En defensa del hombre lobo

5 de febrero de 2009.

Primera fase "Los ataques y las criaturas del Manzanares": Carta de vecina indignada - Carta a la empresa Metro de Madrid - Aparecen las primeras
imágenes de criaturas en el río Manzanares - Cartel “Llamamiento a todos
los vecinos” - Carta a los medios de comunicación y publicación de
noticias - Raticida en el metro de Pirámides - Madridiario se hace eco de
la noticia - Los políticos empiezan a interesarse por el problema.
Segunda fase "Os advertimos": Ataques de animales en el río Manzanares -Ataques de animales en el río Manzanares – Cartel “Primer retrato de la criatura” – Avisos de extrañas desapariciones de gatos y perros.
Tercera fase "El hombre lobo y la anarquía... 2009 Happy New Fear": El
hombre lobo hace su aparición - ¡Sangre, sólo quiero sangre! Cuando el Hombre Lobo paseó su horrible figura por Madrid - Cartel “Se comerá a tus
hijos” - El Ejército del Hombre Lobo y la anarquía.

Colectivo de Trabajadores Culturales La Felguera

¡Sangre, sólo quiero sangre!
Cuando el Hombre Lobo paseó su horrible figura por Madrid

“La cara del lobo estaba a centímetros de la suya. Su aliento, caliente y
húmedo, silbaba en el oído. Los dientes brillantes, grandes como un dedo,
daban mordidas al aire y se acercaban a su garganta”

Gary Brander, The Howling

“Somos los hombres lobo que aúllan a la luna y desgarran la carne.
Afilados colmillos. Garras ensangrentadas. No tenemos miedo. Nosotros
producimos el miedo. El cerdo se aleja de la pocilga y llegan los lobos”

Black Mask/Motherfuckers

“La niña tocó a la puerta
Entra, hijita
¿Cómo estás, abuelita? Te traje pan y leche
Come tu también, hijita. Hay carne y vino en la alacena
La pequeña comió así lo que se le ofrecía; y mientras lo hacía, un gatito
dijo:
¡Cochina! ¡Has comido la carne y has bebido la sangre de tu abuela!
Después el lobo le dijo:
Desvístete y métete en la cama conmigo”

Caperucita Roja

A lo largo de los siglos, una misteriosa y cautivadora figura ha poblado
las peores pesadillas de una ordenación del mundo que ha querido
permanecer siempre igual a sí misma, aunque cambiando de piel
constantemente. Hijos de Caín que no se resignaron a ser rebaño sumiso y
lucieron orgullosos su marca. Extraños seres que encarnaban el mal
absoluto y que por ello fueron acosados, perseguidos, masacrados sin
piedad. Aunque a menudo burlaron a sus perseguidores, como les ocurrió a
los Dragones Reales de Luis XV, que persiguieron durante años una sombra,
la Bestia de Gévaudan, mientras la verdadera bestia seguía desplegando
toda su violencia y su sed de poder. ¿Quién era el salvaje, el lobo y el
paysan o el Estado, sus beneficiarios y sus lacayos? ¿Dónde estaba la
barbarie, en los bosques de la Auvernia o en Versalles, donde se decidían
cruelmente los destinos de miles de personas? Recordad que nada es lo que
parece.

Hoy nos acordamos de algunos de ellos:

Gilles Garnier, quemado en la hoguera en 1573 acusado de arrasar los
campos y de cometer asesinatos.
Jacques Rollet, recluido hasta la muerte en un manicomio, tachado de voraz
caníbal.
La adolescente que en 1978, en la localidad de Rosario do Sul (Brasil),
dijo sufrir terribles visiones de demonios y hombres lobo.
En 1949, en Roma, estuvisteis cerca. Los polis investigaron varias
muertes, pero su habitual estupidez les hizo equivocarse nuevamente.
Robert Anton Wilson, el escritor libertario y oscurantista… ”Goats
forever!” (Werewolf Bridge), los jodidos y maravillosos Motherfuckers &
International Werewolves Conspiracy from Hell y sus armas de ácido…

