Releyendo "La batalla de Chile"

25 de febrero de 2015. Fuente: Octavio Fraga Guerra (Ver película completa)

“Hay un golpe de Estado en marcha en Venezuela. Las piezas están cayendo en su lugar como una mala película de la CIA. A cada paso un nuevo traidor se revela, una traición nace, llena de promesas para entregar la papa caliente que justifique lo injustificable.

Las infiltraciones aumentan, los rumores circulan como reguero de pólvora, y la mentalidad de pánico amenaza con superar la lógica. Titulares en los medios gritan peligro, crisis y derrota inminente, mientras que los sospechosos de siempre declaran la guerra encubierta contra un pueblo cuyo único delito es ser guardián de la mayor mina de oro negro en el mundo” (1).

Con estas palabras abre su artículo Eva Golinger, abogada, periodista y escritora norteamericana nacionalizada venezolana. El texto, Venezuela: Golpe en tiempo real, de honduras y aciertos anticipó lo que en días pasados fue un hecho. El aborto de un plan golpista gestado por la derecha servil y reaccionaria del gobierno de los EE.UU. Una excrecencia de acento burgués, que se aferra errática pretendiendo truncar la ruta Bolivariana de una nación que puso en la mira a los más pobres. A los que el escritor uruguayo Eduardo Galeano, autor del insustituible texto Las venas abiertas de América Latina, “santificó como los nadie”.

El autor del ensayo, Estado, Capitalismo y Democracia en América Latina, el argentino Atilio Borón, con la agudeza que le caracteriza describió un “nuevo” escalón de las estrategias desestabilizadoras venidas de la Casa Blanca.

“Ya no son aquellos obscenos paniaguados del imperio, tipo Leopoldo López, María Corina Machado o Henrique Capriles los que impulsan la desestabilización y el caos, sino la propia Casa Blanca. Un imperio “atendido por sus dueños” que descarga una batería de medidas de agresión diplomática y sanciones económicas que se montan sobre la campaña de terrorismo mediático lanzada desde los inicios de la Revolución Bolivariana hasta llegar, en los días pasados, a promover un golpe de estado en donde las huellas de la Casa Blanca aparecen por todos lados” (2).

Un texto publicado por Rebelión tomado de Barómetro Internacional, nos recuerda los violentos y claramente condenables hechos desatados en febrero del año pasado por la derecha reaccionaria venezolana que encontró apoyo –como hasta ahora-, de la red mediática internacional y local, para derrocar al legítimo gobierno que preside Nicolás Maduro. Se impone recordar que estas acciones vándalas, provocaron la muerte de 43 personas y otros 878 lesionados. Una “aventura” condenada por los gobiernos y pueblos del ALBA conocida hoy como “La Salida”.

Su autor, Diego Olivera lo escribe en estos términos. “Es importante señalar que los empresarios desarrollan una política criminal, contra la sociedad venezolana, que negaron el dialogo, sus respuestas son los actos violentes, con estudiantes, paramilitares y marginales, hicieron barricadas en las principales arterias de las ciudades de Venezuela, donde decenas de personas perdieron la vida, muchos vehículos y edificios gubernamentales, fueron destrozados. Pero ni la MUD, ni los voceros de EEUU, reconocen su responsabilidad, será que el vicepresidente de EEUU, no “hablo de un golpe en proceso”, a mandatarios del Caribe, cuando se refería a la desaparición de los acuerdos de PetroCaribe, en llevar a estas Islas un petróleo, en intercambio de crudo, por productos y tecnología” (3).

José Vicente Rangel, quién fuera vicepresidente del gobierno Bolivariano junto al Comandante Hugo Chávez, -uno de los analistas políticos más respetados en la nación suramericana-, redimensiona y actualiza este candente tema en dos ideas fundamentales.

“En Washington están conscientes de su debilidad, de sus divisiones y escasa capacidad de convocatoria. Al mismo tiempo consideran que el chavismo conserva su fuerza, cohesión y capacidad para enfrentar dificultades. Para salir airoso, como lo ha demostrado en distintos circunstancias. Derrocar a Maduro no es fácil, y más si quienes se lo proponen no constituyen opción para la mayoría del pueblo venezolano. Al mismo tiempo, en la región el gobierno chavista cuenta con amplia solidaridad y cualquier intento por acabar con la institucionalidad democrática y con un gobierno producto de elecciones libres, provocaría un contundente rechazo” (4).

