Las diferencias entre distritos aumentan con las crisis. Las políticas urbanística, comercial e industrial, factores clave para reducir la brecha

El mapa de la desigualdad en Madrid

1ro de diciembre de 2014. Fuente: Periódico Diagonal

El distrito de Chamartín registra una tasa de desempleo del 8,61%. En Puente de Vallecas la cifra asciende al 21,76%. Es uno de los datos que mejor escenifican la desigualdad existente entre los diferentes barrios de Madrid, una ciudad que siempre ha tenido grandes contrastes geográficos, pero que en los últimos años ha visto aumentar la brecha entre las zonas ricas y las pobres.

Por Pablo Rivas para Diagonal

Madrid históricamente ha estado atravesada por una frontera que va de norte a sur, de este a oeste. El este y el sur son pobres, son las zonas industriales y los barrios obreros tradicionales, y el norte y el oeste son las de la clase media y alta”, explica Emmanuel Rodríguez, miembro del Observatorio Metropolitano de Madrid. Esa brecha se intentó corregir en los 70 y 80, al calor del movimiento vecinal que buscaba servicios y equipamientos. Pero desde los 90, con el ladrillo, “lo que hace es agrandarse”, apunta Rodríguez. Además, la burbuja inmobiliaria produjo “un incremento del suelo en forma de pica, muy agudo, pero con caídas muy bruscas”, lo que quitó poder adquisitivo a las clases menos privilegiadas.

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Jorge García Castaño, concejal por Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Madrid, destaca la misma problemática: “El ciclo inmobiliario lo que ha hecho es colaborar muy claramente con esta segregación; lo que en principio ya era desigual ha acabado siendo más desigual”. Uno de los factores que más han contribuido a esto ha sido el valor de la vivienda. “Los precios en los barrios más populares subieron más en la época del boom y han bajado más tras el estallido de la burbuja”, indica.

Barrio rico, barrio pobre

Mientras que la tasa media de paro en la ciudad de Madrid es del 14,37%, según el avance de octubre de la Dirección General de Estadística del Ayuntamiento de Madrid, cinco distritos registran tasas por debajo del 10%: Retiro, Salamanca, Chamartín, Chamberí y Moncloa-Aravaca. En el polo opuesto, Villaverde y Puente de Vallecas superan el 20%, seguidos de cerca por Usera y Villa de Vallecas. Si se toman en cuenta otros indicadores de riqueza, muchos nombres coinciden. Salamanca y Retiro tienen una renta familiar bruta per cápita superior a los 26.000 euros, mientras que en Puente de Vallecas, Usera y Villaverde las cifras están por debajo de 17.000 (datos de 2011, último año en el que el Instituto de Estadística de la Comunidad trabajó este indicador). Asimismo, de los 21 distritos de Madrid, cinco poseen una esperanza de vida de 83 años –Carabanchel, Usera, Hortaleza, Villaverde y San Blas–, mientras que cinco son también los que albergan a residentes con, a priori, dos años más de vida estimada –Salamanca, Retiro, Arganzuela, Centro y Ciudad Lineal–.

Son datos que confirman la amplia diferencia existente entre los residentes de las zonas más privilegiadas y las más populares. El Estado de bienestar buscó paliar, en cierta medida, esas diferencias, pero en la actualidad ha tomado otros derroteros. “El Estado de bienestar español, que siempre fue muy precario, es además muy dual, está pensado para las clases medias”, señala Rodríguez. Según apunta, siempre se ha subvencionado el acceso de las clases medias a formas de aseguramiento de carácter privado y subvencionado. Un ejemplo de esto es el hecho de que en la actualidad los propios funcionarios públicos tengan más fácil acceso a seguros médicos privados, de modo que pueden prescindir de la Seguridad Social. La llamada global class, “la más vinculada al Madrid global de las multinacionales, del sector financiero, etcétera”, indica Rodríguez, buscó refugiarse de la degradación de los servicios públicos que produjo la crisis. “Por eso hubo una explosión de los seguros médicos privados”. Así, el sistema tiene un carácter dual, que con la crisis acrecienta las diferencias al degradarse los servicios públicos, dejando fuera de los servicios privados y subvencionados a las poblaciones más vulnerables.

Enseñanza concertada

Hay un caso aún más claro para verificar la dualidad del sistema: la enseñanza concertada. “En la ciudad de Madrid desde hace años hay más alumnos en la concertada que en la privada”, explica García Castaño. Mientras que en los distritos del sur y el sureste la pública ha sufrido lo que el concejal califica de “auténtico naufragio por la falta de recursos y la concentración del alumnado más difícil”, hay otras zonas con un de­sarrollo mucho más potente. Además, la brecha se produce también en los propios barrios. “Hay centros escolares públicos que hacen de centros gueto, normalmente en barrios de rentas bajas, y concentran a la población en riesgo más vulnerable, haciendo su gestión insostenible por la falta de recursos y produciendo tasas disparatadas de abandono escolar”. Además, los centros subvencionados presentes en dichas zonas “absorben lo que queda de clase media en la zona”, remarca Castaño.

