Seneca Village. Memoria afroamericana sepultada bajo el Central Park de Nueva York

29 de noviembre de 2020. Fuente: Todo por hacer

Una parte importante de la huella afroamericana en la imponente ciudad de Nueva York, habría que buscarla bajo las raíces del prestigioso Central Park. El rescate de la memoria negra, de los inmigrantes, esclavos y pobres, y con especial atención a las mujeres, como guardianas de esas pequeñas semillas de recuerdos. Una historia pequeña sobre un asentamiento en el corazón del capitalismo global, para redescubrir que no todo fue como la realidad actual, y que esas realidades son mutables; los espacios se transforman, y sus evoluciones dependen de la esencia que configure la mecha que lo impulse. Si aún actualmente debe enarbolarse el lema #BlackLivesMatter es debido a que la historia negra en América está repleta de ejemplos de esta violencia racial, de su criminalización y del olvido de las vidas afroamericanas, que valen menos que la bala que los mata, como decía Eduardo Galeano.

La obra del historiador estadounidenseHoward Zinn, A people’s history of United States, es un buen comienzo para acercarse a una memoria social y crítica de aquello que se ha decidido llamar los Estados Unidos de América. Un territorio que bascula desde colonizante a colonizador, un inmenso espacio natural que la historia política oficial reduce a poco más de dos siglos de recorrido. Un territorio donde la práctica social de numerosas comunidades originarias es enriquecedora, donde las experiencias de resistencia y lucha de grupos sociales necesita ser estudiada con gran atención por su ejemplo de no rendirse y sobrevivir en la larga duración de la historia. El desplazamiento o el exterminio de estas comunidades va ligado a la imposición de un capitalismo que necesita extenderse como un virus. La expansión hacia el Lejano Oeste era necesaria para abrir el vasto territorio americano a la agricultura, a los mercados y al dinero, es decir, a la economía capitalista.

Origen y fundación del poblado libre afroamericano en Manhattan

Seneca Village fue un asentamiento del siglo XIX de pequeños terratenientes en su mayoría afroamericanos, que estuvo ubicado en pleno distrito de Manhattan en la ciudad de Nueva York, en un terreno que actualmente estaría integrado en Central Park. Este asentamiento ocupaba alrededor de 2 hectáreas cerca del vecindario Upper West Side, delimitado aproximadamente por las calles 82th y 89th junto a la avenida Central Park West.

El origen del nombre de Seneca Village es incierto; sin embargo, podría haber recibido su nombre por varias razones: es el nombre de una nación de nativos americanos originariamente al sur del Lago Ontario, igualmente podría recibir su nombre del filósofo romano, cuyo libro ‘Epístolas Morales’ fue leído a menudo por activistas abolicionistas afroamericanos. El nombre también podría derivarse del uso como palabra clave del ferrocarril subterráneo, una red clandestina organizada para ayudar a que esclavos afroamericanos escapasen de las plantaciones sureñas. Por último, aunque menos probable, también pudiera derivar de la denominación del país Senegal, de donde presumiblemente procedían originariamente muchos de los habitantes de este asentamiento.

Seneca Village fue fundada en 1825 por negros libres, la primera comunidad de estas características en la ciudad. La tierra fue comprada originalmente por un granjero blanco llamado John Whitehead en 1824. Sin embargo, un año después, Whitehead comenzó a vender lotes más pequeños de su propiedad, ya que en ese momento el área estaba lejos del núcleo de la ciudad de Nueva York, que se encontraba al sur de la isla en el bajo Manhattan. En septiembre de 1825, un joven afroamericano llamado Andrew Williams compró tres lotes de la propiedad de Whitehead por $125. También el síndico de la Iglesia Metodista Episcopal Africana, Epiphany Davis, compró doce lotes por $578; y otra iglesia ligada a la comunidad afroamericana compró seis lotes. Más afroamericanos comenzaron a mudarse a Seneca Village después de que la esclavitud en el estado de Nueva York fuera prohibida en 1827, por lo que hacia 1832 ya había varias decenas de afroamericanos. En la década de 1830, la gente del cercano territorio de York Hill se vio obligada a desplazarse por la construcción de una cuenca para el embalse de distribución de Croton (entre 42nd street y 5th Avenue, en la actual Biblioteca Pública de Nueva York) por lo que muchos de sus residentes emigraron a Seneca Village. Más tarde, durante la gran hambruna en Irlanda, muchos inmigrantes irlandeses llegaron a vivir en este asentamiento. A pesar de las rivalidades raciales y sociales originalmente, el desprecio y marginación sufrida por ambas comunidades en la ciudad neoyorkina, les llevó a convivir muy cerca en Seneca Village.

La historia desde abajo. Condiciones de vida de sus habitantes

En su momento más destacado de población, la comunidad tenía 264 residentes, tres iglesias, dos metódicas y una católica, una escuela y dos cementerios. El asentamiento fue también habitado por otras minorías, incluidos inmigrantes irlandeses, ya mencionados, y alemanes. Si bien las casas no fueron construidas profesionalmente, y eran viviendas muy humildes, más de la mitad de los afroamericanos de Seneca Village poseía propiedades en 1850, cinco veces más que la tasa de propiedad de todos los residentes de la ciudad de Nueva York, lo cual les otorgaba una gran autonomía.

