Décimo aniversario del cierre de Egin
15 de julio de 2008.
Un día como hoy, hace diez años, concretamente un 15 de julio de 1998, se cierra "Egin" y "Egin Irratia" por orden judicial.
El periódico se había fundado el 29 de septiembre de 1977. Según uno de sus fundadores, José Luis Elkoro : "Diez personas nos juntamos para poner 100.000 pesetas cada uno: había un vendedor de coches, un carnicero, un churrero... "además de los fundadores, hubo 24.000 «cuentapartícipes».
"¿Creían ustedes que no nos íbamos a atrever?" fue la respuesta del entonces presidente del gobierno, Jose Mª Aznar, a las preguntas sobre al clausura del periódico.
Diez años más tarde, las muestras de solidaridad con el diario se suceden por Euskal Herria y varios lugares del Estado. Recogemos algunos materiales publicados con motivo del triste aniversario.
Antes y después del cierre de «Egin»
Hoy se cumple el décimo aniversario del cierre político, judicial y policial de «Egin» y Egin Irratia. Es obvio que nada comenzó ni nada terminó aquella madrugada de infausto recuerdo. El Estado español, sus diferentes gobiernos, habían activado mucho antes todas las estructuras estatales y paraestatales en su ofensiva contra cualquier atisbo de defensa y construcción de Euskal Herria. Meses antes de aquella madrugada del 15 de julio de 1998, por ejemplo, era encarcelada la Mesa Nacional de Herri Batasuna. En la misma línea, lo ocurrido después, lo ocurrido en estos diez últimos años, es bien conocido por todos, y la premisa principal, la ausencia de un Estado de Derecho, es hoy, como entonces, básicamente la misma.
En estas fechas tendemos a ensimismarnos no pocas veces en los factores negativos, sin caer en la cuenta de todo lo que se ha hecho, ni valorar en toda su dimensión lo que se está haciendo, como pasos imprescindibles para perfilar correctamente lo que queda por avanzar (que, a la vista está, no es poco). Los pilares sobre los que se asienta el presente y el futuro de Euskal Herria (en todos sus ámbitos: social, económico, político... incluso comunicativo) son hoy más sólidos.
Tan sólidos como la exigencia de reparaciones por los desmanes perpetrados ayer, hoy y (con toda seguridad) mañana, cuestión ésta que viene al pelo si retomamos el cierre de «Egin» y comprobamos, por ejemplo, quiénes siguen sufriendo las consecuencias directas e indirectas de aquella «tropelía» (según la definición plasmada por Alfonso Sastre en estas páginas). Entre éstos se encuentran, obviamente, las personas condenadas y encarceladas, así como los ex trabajadores de aquel periódico, y también, es necesario subrayarlo hoy, la cabecera de éste que ahora tienen entre sus manos, GARA, a quien el Estado español sigue reclamando impunemente el pago de la deuda con la Seguridad Social atribuida a «Egin».
El Estado de Derecho es otra cosa.
15 de julio de 1998: El día que murió «Egin»
¿Por qué pedir disculpas con el nombre de quien ha luchado siempre contra la peor forma de mentir, que es la traición? Ni siquiera los que se equivocan mienten. Sólo mienten los traidores Etarte murió el día que mataron a «Egin». Aquel mismo día, sin descanso y por la noche, el juez que mata los amaneceres ordenaba a las tropas imperiales de su majestad de España cerrar las imprentas y las ideas
Un día de mediados de julio de 1998 nos dieron la noticia: Etarte había muerto. Llevábamos tiempo sin saber nada de él, de su dolencia cardiaca... La noticia nos conmovió, aunque no nos sorprendió. Trifón Etxebarria «Etarte» murió el mismo día que estaban cerrando «Egin». Quise escribir algo sobre su memoria y vida política, pero el teléfono de Hernani, como el corazón de Etarte, ya no respondía. Los talleres y la redacción del periódico estaban cerradas y ocupadas por la Policía. Finalmente fue en la sede de HB dónde me explicaron lo que estaba pasando, al mismo tiempo que me convocaban a una reunión: la gravedad de la situación dejó en un segundo plano la desaparición de Etarte. Horas después unos pocos amigos asistían a su funeral en Bilbao. No hubo nadie que tuviera tiempo para organizar la despedida que sin duda merecía. Los viejos jagijagis, los que militaron con él en Euzko Abertzale Laguntza o en las Comisiones Pro Amnistía, comentaban que nadie que acordó siquiera de colocar una ikurriña en su féretro.
