Precariedad en el sector cultural

Trabajadores culturales y precariedad

19 de septiembre de 2010.

’La definición y por tanto la validación del “trabajo” en cultura y del
“trabajador cultura” o del “trabajo en arte” no es sólo una cuestión de
la “práctica” sino de “concepto”. (...)el trabajador del Metro tiene poder para producir una respuesta porque que funcione o no el Metro es determinante, queda por determinar cual es la “fuente de afirmación” del trabajador cultural, pues sin ella no puede ejercer su capacidad, es decir no puede ser político y para ello hay que definir que es trabajo, que es ser artista o trabajador de empresas culturales’ - Jana Leo

Recopilación de proyectos, textos y conflictos en el sector


La ’Noche en Blanco’ se tiñe de rojinegra en la Biblioteca Nacional

Los trabajadores de la cultura apoyan la huelga

La delegada sindical de CNT en CSP/Medialab-Prado, despedida por reclamar sus derechos

Modelos de resistencia O la precariedad como elección

para quienes disfrutamos trabajando

Atravesad*s por la cultura

Sobre las incongruencias y perrerías de la precarización laboral y la formación profesional

Bajo mínimos: ¿Es el arte precario?

La precariedad laboral en los museos y centros de cultura de Barcelona


Be creative under-class! Mitos, paradojas y estrategias de la economía del talento

La economía de la creatividad es uno de los hypes del momento. A primera vista, aparece como un proceso histórico natural, la consecuencia inevitable de la evolución de la técnica y la industrialización. A medida que éstas avanzan, a este lado del mundo no nos quedaría más remedio que especializarnos en aquello que las máquinas (aún) no pueden hacer: pensar, conceptualizar, imaginar y en definitiva, gestionar la producción y el intercambio de intangibles. Es el discurso ya conocido sobre el agotamiento del modelo industrial y la mutación del capitalismo. Pero estos cambios profundos en la forma de producir riqueza, aunque son reales, se han acompañado también de un proceso paralelo, de orden discursivo. Para hacerse efectiva, la nueva economía de lo inmaterial ha necesitado explicarse a sí misma. Buscarse un nombre -y aún está en ello: economía del talento, capitalismo cultural, semiótico o informacional, la terminología es amplia y sugerente- y rodearse de un entramado de narraciones. Relatos más o menos mitificadores que hablan de causas, ciclos, oportunidades y protagonistas, que cohesionan en un proyecto aparentemente compartido y proporcionan una hoja de ruta para hacer frente a la incertidumbre. La creatividad, en todas sus declinaciones, funciona como uno de estos mitos.

Pionero en este proceso fue el gobierno británico New Labour de Tony Blair en 1997, el primero en acuñar el término industrias creativas con su doble movimiento de economización de la cultura y culturalización de la economía. El artefacto Cool Britannia, que vemos ahora replicado en tantas políticas públicas en España, desplegó dos acciones coordinadas. Por un lado, la re-definición de lo que entonces aún se conocía como industrias culturales y de servicios: cine, televisión, radio, edición, música, arte, artes escénicas, antigüedades, artesanía, vídeo, videojuegos, arquitectura, moda, desarrollo de software, servicios informáticos y diseño. Por otro, la puesta en marcha de “una potente campaña pública para persuadir al mundo de que el país que Napoleón despreciaba como una nación de tenderos se había convertido en un país de artistas y diseñadores”.

Más de una década después del boom de las industrias creativas, asistimos ahora a la puesta en escena de un segundo discurso mitificador. Ya no se trata solamente de promover determinados sectores productivos sino de entender cuál es la esencia del trabajo creativo y avalarlo como el modelo profesional de la nueva economía del talento. Desde el new management el mensaje es simple. Para hacer realidad el cambio de modelo es necesario comprender y teorizar esa nueva forma productiva y, a partir de ella, impulsar una amplia cultura de la creatividad que impregne todos los niveles de la actividad económica y se interiorice socialmente como la nueva cultura del trabajo contemporáneo. El brave new world of work que diría Ulrich Beck.


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Comentario en para quienes disfrutamos trabajando

Notas sobre la precariedad en el trabajo: El seminario estuvo planteado desde la “práctica’, partiendo de las propias experiencias. … desde las experiencias propios del día a día se habló de dificultad conseguir clientes que no sean amigos y la dependencia; lo afectivo en
el trabajo y la conjunción de trabajo y vida, los clientes son amigos dependencia; la extensión del horario en la vida; la necesidad de
politizar la practica: dejar constancia de las malas practicas y de compartir recursos. no ver todo el sistema; el pobre pero creativo, que
tranquiliza….

La mayoría del tiempo se empleo en discutir y visualizar problemas importantes pero (desde mi punto de vista) derivados de otro problema
que considero mayor: la definición y por tanto la validación el trabajador de la cultura y que no se trató: la definición y por tanto la validación del “trabajo” en cultura.

… el hecho de que el trabajador cultural no se considere un profesional
facilita que los mecanismos para conseguir clientes sean personales y no
profesionales, validadas por la confianza y no por un sistema externo
(como puede ser el colegiado u otro); esto va a pasar siempre en España
(mas vale lo malo conocido que lo bueno por conocer pero ocurre más en
unos sectores que en otros) y en el de la cultura ocurre mucho….

La definición y por tanto la validación del “trabajo” en cultura y del
“trabajador cultura” o del “trabajo en arte” no es sólo una cuestión de
la “practica” sino de “concepto”.

Se planteó que el trabajador del metro tiene poder para producir una
respuesta porque que funcione o no el metro es determinante, queda por
determinar cual es la “fuente de afirmación” del trabajador cultural,
pues sin ella no puede ejercer su capacidad, es decir no puede ser
político y para ello hay que definir que es trabajo, que es ser artista
o trabajador de empresas culturales.

Creo que contexto de estas jornadas era de “movimiento social” y no de
“movimiento intelectual”. Veo como complementario plantear un taller
sobre el mismo tema la precariedad en el trabajo pero focalizándolo en
definir y pensar formas de validación del trabajo de la cultura que le
hagan tener capacidad de actuar sobre el sector, ese es mi interés
específico.

Jana Leo - Artista conceptual y presidenta de la Fundación MOSIS


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