Ellos están en guerra ¿y nosotros?

23 de enero de 2012. Fuente: Ekintza Zuzena nº 38 (febrero 2011)

La militarización de los aeropuertos y -por primera vez bajo el sistema democrático- la declaración del estado de alarma, a principios de diciembre de 2010, son sólo la punta de un iceberg tan grande que casi ni merece la pena calcular su dimensión, si no fuese porque habría que llegar a saber cuáles son sus puntos débiles. De hecho, no hace falta mirar más que unos pocos años atrás para darse cuenta de que en el Estado español ha habido una progresiva y muy rápida preparación para la militarización total del territorio nacional. Una militarización que realmente parece haber empezado, y de la cual probablemente no tardaremos mucho en experimentar otros ejemplos.

Por Moishe Shpindler

Es imprescindible conocer al adversario, estudiar las posibilidades y los medios que emplea para desarrollar sus estrategias sin por eso transformarle en una máquina omnipotente e indestructible. [1]

Tanto en el Estado español como en los demás países del denominado «Primer Mundo», e incluso en los Estados de algunos de sus aliados estrechos en América Latina, el Poder siente que ya no necesita de su máscara democrática... o mejor dicho, no le basta, y es por eso que los controladores aéreos fueron golpeados, enviando de paso un aviso a todos los oprimidos. Como veremos más adelante, en cada uno de estos países la actual militarización sucede casi siempre mediante la gestión de un sinfín de «emergencias»; unas emergencias que en realidad habría que escribir con muchísimas comillas, ya que lo que es y lo que no es una emergencia lo deciden siempre los dominadores. De hecho, de esa manera hay emergencias reales e inventadas, como también están las naturales y otras que son directa o indirectamente provocadas por (algunos) humanos. En octubre de 2005, el gobierno de Zapatero creó la Unidad Militar de Emergencias (UME), con la finalidad de intervenir de forma rápida en cualquier lugar del territorio nacional en casos de catástrofe, grave riesgo u otras necesidades públicas. Los militares de la UME son, en la práctica, un instrumento suprautonómico en manos del Gobierno con el que puede actuar en todo el territorio nacional de manera directa. Las emergencias en las cuales operan, son -en sus propias palabras- «las que tengan su origen en riesgos naturales, entre ellas inundaciones, avenidas, terremotos, deslizamientos de terreno, grandes nevadas y otros fenómenos meteorológicos adversos de gran magnitud; los incendios forestales; las derivadas de riesgos tecnológicos, entre ellos el riesgo químico, el nuclear, el radiológico y el biológico; los que sean consecuentes de atentados terroristas o actos ilícitos y violentos; la contaminación del medioambiente y cualquier otra que decida el Presidente del Gobierno» [2]. Queda claro que lo que los dominadores quieren hacer es, por un lado, forzar la militarización de los servicios de emergencia, ya que ahora en un desalojo o manifestación -para poner un par de ejemplos políticamente más extremos que las calamidades naturales-, si los bomberos se niegan a hacer tareas represivas, los efectivos de la UME están listos para quitarles el trabajo; y, por el otro lado, quieren pintar a los soldados españoles como los amigos del pueblo (que nunca han sido), es decir, presentarles no como los asesinos que son, sino disfrazarles como los que te ayudan en situaciones de dificultad, los que te sacan de la carretera cuando ha nevado «demasiado» o salvan a tus familiares de una aluvión o incendio forestal [3]. A pesar del hecho de que fueron en lo específico los de la Guardia Civil quienes, manteniendo vivas las «tradiciones», obligaron con las pistolas en mano a los controladores a volver a sus trabajos, en Barajas fueron desplegados también efectivos de la UME. Está claro que ya no es «complotista» pensar que su rol (y el de las fuerzas armadas en general) será, cada vez más, aquel de anular cualquier huelga o conflicto laboral, ya desde su insinuación.

El siguiente paso importante en el actual proceso de militarización en el Estado español ha sido el Real Decreto 194/2010, del 26 de febrero de 2010, que otorga a los militares el rango de «agentes de la autoridad» [4] en el caso de que intervengan tanto en situaciones «de grave riesgo, catástrofe y calamidad» como «en operaciones de vigilancia y protección o como consecuencia de atentados terroristas u otros actos ilícitos y violentos». En otras palabras, cualquier soldado podría tener las funciones y poderes de policía en cualquier momento, ya que, en un país que está permanentemente «en lucha contra el terrorismo», solamente con tareas de «vigilancia y protección» está todo cubierto, es decir, no existe soldado que no podría ser un agente de la autoridad. Y entre sus nuevos poderes destacan los de pedir la documentación, actuar como auxiliares de los fiscales, conducir presos y, sobre todo, dar órdenes a la población, con penas severas previstas para quienes se niegan a cumplirlas.

