Mikel fue homenajeado este domingo 29 de septiembre, en Altza, su barrio, treinta años después de su desaparición en el cuartel de la Guardia Civil de Intxaurrondo y la aparición de su cadáver, quince días después, en aguas del Bidasoa. No fue un homenaje institucional, toda vez que Zabalza oficialmente no es una víctima de la violencia, sino un joven, un sospechoso de «terrorismo», que huyó, esposado, de los agentes de la ley que lo custodiaban.

El «caso Zabalza», entre otros, reúne elementos para llevar a cabo una reflexión profunda y necesaria sobre algo tan presente y negado por los gobiernos como es la tortura en Euskal Herria. Una vulneración extrema de derechos que, practicada por quienes tienen encomendada la protección de esos derechos, adquiere una gravedad mayor, pero que el aparato propagandístico estatal, con el concurso entusiasta de gran parte de los medios de difusión, ha venido negando e incluso justificando durante muchas décadas. Hasta el punto de calar en la percepción de algunos sectores que miraban para otro lado ante la muerte del «etarra» Zabalza pero se escandalizaron al saber que Zabalza no era miembro de ETA. Quizá porque esa circunstancia era la evidencia de que cualquier ciudadano puede ser víctima de eso injustificable pero justificado cuando se aplica a «terroristas», como le ocurrió a Mikel Zabalza. O a Esteban Muruetagoiena, o a Gurutze Iantzi... Esas muertes, en cualquier caso, ¿son más injustificables que la muerte por torturas de Joxe Arregi? Por cierto, esta sí, reconocida por los tribunales. Pero presentada institucionalmente como excepción. Una excepción terriblemente frecuente.

Mikel Zabalza, su familia y allegados, han recibido estos días el reconocimiento y la solidaridad de sus conciudadanos, y siguen recibiendo el desprecio de los sucesivos gobiernos españoles, la misma respuesta que recibió la madre del joven navarro en el cuartel de Intxaurrondo: «Si ha perdido a un hijo, tendrá que dirigirse a objetos perdidos». Un objeto perdido imposible de encontrar en «el relato».

Ion Arretxe fue detenido y torturado en el mismo montaje de la Guardia Civil en el que fue asesinado Mikel.
Ion es autor de "Intxaurrondo. La sombra del nogal" un relato en primera persona de aquellos macabros sucesos ocurridos hace treinta años.

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