Trifón murió en julio de 1998 el mismo día que un juez español cerraba «Egin», ahora hace diez años. La coincidencia no podía pasarse por alto. En el mismo momento en que agonizaba quien, por medio mítines, revistas o periódicos, con palabras de ira serena y reivindicación había unido el ayer y el hoy, un siniestro oficio de tinieblas se clavaba en la prensa independentista vasca. Entonces nos parecía casi el fin del mundo. Ahora sabemos que sólo era el principio.
¿Qué nos ha dejado Etarte? ¿Qué queda de su vida y ejemplo, que pueda todavía ayudarnos? Desde hace tiempo un libro sobre su biografía política espera en algún cajón responder a estas preguntas. En el se describe una vida de lucha nacionalista y reivindicación social. Una vida que cubre tres generaciones de patriotas con las que convivió y se identificó. Un poeta de la situación ex nacionalista famoso por sus apostasías (me refiero a Jon Juaristi), que asistió al funeral de Etarte, en un intento de comprender su propia incomprensión ha escrito un epitafio envenenado para la memoria de esta generación: «¿Te preguntas viajero por qué hemos muerto jóvenes, y por qué hemos matado tan estúpidamente? Nuestros padres mintieron: eso es todo».
Se trata de una licencia melancólica de alguien agradecido que paga su suerte deconfesando la de los demás. Siempre ha habido conversos condenados eternamente a condenar su pasado. Y de paso el de los demás. Son nuestros prometeos domésticos. Nunca acabarán de empujar la roca. Contra ellos, miles de militantes como Etarte, que se llevó a la gloria de nuestro recuerdo sus principios como lema. Si alguien quiere renegar de sí mismo, no le faltará trabajo. Pero, ¿cómo hacerlo de quien -como «Egin», como Etarte- nos ha dejado un ejemplo acuñado en años de entrega, sacrifico personal y fidelidad a un ideal político? ¿Cómo reducir la historia de tanta generosidad, dolor y esperanza a una mentira de nuestros padres? Y, ¿por qué pedir disculpas con el nombre de quien ha luchado siempre contra la peor forma de mentir que es la traición? Ni siquiera los que se equivocan mienten. Sólo mienten los traidores. Y Etarte no mintió nunca, porque acudió cada mañana de su vida a la cita con una sola disciplina: la de sus principios. Como hacen todavía tantos miles de abertzales vascos. Como hacía «Egin» hasta un día de julio de 1998.
Etarte murió el día que mataron a «Egin». Aquel mismo día, sin descanso y por la noche, el juez que mata los amaneceres ordenaba a las tropas imperiales de su majestad de España cerrar las imprentas y las ideas. Ahora sabemos que no lo consiguió. Etarte lo supo también toda vida. Testigo de cierres, guerras y atropellos, nunca reconoció la sombra que proyecta el poder sobre sus fechorías. Por eso todavía le recuerdan los compañeros de vida e historia, o quienes le conocimos sólo al final, con el entusiasmo juvenil de los ardientes años, envuelto para siempre en la bandera vasca que fue su vida.
Josemari Lorenzo Espinosa, profesor de Historia
Fuente: Gara
Diez años de un cierre que no consiguió acallar la voz de Euskal Herria
GARA ha confeccionado un vídeo que recoge los momentos más significativos del precinto y ha hablado con algunos de los testigos de aquel fatídico día en el que Euskal Herria quedó vetada nuevamente por los ataques del Gobierno español.
Para ello, este diario ha lanzado dos preguntas imprescindibles para conocer de primera mano las sensaciones que se tuvieron durante aquella jornada, y durante los dos lustros que nos han hecho llegar hasta hoy.
1. ¿Cómo recuerda el cierre de "Egin"? ¿Qué impresión le creó? ¿Cómo vivió aquellos días?
2. ¿Cómo valora el recorrido de estos diez últimos años?
IÑAKI ZAPIAIN (Director administrativo de "Egin")
1. Fué un 15 de julio de 1998, era miércoles, a las 4.00 o 5.00 de la mañana el sonido del teléfono me despertó y lo descolgué sin imaginarme lo que luego vendría. Al otro lado de la línea un policía (supongo) me dijo que tenía que acudir a las "dependencias de Egin" para estar con el juez Garzón. Mi sorpresa fue mayúscula.
Momentos después me encontraba junto al periódico. Estaba amaneciendo pero todavía estaba oscuro. Después de un primer control de la Policía Nacional, vino un segundo. Cuando les expliqué el motivo de mi presencia allí, varias decenas de policías uniformados me escoltaron, entramos a Egin por la rotativa y algunos me acompañaron hasta la redacción.
Esa madrugada detuvieron a los miembros del Consejo de Administración. Yo no sabía absolutamente nada.
