Contar historias, transformar la realidad
18 de abril de 2008.
Entrevista con Wu Ming 2 del colectivo de escritores de la Wu Ming Foundation
Raquel Campuzano. Diagonal
La última novela de Wu Ming (seudónimo de un grupo de cinco escritores que trabajan de forma colectiva), ‘Manituana’, nos descubre cómo narrando el pasado podemos leer el presente y articular nuevas alternativas futuras. Hablamos con Wu Ming 2 aprovechando su participación en la última edición del festival Zemos 98, en Sevilla. Provenientes del movimiento situacionista del norte de Italia, Wu Ming se dieron a conocer con la novela Q, que firmaron bajo el nombre colectivo de Luther Blisset. En 2003, ya bajo su nombre chino -que significa ‘anónimo’-, publicaron 54. Ahora vuelven a la carga con Manituana, primera parte de una trilogía sobre la Revolución Norteamericana. Desde un explícito rechazo hacia “la máquina de hacer celebridades” que convierte al autor en una estrella, Wu Ming privilegia la importancia de la obra y no la fama de quien la produce. Una opción que les lleva, por ejemplo, a ofrecer sus textos en licencias libres desde su página web.
DIAGONAL: En novelas como Q, Manituanao 54 la traslación pasado-presente es un diálogo continuo...
WU MING 2:El pasado siempre está con nosotros. Y nuestras historias son una manera de mantenerlo vivo, de construir y comprender los hechos para leer el presente. El marco que hemos escogido es lo metafórico, el uso de la analogía, que son estrategias narrativas y también interpretativas. La capacidad de leer las metáforas dota a los hechos de un sentido en sí. El modo en que yo cuento un hecho determina el modo en que lo comprendo. La historia del pasado nos sirve como llave para interpretar los hechos, hacer emerger algo de una vasta masa de información que establezca un cuadro que ayude a la interpretación. Por otro lado, es un modo de convocar el decir del pasado, las figuras del pasado. Historias en su mayor parte de casos marginales, de conflictos un tanto parciales, pero que determinaron el curso de la historia. Así, cuando parece que todo está determinado, que no existe alternativa posible, si uno va hacia el pasado puede ver que existían tantas alternativas posibles. La historia nos enseña que siempre existe una alternativa, una fisura por la cual es posible introducirse.
D.: Decís que hasta 2012 vais a trabajar en la trilogía de Manituana. ¿Y después?
W.M. 2: Wu Ming es un proyecto destinado a durar. Buscamos que haya un proyecto largo, que se desarrolle en el tiempo. Y sentimos que continuaremos escribiendo para que en la literatura, al contar historias, el trabajo colectivo, la colaboración, sean una vía posible. Nuestro modo de trabajar es parte del mensaje que se quiere dar. Que cinco personas puedan escribir conjuntamente, puedan colaborar de forma creativa –cosa que para la mayoría de la gente es algo muy individual, muy ligado al ego– y que en este territorio podamos plantar la bandera de la interacción, es algo importante. De aquí en adelante continuaremos haciéndolo, es una especie de monumento a la posibilidad del trabajo colectivo.
D.: El proyecto Luther Blisset fue una etapa de activismo muy intensa. ¿La reagrupación en torno a Wu Ming Foundation abre una nueva etapa de reflexión teórica?
W.M. 2: Tanto Wu Ming como Luther Blisset (LB) son dos experiencias narrativas. LB estaba más cercano a la acción política directa, pero el objetivo principal del proyecto era contar la biografía imaginaria de este personaje inventado, un nombre colectivo, una identidad múltiple que muchos asumieron y que hizo crecer la reputación virtual y múltiple del personaje. Aunque no era una declaración narrativa en particular, los del grupo de mi ciudad, Bolonia, firmamos como LB una serie de textos que enviábamos a los periódicos. Era una actividad narrativa, realizada a través de las cartas a los periódicos, mediante pequeñas acciones en la ciudad, en un programa radiofónico y otros instrumentos, para evidenciar lo fácil que es crear una noticia, hacer creer a un periodista una cosa absolutamente inexistente, falsa. Aquí el instrumento de verificación quedaba en un segundo plano, lo importante era publicar una noticia. Wu Ming es contar historias de nuevo, aunque esta vez no es para confundir a los periodistas y demostrar cuán infectado está el mundo de la información, sino historias que puede contar una comunidad, que pueden motivar la acción política, servir para leer el presente e interpretar los hechos.