Necesitamos su ira y su hermosa negatividad creadora; ardemos por su
locura para derribar esta podrida sociedad espectacular. Licántropos y
extraños seres que se ocultan de día, o aquellos que pactan con el único
partido posible, el Partido del Diablo (Tiqqun y su Partido Imaginario
deberán esperar), son la más perfecta encarnación del individuo que vuelve
a ser libre y que únicamente atiende a los dictados de su deseo. Un deseo
que es como un fuego que devora todo a su paso. Un deseo indestructible e
incorruptible. Por tanto, y sin lugar a dudas, ellos anticipan la forma
que el revolucionario tendrá y que en absoluto se parecerá a otros
momentos pasados de la guerra social. ¿Hacia dónde deseamos dirigirnos con
nuestra violenta defensa del hombre lobo? La respuesta es clara: ”Vamos a
avanzar hasta el confín de los límites…” (Bataille).

Hermanos y hermanas, empecemos por el final. Nuestro sincero
agradecimiento a:

El guardia de seguridad con cara de perro del edificio del Banco de España
y al perezoso guardia civil que lo custodiaba: ojalá pudiéramos haber
entrado dentro, ese otro lugar bendecido por… la Mafia. Aún así, fuisteis
señalados y tocados por la marca. Vuestro futuro será todavía más gris.

A aquellos que la presencia del hombre lobo les repugnaba y que lo único
que deseaban era sacarse una foto frente al Oso y el Madroño libres de su
horrible figura: oh, fuisteis también señálados y tocados por la marca.
Vuestro futuro será a buen seguro tan aburrido como ya lo son vuestras
noches. Moriréis de impotencia. Como ya advirtieran los letristas (los
verdaderos licántropos del Sena herederos del Gran Hombre Lobo Arthur
Cravan): “Necesitamos marcos más bellos”, y ni el oso ni el madroño, ni
ninguna otra escultura o arquitectura que recuerde al Antiguo Régimen,
quedarán en pie. Retorna Courbet y os desaloja.

Al poli que custodiaba el Congreso de los Diputados, ese lugar más
conocido como Sede de la Mafia Organizada, y los otros agentes que en
estampida salieron tras el hombre lobo: la próxima vez tendréis que ser
más ágiles si queréis echarle el guante. Nos quedamos con vuestros
comentarios de asombro (“¿Que coño es esto?”) y vuestra Antigüedad.

A todos vosotros no os deseamos ninguna enfermedad, sino tan sólo La
Enfermedad.



1. Por vez primera en la historia, guardianes y esclavos comparten el mismo sueño que un día dijeron amar y combatir. Lo visible y lo invisible, aquello que ya es despojo y aquello otro que se expone radiante, son todo uno, esto es, son parte de la misma barbarie. Resulta una tarea casi imposible separar la parte de autenticidad y de ser, de su opuesto. Nos hemos confundido y suplantado hasta el punto de que lo borroso y el ruido, esto es, la información destruyéndose a sí misma y convirtiéndose en contaminación, es todo y también lo único que queda. Esa es la experiencia subjetiva, porque “sólo podemos comprender un mundo que nosotros mismos hemos hecho” (Nietzsche)

2. El hombre lobo llega en el año de los malos augurios. El engaño es sofisticado y pronto corremos a desear que lleguen las buenas noticias, que retorne acaso una alegría que jamás aconteció. Unos y otros, propagadores del tumor del capitalismo de casino y también ecologistas e izquierdistas de medio pelo, buscan ansiosos una nueva fórmula mágica que asegure la alternativa y la supervivencia. El despotismo financiero, que crease y vendiese humo, es otra expresión de que el sistema se mantiene por la apoderación de los objetos sobre la realidad y la suplantación de la subjetividad por la mercancía. Así, no resulta extraño que ante cualquier acontecimiento perturbador el mundo se encomiende a una divinidad que hoy es menos divina que nunca; se asume una repugnante dejadez vital y se pide a nuestros enemigos (el Estado, el Espectáculo, los tecnócratas de todo tipo) que resuelvan ese acontecimiento, como si ellos no tuviesen nada que ver en su gestación y con la imperdonable creencia de que es lo único posible, así, aparecemos una y otra vez como “adoradores de ídolos, como católicos, los partidarios del sistema dinerario y mercantilista” (Marx, Manuscritos). Se admiten instancias que, de facto, son superiores a nosotros porque en esta relación dialéctica y perpetua que somos en nuestra existencia reconocemos el poder de nuestro enemigo pero nunca el nuestro. Este reconocimiento espiritual es aquello que mantiene la dominación y nos revela nuestra condición de dominados. Así, no era de extrañar que el mismo Banco de España, llegados a un punto concreto, confesase que la crisis era un mayúsculo acto colectivo de desconfianza hacia el sistema financiero en su conjunto. Rota la cadena de consensos y de aceptaciones, destruida la Mafia por la insubordinación de sus administrados, se realiza entonces una llamada a la vuelta a la fe y que la abstracción permanente (el dinero líquido y el mercado) retome el lugar del que fue desplazada.

