‘La sombra de la ley’: una visión torticera de la historia

16 de octubre de 2018. Fuente: Arainfo

España 1921. Son los años de plomo, el auge del anarcosindicalismo es respondido con la violencia estatal. Las calles de Barcelona se llenan de armas, vicio, corrupción e ideales. Aníbal Uriarte (Luís Tosar) es enviado a Barcelona para colaborar con las autoridades en la búsqueda de unas armas robadas al Ejército a punta de pistola. Allí conocerá a una joven anarquista, Sara (Michelle Jenner) a mafiosos, policías corruptos y anarquistas de las dos tendencias; la política y la violenta.

Por Enrike García Francés

Ir al cine hoy en día es una opción solitaria y casi pasada de moda o eso es lo que te viene a la cabeza al acudir a un estreno y estar solo 12 personas ante la gran pantalla. Hay películas que invitan a recuperar estas viejas tradiciones aún a sabiendas que todas las películas, o casi todas, del cine español que han tratado la recuperación de la memoria histórica lo han hecho desastrosamente. Pero la película de Daniel de la Torre se adentra en un periodo pocas veces retratado en la gran pantalla; los años de plomo del terrorismo estatal contra el movimiento anarcosindicalista. Como precedentes la adaptación al cine de la novela de Eduardo Mendoza ‘La verdad del caso Sabolta’ o los dos trabajos históricos publicados en los últimos meses: ‘Apóstoles y asesinos’ de Antonio Soler y ‘Qué sean fuego las estrellas’ de Paco Taibo II.

El film:

Desde el punto de vista artístico es una superproducción al estilo de Hollywood con una imagen muy bien tratada y con unos artistas que hacen un trabajo excelente; a destacar la interpretación de Luís Tosar y de Ernesto Alterio. La trama es trepidante, aunque con pausas que ralentizan la acción, y se sitúa en la Barcelona del verano de 1921, cuando ocurrió el Desastre de Annual al que se hace referencia continuamente en el film. El director recrea una Barcelona gris con sus miserias y corruptelas, con sus cabarets y sus fábricas, con persecuciones de coches y tiroteos, con escenas que recuerdan inevitablemente a ‘Los intocables de Elliott Ness’.

Daniel de la Torre intenta recrear en la obra los años de plomo que abarcan desde 1919 a 1923 en un espacio de pocos días, lo que le lleva a cometer errores históricos de “bulto”. La acción se inicia con una huelga en la MZA donde sus trabajadores reivindican la jornada de ocho horas; lo que nos lleva a recordar la huelga de la Canadiense de 1919. Ante el auge del anarcosindicalismo la Patronal organiza un frente violento contra los sindicalistas, frente en el que cuenta con el apoyo del Gobernador Militar Martínez Anido, con la banda de pistoleros mafiosos del Barón, personaje que representa a la figura histórica del Barón Köenning, y con la oposición de parte de la Policía. En el bando anarquista se reflejan dos bandos enfrentados; el mayoritario encabezado por el dirigente sindical Salvador Ruíz, personaje que parece esconder la figura de Salvador Seguí asesinado por pistoleros del Sindicato Libre en 1923, y el minoritario de los grupos de acción partidarios de la respuesta violenta ante la violencia de las autoridades.

Realidad histórica:

La Barcelona a la que llega el policía Aníbal Uriarte es una Barcelona bajo el mando del gobernador militar Martínez Anido, con una Patronal preocupada por el auge del anarcosindicalismo que busca una alianza con una banda de mafiosos encabezada por el “Barón” y con un cuerpo de policía corrupto y torturador enfrentado con otra parte del cuerpo legal y ético.

La Barcelona real a la que hubiera llegado en el julio de 1921 el policía Aníbal Uriarte hubiera sido la Barcelona del terror, donde el gobernador civil, no militar, Martínez Anido conocido como “el sanguinario” había tejido una trama de terrorismo estatal orquestada desde el mismo gobierno de España, que es el que le dio amplios poderes no sólo en Barcelona también en Zaragoza y Valencia, para acabar con el auge que está experimentando la CNT; por lo que es impensable que desde el Gobierno estatal se mandase a nadie a investigar lo que ocurría en Barcelona.

Por ello Aníbal Uriarte nunca hubiese llegado a la Barcelona real de 1921. Pero en caso de que si hubiera llegado hubiera descubierto esa trama de terrorismo de estado que se cimentaba en cuatro patas; un grupo paramilitar de sicarios bajo el nombre de Sindicato Libre dedicado a asesinar a anarcosindicalistas en el que había personajes como el Barón Köenning o Antonio Soler “el mallorquín”, una Federación Patronal que financiaba a dichos sicarios, una Policía torturadora y asesina bajo el mano de Arleguí, mano derecha de Anido y que gustaba de torturar personalmente a los detenidos, que expedía salvoconductos a los asesinos del Libre por si eran detenidos y por último una Ley de Fugas aprobada por el presidente Dato, causa de su asesinato a manos de un grupo de acción anarquista, que legalizaba los asesinatos extrajudiciales. Esta red de terrorismo asesino a más de 500 anarquistas entre 1919 y 1923.

Frente a este terrorismo de estado había una parte minoritaria del movimiento libertario que se organizó en pequeños grupos de acción para devolver los golpes. Se calcula que mataron a unas 70 personas: pistoleros del Libre, empresarios, chivatos, policías y figuras destacadas como el presidente Dato o el cardenal Soldevila.

Es el trato que se da en la película a las discrepancias dentro del ámbito libertario lo que supone una burda manipulación de la historia y una forma de “embarrar” los que era y lo que es la lucha y la defensa de “La Idea”. Dentro de la CNT había dos tendencias: la pacífica representada por Salvador Seguí y mayoritaria dentro de la organización y la partidaria de la acción violenta representada por los grupos de acción. La crítica a Salvador Seguí, Salvador Ruíz en la película, fue despiadada por parte de los grupos de acción llegándole a acusar de traidor pero nunca llegaron a enfrentarse violentamente y mucho menos llegaron a matar a Salvador, lo mataron los asesinos del Libre, para hacerse con el control de la CNT. En la historia de la CNT, desde su fundación a la actualidad, y del movimiento anarquista ha habido, y las hay, grandes discrepancias pero nunca llegaron al enfrentamiento violento entre ellos. Intentar “vendernos” que los anarquistas violentos asesinaron a un dirigente cenetista para hacerse con el control de la organización es una aberración para el movimiento libertario.

Otras licencias que se toma el director como la de cambiar el destino del barón Köenning son fruto de la trama cinematográfica y otras son más “anecdóticas” como la de usar los colores rojinegros cuando en la realidad no se usaron combinados hasta 1931 o la de hacer transcurrir la acción en otoño o invierno cuando los hechos que se usan de referencia en la película, Desastre de Annual, ocurrieron en un mes de julio allá por 1921.


Enrike García Francés es historiador y militante de CGT Aragón. Colaborador de AraInfo.

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