Rangel añade en: ¿Nos van a invadir? “Sus gobiernos, Republicanos o Demócratas, embisten contra Venezuela. Han probado todos los formatos para acabar con el proceso bolivariano: golpe de Estado (11-A); sabotaje petrolero; terrorismo; guarimba; guerra económica; bloqueo parcial; financiamiento de la oposición; campañas mediáticas, y el resultado siempre fue la derrota. ¿Qué le queda por intentar? De antemano sabe, y lo ha comprobado en cada uno de esos episodios, que la revolución cuenta con sólido apoyo popular y militar. ¿Golpe de Estado exitoso sin militares? ¡Imposible! ¿Rebelión popular exitosa sin pueblo? ¡Imposible! ¿Triunfo electoral sin oposición seria? ¡Imposible! ¿Qué hacer? Solo falta intentar la invasión armada”.

La cronología post de estos hechos sigue aflorando y ellas nos aportan pruebas contundentes de un escenario construido por esa turba inmoral que fragmentada, atiza para desestabilizar la obra de un proyecto genuino y humanista. De una nación que ha sabido emerger bajo el legado y la praxis latinoamericanista del Comandante Hugo Chávez, que junto al invicto Comandante de la Revolución cubana, nuestro Fidel, sentaron las bases para la unidad de nuestros pueblos y hacer posible, que la voz de Nuestra América se sienta como una sola.

Todos estos hechos que son historias vivas, tienen un antes, un mapa preciso, una memoria. El cine documental ha escrito textos que son perdurables. El “cine verdad” nos permiten redimensionar y actualizar, lo que el presente hereda como huella en un pasado, -ni lejano ni ajeno-, es la ruta que América Latina ha tenido que sortear, en tiempos donde en nuestro planeta siguen aflorando “brotes” guerreristas y “pretextos” para nuevas cruzadas, “salvadoras y civilizatorias”.

Heredar ese cumulo de saberes es un goce, una virtud que ha de ser compartida. El género documental nos escribe historia y nos invita a pensar. Ante la desmesura y el atropello de tantas banalidades que nos permea y nos nubla –o al menos eso pretenden-, los inmorales medios de comunicación que son parte de esta soldadesca invasora.

De esa remota producción, de ese cumulo de historias heredadas –ante estos hechos- se impone leer la trilogía del cineasta chileno Patricio Guzmán. Una obra que el escritor español Manuel Vázquez Montalván, erigió con estas sentidas palabras.

“Si en mi mano estuviera, yo declararía La batalla de Chile película de interés democrático y obligaría a que se utilizara como material escolar. En cambio, la Junta de Calificación Cinematográfica (en España) la ha declarado no apta para menores… De la película solo derivan enseñanzas constructivas y se puede llegar a sabias conclusiones, que son la raíz misma del debate de la izquierda” (5).

Esta trilogía, su creador las tituló con estos cabeceros. La insurrección de la burguesía (1975), El golpe de estado (1976) y El poder popular (1979). Tres grandes piezas que tuvieron la complicidad del escritor, fotógrafo y director de cine francés Chirs Marker, a quién se le atribuye la creación del documental subjetivo.

El apoyo de la revista Chile Hoy, que dirigió Marta Harnecker, exiliada posteriormente en Cuba tras el golpe de estado del dictador Augusto Pinochet fue vital para darle cuerpo y sentido a una obra de valores perdurables.

A esta nomina de talentos se sumó el cineasta cubano Julio García Espinosa, que para ese período estaba imbuido con los sabores del surrealismo italiano.

Este hoy urgente texto fílmico, se construyó en los predios del ICAIC quién la acogió bajo la voluntad del intelectual cubano Alfredo Guevara. Fundador de tan prestigiosa institución que hizo suya la idea de un cineasta, que en los anales de la historia del cine documental latinoamericano, resulta referente y universal.

Ante los paralelismos y retrospectivas de los hechos presentes en Venezuela, La insurrección de la burguesía resulta la pieza a tomar en cuenta. Guzmán “toma la calle”, y lo hace desde el genuino mástil del periodismo documental.

En esa experiencia fílmica vital, retrata los ataques y contraataques ideológicos entre una izquierda popular comprometida con la fuerza y el ejemplo de Salvador Allende. Y que desde otra cartografía, se adentra en los entramados de una burguesía que abortó y torpedeó, la genuina obra de un líder socialista que no ceso en su empeño por construir una sociedad donde los pobres estuviesen en el pedestal de la dignidad humana.

No cabe duda que los hechos y las estrategias se repiten. El escritor, académico y ensayista uruguayo Jorge Rufinelli, sobre esta primera entrega, describe su personalísima visión que ilustra esa arquitectura presente en los momentos claves de este documental.

