“Ahora que saben que existe el 8 de marzo, lo queremos todos los días”

6 de marzo de 2020. Fuente: Pikara Magazine

Haizea Miguela y Verónica Molina son miembras de la Comisión 8M de Madrid. Hablamos con ellas sobre cómo se están desarrollando las acciones enmarcadas en el 8 de marzo de este año y en las metas que se persiguen.

Este 8 de marzo no va a haber huelga feminista en todo el Estado, aunque sí en Catalunya. ¿Por qué este cambio de estrategia?

Haizea Miguela: La huelga era una estrategia muy útil para poner encima de la mesa los problemas que tenemos las mujeres en nuestro día a día. En el movimiento feminista, a lo largo de toda su historia, las mujeres hemos analizado cuáles son nuestros problemas y, a partir de ahí, hemos intentado encontrar respuestas. Hay que entender que la huelga feminista era una estrategia para poner en el centro del debate social qué problemas tenemos y cuáles son las propuestas del movimiento feminista para solucionar estos problemas. ¿Por qué de repente dejamos de utilizar esa estrategias y optamos por otras? La huelga no es un resultado, no es el final, el 8 de marzo es un día más dentro de un continuo. Para nosotros ha sido un proceso en el que ha ido creciendo la gente que se ha sentido interpelada. Mucha gente ha puesto el 8M encima de la mesa, pero después de haber hecho huelga dos años, de haber mejorado las relaciones a nivel internacional y estatal, siendo una estrategia muy útil porque nos ha ayudado a pegarnos a los territorios, ahora la manifestación es una cosa más y hacemos muchas otras acciones de forma conjunta, desde la diversidad de realidades. No todas tenemos los mismos planteamientos y tenemos muchísimos debates, pero hay mucho trabajo colectivo construido, mucha apuesta por el común y ejercicio de generosidad política porque hacemos una lectura de contexto político. Pero también es un ejercicio de construcción colectiva, de aprender a pensar apegadas a los barrios, que tienen un feminismo muy específico que es, como decía una amiga mía, el feminismo de la tía Loles. Muchas veces el feminismo se ha planteado desde ámbitos alejados y éste es un feminismo basado en los barrios, con lenguaje popular, sencillo de entender, para arreglar cuestiones de todos los días, porque si no abordamos el problema de la vivienda difícilmente podemos solucionar la violencia machista o se puede decidir entre abortar o no abortar. Se ha ido haciendo un proceso que ha generado músculo. En la última asamblea había 300 personas frente a las 20 de hace unos años. Hemos pasado de una manifestación con un manifiesto a cuatro acciones públicas, un encuentro antirracista, una manifestación por los derechos sexuales y reproductivos, una concentración frente al Congreso pidiendo la derogación de la Ley de Extranjería, visibilizar las violencias machistas o la cadena humana. Porque el objetivo fundamental es que ahora que estamos todas, ahora que ya nos ven, ahora que saben que existe el 8 de marzo, el mensaje para lanzar es que lo queremos todos los días, que todos los días sean 8 de marzo, que nuestros derechos no son negociables, que no queremos vivir una vida de superviviencia. Queremos una vida digna para todas la personas reconociendo la diversidad y necesitamos palabras para reconocer esa diversidad, para poder denunciar la violencia machista, para poder denunciar que las fronteras están condicionando mi vida, que se me cree menos por mi color de piel en este país. Por eso es la revuelta [la revuelta feminista es la acción que durante un mes, entre el 8 de febrero y el 8 de marzo, se ha organizado en Madrid] no es una negación de la huelga, es experimentar otras estrategias para poner encima de la mesa que la vida digna de las mujeres, lesbianas, personas trans, tiene que ser cada uno de los días y se necesitan medidas ya en todos los ámbitos, desde los señores que acompañan nuestras vidas, a las instituciones que están velando por la protección de la legalidad, las empresas en las que tenemos que trabajar o los espacios comunitarios en los que participamos.

Verónica Molina: En la parte internacional vamos viendo los diferentes contextos políticos en los que se va usando la herramienta de la huelga, que tradicionalmente se ha visto en el entorno laboral pero, sin embargo, ni todas estamos con un empleo formal, ni todas podemos parar. Y de todas formas, ¿quién cocina?, ¿quien cuida?, ¿quién pone la lavadora?, ¿quien recoge a los niños?, ¿quien piensa y gestiona los cuidados? Creo que va mucho más allá, por eso la huelga se planteó en diferentes ámbitos y tipos. Entendemos la huelga simplemente como una herramienta y no lo reducimos al contexto laboral. Este año no convocamos huelga laboral en el contexto madrileño, pero estamos de revuelta. Para mí el concepto de revuelta es mucho más potente porque has tenido todo el mes, y todavía lo que falta, reclamas nocturnas, hemos hecho la operación araña, tenemos la concentración frente al Congreso, hemos hecho un encuentro antirracista… En este «mujeres» amplio traemos todas las reivindicaciones por delante y para mí eso es lo interesante: el concepto de revuelta trae un debate, trae el poner la vida en el centro.

