Tres secuestros, tres tratos diferentes, un mismo gobierno

25 de agosto de 2010.

Por fin han liberado a los cooperantes catalanes que se encontraban en manos de Al Qaeda en el Magreb. Solo puedo felicitar a sus familiares y acompañarles en estos momentos de felicidad y de sosiego, una vez que la incertidumbre ha pasado y se ha conseguido un desenlace positivo a tan dramática situación que han venido viviendo durante tantos meses. Una vez dicho esto, me es imposible no echar la vista atrás y recordar diferentes situaciones similares, de ciudadanos españoles retenidos contra su voluntad y el tratamiento que de los casos se ha realizado por parte del gobierno de España, así como las atenciones que unos y otros hemos tenido. Y me es imposible no hacer esta comparativa ya que todos los medios de comunicación se han despachado a gusto recordándonos la llegada a el aeropuerto de El Prat de la cooperante Alicia Gámez el pasado mes de marzo rodeada de altos cargos de la Generalitat y del Gobierno español.

Por Manuel Tapial

Cuando estuve en San Sebastián ofreciendo una conferencia sobre el ataque a la Flotilla de la Libertad, no pude resistirme a intentar averiguar como los pescadores vascos que fueron secuestrados en el buque Alakrana habían sido tratados por el gobierno socialista una vez liberados, y por supuesto el trato dado a sus familias durante toda la ausencia de sus seres queridos. Mi curiosidad estaba motivada porque me costaba asumir el trato que nosotros, que habíamos sido secuestrados por Israel, habíamos recibido siendo ciudadanos españoles de pleno derecho, pero esto lo explicare mas adelante. Mis consultas, a través de intermediarios, obtuvieron respuestas. El gobierno español solo se movió cuando los familiares recurrieron a los medios de comunicación y comenzaron a hacer ruido. No solo eso, ni eran informados, ni tuvieron ningún tipo de atención como cabría esperar ante una situación tan dura psicológicamente como la que les tocó vivir. Recientemente en una entrevista, la esposa de uno de los marineros ratificaba estas afirmaciones al diario El País.

Volviendo al trato recibido por la cooperante Alicia Gámez, al menos de cara a los medios de comunicación porque lo personal seguramente será otra historia (o no), recuerdo que seguí toda la peripecia en directo por el canal del grupo PRISA CNN+ y me sentí alegre por ella, por sus familiares y por el trato que recibió a pie de avión donde la estaban esperando el presidente Montilla y el Alcalde de Barcelona, el Sr. Hereu, así como familiares y amigos de su ONG. La Secretaria de Estado para la Cooperación, Soraya Rodríguez, la acompañó desde Mauritania junto con su hermano. Entendía que no podía ser menos tras una experiencia tan traumática que ese tipo de atenciones y reconocimientos le fueran dados. Decir que en esas fechas, nada sabía de la aventura que tuvieron que vivir durante y posteriormente los tripulantes y familiares del Alakrana, pero me imaginé que algo así debió de ser de manera ingenua como me confirmaron posteriormente. Incluso aprobé que el gobierno pusiera a disposición de la familia un avión para ir a recogerla a Mauritania y traerla de regreso, no podía ser menos para una compatriota que había tenido un percance de tal magnitud.

Y ahora viene nuestra experiencia, que por mas que lo hemos denunciado públicamente, los medios de comunicación solo han sacado de nuestras palabras una crítica a la tibieza del gobierno en nuestro asunto, pero ninguno ha retratado nuestros desencuentros con el actual ejecutivo. Creo conveniente hacer público de manera explícita el trato que tanto Laura Arau, como David Segarra así como yo mismo “sufrimos” del ejecutivo español.

