David García Aristegui

Aclarado esto -parece ser que es imprescindible tener que hacer estos posicionamientos al hablar del “problema vasco”- pasemos a analizar la actual coyuntura política en Euskal Herria, en el marco de la ilegalización sistemática de una determinada opción política.

Para ese análisis, les propongo para ello un sencillo ejercicio de política-ficción, en el que vamos a asumir por completo las tesis del juez Garzón y la Fiscalía. Es decir, vamos a trabajar con la hipótesis de que, efectivamente, tanto D3M como Askatasuna han estado desde el principio "bajo la dirección y control" de “Batasuna-ETA”, cosa que, al menos para el que escribe estas líneas, es mucho suponer. Una vez hecha esa asunción, habría que explicar entonces qué tiene de beneficioso el ilegalizar todas las opciones políticas a las órdenes de “Batasuna-ETA”. ¿Beneficia o perjudica a una organización armada el cortocircuitar de manera constante la actividad política de partidos políticos bajo su mando? Evidentemente, no le beneficia nada el quedar totalmente fuera de las instituciones, pero su actividad queda, al menos de puertas para adentro, más que justificada y legitimada, pudiendo rentabilizar sobradamente ese balón de oxígeno que ha supuesto para la organización la “brillante” filosofía del “todo es ETA”.

Y que ETA se considera totalmente justificada y legitimada no lo digo yo, lo dice la propia organización en su último comunicado, en que se declara abiertamente que seguirá "firme en la lucha con todas las fuerzas y formas, mientras no se escuche la palabra de Euskal Herria”. Puede ser más que discutible qué es para ETA el que “se escuche la palabra de Euskal Herria”, pero, aun a riesgo de parecer excesivamente simplista en mis planteamientos, me quedan serias dudas de que para impulsar un hipotético proceso de paz y/o finalización del conflicto, la ilegalización de D3M y Askatasuna ayude mucho a éste. Y de acuerdo, la derrota militar de ETA hace unos años era impensable y ahora es una posibilidad más que plausible (¿simple cuestión de tiempo?), pero, sin vías políticas de “aterrizaje”, este terrible conflicto puede alargarse unos cuantos lustros más. Mucha gente esgrime, como argumento en apoyo de las ilegalizaciones, la existencia de opciones políticas como Aralar, pero si, como estamos diciendo, tanto D3M como Askatasuna están dirigidas por “Batasuna-ETA”, la existencia de supuestas alternativas a la izquierda abertzale “oficial” sería totalmente irrelevante, por desgracia.

Teniendo un poco de memoria, recordemos la historia de Irlanda y el Ulster, y de cómo la ilegalización del Sinn Féin Provisional en 1972, prohibiéndosele presentar a las elecciones autonómicas, y con el cierre de sus sedes (¿nos suena esto de algo?), supuso para la mayoría de los historiadores un recrudecimiento del conflicto. Pero... ¿y si no fuera del todo cierto que D3M y Askatasuna sean simplemente una expresión de ETA? ¿Y si la filosofía de “todo es ETA” es un error político de gran calado, que no hace si no perpetuar el conflicto? ¿Y si organizaciones políticas como Batasuna pudieran intentar encauzar de nuevo las aspiraciones independentistas, por cauces meramente institucionales, como ha sucedido recientemente en la lejana y para nosotros algo exótica Groenlandia? ¿Hay alguna alternativa a una hipotética derrota militar de ETA, sin ningún órgano o partido político que pueda articular un final negociado de la violencia? ¿Hay que recordar el papel de Euzkadiko Ezkerra en el final de ETA PM? ¿Habría paz en el Ulster si hubiesen ilegalizado el Sinn Féin?

David García Aristegui

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