Todo eso es parte de un doble proceso que empuja, por un lado, hacia la completa paramilitarización de las fuerzas de policía y, por otro, hacia la asunción de parte de los militares de funciones de policía territorial. Por lo tanto, no tendría que sorprendernos que sean verdaderos los rumores sobre unidades de paracaidistas que se entrenan específicamente para enfrentarse y reprimir a los parados. Como tampoco tendría que ser visto como algo anómalo que en las carreteras de los cerros de las afueras de Barcelona hayan sido observados ya varias veces unos destacamentos de militares haciendo sus maniobras y prácticas de control de la población. Cada uno de estos hechos es parte de un plan más amplio, y no se trata de ninguna supuesta conspiración mundial secreta.

Y es que para que dos vivan en paz, es necesario que los dos quieran la paz; si uno de los dos se obstina en querer obligar por la fuerza a que el otro trabaje para él y que le sirva, el otro si quiere conservar la dignidad como persona y no ser reducido a la más abyecta esclavitud, a pesar de todo su amor por la paz y la armonía, se sentirá obligado a resistir mediante la fuerza con los medios adecuados. [5]

El informe «Urban Operations in the Year 2020» de la OTAN (conocido también como «UO2020») es un texto que, desde su publicación en 2003, no tiene nada de secreto. No necesita ningún culebrón al estilo Wikileaks [6], porque es un informe público que puede ser descargado libremente desde la página de la OTAN [7]. En él y en los otros documentos relacionados con él, las cabezas pensantes de la Alianza Atlántica, y por su boca los dominadores de todo el mundo, nos declaran la guerra. Sí, de nuevo. Otra vez más, por si acaso hay algo respecto a la dominación que no nos quedó claro durante los últimos ocho o nueve milenios [8].

He ahí dos puntos muy importantes: 1) quieren aún más guerra y 2) lo dicen clara y abiertamente. Quizás merece la pena que nos lo vayamos repitiendo de vez en cuando, ¡o muy a menudo!, para acordarnos bien de ambos porque, teniéndolos tatuados en nuestros pensamientos, puede que en el futuro nos sean útiles para no perder tiempo delante de los argumentos y las acciones de las hordas de aquellos pacifistas y no-violentos que nunca tardan en intentar apagar los fuegos de la rebelión pero, curiosamente, sí en admitir honestamente que en esta sociedad nunca hemos vivido en paz y que no hay y no habrá manera de hacerlo hasta que no se consiga la liberación total.

Analizando el informe de la OTAN y su universo -sobre los cuáles un colectivo italiano ya escribió detalladamente [9]-, queda claro que, a pesar de todas sus proclamaciones sobre el «fin de la historia», los opresores saben perfectamente que está llegando un periodo muy delicado para su sistema de dominación. Las tendencias demográficas señalan que ya desde hace unos decenios hay un crecimiento de la población mundial cada vez más potente. Al mismo tiempo, hay actualmente una fuerte urbanización a lo largo y a lo ancho del planeta, acompañada por lo que se suele llamar la «urbanización de la pobreza». Añadimos a este escenario una situación y una organización económicas que acentúan cada vez más la distancia entre clases ricas y pobres y, sobre todo, empeora las ya difíciles condiciones materiales y psicológicas de los oprimidos, y tenemos -según los mismos expertos del Poder- una situación altamente explosiva, aquí en el mismísimo «Primer Mundo». Prevén que habrá como consecuencia un incremento progresivo y muy significativo en el número y la intensidad de las rebeliones e insurrecciones, aquí en las metrópolis de los corazones alienantes de este sistema.

Revueltas como aquellas recientes en Grecia o en las periferias francesas han sido solamente una degustación de lo que va a caer encima de (más que nada) las zonas urbanas. Los dominadores se han ido dando cuenta, durante los últimos decenios, de que sus propias ciudades pronto serán sus principales campos de batalla y que les hará falta volver a la antigua usanza de emplear a los militares en funciones de represión interna, como también se han dado cuenta -la OTAN en primer lugar- de que no están preparados para enfrentarse a tales situaciones. De ahí que las cabezas pensantes del Poder, en el informe «UO2020» y en otros estudios paralelos, proponen una revisión de las estrategias y los modelos operativos de sus fuerzas armadas y subrayan la necesitad de poner a los militares ya en las calles, para, por un lado, acostumbrar a la gente a su presencia y, por otro, acostumbrar también a los soldados a sus futuras zonas de operaciones.