Sin embargo, muchos de los residentes todavía eran pobres, ya que trabajaban en industrias de servicios como la construcción y el servicio de alimentos con largas jornadas laborales, tan solo tres residentes llegaron a tener negocios propios (dos tiendas de comestibles y una posada). Muchas mujeres negras trabajaban como empleadas domésticas en casas al sur de Manhattan. Los habitantes dependían de los abundantes recursos naturales cercanos, como los peces del cercano East River y el Hudson River, y la leña de los bosques cercanos. Algunos residentes también tenían jardines y graneros, y alimentaban a su ganado con restos de basura. El desarrollo de esta comunidad semi-rural tuvo un efecto significativo en su compromiso político y social, se generaron instituciones comunitarias ligadas a los cultos religiosos, y como ya se ha mencionado, una escuela, de la cual fue maestra una joven llamada Catherine Thompson, de 17 años, y que impartía clases a los más pequeños.

Si bien Seneca Village era el antiguo asentamiento más grande en lo que ahora es Central Park, también estaba rodeado de áreas más pequeñas que estaban ocupadas principalmente por inmigrantes irlandeses y alemanes. Una de estas áreas, llamada «Pigtown», era un asentamiento de catorce familias en su mayoría irlandesas ubicadas en la esquina sureste del actual parque, y se llamaba así porque los residentes tenían cerdos y cabras. Otras treinta y cuatro familias, principalmente irlandesas también, vivían en un área delimitada por las calles 68th y 72nd entre las avenidas séptima y octava. También hubo dos asentamientos alemanes: uno en el extremo norte del parque posterior y otro al sur del actual embalse Jacqueline Kennedy Onassis. Muchos de los residentes irlandeses y alemanes también eran agricultores con sus propios huertos.

Los albores de la gentrificación en la ciudad neoyorkina acaban con el poblado

A mediados de la década de 1840, los miembros de la élite de la urbe solicitaban públicamente a las autoridades la construcción de un nuevo gran parque en Manhattan para engrandecer los paisajes de la ciudad. Un Comité Especial de Parques creado al efecto por el entonces alcalde Ambrose Kingsland, decidió finalmente la ubicación de este espacio que ocuparía el parque urbano entre las calles 59th y 106th, y entre las avenidas quinta y octava. La presencia de la comunidad de Seneca Village era tratada peyorativamente por las autoridades, comenzando una campaña de criminalización a este asentamiento, calificándolo de barriada marginal, y a sus habitantes de vagabundos y miserables. Estos habitantes afroamericanos e irlandeses, fueron acusados de robos, de inseguridad, y actividades ilegales. Incluso llegó a redactarse un informe desfavorable sobre esta población, diciendo de ellos que tenían poco conocimiento del inglés, no se integraban y que respetaban poco la ley. Después de dos años de estudio de los terrenos que se inició en 1853, la Comisión del Central Park había completado sus evaluaciones en julio de 1855, y la Corte Suprema del Estado de Nueva York confirmó las expropiaciones a cambio de indemnizaciones según los lotes de tierra. Aunque algunos miembros de esta comunidad lucharon por retener sus tierras, interpusieron demandas para detener la venta de los terrenos e incluso iniciaron protestas sociales; la ciudad comenzó a aplicar regulaciones poco conocidas y obligó a los residentes de Seneca Village a pagar el alquiler de algunos servicios como medida de presión.

Seneca Village existió hasta 1857, cuando a través de un decreto municipal, se ordenó a los habitantes de la zona que se fueran, se expulsó a los últimos habitantes por medio de las fuerzas policiales y sus casas fueron demolidas para la construcción de Central Park. La totalidad de la aldea se dispersó a excepción de una pequeña congregación eclesiástica que se mudó a un par de cuadras de distancia. Sin embargo, hasta la fecha, no se han identificado descendientes de los habitantes de Seneca Village. En otras partes del terreno actual del Central Park, el impacto del desalojo fue menos intenso. Algunos residentes, como el dueño de una fundición, simplemente se mudaron a otro lugar. Los ocupantes ilegales y los criadores de cerdos fueron los más afectados por la construcción de Central Park, ya que nunca fueron compensados por sus desalojos.

Se han encontrado varios vestigios de la existencia de Seneca Village a lo largo de los años, incluidos dos ataúdes que aparecieron en 1871 en labores jardineras al arrancar un par de árboles. Y medio siglo después otro jardinero llamado Gilhholey encontró por casualidad una parcela funeraria. El asentamiento fue borrado de la memoria en gran medida hasta la publicación del libro de Roy Rosenzweig y Elizabeth Blackmar The Park and the People: A History of Central Park en 1992. El Proyecto Seneca Village, integrado por fundaciones como la Sociedad Histórica de Nueva York o City College de Nueva York, se configuró en 1998 para crear conciencia sobre la memoria del asentamiento, y se han llevado a cabo varias excavaciones arqueológicas a principios del siglo XXI. Se ha querido involucrar en estas labores a historiadores locales, iglesias y grupos comunitarios. Además, en 2001, se situó una placa histórica que conmemoraba el sitio donde alguna vez estuvo Seneca Village, un reconocimiento a la huella de una comunidad afroamericana libre en pleno siglo XIX.


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