En este orden, sólo habita la ilusión, que incluso ha entrado en el circuito comercial. Así, sólo bajo esta idea se puede entender que cada vez con mayor ahínco se viva en un mundo virtual en el cual se compran casas virtuales y se disfruta de sexo virtual. En el fondo, ésa es toda la felicidad. ¿Quién desea acaso perseguir la autenticidad de la vida en un mundo en que la copia sabe y siente mejor que su original? La experiencia vivida, arrasada por el napalm de la separación, es eliminada. El cocainómano de Wall Street, el hiperactivo zombie de la gran manzana y el último currito de esta ciudad pueblan el ejército que será pasto de sus propios errores, porque mientras esta crisis y las que vengan sean exorcizadas haciendo llamamientos a otra economía, estaremos abocados a padecer mayores fatalidades. Lo peor que nos puede suceder es, sin duda alguna, la vuelta a la normalidad.

Nuestro conocimiento de esta crisis es tan escaso como el conocimiento sobre nuestra propia vida, almacenada en circuitos de información virtual, en cuentas de crédito, en bases de datos de móviles, en contratos que una vez firmamos y que desconocemos (las cláusulas, las caducidades… todo ello medido en forma de tiempo y economía) basados en la prestación de un consentimiento que vale menos que el “sí, quiero” del novio, en mensajes de amor reservados para siempre en la pantalla del teléfono. Allí, en esos escasos centímetros, queda el despojo de la experiencia y del sueño, la belleza. Entre el marasmo de datos financieros, tan abrumadores, estamos nosotros, intentando comprender cómo, cuando y por qué y esa inoperancia y pobreza, esa incompetencia y desnudez, “pesa como una pesadilla en los cerebros de los vivos” (Marx).

“¿De donde vienen ellos? Quién sabe. ¿Qué es lo que quieren? Ellos no pueden decirlo, pero la luna lo sabe. Y los werewolves lo saben (…). Pelea sucio. La vida es real”
Black Mask/Motherfuckers

3. El intento por parte del poder por explicar la revuelta, que hace poco tuvo su epicentro en Grecia y sus réplicas e imitadores más allá de sus límites, no es otra cosa que la perentoria necesidad que tienen aquellos que cuentan la verdad por comprenderla. Y no porque la teman sino porque aún no la conocen, no saben tratarla y, también, como tratarnos. Una vez concluido este proceso de aprendizaje, hábilmente resuelto mediante la demonización y la puesta en circulación de un discurso represivo y demoniaco capaz de invocar todo tipo de males futuros si los revoltosos no reciben su merecido, lo demás es palabrería barata. Se olvidan de aquello que nos resulta más importante. ¿Cómo designar a los que apoyan el sistema? Arreglado el entuerto de la lucha semántica por definir lo desviado y monstruoso (la violencia y el caos), nada les resulta más fácil que seguir adelante. Pero el pro-sistema, numeroso y visible, habita en cada ciudad perpetuando una violencia mayor. Y tiene mala prensa, porque a pesar de lo dicho en el presente texto, se percibe la constatación de que ya nada es lo que parecía ser, ni tan siquiera una vida sustentada en la promesa de algo mejor. Hasta el mayor de los políticos del star system, Sarkozy, ha dicho que “los bancos son culpables” (El País).