Tras haber padecido el ataque por parte de Israel, nuestros familiares fueron asistidos por una mujer vía telefónica que de manera despectiva le dijo a mi madre que desde el Ministerio de Asuntos Exteriores no podían hacer nada por nosotros y que no la podían dar ningún tipo de información. Tras estos desencuentros telefónicos y gracias a la presencia de mi padre y de la madre de Laura en los medios de comunicación desde el mismo día 31 de Mayo, la presión hacia el ejecutivo, que se había negado a actuar preventivamente para evitar la masacre al Mavi Marmara bajo petición de nuestra asociación, era evidente. Decir que el abandono al que nos sometieron desde el gobierno español los días previos a embarcar (se solicitaron reuniones en la Embajada de España en Turquía para evaluar la situación de manera conjunta y no fuimos atendidos en ningún momento) fue total. Solo pudimos tener contacto telefónico con segundos de las embajadas de España en Turquía y en Israel pero sin fruto alguno atendiendo a las ordenes que desde el propio Ministerio de Asuntos Exteriores tenían.

Una vez ya embarcados, volvimos a solicitar al Gobierno de España, que ostentaba la Presidencia de turno de la Unión Europea, la mediación frente a la ONU. Ofrecimos abrir los barcos a delegados de la ONU para que inspeccionasen la carga y desmontar así las acusaciones por parte de Israel que decía que llevábamos armas a Hamas. No teníamos nada que ocultar y pedimos al Gobierno amparo ante lo que considerábamos que iba a ser una masacre y así se lo hicimos saber. El gobierno tampoco nos escuchó aún estando amparados por la legislación internacional y la IV Convención de Ginebra aprobada el 12 de agosto de 1949.

Una vez secuestrados por el ejército de Israel, sufrimos todo tipo de humillaciones y maltratos por no decir del impacto de estar viendo muertos y heridos durante mas de diez o doce horas, hasta que llegamos al puerto de Ashdot. Por parte de la Embajada de España, solo pudimos tener contacto con un representante en la cárcel de Ber Sheeva durante una hora mas o menos y nunca mas supimos de la Embajada. En cualquier caso, hemos de agradecer a esta persona que nos visito aguantar nuestra indignación con la dignidad con la que lo hizo.

Nuestro relato, ya en manos de los magistrados de la Audiencia Nacional española y de la fiscalía turca, no escatima en detalles del trato recibido por parte de Israel, que a nuestro entender hubiera merecido una enérgica defensa de nuestros derechos como cooperantes españoles y haber roto relaciones diplomáticas, así como haber expulsado al embajador de Israel de nuestro territorio.

Una vez llegados a Estambul, cuando supuestamente íbamos a ser deportados a España, nos esperaban el Cónsul español y un asistente suyo en el aeropuerto turco. (Ni rastro de nuestras familias en el aeropuerto ni de ningún avión con cargos públicos en él que nos viniese a recoger y trasladarnos a territorio nacional). Con prisas, pretendían que atendiésemos a la prensa que nos esperaba en el exterior y saber cuando retornaríamos a España para hacernos la reserva de billetes (que pensábamos cubriría la Embajada ya que nadie nos dijo nada de pagar, aunque llevábamos dinero para poder haberlo hecho nosotros). En ese momento decidimos Laura, David y yo que nos quedaríamos a los funerales de nuestros compañeros muertos y volveríamos el día después. Nos mantuvimos en el aeropuerto algo así como una hora, periodo en el que nuestros representantes consulares desaparecieron y seguidamente fuimos trasladados a un hospital de Estambul donde nos hicieron pruebas de todo tipo para valorar nuestro estado de salud; análisis de sangre, de orina, pruebas de reflejos, etc. Durante todo este periodo, pudimos ver como los representantes de las embajadas de Suecia, Nueva Zelanda e Irlanda, entre otros, acompañaban a sus nacionales y les orientaban los tramites que debían seguir. A nosotros fueron nuestros compañeros turcos quienes nos acompañaron.

Una vez ya en el aeropuerto de Estambul, dispuestos a retornar a Barcelona y habiendo descubierto que el gobierno turco se hizo cargo no solo de sacarnos de Israel sino también de cubrirnos el regreso a España, nos esperaban el Cónsul, un asistente de la Embajada y el embajador y antiguo Alcalde de Barcelona Joan Clos… en el otro lado del teléfono que nos quería dirigir unas palabras.

