Cuba

“El Mejunje es un ensayo de la sociedad del futuro”

23 de mayo de 2017. Fuente: CENESEX Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba

“Suavecito, suavecito”, como pregonan Los Fakires cada Viernes de la Buena Suerte, El Mejunje ha entrado en las venas de Santa Clara, se ha convertido en una parte imprescindible de su sistema vital: nadie sabe qué sería de ella sin su Mejunje, ni la ciudad quiere averiguarlo porque ya no recuerda cómo se vive sin la lúcida locura de Silverio.

Entrevista a Ramón Silverio realizada por Luisa Cuevas para CubaInformación en marzo de 2009 con motivo del 25 aniversario de El Mejunje

Por Susana Hernández Martín

Estos días en que la Jornada Cubana contra la Homofobia y la Transfobia regresa a Santa Clara resultan oportunos para conversar sobre una de las partes más polémicas –en sus inicios- del Mejunje pero también más humanas de todo el trabajo que ha realizado desde su fundación.

Desde el principio, El Mejunje ha sido un espacio para las personas LGBTI ¿hubo un propósito de su parte en que fuera de esta manera o se dio naturalmente, al igual que se sumaron otras minorías marginadas?

Creo que nada de eso estuvo en la actividad fundacional del Mejunje aunque siempre fue un espacio para todas y todos por lo que las personas que se sentían excluidas en otros lugares empezaron a nuclearse a su alrededor.

En el año 84 lo único que había para los jóvenes eran los llamados Círculos Juveniles a los que accedían los supuestos buenos jóvenes y que una de las mejores cosas que tenían era ver cómo la gente brincaba la cerca y violaban los reglamentos para poder entrar.

El Mejunje surge a contracorriente, como ha sido siempre, de estas alternativas recreativas y las personas gays, lesbianas y otros grupos se fueron acercando y proponiendo su propia visión de la cultura.

Los shows de transformismo comenzaron en el año 1992, durante un homenaje a Freddy Mercuri en el que le pedimos a la gente que viniera disfrazada y fue un motivo que encontraron las trans para vestirse de mujer. A partir de aquella noche, me pidieron permiso para hacerse un show, que en esos primeros momentos fue una imitación del programa “Contacto” que hacía Raquel Mayedo

Por esos años aparece el Sida y el sanatorio en Santa Clara. Fue una época de marginación y estigmas muy fuertes pero cuando esas personas vinieron a pedirme un espacio les dije que cómo no.

Yo creo que El Mejunje fue un lugar adelantado a todo. Cuando ves películas como “Fátima o el Parque de la Fraternidad”, te das cuenta de que cuando la policía todavía le quitaba las pelucas a los travestis en La Habana, aquí se estaba abriendo un lugar donde todo el mundo sabía que ellos eran un público mayoritario.

¿Cuál fue la reacción de la ciudad ante un lugar con estas características?

Siempre hubo personas muy adelantadas a las que no les importaba y venían aunque no tenían nada que ver con aquello. Decían en sus casas: “¡nos vemos en el lugar!” para que nadie supiera que venían para acá.

Creo que los detractores del Mejunje nunca vinieron, no lo conocían, y eso ayudó a crear un misterio, una aureola alrededor del Mejunje, que fue lo mejor porque esos lugares de los que la gente no habla, ni bien ni mal son lugares casi siempre aburridos.

También nos salvó la seriedad de nuestras propuestas culturales y, además, que los grandes artistas que pasaban por Santa Clara venían al Mejunje y luego nos daban a conocer.

Por otro lado, siempre he agradecido a la prensa que se sumó incluso en los momentos más duros, cuando la guerra era desde dentro de cultura, y a los dirigentes de esa época que se hicieron amigos del lugar y creyeron en un sitio cuando aún no daba ninguna señal para eso.

¿Cuánto ha aportado El Mejunje a que Santa Clara sea cada vez más una ciudad sin discriminación hacia las personas LGBT?

Creo que el aporte ha sido enorme: a la ciudad, a la provincia y al país. El Mejunje hizo lo que no era política en esa época y ahora lo es, porque siempre hemos estado pasados de moda en ese sentido.

Quienes vienen aquí forman parte como de una clase, una clase que incluye a todos: si un trans tiene problemas en el parque, van a tener problema con toda esa gente porque ellos lo identifican como que es de aquí.

Además hemos sacado las batallas de la comunidad LGBT a la calle que es donde se ganan porque no hacemos nada con seguir metiendo esto dentro del Mejunje si quienes vienen aquí no son homofóbicos.

Tenemos el espectáculo “Yo me incluyo” en zonas rurales que trata el tema de la diferencia y ha sido muy premiado en el teatro cubano. Se trata de una gallina que está echada con dos huevos y el padre tiene cifradas sus esperanzas en que uno de ellos va a ser el gran gallo pero que al salir es un pollo chiquito y de otro color. Al final, aunque tiene que irse porque el padre le hace la vida imposible, regresa convertido en estrella de circo y este lo acepta.

También hicimos la primera marcha contra la homofobia y la transfobia hace como seis años sin pedirle permiso a nadie, tocando cuatro latas alrededor del parque y ahora me llaman para preguntarme cuándo es la próxima.

La gente se ha unido mucho e incluso comparten una idea de país, algunos hasta tienen tatuado “el mejunje es mi país”, así que algo tendrá este sitio. Es un espacio donde ha existido mucha libertad para ser libres de toda censura.

Creo que El Mejunje es como un ensayo de lo que debería ser la sociedad en el futuro: una sociedad inclusiva y donde se respete a todo el mundo.

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