Muchos pretenderán que ahora debemos definirnos, más bien justo lo contrario. Ese mundo que ya tiene la marca comercial de “antisistema” no puede ni debe desarrollarse hacia dentro de sí porque se devorará a sí mismo y mostraría lo que en realidad es hoy en día: un movimiento minúsculo y políticamente pobre. Debe superarse a sí mismo y buscar en la calle su lugar común hacia los otros. ¿Qué oponemos? El contacto físico y la gimnasia, la carrera y la risa, la sorpresa y lo grotesco, contra la ciber protesta, el aislamiento. No ha habido ningún otro tiempo en el que, con mayor razón, tenemos “lo que nos merecemos”. Renglones torcidos contra la rectitud de la Organización. Dispersarse y anticiparse. Buscar el peligro antes de rehuirlo.

Lo importante no es lo que alli se haga o deje de hacer. Grecia desaparecerá, pero no el poder de su aspecto didáctico. Este año y el que viene darán muchos sustos a la clase dirigente y no menos sorpresas a los cadáveres de la izquierda. Sus tácticas y discursos pueden ser desviados y adaptadas a las difíciles circunstancias actuales. Lo relevante es buscar el modo de lograr su madurez política, cuya entereza y capacidad de análisis les han hecho, por un lado, intentar expropiar comisarías y edificios del Estado y, por otro, pagar a la humilde propietaria de un kiosko incendiado por ellos mismos durante las protestas el coste de su reparación y puesta en funcionamiento.

4. La furia del hombre lobo es ya un llamamiento mundial a sacudir este escenario, pero también a sus actores. Deseamos extender sin control ese “veneno” sin esperar al otoño o a la luna. En medio de esta perplejidad insolente, edificada con los peores rasgos del civilizado, se levanta el licántropo. Nadie fue/es inocente. Licántropos y bebedores de sangre que se niegan a cualquier diálogo posible porque saben que la comunidad y lo social han desaparecido. No entablan una amistad enlatada sino sólo una jodida y bella dialéctica de liberación. Ahora sólo hay espacio para el enfrentamiento en la búsqueda del hilo invisible que nos conecte con la realidad. Encontrarlo no es tarea sencilla. (“Había encontrado una manera de no participación que, como una araña, me conectaba con la realidad a través de un hilo invisible”. E. Junger). Su único programa dice “Adelante” y de cabeza “contra ellos”, sin esperar nada pero sin detenerse jamás para evitar ceder al influjo de las ilusiones.

Vigor, fuerza, este jodido tiempo sin duda catastrófico en el que con espanto se mira hacia atrás y también hacia delante sin ver nada, o mejor aún sin distinguir nada. El pasado es rescatado penosamente y entonces se le llama “memoria histórica”. Cada uno hace sus predicciones y quinielas, pero la memoria es hoy más que nunca enciclopedia y televisión, esto es, Ideología e imagen, chisme y alienación. Igual que esa memoria histórica que se reclama, a veces llega y cuando lo hace es de forma pornográfica: se la entierra y sepulta entre listas y papeles oficiales. Entonces ¿Nuestro deseo cual es? Que los muertos se paseen frente a las casas de sus verdugos, que la muerte hable, que ellos rellenen este presente allí donde sólo hay escándalo efímero, provocaciones para niños y sectas, que el horror impregne este Horror y que, por fín, podamos hacer un sano ajuste de cuentas. Oh, amigos… pasearnos por ciudades que se derrumban repitiendo la famosa frase de otro hombre lobo, Baudelaire, y que decía: “Aquí huele a destrucción”.

Las condiciones nos moldean; nos reclaman. Nosotros alegremente cedemos al paso de este tiempo que, literalmente, nos ha traspasado. Por eso, decimos que aquello que falla no es otra cosa que el espíritu. El espíritu de la reacción es como una mezcla de profecías y violencias, el creerse un cruzado: hipócritas a tiempo completo. Detestan la noche. Tienen miedo. Pero, ¿Y el espíritu de los izquierdistas? Otra mezcla de profecías y violencias: son palabrería barata, anarquistas diez minutos al día, pero reaccionarios en casa. La calle les supera. Mienten a la noche y temen al salvaje que les revienta sus utopías de juguete y de andar por casa. Viven como lo hacen los secuestrados. Todos ellos son ese mediocre espíritu de Carl Einstein: “Llamamos espíritu a una especie de pudding de mezcla blandengue”.

