La memoria enterrada (III)
6 de noviembre de 2010.
Mas de setenta años después del golpe de estado que truncó los sueños de una joven republica española, miles de cadáveres de los represaliados por el bando fascista aún permanecen bajo tierra, sin identificar, enterrados en las cunetas de carreteras cercanas a los pueblos en los que se desató la barbarie.
Como ha señalado en otras ocasiones Paco Etxeberria, médico forense, se da la circunstancia de que la mayoría de las fosas ya localizadas estaban donde triunfó la sublevación desde el principio: ahí no hubo guerra, por tanto. Son auténticos asesinatos en retaguardia.
El por qué han permanecido así durante tanto tiempo obedece a distintos y complejos factores: el miedo tras la guerra, el rencor, la durísima posguerra que tantos años duró y ya en tiempos de democracia la dejadez, en muchos casos intencionada, de los distintos poderes públicos. Aún hoy son contadas las ocasiones en las que los alcaldes, fuerzas de seguridad o jueces acuden a interesarse por los trabajos de exhumación o por las familias de los represaliados.
En la zona de la Ribera el Duero, en Burgos, se han localizado y recuperado este último fin de semana de octubre, en dos fosas, ocho esqueletos de hombres que en su día pudieron ser el carpintero, el maestro, o simples trabajadores de algún pueblo cercano.
Gracias a la labor de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y con la colaboración de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, su equipo y voluntarios de distintas procedencias han recuperado para el recuerdo los cadáveres de estas ocho personas. La exhumación ha sido llevado a cabo identificando en primer lugar la posible ubicación de las fosas (enterramientos ilegales) gracias a las indicaciones de los habitantes de la zona, a partir de las informaciones recabadas el pasado verano. Una vez localizadas se ha procedido a desenterrar los cuerpos, registrando el numero de individuos y si fueron asesinados in situ o fueron arrastrados hasta allí, analizando los disparos en los cráneos u otras zonas del cuerpo como piernas u hombros, así como posibles ensañamientos previos a su muerte.
Una vez expuestos los esqueletos (limpios de tierra) y tomadas las notas de ubicación y posición de los mismos, el equipo de Aranzadi y sus colaboradores han procedido a su extracción individualizada para un posterior reconocimiento y posible confirmación de sus identidades.
Se calcula que en todo el estado existen aproximadamente 130.000 desaparecidos con nombres y apellidos, de los cuales la Sociedad Aranzadi estima que se podrán aclarar entre un 10% y un 20%.
Ocubre de 2010
Fuente: AlvaroMinguito.net
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