La apuesta arriesgada de la Cedeao en Níger

Golpe de Estado en Níger

5 de agosto de 2023. Fuente: Viento Sur

A finales de agosto de 2022, varios centenares de activistas se manifestaron ante la Asamblea Nacional de Niamey, la capital de Níger. Su objetivo era denunciar la intervención militar extranjera en el país y expresar su indignación por el aumento del coste de la vida. Se colgaron banderas rusas en un monumento y los observadores internacionales expresaron su preocupación, temiendo que Rusia estuviera apoyando a grupos de protesta con el objetivo de desestabilizar al último aliado de Occidente –junto con Chad– en la lucha contra el terrorismo en el Sahel.

Por Aoife McCullough | Aziz Garba

Cuando se prohibió otra manifestación, estos mismos observadores se olvidaron rápidamente de la anterior. Desde su elección a principios de 2021, el presidente Mohamed Bazoum ha utilizado las mismas herramientas que su predecesor, Mahamadou Issoufou, para dar la impresión de que todo iba bien en su país. Y muchos quisieron creerlo.

Pero la población nigerina siguió expresando su ira, aunque en voz baja. Descargaron sus frustraciones sobre la falta de libertad democrática, la presencia de fuerzas francesas en Níger, la pobreza y las dificultades extremas en un país rico en uranio, petróleo y oro en los taxis, en las redes sociales y en grupos privados de mensajería. Para una gran parte de ella, el golpe de Estado del 26 de julio de 2023, dirigido por el general Abdourahamane Tiani, es la promesa de un cambio real. Su fe en el sistema democrático hace tiempo que se desvaneció.

Elecciones disputadas

Mohamed Bazoum llegó al poder en abril de 2021 tras unas disputadas elecciones, en las que la oposición y los observadores independientes señalaron un fraude electoral orquestado por su movimiento político, el Parti nigérien pour la démocratie et le socialisme (PNDS-Tarayya). La comunidad internacional, incluida la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) y la Unión Africana (UA), que habían enviado observadores electorales, apenas se pronunciaron al respecto. Incluso se concedió al presidente saliente el premio Mo-Ibrahim 2020, dotado con 5 millones de dólares en diez años.

En Níger está muy extendida la idea de que un político sólo puede llegar a presidente si cuenta con el apoyo de Francia. Lejos de luchar contra esta creencia, Bazoum ha multiplicado las señales en este sentido. Cuando Mali exigió poner fin a la operación Barkhane [operación militar francesa contr el terrorismo en el Sahel] en febrero de 2022, el presidente francés, Emmanuel Macron, declaró que Níger aceptaba acoger a parte de las tropas francesas, una decisión muy controvertida entre la población nigerina. Además, la primera entrevista de Bazoum aclarando la posición de Níger sobre este asunto fue concedida a la prensa francesa, no a la nigerina.

Es más, mientras Bazoum intentaba llevar a cabo reformas, luchar contra la corrupción y construir carreteras, fue su política de reducción de la natalidad (actualmente siete hijos por mujer, una de las más altas del mundo) la que atrajo más atención. Muy popular entre los donantes occidentales, no refleja las preocupaciones de una gran parte de la población nigerina y, a veces, incluso se ve como un deseo de Occidente de imponer su modo de vida.

Deterioro de la confianza

La falta de confianza en la democracia como sistema de gobierno era generalizada mucho antes de que Mohamed Bazoum llegara al poder. Durante una investigación realizada en 2016 en el norte de Níger, los encuestados expresaron sus dudas sobre la capacidad de la democracia para generar un sistema de gobierno capaz de resolver los problemas que aquejan al país. Se quejaron de que, en una democracia liberal, el sistema judicial es demasiado fácil de corromper y que las sentencias son demasiado indulgentes para disuadir a las personas delincuentes.

La disposición de la ciudadanía a pagar impuestos se considera a menudo una expresión de su percepción de la autoridad. En 2013, el 84% de las personas nigerinas estaban de acuerdo con la afirmación de que el Estado tiene derecho a obligar a la gente a pagar impuestos. En 2020, sólo el 45% estaba de acuerdo, según cifras recopiladas a partir de datos del Afrobarómetro. Fue bajo Issoufou, en el poder de 2011 a 2021, cuando se produjo este cambio. Bazoum era su protegido y, aunque poco a poco intentó emanciparse de su influencia, no encarnó un cambio en la forma de gobernar Níger, un cambio que muchos nigerinos y nigerinas reclamaban.

Aunque las distintas ramas de las fuerzas de seguridad critican el enfoque utilizado en la guerra contra el terrorismo, el golpe de Estado del 26 de julio abrió un espacio -quizás temporal- para que la población denuncie las injusticias. Una joven viuda entrevistada por una cadena de televisión local durante las manifestaciones relató cómo su marido, miembro de la gendarmería, fue enviado a luchar contra los terroristas. Dijo que estaba mal equipado y que cayó en el campo de batalla. La multitud que la rodeaba expresó su simpatía: "Amin, Amin".