El hombre lobo es un símbolo del desastre contemporáneo. No es una imagen que anuncie desastre alguno; si esa imagen debe hablar es para mostrar lo ya acontecido. No anticipa nada. Tan sólo nos advierte de que hemos llegado tarde, y quizás mal. ¿Qué hay hoy frente a la hermosa fuerza negadora del hombre lobo? El triste espectáculo de los foros sociales, izquierdistas warholianos, defensores del arte y la cultura, artistas en busca de algo mejor en que emplear su tiempo (y también su vida), filósofos que se empeñan en no realizar su filosofía, cristianos rebeldes, gente enrollada fascinada por un lenguaje que nos produce sonrojo: hablan de soberanía alimentaría, participación ciudadana y, lo mejor de todo, piensan que son posibles ciudades y sistemas más humanos sin previamente no dejar piedra sobre piedra y desmontar sus /nuestras cabezas. El poder permanece ahí. El juego estalla entre las seguras paredes del centro social. Están satisfechos. Pero la vida es real y tiene más que ver con la fangosa apariencia de la Cañada Real que con la perversión lúdica del may day. Oh, si pudiéramos… os daríamos Terror, el mismo del que hicimos apología en las pasadas conmemoraciones del 2 de Mayo y que evocaba el placentero deleite de la guillotina, el terror conspirador y lo mejor de la Revolución. Bien, este no es nuestro tiempo, porque estamos exiliados de sus ritmos, pero, sin lugar a dudas, sabemos bailar; no nos hace falta el folclore para disfrutar de la fiesta. Necesitáis el poema, nosotros no. Necesitáis hermosas teorías hechas a vuestra medida (¡precariado!), nosotros no. Todo ello justifica vuestro enrollado estilo de vida, algo que os diga que sois sujetos revolucionarios. Pero ¿sois sujetos?, mejor aún: ¿Sois acaso revolucionarios? Tan sólo precisáis ver que este mundo ya se viene abajo y los símbolos que anuncian su debacle están estallando en vuestras narices (la revuelta de las banlieus, los griegos y su bandera negra, las luchas contra la tecnología depredadora y las ciudades, aquellos que hablan ya sin apuro de anarquitectura y terror, los estallidos de conflicto cuando la vida cotidiana se interrumpe en el metro, en la misma calle, etc.)

Lo más temido es aquello que ejerce más poder y fascinación y, de este modo, el autoritarismo y el fascismo son hoy, bajo el Espectáculo que se desarrolla mediante la idea de progreso y libertad, las fuerzas telúricas que mueven la historia. Para entender el tamaño de esta empresa hemos de tener en cuenta que, actualmente, el simulacro no es la copia de una experiencia vital, sino la copia de su copia. En este punto, el entendimiento se convierte en azar. Fallada la elección, concebimos nuestra postura en un sentido constructivo y disfrutamos la copia como si fuera su auténtico. Su doble ha satisfecho a quien buscaba tesoros. Con la pérdida de referencias acerca de un proyecto revolucionario, desaparece el modelo. No hay programa y, por consiguiente, el discurso está roto. Y no cabe la posibilidad de pegar los pedazos rotos. Hay que lanzarse a soñar para poder volver a aullar.

“A pesar de que seas un hombre puro de corazón y digas tus oraciones por la noche, te convertirás en lobo cuando florezca el veneno y brille la luna de otoño” (Curt Siodmak)

5. ¿Qué hacemos entonces nosotros, gente tan pequeña, hombres y mujeres de un minúsculo grupo de agitación y terror? ¡Desviamos el comportamiento salvaje que dijera Levi Strauss para nuestra causa, que no es otra que la de cualificar mejor la guerra social!. Escindido el hombre de cualquier proyecto, éste ya no es hombre ni individuo. Es portador del desastre porque carece de proyecto. Sobrevive, sin más, y se le condena a vagar, sin razón ni destino, por la esterilidad de lo social y la comunicación. El desierto y la ruina es el único paisaje posible de esta época. Se engaña porque sólo ha conocido el engaño. Dice ser feliz, e incluso puede que lo sea porque, en el fondo, ¿qué es la felicidad sino el separarse tanto de la vida que sus dolores y privaciones te sean indiferentes? Se dice abiertamente: “La partida ha concluido” y se saluda el retorno a Thanatos, que siempre estuvo allí y nunca nos abandonó.