“Se trataba de las “cacerolas” de la burguesía que sonaban en las noches, de las huelgas de diversos sectores, de la violencia de los grupos de choque de Patria y Libertad, de la violencia verbal con que la prensa escrita, radial y televisiva atacaba al gobierno, del muro de contención a todas las medidas de la Presidencia levantado por el Congreso y el Poder Judicial. La película fue un extraordinario registro de esas actividades “subversivas”, así como la actitud ambigua de las Fuerzas Armadas, que parecían respetar sin convicción la autoridad del jefe máximo” (6).

Sobre estas percepciones de Rufinelli, cabe apuntar que el escenario político de la Venezuela Bolivariana, dista mucho de lo que describe el autor de El cine de Patricio Guzmán. Solo significar los apuntes en torno a las formas y estrategias –bien sintetizadas- donde la derecha chilena desató acciones desestabilizadoras en los meses previos al golpe de Estado, y que abortaron la ruta de la Unidad Popular, que emergió como ganadora de las elecciones en aquella década.

La estructura de esta primera entrega, delata lo que aconteció en Chile previo a la asonada golpista. Una primer largometraje, con un marcado sello narrativo cuyos ejes estructurales se sostienen desde el periodismo de calle. Otros cinco, identificados como, -y esto es relevante-, “Acaparamiento y mercado negro”. “El boicot parlamentario”. “Asonada estudiantil”. “Ofensiva de los gremios patronales”. “La huelga del cobre”.

Cuatro de estos segmentos con las portadas definidas en el filme documental, han sido parte de las estrategias desestabilizadoras que pretenden catapultar la obra y el empeño de una Revolución Bolivariana en marcha. Un proyecto cuya continuidad nace de los cimientos –definidos como Misiones-, que gestó e impulsó el invito Comandante Chávez. Visionar este documento, con lectura de historia presente significa revelar las burdas patrañas de una oligarquía que mira más a Miami, que a su rica historia y cultura.

Esa es una de las caves por la que debemos retomar textos audiovisuales como este. Una obra que se construyó con un estilo periodístico genuino, cuyo acento en pantalla lo tuvo la entrevista como parte de una dinámica esencial de convulsos acontecimientos. Un narrador presente muchas veces en pantalla, que clarifica, se posiciona ante los hechos, revela o jerarquiza las rutas políticas que fueron los ejes de una historia consumada. Guzmán, resume o informa de la evolución de un período de la historia de Chile, que trascendió sus fronteras, para hacer de esos hechos un asunto de todos.

Visionar esta primera parte del filme La batalla de Chile, resulta medular y necesario para significar y anticipar futuros hechos, que la soldadesca mediática pueda desatar, ante una Venezuela que se empeña en hacer por los “sin nadie”.

Notas

1.- http://www.cubadebate.cu/opinion/2015/02/01/venezuela-golpe-en-tiempo-real
2.- http://www.atilioboron.com.ar/2015/02/acotaciones-sobre-el-golpe-frustrado-en.html
3.- http://www.rebelion.org/noticia.php?id=195572&titular=política-de-obama-va-contra-el-presidente-maduro-y-el-gobierno-bolivariano
4.- http://www.aporrea.org/tiburon/a202919.html
5.- Rufinelli, Jorge. El cine de Patricio Guzmán. En busca de las imágenes verdaderas. (Uqbar Editores, 2008) pp, 89.
6.- Ibídem. pp, 95.

Sinopsis

Salvador Allende pone en marcha un programa de profundas transformaciones sociales y políticas. Desde el primer día la derecha organiza contra él una serie de huelgas salvajes mientras la Casa Blanca le asfixia económicamente. A pesar del boicot –en marzo de 1973– los partidos que apoyan a Allende obtienen el 43,4 por ciento de los votos. La derecha comprende que los mecanismos legales ya no les sirven. De ahora en adelante su estrategia será la estrategia del golpe de estado. “La Batalla de Chile” es un fresco que muestra paso a paso estos hechos que conmovieron al mundo.

Ficha técnica (Reducida)

Dirección, producción, guión: Patricio Guzmán.

Director de fotografía y cámara: Jorge Müller Silva.

Montaje: Pedro Chaskel.

Sonido directo: Bernardo Menz.

Casa de producción: Equipo Tercer Año (Patricio Guzmán).

Soporte de rodaje: 16 MM. Blanco y negro. Soporte definitivo: 35 MM (1.85), DVD y Beta Pal.


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