La gente me dice que los iraquíes no son vietnamitas, «no tenéis ni junglas ni pantanos donde esconderos». Yo contesto: «que nuestras ciudades sean nuestros pantanos y nuestros edificios nuestras junglas». [10]

Hoy en día en Irak hay barrios enteros donde las tropas invasoras no entran. Hay carreteras que sus vehículos no transitan por ser demasiado peligrosas. Y, al mismo tiempo, escuchamos a los estrategas del régimen hablar de las nuevas guerras «asimétricas» o «de cuarta generación», para describir a sus actuales situaciones de marisma donde, tras derribar un Estado en pocos días, no logran «pacificar» la zona y ni siquiera identificar a los «terroristas» y las «milicias enemigas». Eso porque muchos de los que resisten y atacan a los invasores son simples individuos, organizados en pequeños grupos afines, que por cuestiones estratégicas y de naturaleza humana, entre otras, se alejan de la formalidad y el centralismo; y también porque los conflictos en cuestión no son nada más ni nada menos que pedazos de aquella guerra social que lleva ya tiempo ardiendo, una rebelión de los oprimidos (casi siempre anónimos) contra los que dominan, una revuelta que perdura siglos y milenios y que se ha transformado en lo que podría ser considerada una guerra civil global. Como por doquier y en cualquier momento de la histórica lucha contra el Dominio, a pesar de toda la tecnología, armas y recursos que tienen, en Irak las fuerzas armadas extranjeras y sus mercenarios no consiguen ni acercarse a una anulación de la resistencia [11].

Los revoltosos aparecen, golpean y desaparecen entre la muchedumbre de «civiles» [12], con la ventaja de estar combatiendo dentro del espacio tridimensional de las ciudades (a diferencia de la predominante bidimensionalidad de la mayor parte de los combates en campo abierto), y más aún por ser su propio terreno.

Históricamente, las ciudades se desarrollaron -como queda claro observando los cascos viejos urbanos- para ser en sí mismas unas armas de defensa, una especie de «muralla interna» que garantizaba, a través de sus callejones estrechos y la falta de orden cuadricular, una prolongada resistencia al invasor si éste conseguía aportillar las defensas de la muralla externa. Las numerosas revueltas del siglo XIX llevaron a grandes y violentas reformas urbanísticas en la mayor parte de las ciudades de Europa, precisamente porque para el Poder su arma se había vuelto en su contra. La arquitectura y el urbanismo son y han sido, desde siempre, poco más que unas herramientas del Dominio, útiles en este caso concreto para limitar la construcción de barricadas y facilitar la entrada de la represión militar. De la misma manera, hoy en día las zonas urbanas siguen siendo el arma que se vuelve en contra de sus inventores: las ciudades que actuaron de condiciones necesarias para el nacimiento, desarrollo y supervivencia del capitalismo (y de sus jerarquías) son, actualmente, las mismas que amenazan su existencia [13]. Y de la dificultad de controlar y dominar los antiguos cascos viejos, las periferias crecidas «caóticamente» y las barriadas de chabolas que «invaden» las metrópolis de todo el mundo, algo nos podría contar cualquiera de los soldados de élite estadounidenses que vio caer muertos al 60% de los miembros de su unidad en Mogadiscio en 1993, como también podría relatarnos algo cualquiera de los maderos italianos que regularmente sale en grupos de diez para ir a patrullar trozos del laberinto de callejones de la parte vieja de Génova. En respuesta a estas dificultades, destacan tanto las investigaciones y las prácticas de las fuerzas armadas israelíes sobre los combates urbanos en territorio palestino [14], como también la «modelación preventiva» del territorio urbano y el uso estadounidense de antropólogos en operaciones de guerra para «comprender» cómo colonizar mejor y someter a las poblaciones locales [15] (ambas estrategias conectadas con el informe «UO2020»).