La dificultad es inmensa. Podríamos reconocer que, llegados a este punto, el individuo, o los pedacitos que quedan de lo que fue, deben elegir entre “recaer en la barbarie o comenzar la historia”, pero ¿Por dónde se comienza? Y, además, ¿desde dónde?. Si todos los aspectos de la vida se hallan ya colonizados y son territorio ocupado, ¿hacía dónde debemos dirigirnos? Incluso aquellos que pretenden un retorno hacia un pasado que se dice maravilloso plantean seguir un camino del que ya no queda apenas rastro. Perdido el sendero, perdida la memoria y la tradición. Muchos de quienes se reclaman nuestros compañeros de filas han afirmado, y no yerran, la desaparición de la conciencia de clase. Aún siendo cierto, sus previsiones se quedan cortas. No sólo ha desaparecido el proletario como tal, sino que a partir de los años setenta, una vez liquidada la revuelta del 68, se terminó por definir su contemporaneidad y por medio de ciertos “logros” izquierdistas también su perpetuación y su fracaso: delegados y sindicatos convertidos en pilares del capitalismo, negociaciones colectivas, especialización laboral y aislamiento entre los trabajadores. Bajo esa tierra quemada pereció lo social en el medio obrero, y no sólo eso. También, y esto es lo determinante, hemos de afirmar que si la conciencia de clase “no es más que la socialidad, la capacidad para establecer vínculos sociales al margen de todo imperativo económico o político” (T. Arno, De la Critique), la desaparición de una especie de lugar de encuentro de los explotados ha desaparecido también. Finaliza la historia de lo social en movimiento e impregnación y con ello concluye la comunicación. A partir de entonces, sólo los más bonachones de entre los más estúpidos creen en una empatía social, en una conciencia determinada por la clase. Esa transformación de las fuerzas negativas ha desbordado al sujeto (revolucionario) para derramarse sobre todos los aspectos de la vida.

Ya nada “se ve”, sino todo “se parece” y, por eso, no nos distinguimos del nigeriano y el inmigrante ilegal que se pasea por la metropoli con una gorra en la que se muestra la mención de “Nueva York” con la intención de parecerse otro y así evitar la delación, el control y la violencia en forma de expulsión.

“El Diablo tiene la naturaleza de un lobo; siempre mira a la humanidad con malos ojos y continuamente da vueltas en torno al rebaño de fieles de la Iglesia, para arruinar y destruir sus almas”
Bestiario de Aberdeen, año ¿1200?

6. Esta es la época de la ausencia: ausencia de un proyecto, ausencia de peligros. Por tanto, hemos de invocarlos, aunque sea toscamente. En lo desconocido, si acaso podemos hallarlo fuera de los confínes del cibermundo y la cibervida, reside todavía la experiencia más libre posible de entre todas las posibles, porque “allí donde el peligro crece, crece también lo que salva” (Holderlin). El rostro del hombre lobo es el espejo deforme sobre el que debe observarse la fealdad del mundo. Su fantasmagoría ha llegado hasta tal punto que esa grotesca fealdad, encarnada en sus aspectos más brutales con la visión de los soldados israelíes arrasando Gaza, se representa como bella e inmaculada. El orden de los soldados y sus nobles causas que se dicen superiores, su orgullo patrio y su recibimiento en el baño de las masas, entre otros ejemplos de civilización, limpian el espejo de la historia ante cualquier horror. El horror es consecuencia de un mundo que desea ser bello y hoy lo monstruoso se escribe con nombre árabe.

En el fondo, la inversión de la vida ha sido precedida de otro trabajo todavía más enorme, como fue la capacidad para nombrar algo sin hablar realmente de ello. Se escribe y se observa. Nada más. Y se hace todo siguiendo esos dictados. Se presume y se proclama. La propaganda trabaja silenciosamente al servicio de un ruido de sables que hoy, más que nunca, es también ruido de plumas. Pero en medio de este ruido existe siempre un instante de lucidez, hasta en el más estúpido, en que se dice “vivo sin vivir en mí”. De ahí a un proyecto transformador es hablar por hablar, pero todavía puede y debe hablarse aún en medio del ruido.