Importante reseñar que el día antes a nuestra llegada, desde la Asociación a la que representábamos, habíamos solicitado una habitación privada en el aeropuerto de Barcelona para poder ver a nuestros familiares fuera de los focos de las cámaras, y la sala de prensa del aeropuerto para poder hablar con los medios de comunicación de manera digna. Sin duda, me imaginaba que estos mínimos, tras haber visto el trato que se le dio a la llegada de la cooperante catalana Alicia Gámez, no habría ningún problema por cumplirlos por parte de AENA y del ejecutivo. Cual fue nuestra sorpresa que al llegar a el aeropuerto de El Prat, a pie de avión (un vuelo comercial de Turkish Airlines), nos esperaban el responsable del aeropuerto y la jefa de prensa del mismo…. ni rastro de cargos públicos, ni de nuestros familiares ni de nuestros amigos. Imaginaba que estarían en la sala que habíamos solicitado (nuestros familiares y amigos, a los políticos ni los esperábamos, ya sabíamos que éramos incómodos) y se me ocurrió preguntar por ella. Muy educadamente, el responsable de AENA me indico que no se había preparado nada; ni sala de prensa ni para los familiares ante lo que me negué a salir y dar el espectáculo ante los medios de comunicación. Como sabéis, salir, salimos …. pero escoltados por la Guardia Civil.

En el trayecto desde el avión a la salida, el responsable de AENA me comento que tenían la orden de la Delegación del Gobierno en Barcelona de no preparar absolutamente nada de lo que habíamos solicitado. Por supuesto, al salir solo había amigos, familiares y cientos de medios de comunicación indignados por las condiciones de trabajo que les habían sido impuestas, como así nos trasmitieron.

Mientras nosotros caminábamos hacía el exterior, en la puerta nos esperaban nuestros familiares que fueron atosigados constantemente por los vigilantes jurados y trabajadores de AENA.

Ante estas vivencias, es de entender que nuestras primeras palabras fueran de condena hacía Israel por el ataque, y posteriormente de censura al Gobierno de España por su desprecio para con nuestras familias, y el maltrato recibido durante todo el proceso que nos tocó vivir. Posteriormente pudimos ver en los medios de comunicación al Sr. Moratinos, a la Sra. Leire Pajín y al Sr. Caamaño defendiendo sus actuaciones sin ningún tipo de pudor, e intentando descalificarnos y confundir a la opinión pública con que si éramos cooperantes o activistas, sin ningún tipo de autocrítica sobre su política exterior, que al fin y al cabo, es la que nos ha puesto en peligro a todos los que trabajamos en el extranjero.

Y yo me pregunto, ¿Es que hay otras razones que la humanidad para ser cooperante o activista? ¿La ayuda humanitaria de unos es mas humanitaria que la de otros? ¿No existe un criterio común de actuación ante hechos de estas características?

Ahora, una vez hecha pública nuestra experiencia, que cada uno juzgue por si mismo si teníamos razones para ser críticos y estar indignados con el ejecutivo.

Han pasado casi tres meses de nuestra vivencia y es normal que un día como hoy hagamos valoraciones. Esta claro que no es lo mismo ser secuestrado por piratas somalíes, musulmanes yihadistas o Estados piratas. Lo que también tenemos claro es que tanto unos como otros, de los secuestrados, somos personas que hemos tenido experiencias traumáticas y que nos han dejado secuelas. Y también tenemos claro que el trato que unos y otros hemos obtenido por parte del ejecutivo y de los representantes políticos ha sido desigual, y en algún momento tendrán que explicar públicamente el por qué los tratos han sido tan diferentes, a unos todas las atenciones y a otros todos los desprecios.

Ahora volverán los otros dos cooperantes catalanes, Albert Vilalta y Roque Pascual, de los cuales me atrevo a aventurar que su experiencia ha sido mas dura que la nuestra con casi toda seguridad, y solo espero que las atenciones que reciban sean las mismas, como poco, que su compañera y que por favor, una vez que se apaguen los focos de las cámaras, sigan teniendo las atenciones que puedan necesitar por parte del gobierno, que no les pase como a todos los demás. Nosotros, como los pescadores del Alakrana, ya hemos sido olvidados con nuestras pesadillas, con nuestras crudas vivencias y sin ningún tipo de atención.

Bienvenidos a casa, donde seguro, aunque se apaguen los focos, vuestras familias y compañeros estarán a vuestro lado.

Manuel Tapial, Barcelona 23 de agosto de 2010.


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