Villadangos del Páramo (León), donde el horror franquista adoptó una forma inimaginable.

20 de junio de 2022. Fuente: Documentalismo memorialista republicano.

En el Monte de Villadangos criminales franquistas ‘pasearon’ y asesinaron extrajudicialmente, acribillando por fusilamiento a no menos de 87 personas y quizá hasta un centenar, entre el golpe militar de 1936 y la década de los años 40. Las víctimas eran partidarias de la Democracia Constitucional Republicana, pertenecían a alguna organización o simplemente eran mal vistos por cualquier causa. Tras el levantamiento militar del 36, varias zonas fueron escenario de los asesinatos de 72 personas durante los 23 días más oscuros de Villadangos, entre agosto y octubre de 1936.

Por Tulio Riomesta

La desaparición a la que les forzaron con el golpe de Estado fue ocasionada por ser partidarios del «progreso y la libertad». Los cadáveres tiroteados eran llevados en carros para enterrarlos apilados en fosas comunes, junto a los muros del cementerio, dentro o fuera, sin verdad ni dignidad. Llegaron a acumularse, en la fosa más grande, hasta 71 cuerpos, uno de ellos de una mujer. Octubre fue el mes más sangriento con 50 víctimas, y ya en noviembre parece ser que concluyeron los fusilamientos en la zona con otras 5 muertes, aunque a finales de los años 40 se asesinaron a otras 4 personas.

Las personas asesinadas por la represión franquista en Villadangos procedían de la ciudad de León o de otros pueblos de la provincia en los que no hubo frente de guerra porque el golpe militar triunfó casi de inmediato: Mansilla de las Mulas, Valencia de don Juan, Sahagún, Benavides de Órbigo, Valderas, Villaornate, Folgoso de la Ribera, Villamarco, León, Alija del Infantado, San Cristobal de la Palanca, San Martín del Agostedo, Valdevimbre, Vegas del Condado, Oncina, Fuentes de Peñacorada, Navianos de la Vega (Alija), Sahechores de Rueda y Villadangos.

No hay mucho registro de ellos, ya que no pocos fueron víctimas de las llamadas ‘sacas’, las extracciones irregulares pero consentidas; muchas se produjeron desde el campo de concentración de San Marcos, en la ciudad de León. Los presos recibían un tiro vengativo y, por supuesto, extrajudicial. Varios carpinteros, industriales, herradores, zapateros, jornaleros, un cartero, un pescador, 2 maestros, un abogado poeta o un practicante, sindicalistas de UGT, afiliados a Unión Republicana o al PSOE, son algunas de las personas que fueron fusiladas y sepultadas en la fosa más grande de Villadangos del Páramo.

Fueron asesinados por sus ideas, algunos por militar en partidos de izquierda y sindicatos, otros por ser maestros o masones, por no haber expresado apoyo al golpe de Estado, o por alguna desavenencia pasada con gente del nuevo régimen. Los muertos se apilaron olvidados junto a un muro. No hablan, ni protestan. No dicen nada. Son muertos. Allí están desde hace más de 80 años, cuando una bala se cruzó en el camino y les arrebató su vida en tierra de nadie, lejos de la población, con el fin de que el sonido de los fusiles se diluyera en medio de la noche. Nunca hubo un funeral, ni una flor. Jamás tuvieron una lápida y desde luego, sus nombres nunca pudieron ser vistos.

Su sangre marcó el camino desde el lugar del asesinato hasta la última morada. De ahí la importancia de recuperar ahora sus cuerpos porque así, por mucho que pese, se recuperará su memoria, su dignidad y su alma. Los testimonios afirman y coinciden en que se inhumaron junto a la tapia sur del cementerio. Han surgido problemas porque esta tapia hace décadas que fue demolida para la ampliación del campo santo. Y no consta documentación ni plano alguno. También se produjeron importantes movimientos de tierra para igualar los terrenos aledaños al lugar.

Los familiares quieren saber donde están los restos: “Nuestros seres queridos están desaparecidos y sólo tendremos la certeza de dónde están hasta que los exhumemos. No hay dignidad para ellos mientras sigan desaparecidos”. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), está tratando de recuperar del camposanto los cuerpos de estas personas cargadas de dolor e injusticia, a pesar de la polémica originada al votar en un concejo 22 vecinos en contra de autorizar la búsqueda de los restos de las víctimas. La decisión fue anulada por la Junta de Castilla y León al amparo del decreto de Memoria Histórica que Vox pretende anular.

Las Víctimas

Las víctimas
Las víctimas.

Villadangos del Páramo fue tristemente uno de los parajes a los que eran trasladados los represaliados Republicanos para ser asesinados por criminales franquistas mediante paseos o sacas. Pese a que en ninguno de los pueblos del municipio se vivió violencia ni enfrentamientos políticos, a partir de 1936 el pueblo de Villadangos pasó a la historia por las 85 personas asesinadas en el monte de Villadangos, junto a la actual Nacional 120.