7. Cada vez con mayor ahínco y claridad se descubre la apariencia mafiosa del poder. Oculta y se desnuda cuando le conviene, pero su apariencia mafiosa permanece siempre. Los últimos hechos así lo evidencian, al ser desentrañada una oscura y asentada red de espionaje entre miembros del mismo partido, en este caso el Partido Popular de Madrid; unos hechos que demuestran las relaciones de espionaje y rivalidad entre las familias políticas. A pesar de la existencia de un líder supremo en el Partido, éste adopta el rango de capo di tutti capi. Ante ello, voceros y tertulianos lo señalan como un escándalo cuando es el resultado de un tumor incontrolado; no supieron taparse los unos a los otros y, a falta de ética alguna, se delataron.

En la década de los treinta, en Nueva York, Salvatore Marranzo (líder mafioso) convocó una reunión en la que se decidió que, una vez elegido el jefe de todos los jefes, cada familia defendería a los suyos. Las familias tendrían un jefe y un subjefe y, bajo ellos, habrían otros a modo de tenientes. El resto eran soldados. Hoy sucede algo parecido. Se rinde fidelidad al líder, pero las luchas fratricidas por hacerse con el control y la hegemonía política son el modus vivendi de la Mafia, esto es, del Estado y la forma democrática que adopta. El individuo que se desarrolla bajo las leyes del hampa debe conocer este terreno, porque la Mafia está siempre en todos los lugares en los que la mercancía se expresa, es decir, habita en todas y cualesquiera partes. Y, además, debe ya suponer que estará espiado en todo momento, que su eventual desviación no será permitida y que los soldados de la Mafia se ocuparán de que así sea. Pero hoy, cuando la Mafia gobierna todos los rincones, debe también tener en cuenta que sus afiliados se cuentan por doquier allí donde haya miedo e inhibición, donde se tema al hombre lobo y al placer anárquico que evoca, allí donde se condene a los rebeldes.

8. Con respecto al hombre lobo, primero fue el lobo y luego el hombre; fue el hombre el que dotó de naturaleza al lobo. Este es un ejemplo más, de entre tantos otros, del modo de significar la realidad. Para muchos, el lobo era un ser bestial y cruel, emanación directa de lo maligno y del mismo demonio. Fue tal la arrogancia del hombre y su hábito de corromper todo que, desde entonces, nombró y significó a la mujer como la loba, esto es, el ser de las tres concupiscencias: los ojos, la carne y el orgullo de la vida.

Dante, en el Infierno, se refirió a ello señalando estos tres elementos en la forma de una pantera, una loba y un león. La loba era la corrupción por y de la carne. Pero el lobo, como ser salvaje e indómito, a pesar de su nombrada maldad, también fue usado por el Poder para aterrorizar. No desechó el terror para imponerse. Igual que los cuerpos especiales nazis durante y después de la Segunda Guerra Mundial, los temidos Werewolves, muchos príncipes hicieron uso del lobo para reafirmar su poder. La nazi Orden del Wehrwolf, liderada por el célebre nazi Hans Pruetzmann, era un grupo paramilitar, y luego acabada la guerra clandestino y abiertamente terrorista, que practicando la guerrilla urbana atacaba a los aliados detrás de sus líneas. Sus militantes eran adolescentes fanáticos pertenecientes a la juventud hitleriana.

El cristianismo fue el primero que, de manera uniforme, designó cualidades demoniacas al lobo como representante del diablo en la Tierra. Esto fue resultado de que para ese atajo de cretinos llamados cristianos sólo existían dos formas de comprender los sucesos brutales y los acontecimientos anormales: o Dios o el mismo diablo. Y ello porque desde tiempos remotos se venían reflejando transformaciones de animales en seres humanos y viceversa. En este combate, por supuesto, iba a ser Dios quien derrotase al demonio y a los lobos, y sus adoradores luciferinos semihumanos serían castigados. Los hombres lobo iban a ser los renglones torcidos de la naturaleza humana, otras veces seres proscritos incapaces de ser presentados ante todos como rebeldes, o bien, personas que por cualquier circunstancia se expresaban como distintos a sus contemporáneos. No existía posibilidad alguna de que los dos mundos se confundieran y, de este modo, Dios, por medio de su séquito de enviados a la Tierra, pondrían orden en el desorden y exterminaría la desviación demoniaca en forma animal. Con el paso del tiempo, se dirá que Dios no podría permitir que en su terreno se produjesen transformaciones demoniacas y, por tanto, atribuyó a estas fábulas y relatos un carácter de superstición. Pero, tal y como Schmitt señaló: “Desde el siglo XIII ya no existe la fatalidad del pecado; si alguien cae en las redes del diablo, es porque se lo ha buscado” (Historia de la Superstición). Así, las conocidas purgas de brujas, asesinatos de inocentes bajo la maquinación de ser hombres lobo y los herejes, fueron ya llamados cómplices de Lucifer.