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Con la crisis la situación no ha hecho más que agudizarse. Mientras que la renta familiar bruta per cápita en el distrito de Salamanca era en 2011 de 26.265 euros y había aumentado un 24,82% desde el año 2002, en Usera la cifra desciende a 16.691, con un aumento menor, del 20,13%. En plena crisis la diferencia es más visual: entre 2010 y 2011 el distrito de Salamanca aumentaba su renta familiar bruta per cápita en casi 500 euros, pero en Usera permanecía estable. Las diferencias son similares si ampliamos el rango al área metropolitana. Un ejemplo: la zona norte registra una renta disponible bruta municipal per cápita de 19.812 euros, según el avance de 2012 publicado por el Instituto de Estadística de la Comunidad de Madrid. En el sur metropolitano la cuantía desciende a un total de 13.484 euros.

La crisis, factor acrecentador

Rodríguez destaca que la desigualdad ente barrios lleva aumentando 20 años, pero con la crisis lo que sucede es que esta situación se acrecienta, “con una población residente en barrios populares mucho más sensible a los elementos que más castigan a las clases populares: el paro, el nivel de endeudamiento y la dependencia de unos servicios públicos que no hacen más que degradarse porque no hay inversión”. “Con esta política va a seguir habiendo una caída del empleo localizado en los distritos del sur y del sureste mientras no haya alternativas de empleo allí y se siga desarrollando brutalmente el centro en lo comercial y en lo turístico”, aporta García Castaño. El edil considera imperativo descentralizar la ciudad. “Madrid era bastante policéntrica con los centros históricos de los antiguos municipios que finalmente ha absorbido la ciudad, pero se ha convertido en una con un centro hiperdesarrollado y con unos antiguos ejes comerciales que han quedado arrasados en los últimos años”. Se refiere a vías como Bravo Murillo o la avenida de la Albufera, “que ahora tienen un 40% de comercios vacíos”, afirma. Además, la desindustrialización también ha sido un factor clave. Por ello el integrante de IU apuesta por desarrollar otros ejes comerciales y hacer que la industria vuelva a la ciudad mediante una política de incentivación industrial y de suelos públicos, “sin pensar en grandes polígonos con grandes empresas, sino en hacer una ciudad más compleja”.

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Una de las formaciones que probablemente puedan influir a medio plazo en la futura política municipal de la capital es Ganemos Madrid. Cristina Martín, del grupo de Programa y Contenidos de la formación, explica que la desigualdad entre ­zonas es algo “estructural y transversal” y cómo uno de los principales factores de desigualdad es el sistema productivo, “algo a lo que hay que meter mano”. Además, destaca como cuestión clave la democracia municipal: “La desigualdad no se puede dejar en manos de quienes están en las instituciones. Hasta que no formen parte de la propia política quienes sufren la desigualdad el problema no se solucionará”. García Castaño coincide en el diagnóstico: “Las juntas municipales de distrito no tienen competencias y todo está centralizado, la inversión y la toma de decisiones”.

Por su parte, Rodríguez señala además que para que la situación cambie debe haber un tejido social organizado que ejerza de contrapoder local. “En su momento fue el movimiento vecinal, pero hoy en día, desgraciadamente, sólo existen tentativas de eso, con el experimento de sindicalismo social que comenzó con las Oficinas de Derechos Sociales (ODS) y luego con las Plataformas de Afectados por la Hipoteca, etcétera”. Además, destaca como otra de las medidas básicas para corregir la desigualdad geográfica “invertir claramente los flujos de inversión, realizando inversión pública en los barrios más desfavorecidos y haciendo reformas de carácter estructural, medidas que no dependen de los municipios, sino del Estado y las autonomías”. Lo que sí se puede hacer a nivel local es, por ejemplo, “crear una red de guarde­rías de cero a tres años que permita que la gente pueda tener hijos sin dejarse la vida en ello”, afirma Rodríguez. También algunas cuestiones relacionadas con los impuestos, señala García Castaño, como aumentar las ayudas al Impuesto sobre Bienes Inmuebles. Pero, en opinión del concejal, el Ayuntamiento es, sobre todo, “responsable de diseñar un modelo de ciudad, de política industrial y de estrategia urbanística, que es lo que está en su mano”, políticas que pueden contribuir a reducir las diferencias norte-sur en Madrid.


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