El asesinato de Evaristo Fuentes Fuentes, el 25 de agosto de 1936, fue el primero. Rufino Juárez Fernández era natural de Vegas del Condado, labrador y presidente de la Junta Vecinal, la guardia civil le entregó a los falangistas junto con su pariente político Epifanio Llamazares Cármenes, vocal de la Junta y Depositario municipal, industrial, zapatero. Los encerraron en el penal de San Marcos junto al maestro de San Cipriano Sixto Rodríguez Fernández. Los 3 fueron fusilados y sepultados en Villadangos del Páramo. También pasaron por San Marcos y fusilados en Villadangos, el cartero leonés Federico Sacristán Rodríguez y el carpintero de Mansilla de las Mulas Epifanio González Pérez, que tenía 4 hijos, el mayor con 13 años. Su hermano Isidro, alcalde de Mansilla de las Mulas también pasó por San Marcos, siendo fusilado en León.

Los 6 de Valencia de don Juan, Marcelino Quintano Fernández, Jesús Germán Luengo Martínez, Víctor Pérez Barrientos y Urbano González Soto, concejales socialistas, también fueron fusilados en Villadangos, así como los ugetistas Frideberto Pérez Manovel y Moisés Rodríguez Martínez, de la misma localidad. Carmen Méndez cuenta que su madre, hermana de Urbano, le contó que murió inocente, como todos, su madre gritaba rota de dolor cuando se lo llevaron. Moisés Rodríguez había trabajado como minero en Matarrosa del Sil. Por las tardes en vez de ir al bar se sentaba a la puerta de su casa y leía. Jesús Luengo era un honesto trabajador que se preocupaba por la igualdad social. Su padre regentaba un salón de baile utilizado para charlas educativas y enseñar a leer a mujeres jóvenes.

También están sepultados en Villadangos Gerado Vega Baca, practicante en San Andrés del Rabanedo y padre de 2 hijos; Eduardo Prieto, natural de Celadilla, residente en Navatejera y padre de 4 hijos; y Jesús Agustín Prieto, de San Martín del Agostedo, quien pasó un tiempo escondido antes de ser apresado. Otro desaparecido es José Honrado Jánez, de Zuares del Páramo, agricultor, ganadero y comerciante, conducido por falangistas con otros 6 hombres a Villadangos, donde fue fusilado. Tenía 4 hijos, de 5 a 9 años.

Eugenio Curiel Curiel, director del instituto de Astorga y concejal en Valladolid, fue asesinado con su amigo el catedrático de latín y sacerdote Bernardo Blanco Gaztambide en octubre de 1936. Y José Álvarez-Prida, abogado, ensayista y poeta, amigo de algunos integrantes de la Generación del 27 acusado de extremista y “agente secreto del Socorro Rojo”. Serapio Pedrejón de la Fuente, casado, con 2 hijas, hojalatero, vicepresidente de la Federación Local de UGT. Fue encerrado por la guardia civil en San Marcos, y asesinado en octubre de 1936. Otras víctimas fueron Fulgencio Mateo Rey, natural de Valdevimbre; Feliciano Alvarez Alvarez, de Sahagún, tenía 5 hijos menores; Narciso Robles González, de Villamarco, con 3 hijos menores; Eladio Quiñones Blanco, de San Cristóbal de la Polantera, que dejó 6 hijos; Marcelino Rodríguez Olano, de Folgoso de la Ribera; Máximo Moraix Llamas, con 4 hijos; Ignacio Barrientos Ruano, de San Andrés de Rabanedo; Julián León Canal, de Oncina y Herminio Puente Suárez.

También fueron enterrados en esa fosa varios jóvenes procedentes de Alija de los Melones (ahora Alija del Infantado): Matías del Río Pérez, Vicente Fernández, Luciano Llamas Astorga, Marcelino Rabanal, José Pérez Alija, Francisco Ferrero Lera y Teófilo Pérez Aparicio, casi todos jornaleros. Otros 13 hombres fueron enterrados en una fosa en Fojedo del Páramo, pedanía de Villadangos. Dos de ellos eran Máximo García Ramos, natural de Navianos de la Vega, y Benigno Esteban, también de Navianos, quien tenía 5 hijos. Además hay un buen número de fichas sin nombre, bajo el epígrafe de “desconocido”, ya que nunca se pudo encontrar pistas sobre la identidad de esos cadáveres.

Santos Valentín Francisco Díaz nacido en Mansilla de las Mulas, era maestro herrador, tenía ideas de progreso, igualdad, y gran sentido de la justicia. Casado y con 7 hijos, integrante de la Federación de herradores de España adherida a la UGT, y concejal. Buena persona, lo encerraron junto a otros 12 hombres en San Marcos, y después le llevaron en un camión cargado de presos hacia Villadangos, donde los fusilaron. El maestro Tomás Toral Casadotambién pasó por el penal de San Marcos, antes de ser asesinado en los montes de Villadangos. Su hijo, Tomás Toral González, nació 3 semanas más tarde.

En total, 85 actas de defunción en aquellos fatídicos meses de septiembre, octubre y noviembre de 1936. Ahora, con el inicio de la excavación por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), se podrá saber si sus restos siguen allí.


Documentos: Ileon.eldiario.es (C.J. Domínguez).
Eldiario.es (Antonio Vega, Olga Rodríguez).
León Noticias (N. Brandón, J. Calvo).
Ilustración de El Roto

Versión PDF: Descargar artículo en PDF | Enlace permanente: https://info.nodo50.org/6474