Nostalgia de Seyni Kountché

A mucha gente de Níger le cuesta entender por qué su Ejército nacional es incapaz de derrotar a los grupos yihadistas que operan en las fronteras con Mali y Burkina Faso. Recuerdan que el Ejército nacional sofocó un levantamiento tuareg en los años noventa, y lo hizo sin intervención occidental. En el extranjero se preguntan cómo la población nigerina puede considerar más aceptable a un golpista que a un líder elegido democráticamente. Pero pregúntese a cualquier persona en Níger quién cree que ha sido el mejor líder que han tenido y a menudo responderá con nostalgia Kountché.

El coronel Seyni Kountché encabezó un golpe de Estado en 1974 [1] y permaneció en el poder hasta su muerte en 1987. Bajo su presidencia, el país experimentó un fuerte crecimiento económico a finales de los setenta, pero también una crisis en los ochenta. Sin embargo, la población nigerina no recuerda a Kountché por su gestión económica, sino más bien por su fuerte enfoque militar, su lucha contra la corrupción y su represión de las voces disidentes.

El Ejército nigerino sigue tranquilizando a la población y goza de gran simpatía entre ella. Es cierto que, en los últimos años, ante la crisis de seguridad, el Ejército no siempre ha sido capaz de proteger a la población de la violencia de los yihadistas -a veces él mismo ha cometido masacres- y esto le ha alejado un poco de la población, que ha empezado a perder la confianza en él. Pero el ejército también ha perdido varios cientos de soldados, algo sin precedentes en la historia del conflicto en Níger.

Interpretaciones erróneas

La oposición y algunos miembros de la sociedad civil han acusado a los dirigentes políticos de ser responsables del debilitamiento del ejército, en particular por la subcontratación de la seguridad nacional a fuerzas extranjeras. En una entrevista concedida a Jeune Afrique en mayo de 2023, cuando el presidente Bazoum quiso justificar que la distribución de armas a los grupos de autodefensa era un error, argumentó que "si los terroristas son más fuertes y están más curtidos en mil batallas que el ejército, ¿cómo podrían resistirles los civiles?". Aunque la intención del presidente al decir esto no era poner en duda el espíritu de lucha de los militares, muchos oficiales se sintieron heridos por estos comentarios y no lo han digerido.

La situación no se parece en nada a la de las juntas de Burkina Faso y Malí. Y cualquier interpretación de que Rusia estaba detrás del golpe sería errónea. A diferencia de los jóvenes soldados que tomaron el poder en Uagadugú y Bamako, los oficiales que anunciaron el golpe el 26 de julio son generales y oficiales superiores con experiencia de gobierno.

La mayoría de la población se opone a la intervención militar de la CEDEAO
No ha habido el mismo nivel de radicalización que en el ejército maliense antes del golpe de Estado de 2020. Los líderes de las distintas fuerzas armadas de Níger se reunieron rápidamente para declarar un golpe, pero aún no está claro si quieren o no aferrarse al poder como hizo Kountché. Parece que el general Tiani está decidido a instaurar un régimen militar, pero al mismo tiempo muchos miembros de las fuerzas armadas son partidarios de una vuelta a la democracia. Existe un precedente: el golpe de Estado de Salou Djibo en 2010.

En la noche del miércoles 2 de agosto, una semana después del anuncio del golpe de Estado, el general Abdourahmane Tiani, nombrado Jefe de Estado por el Consejo Nacional de Salvaguarda de la Patria (CNSP), declaró que su objetivo era crear las condiciones para una transición pacífica que condujera "en un plazo relativamente corto" a la celebración de elecciones generales.

Promesa de cambio

Se necesitan negociaciones para resolver esta crisis, pero el ultimátum de la CEDEAO, que el 30 de julio dio a los golpistas una semana para entregar el poder, está aumentando las tensiones. Negociar una transición civil o cívico-militar podría llevar tiempo, algo a lo que la organización regional parece negarse. ¿Reinstaurar a Bazoum es la solución? Desde luego, la imposición de un líder aprobado por la CEDEAO no lo sería: los que se oponen a la vuelta de los civiles al poder ya están denunciando el dominio de las élites de África Occidental y de Francia. En su opinión, a estas élites no les importa la vida de la gente corriente, las penurias que tienen que soportar y los riesgos que corren las fuerzas armadas en la lucha contra el terrorismo.

Tras la independencia, los militares ejercieron el poder político durante décadas bajo regímenes autoritarios o semiautoritarios. Aunque la siembra de semillas democráticas en el continente puede haber puesto fin a esta situación, los militares nunca han permanecido al margen de las apuestas políticas. Se trata de un hecho social que no debe pasarse por alto si queremos comprender la relación entre el poder y el Estado en África. Los recientes golpes de Estado en Burkina Faso, Guinea, Malí y Níger ilustran el carácter mosaico de la gestión del poder político por parte de civiles y militares.

En una gran parte de la población, las posturas aún no se han radicalizado. Por otra parte, la mayoría de las y los nigerinos se oponen a una intervención militar de la CEDEAO. Si ésta se produjera, se formarían facciones mucho más radicales, que ya se están expresando de forma poco disimulada. Las estructuras que sostenían las instituciones democráticas eran falibles antes del golpe. No pueden restablecerse sin la promesa de un cambio fundamental.


Mediapart

Traducción: viento sur

Notas

[1Sobre este golpe y la supuesta implicación de Francia, véase Klaas van Walraven, "Opération Somme: La French Connection et le coup d’état de Seyni Kountché au Niger en avril 1974", Politique africaine 2014/2, 134, pp. 133 a 154.

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