Cuando llegué a la redacción me encontré con el juez Garzón. Apenas pude hablar con los trabajadores de rotativa y cierre, pero por sus caras de preocupación me fui dando cuenta de la situación. Después de contestar a las preguntas que el juez me hacía, estuve durante tres días de testigo viendo cómo la Policía vaciaba despachos, oficinas, la redacción, montaje y Egin Irratia, llevándose ordenadores, carpetas, papeles, etc...
El primer día estuve sólo pero después un compañero (Tomás Arrizabalaga) estuvo conmigo, siendo también testigo del desmantelamiento del periódico.
Cantidad de personas, trabajadores, periodistas se acercaron a Egin, pues la noticia se extendió rápidamente por todos los informativos.
Emotivo fue el momento último, cuando cerraron y precintaron las puertas exteriores. En ese momento vinieron a mi mente muchos recuerdos, de personas presentes y ausentes, algunas fallecidas, recuerdos que nunca se olvidarán.
2. Han pasado 10 años desde el cierre de Egin y Egin Irratia, posteriormente cerraron Egunkaria, hecho igualmente muy grave y lamentable para este pueblo.
Gracias al esfuerzo de muchas personas han nacido nuevos diarios que de alguna forma evitarán que la información sea privilegio de unos pocos, de aquellos que ostentan el poder económico y político.
Para finalizar no me resisto a enviar un mensaje de esperanza con el deseo más ferviente de que no se vuelvan a repetir atropellos semejantes.
KOLDO ALDUNTZIN (Colaborador de Egin Irratia)
1. Goizen egunero bezala jeiki nintzen. Goizetan AEKn klaseak ematen nituen 7.30etan, eta esnatu bezain laster irratia jartzeko ohitura nuen. Orduan entzun nuen albistea. Gorputza erabat nahastu zidan eta lehenbailehen lantokira joateko beharra sentitu nuen. Bertara gerturatu eta guztia poliziaz josita zegoela ikusi, eta atzeko aldetik joanda lankideekin bat egin ahal izan nuen. Egoera faltsu, amorragarri eta dramatikoa zen hura, ezker abertzalearen kontrako antolaketa berri bat. Egoera hartan, lankideekin eta jendearekin ahalik eta denbora gehien egoten saiatu nintzen eta une haietatik abiatu ziren bilerak eta antolaketa taldeak erantzun bat emateko asmoz.
2. Lehenengo egunetan erantzun bat eman behar zela ikus zen. Egurra ematen dutenek guztia alde dute, baina ikusten zen indarra bazegoela beste zerbait sortzeko. Ondoren Egunkarian ere lanean aritu nintzen, eta haren itxierak ere bete betean harrapatu ninduen. Orduan ere amorrua sentitu nuen, baina konturatu nintzen gertatutakoak ez zuela atzera bueltarik eta aurrera egin beharra zegoela. Jendeak elkartasun handia erakutsi izan du beti, eta egunak pasatzen diren heinean historia sortu egiten da.
KARMELE ELIZARAN ("Egin"-eko langile ohia)
1. Ohean nengoela lagun batek deitu zidan, ‘‘Egin’’-en zeozer gertatu zela esateko, nik orduan irratia piztu, dutxatu eta di-da abiatu nintzen Hernanira. Bidean, ez nuen sinisten gertatzen ari zena. Ez nuen sinistu nahi eta errealitaterekin topo egin nuen han. Amorrua, inpotentzia... ezin da deskribatu une horietan sentitzen nuena, "noraino iritsi daitezke?", galdetzen nion nire buruari. Eziago poligonoan jende mordoa biltzen hasi ginen, langileak, irakurleak, ezker abertzaleko ordezkariak... batzuk negarrez besteak oihuka. Argi genuen ezin genuela horrela gelditu, zulo horretatik atera behar genuela; gertatutakoa gure irakurleei azaldu behar geniela eta beraz, kioskoan egoten jarraitu behar genuela. Horrela hasi zen "Euskadi Información". Egun horietan, langile guztiak geunden lanerako prest, batzuk idazten, beste batzuk batzordetan, pankartak egiten... baina denak aportazen. Oso egun gogorrak eta luzeak izan ziren hasierakoak baina denak geunden hor.
2. Eginen itxiera abiapuntua izan zen, hortik aurrera herri honen, eta bereziki ezker abertzalearen aurka, mila gauza egin dituzte, Euskal Herria zapaltzeko eta ezker abertzalea desagertzeko helburuarekin guztiak. Baina nik irakaspenak jaso ditut ere, bai 18/98 zein bestelako prozedurek asko erakutsi didate. Prozesuek baino prozesatuengandik ikasi dut eta niretzako duintasunaren ispilu izan dira. Astero, hilabete luzeetan eta epailearen umilazioen aurrean burua altxatuz. Malko asko bota ditut haiek ikusiz, eta haiengan ikusi dut, ezin izango dutela inoiz herri honekin bukatu, ezingo dute Euskal Herria zapaldu. Gainera, esan nahiko nuke bai ‘‘Egin’’ eta Egin Irratia Euskal Herriaren historiaren parte oso garrantzitsua izan direla eta ez direla inoiz ahaztuko.