De lo que sucede en otra parte no se sabe nada y tampoco preocupa. Los rumores circulan, unas veces negros, otras veces rosas. Se oye apaciblemente el cañón y la descarga de fusiles, bebiendo en el mostrador de los vendedores de vino. Ni siquiera surge la idea de llevar ayuda a las posiciones atacadas. «Que cada uno defienda su puesto y todo irá bien», dicen los más fuertes. [16]

La militarización actual en el Estado español no es ni un caso aislado ni la más avanzada entre las situaciones existentes. Respecto a Estados Unidos -país obviamente siempre en la vanguardia de los procesos dominadores-, cabe señalar el ejemplo extremo de Los Ángeles en cuanto a la paramilitarización de las fuerzas de policía, las maniobras ejecutadas bajo el programa «Operation Urban Warrior» en las ciudades californianas de Oakland y Alameda en 1999, la facilitación del uso del ejército como instrumento de política interna a través de la aprobación del «John Warner Defense Authorization Act» en 2007 y, sobre todo, la invasión y limpieza clasista de Nueva Orleans con la excusa del huracán Katrina de 2005 (utilizando centenares de mercenarios y 15.000 militares). Mientras tanto en Europa parece ser Italia la que encamina el proyecto. La militarización -en 2008 y de nuevo en 2010- de la «emergencia de la basura» en Nápoles [17]; el despliegue «temporal», en 2008, de 3.000 soldados en las principales ciudades italianas [18] y su sucesivo aumento hasta llegar a los más de 4.000 militares actualmente; la abrumadora ocupación de L’Aquila tras el terremoto de 2009 [19]; la presencia de los militares y de temáticas pro-militaristas en las escuelas y universidades [20]; y muchos otros ejemplos menos «chillones» [21].

En otros países europeos, los gobiernos empujan en la misma dirección. En Francia, en julio de 2010, el Poder llegó a utilizar el ejército para sofocar las revueltas de Grenoble y de la pequeña localidad de Saint-Aignan [22]. Actualmente está en fase de creación una unidad de 10.000 soldados, preparada especifica y exclusivamente para operaciones dentro del territorio nacional francés para, en sus propias palabras, situaciones de «crisis mayor» [23]. En Grecia, como salió a la luz en el verano de 2010 durante la huelga de los camioneros que rápidamente paralizó el país, desde 1974 existe (y se usa) un decreto para imponer el «reclutamiento civil» a los huelguistas de sectores claves de la economía [24]. En Alemania, por un lado, los militares empezaron a presenciar la Love Parade y por el otro, en noviembre de 2010, la policía llegó a «pedir ayuda» al ejército para tareas de seguridad antiterrorista [25]. El mismo mes fue anunciada en Gran Bretaña la puesta en práctica de una idea que ya llevaba años rondando: ex-militares ahora pueden velozmente convertirse en maestros de escuela con el propósito de «mejorar la disciplina en las aulas», y con autoridad para -entre otras cosas- cachear a los alumnos, retenerlos en la escuela y «usar la fuerza razonablemente» [26].

Desde tierras más lejanas nos llegan noticias parecidas. Como ya se sabe, el terremoto de Haití del 12 de enero de 2010 trajo consigo una invasión que no sólo atrasaba las ayudas sino que fue y sigue siendo utilizada por Estados Unidos como campo de entrenamiento «realista» para las tropas frescas destinadas a Oriente Medio. En Chile, poco después de haber militarizado las calles tras el terremoto del 27 de febrero del mismo año [27], el Ministro de Defensa visitó y habló con su contraparte española para importar la experiencia de la UME y copiar su estructura y funcionalidad, así como también hizo el gobierno de Perú [28]. En diciembre, a causa de las fuertes lluvias, fue declarado el estado de excepción por los gobiernos de Venezuela [29] y Colombia [30]. En Argentina, el 1 de enero de 2011, fue lanzado el «Operativo Centinela» que consiste en desplegar 6.000 efectivos de Gendarmería Nacional en el Gran Buenos Aires, oficialmente con la idea de «profundizar las actividades prevencionales, para resguardar la seguridad ciudadana» [31].

Después del protagonismo de su ejército dentro de la militarización de Haití, a finales de noviembre de 2010 el gobierno de Brasil se centró en su propio territorio y (aunque no por primera vez) militarizó varias favelas de Río de Janeiro como parte, oficialmente, de la «lucha contra el narcotráfico». Aún así, inmediatamente llegó también -obviamente por pura casualidad- un ejército de arquitectos que se puso manos a la obra para transformar, civilizar, hacer controlables, lucrarse y absorber totalmente a los barrios pobres e «ingobernables» de Río, a tiempo para (o simplemente con la excusa de) la Copa Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016, ambos eventos programados para esa misma ciudad [32]. Tras la invasión de las favelas, con lo que parece ser una maniobra político-propagandística en plena sintonía con el ejemplo italiano, el gobernador anunció que los soldados permanecerán en la ciudad «entre seis y siete meses» [33]. Seguramente así será...