9. En el siglo XIV, Alexander Stewart, futuro rey de Escocia, fue llamado el “Lobo de Badenoch” por su crueldad. Desde entonces, y mucho antes, el Poder se ha hecho pasar por cordero y por lobo según le interesase y, como sus súbditos comprenden la fuerza del látigo para imponer su razón, no hay guerra que libre contra estos que no aterrorice con la violencia y el bestialismo. Así, el ejército primero debe arrasar toda forma de vida, civil o no, para luego imponerse, pero nunca al revés (veáse las matanzas sionistas en los recientes ataques sobre Gaza). Para el Poder no existe distinción alguna entre el carácter civil o no de sus súbditos sino más que para realizar sus contratos, clasificar ilusoriamente a éstos o para organizar racionalmente sus dominios. Nosotros somos sus enemigos en tanto que nos comportamos como tales. De la noche a la mañana y según convenga, perderemos el estatus civil para ser objetivos de su ira o enemigos de su esencia.

10. Nosotros, hombres lobo, hemos estado siempre. Nunca nos fuímos. Nos llamaron de muchos nombres posibles, entre ellos, el de “nahual”. En México, adoptamos la forma del hechicero y el shaman, es decir, éramos “nahuales”. En azteca, nahual es “nahualli” y se refiere a la vestimenta o piel y tiene que ver con la habilidad para transformarnos en mitad hombre y en mitad animal. En los pueblos prehispánicos, el nahualli era uno de los hechiceros llamados “tlatlacatecolo”, que quiere decir “hombres búhos”, porque sólo aparecemos cuando cae la noche. El término nórdico “Vargr” (del que proceden “were” y “garou”) tiene el doble significado de “lobo” e “impío”. En un principio se utilizaba para designar a los forajidos que vivían como animales lejos de los lugares habitados, al margen de la sociedad y de sus leyes, y de los cuales se decía en Inglaterra que tenían cabeza de lobo. Forajido y hombre lobo eran sinónimos.

Hoy el forajido es el antisistema, aquel que niega en su totalidad este mundo y que, por ello, se convierte en el desviado por excelencia, en el mayor enemigo de un orden del mundo que, a pesar de representarse rodeado de ellos, se sabe vencedor casi inexpugnable. Crea su imagen y su anti-imagen ante el espejo. Sólo unos pocos buscan destruir el espejo.

Los tiempos han cambiado, evidentemente. Necesitamos nuevas estrategias, pero también nuevos discursos; cambiar nuestra apariencia, mutar hacia lo inconfesable e imprevisible. En este escenario miramos atrás y vemos al antiguo Berseker, el guerrero lobo (el “ulfhednar” o pellejo de lobo), terribles guerreros que eran temidos por sus enemigos y que cubiertos de pieles, a la vez que poseídos por una extrema furia, aparecían de la nada atacando sin que el hierro les pudiese herir ni el fuego quemar. El Berseker es nuestro mejor aliado. El enemigo ya tiene a su propio ejército: los cuerpos de choque y la molesta pasma, pero que tan sólo son la expresión más vulgar del control, pero, y sobre todo, mantiene el dominio gracias a los chivatos, cómplices y colaboradores, los espías espiados, los delatores y los cobardes. Es decir, todos y cada uno de los que temen al hombre lobo, el ser escindido violentamente de la sociedad. Nos reconoceréis por nuestros ojos, que ningún poder podrá cambiar. Si os sumergís en ellos veréis amor y odio, la insoportable mirada de quien trae la guerra.

Yo también soy un antisistema.
Hombre Lobo: 1
Mafia: 0

Video de la Tercera fase: "El hombre lobo y la anarquía... 2009 Happy New Fear"

Dossier de las acciones en defensa del hombre lobo



Colectivo de Trabajadores Culturales La Felguera
Subversión política contemporánea

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