«Cerrar ‘Egin’ fue una animalada contra la libertad de expresión»
Entrevista a Javier SALUTREGI, último director de "Egin"
Tras permanecer durante los últimos seis meses encarcelado tras ser condenado a 12 años en la sentencia del sumario 18/98, Jabier Salutregi se encuentra en libertad bajo fianza por problemas de salud. La excarcelación del último director de «Egin» se produjo a escasos días del décimo aniversario del cierre del diario por el juez Baltasar Garzón, el mismo que ordenó su detención hace ahora diez años.
¿Cómo recuerda la madrugada del 15 de julio de 1998?
Yo estaba de vacaciones y me llamaron hacia las 5.45 de la mañana por teléfono. Pensaba que sería toda la cuadrilla del periódico que se había juntado en la despedida de una compañera, pero resultó ser un inspector de policía que me dijo que tenía a su lado a Garzón y que había un operativo policial para cerrar el periódico. Le dije que estaba a su disposición para lo que quisiera y el mismo día me trasladé primero a Bilbo y luego a Hernani, donde estaba todo revuelto con la gente fuera de la sede. Lo primero que les dije es que había que hacer lo que fuera para sacar un periódico. Todos estaban pensando lo mismo. Buscamos una rotativa y una imprenta como pudimos, en unas horas, una cabecera como «Euskadi Información», se fotocopiaron los periódicos y se consiguió sacar adelante contra viento y marea. Fue algo heroico. El calor y la solidaridad de la gente fue también espectacular con la campaña «Egingo dugu», recaudar 1.000 millones de pesetas...
¿Qué sintió al ver que se clausuraba el diario?
Me salieron las lágrimas, así de claro. Sentí que se caía todo un mundo que había sido maravilloso. En ese momento te das cuenta de lo que venía encima. Fue muy duro. Éramos un periódico libre y trabajábamos creyendo que había libertad, pero nos dimos cuenta que no.
Para entender el motivo del cierre, ¿las manifestaciones de Aznar resultaron reveladoras?
Fue muy gráfico. Hablar desde un país como Turquía, un marco tan incomparable como ése para la democracia, lo dice todo. Dejó la actuación judicial de Garzón en evidencia y también el impulso político que había detrás. Además, ese verano fue intenso. Después del cierre se fraguó el acuerdo de Lizarra- Garazi y Mayor Oreja empezó a apretar las tuercas. Le llamaron «Operación Persiana», pero fue el principio del 18/98, de lo que está ocurriendo ahora y de lo que puede venir después.
¿En la sentencia del 18/98 se ensañaron de forma especial con los encausados por «Egin»?
La sentencia es la consumación de unos hechos que comenzaron con el impulso político del PP y que lo ha gestionado después el PSOE. Les hacíamos mucho daño, como demuestra que la condena más alta se la impusieran a José Luis Elkoro -ex presidente del Consejo de Administración-. «Egin» estaba en el candelero gubernamental desde la época de UCD. Se hablaba de que lo querían cerrar, nos pusieron bombas, juicios... Hemos estado sometidos a la observación de la Justicia no con lupa, sino con microscopio. Era consciente de que podía pasar, pero seguíamos andando porque con miedo no se puede vivir. Todo el mundo sabe que el cierre fue una animalada contra la libertad de expresión, con sus complicidades porque, si no, no se sostendría en el tiempo.
¿Los actos de recuerdo demuestran que «Egin» no ha caído en el olvido?
Los vascos somos de los pocos pueblos que celebramos las derrotas para que no se olviden. Fue un proyecto informativo que nació tras el franquismo, popular, que impulsó nuevas fórmulas e hizo crujir el mercado. Estuvo sostenido económicamente por los lectores porque era boicoteada por UCD, PSOE, AP y hasta por el Gobierno vasco. Fue un camino largo y duro que compartimos con nuestra gente. Ahora es un periódico para la leyenda popular que está dentro de la historia de este pueblo. Ya no está en la calle, pero sigue en el corazón de mucha gente porque era un periódico de puro sentimiento.
Noticias relacionadas
- mayo de 2012 El cielo de la noche de Euskal Herria
- noviembre de 2014 Baltasar Garzón, el colaborador para el blanqueamiento del régimen de Marruecos
- abril de 2015 «’Egin’ era muy malo para lo que el Estado quería: que no hubiera voces discordantes»
- abril de 2017 ’Egunkaria’, la muerte de un periódico que era inocente