El ejército sólo tiene sobre el pueblo dos grandes ventajas, el fusil Chassepot y la organización. Sobre todo esta última es inmensa, irresistible. Felizmente, es posible arrebatársela y, en ese caso, su poder pasa del lado de la insurrección. [...] Se hace un periódico, se va a la cárcel, y nadie piensa en abrir un libro de maniobras, para aprender allí, en veinticuatro horas, el oficio que proporciona toda la fuerza de nuestros opresores y que pondría al alcance de la mano nuestra revancha y su castigo. [34]

Las tendencias militarizantes citadas dejan claro que se trata de un único ataque coordinado, construido sobre los fundamentos de una preparación paciente y meticulosa. ¿Y nosotros? No sólo estamos poco unidos sino que además poco preparados: necesitamos urgentemente desarrollar la autogestión y la autodefensa ante las dificultades ligadas a acontecimientos (más o menos) naturales, ¡por no hablar de aquellas ligadas directamente a la guerra social y la represión! Aún así, fustigarnos religiosamente no tiene ningún sentido, no es ni nuestro camino ni la solución, más bien esta actitud fortalece al Poder. Lo que no le fortalece es que seamos conscientes de que las cosas que los opresores hacen y traman tienen que ver más con sus debilidades que con sus fuerzas, es decir, atacan y reprimen porque están cada vez más cerca de perder el control. Y lo que nos hace falta es, sobre todo, la mentalidad estratégica; analizar la situación y centrarnos en los puntos débiles del enemigo, saber que el Poder tiene muchísimo miedo de situaciones precisas y de ciertos tipos de relación, ver que estamos en medio de un campo de batalla y que las ciudades estarán cada vez más al centro de este campo, entender que ellos quieren que perdamos el ya débil contacto con el terreno, con nuestro alrededor, que no conozcamos ni los túneles de las ciudades ni los bosques de los cerros y que no percibamos cada desalojo, cada cámara nueva y cada construcción según planos urbanísticos como la perdida de un barrio desde el cual librar la lucha por la liberación total.