D.: Uno de los significados de la expresión Wu Ming es el de ‘cinco nombres’. ¿Se trata de un grupo cerrado?
W.M. 2: Se trata de un narrador con cinco textos, no somos cinco narradores, somos un autor colectivo. Seguramente, respecto a LB, el grupo es más cerrado, en el sentido de que los LB eran “conviértete en Luther Blisset”; hoy no se podría decir “conviértete en Wu Ming”. Porque de hecho, escribir una novela es una actividad bastante complicada que no podemos pensar que involucre de manera definitiva a cualquiera o recurra a un grupo, a un colectivo una y otra vez para cada novela. La participación en Manituana, a través de la web, facilita la posibilidad de entrar en contacto muy directo con nosotros, de intervenir. La comunidad de personas cercanas al proyecto se convierte en una especie de sexto elemento del colectivo. Por ejemplo, los personajes femeninos de nuestra novela los hemos ido mejorando –somos cinco hombres, por lo que tenemos ciertos problemas al respecto– gracias a la interacción con las lectoras que nos han mandado críticas, algunas muy fuertes, sobre este tema.
No es una interacción cuya finalidad sea hablar con los lectores, pero sin cambiar nada al final, porque los autores somos nosotros. Es una interacción que desde mi punto de vista sí ha cambiado y nos ha dado muchos consejos para nuestro trabajo.
D.: Los medios de comunicación se han erigido en los narradores de nuestro presente. ¿Hay que estar fuera de los medios o se puede estar dentro para articular una contranarración?
W.M. 2: Sí, se puede estar en el interior del sistema mediático. Nosotros publicamos en una gran editorial italiana y algunos colaboramos con periódicos, revistas, etc. Hay modos diversos de hacerlo. Nuestra manera de llevarlo a cabo ha sido como una suerte de puerta abierta, como un observatorio que reportara a la comunidad lo que sucede dentro del sistema. No es colarse en el sistema, trabajar desde dentro, en el sentido trosquista de ‘entrismo’ dentro de una estructura.
D.: ¿Las nuevas tecnologías son el único medio de expresión crítica o existen otros canales de difusión?
W.M. 2: Una gran parte de la población de un país como Italia se ha quedado fuera de las nuevas tecnologías por motivos culturales. Pienso en toda la población de más de 50 años a la que le da mucha pereza acceder a sitios como Manituana y que, sin embargo, accede a multitud de contenidos a través de canales tradicionales, como el libro que compra en la librería, o el periódico que consigue en el kiosco. Nosotros aprovechamos el modo de producción del sistema editorial. Cuando publicamos Q en el ‘99, el contrato con la editorial era del ‘96 y de la licencia Creative Commons ni se hablaba. LB, por su naturaleza de identidad múltiple, era un proyecto por el copyleft, aunque vimos que en ese momento era imposible publicar en una gran editorial una novela copyleft, de manera que fuera reproducible. Cuando la editorial Enaudi ha aceptado hacerlo, gran parte del objetivo de LB se ha logrado.
CREATIVE COMMONS
D.: ¿Cómo ves el debate entre las leyes de propiedad intelectual y las licencias libres?
WU MING 2: Creo que la música es el campo más avanzado. La industria discográfica está en crisis e intenta superarla con el control. En lo tocante a nuestro modo de producción, está claro que si la fórmula copyleft que incluimos en nuestros libros hace que los editores no consigan vender libros, probablemente sea una experiencia que no sea capaz de continuar. Aunque en nuestro caso, encontramos la necesidad de tener un modo de subsistencia y el derecho de los lectores a acceder a un texto gratuito. Éste es el desafío.
Fuente: Diagonal
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