Arzobispado de Buenos Aires cedido a la marina para campo de concentración). Pero en un sentido más amplio, no... Un ejemplo de complicidad con los métodos en que se reprimió se dio en el Tercer Cuerpo del Ejército con comando en Córdoba. Ahí, los capellanes militares participaron en interrogatorios a detenidos y les decían, a modo de bálsamo, que el cardenal Primatesta había negociado con el general Benjamín Menéndez que se torturara sólo 48 horas y no más... ya que "más de 48 horas es vicio", que esas 48 horas eran más que suficientes para obtener información.

– ¿Y que dijo el cardenal Bergoglio?

– Es un hombre muy culto y tuve buena relación con él, incluso en el libro agradezco su colaboración para conmigo. Pero Bergoglio tuvo la desgracia de que yo encontrara en la Cancillería la documentación que lo implica directamente con la represión en términos de complicidad terminante. Palmeaba a los sacerdotes con fuerte trabajo social y luego los denunciaba como subversivos ante los militares. ¡No inventé nada!... ¡Lo dicen los propios documentos oficiales de la dictadura!

Carlos Torrengo. Rio Negro On Line.


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