Notas

[1] Claudio Lavazza, preso revolucionario anarquista.
[2] Ha sido adjunto el énfasis en esta frase, extraída de la página en internet de la UME (http://www.mde.es/ume), para subrayar la ubiquidad del concepto de emergencia. No les basta con hablar de «riesgos» y de «actos ilícitos y violentos» como justificantes -muy amplios, imprecisos, susceptibles de interpretación- para el uso de militares, sino que dejan todo abierto con un «cualquier otra». En la misma página en internet hay también una bonita imagen de sus miembros posando con fusiles de asalto y a bayoneta calada... ¡a vosotros las conclusiones!
[3] Tal vez un incendio provocado por el mismo ejército: www.mundosolidario.org/doc.php?var=1422
[4] Algo que ya anunció la Ley de la Carrera Militar, cuya promulgación fue publicada el 20 de noviembre de 2007 en el Boletín Oficial del Estado.
[5] Errico Malatesta en el periódico «Pensiero e Volontà», 1 de septiembre de 1924.
[6] Cabe añadir que, en cuanto señuelo y culebrón falso, Wikileaks cubre todo y no desvela absolutamente nada.
[7] http://ftp.rta.nato.int/public//PubFullText/RTO/TR/RTO-TR-071///TR-071-$$ALL.pdf
[8] La referencia es a la época en la cual llegaron agarrados de las manos, por un lado, una fuerte afirmación de la agricultura y los asentamientos permanentes (es decir, los procesos denominados oficialmente «revolución neolítica» y «revolución urbana») y, por otro lado, el pensamiento y la acción jerárquicas y de dominación. Quizás sea fácil caer, cuando se habla de un pasado muy lejano, en trampas que conducen a extensivas pajas mentales académicas sumamente superficiales. Aún así, y obviamente sin querer con la frase utilizada quitarle valor a la masturbación, cabe intentar seguir luchando invariablemente con una visión abierta y amplia sobre los orígenes o las fases claves de un proceso en el cual se estableció como algo «normal», el sometimiento (o la intención de sometimiento) de la naturaleza en su totalidad y, en lo especifico, de una gran parte de los seres humanos. Parece que ahí mismo están las raíces de la dominación actual por parte del sistema tecnoindustrial y de sus mercenarios, y la fuente tanto del fetiche de la acumulación como del tic-tac del capitalismo con su odio hacia el nomadismo de cualquier tipo.
[9] «Ejércitos en las calles», Bardo ediciones (2010), disponible también para descargar gratis desde la página http://bardoediciones.net/ejercitos_en_las_calles.htm
[10] El entonces Ministro de Asuntos Exteriores iraquí, Tariq Aziz, citado por Chris Bellamy en el periódico británico «The Independent», el 28 de marzo de 2003.
[11] Algo que queda claro viendo las grabaciones de unos francotiradores iraquíes (http://video.google.com/videoplay?docid=-8302187367555388286#) y las entrevistas con miembros de la resistencia en el documental «Insurgentes» (disponible para descargar desde: http://www.megaupload.com/?d=PPPYHKSI).
[12] La construcción (occidental) de las figuras de «insurgente» y «civil» es clave en la tentativa de aislar a los más activos de la resistencia, fracturando la psicología colectiva para alejarlos del apoyo de su propio contexto social.
[13] Esta afirmación no quiere quitar relieve al hecho de que -en ciertos territorios y contextos- las zonas no-urbanas también siguen siendo una pesadilla para los opresores, y a veces son la mayor fuente de resistencia y ataque al sistema.
[14] Ver «Caminar atravesando muros» de Eyal Weizman (http://eipcp.net/transversal/0507/weizman/es).
[15] http://www.adn.es/mundo/20071005/NWS-0771-Ganar-antropologos-guerra.html
[16] Louis Auguste Blanqui, «Instrucciones para una toma de armas» (1868).
[17] En el fanzine «Sobras de producción»
[18] (http://zinelibrary.info/sobras-de-producci-n), unos compañeros de la zona nos ofrecen una visión de los hechos no manipulada por los intereses capitalistas. A nivel legal, su presencia estaba limitada a seis meses o máximo un año: www.elpais.com/articulo/internacional/Italia/despliega/3000/soldados/combatir/crimen/elpepuint/20080729elpepuint_7/Tes
[19] Un resumen detallado: http://zinelibrary.info/pr-cticas-de-militarizaci-n-el-caso-abruzzo
[20] Una tendencia presente también en las universidades españolas (entre otras, la de Burgos: http://diariodevurgos.com/dvwps/la-militarizacion-de-la-universidad-de-burgos.php).
[21] Basta con echar un vistazo al siguiente blog italiano: http://romperelerighe.noblogs.org/
[22] Estalladas al mismo tiempo y con el mismo detonante: el asesinato de jóvenes a manos de la policía (http://www.gara.net/paperezkoa/20100720/211092/es/El/despliegue/del/Ejercito/no/logra/contener/las/protestas/en/Grenoble/y/Saint-Aignan/).
[23] http://www.nodo50.org/tortuga/Francia-disena-un-plan-para
[24] En inglés: http://www.occupiedlondon.org/blog/2010/07/29/341-what-is-civil-conscription/
[25] http://www.elmundo.es/elmundo/2010/11/23/internacional/1290503376.html
[26] http://www.adn.es/lavida/20101124/NWS-1200-Ex-disciplina-encargaran-soldados-mejorar.html
[27] Se habló de 10.000 soldados desplegados en la zona de Concepción al cabo de unos pocos días.
[28] Ver la página española Servimedia (http://www.servimedia.es/Noticias/DetalleNoticia.aspx?seccion=1&id=72304) y el periódico chileno «El Mercurio» (http://diario.elmercurio.com/2010/09/29/nacional/politica/noticias/2DA45368-0CEF-4CF4-A6CC-8EB308932FC5.htm?id=2DA45368-0CEF-4CF4-A6CC-8EB308932FC5).
[29] http://www.elpais.com/articulo/internacional/Chavez/pretende/legislar/ano/mediante/decretos/elpepuint/20101214elpepuint_4/Tes
[30] http://www.informador.com.mx/internacional/2010/254755/6/colombia-recurrira-a-estado-de-excepcion-para-afrontar-crisis-por-lluvias.htm
[31] http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-159722-2011-01-02.htm
[32] http://www.elpais.com/articulo/internacional/aquitectos/cambiaran/cara/215 favelas/Rio/Janeiro/elpepuintlat/20101209elpepuint_2/Tes
[33] http://www.elmuevoherald.com/2010/11/30/845915/militares-se-quedaran-en-favela.html
[34] Louis Auguste Blanqui, cit.


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