«Si no abordamos el problema de la vivienda difícilmente podemos solucionar la violencia machista o se puede decidir entre abortar o no abortar»

Hablabais del concepto de la huelga, ¿ha sido un obstáculo su concepción legal?

Haizea Miguela: Nosotras hemos repensado ya la huelga, un repensar que está en permanente construcción, como la sociedad en general. Nos hemos dado cuenta de que hay mucha gente que no puede parar y, ¿cómo hacer para movilizarnos desde las limitaciones? Las huelgas se hicieron legales tras el trabajo de muchos años del movimiento sindical. Igual es verdad que tenemos que pensar, y más ahora con las leyes mordaza, cómo se garantiza la participación de la ciudadanía y el disentir. Para nosotras es una limitación, lo hemos dicho desde el principio, y la huelga feminista amplía las huelgas tradicionales porque en estas no cabíamos, no cabía la vida completa de las mujeres. Porque nosotras necesitamos poner el acento en otras muchas partes de la vida que no son el empleo, aunque también en lo laboral. Por eso necesitamos hacer una huelga en cuatro ejes.

¿Y la participación de los hombres en la huelga?, el pasado año fue uno de los mayores interrogantes entre nuestros compañeros. Muchos optaron por hacer huelga en solidaridad con las mujeres, otros en no hacerla precisamente para no obstaculizar la visibilidad de los puestos de trabajo vacíos de las mujeres.

Verónica Molina: Yo más que si hicieron huelga preguntaría si acudieron a los puntos de cuidados. Porque realmente la propuesta desde los compañeros feministas aliados fue que si nosotras paramos en lo laboral pero también en los cuidados, en el consumo, ellos acuden a centros en los cuales hay un punto de cuidados donde se iba a hacer comida, cuidar a la infancia y otras cuestiones. Esto venía convocado por el movimiento feminista y las problemáticas son las nuestras, y ellos podían apoyar desde los lugares que se habían habilitado.

Haizea Miguela: Y el no saber responder o las distintas respuestas que hubo cumplen un objetivo de la huelga, que es poner en jaque el debate de cómo están repartidos los cuidados, el empleo, el consumo, quién va al mercado, quién utiliza los alimentos cada día para poner un plato encima de la mesa e ir al empleo al día siguiente. Si tuviéramos indicadores, que uno de ellos en las huelgas tradicionales es la electricidad no consumida, para mí uno de los de esta huelga sería en cuántas casas se debatió cómo afrontar esta propuesta, que se plantearan por dos minutos, dos horas o dos semanas cómo lo tienes que hacer es uno de los objetivos de la huelga… Con compañeras argentinas hablábamos de lo que es el tiempo de las mujeres, el tiempo para una misma, para sus propuestas, para sus problemas. Fue un éxito porque nadie pudo mirar a otro lado. ¿Cómo afrontamos un día sin mujeres? Ese era uno de los objetivos, que de repente muchos señores se digan “¿qué hago yo ahora?”. Y también ellos tienen que construir la respuesta, porque el movimiento feminista constantemente construye respuestas para dignificar sus condiciones de vida, pero hay una parte que es un problema conjunto y global. El hecho de que se plantearan si participar o no es un logro. En la revuelta feminista de este año no es un “¿cómo me ubico yo ante esto?, ¿voy a la mani del 8 de marzo?”, es un “¿cómo hago para que todos los días comparta la vida en igualdad de condiciones, desde las necesidades diversas que tenemos las personas?”. Cada uno de los señores se tiene que preguntar qué hacer para garantizar que todos los días tengamos derechos, que tengamos una vida libre de violencias, pero también cómo planteamos la migración.

Haizea Miguela (izda.) y Verónica Molina, en Madrid. / Foto: Álvaro Minguito

Las fronteras y el antirracismo están cada vez más en el centro del debate, ¿qué objetivos hay? La abolición de la Ley de Extranjería es un grito a voces…

Haizea Miguela: Para que no sea un obstáculo en las condiciones de vida digna de las mujeres, pero no solo la Ley de Extranjería, sino todo el tema de entender la composición de la sociedad, que es diversa y no solo por el proceso migratorio. Siempre ha habido culturas distintas, personas diferentes y formas de entender distintas. Una cosa es lo que condiciona la vida la Ley de Extranjería y otra es la representación de la sociedad en la que vivimos.

Verónica Molina: Y a dónde te llevan las condiciones puntuales. No tenemos puntos de partida iguales. Hay reivindicaciones comunes que, de manera localizada, afectan de manera muy, muy particular según cómo el Estado nos sitúa. Yo creo que una reivindicación antirracista superpotente no es solamente pedir la abolición de la Ley de Extranjería sino el reconocimiento de la diversidad, la ratificación del convenio 189 de la OIT [Organización Internacional del Trabajo]…

Haizea Miguela: La revisión del currículum, para que el reconocimiento de que esta diversidad existe y forme parte de los libros de texto. Para no verte desde la geneidad, no ser siempre la otra.

Verónica Molina: Para señalar a Colón como un violador y quitar un poco el mito. Yo creo que la propuesta feminista es tan amplia porque cuando se habla de vivienda también se está hablando de antirracismo feminista. El argumentario que hemos realizado durante estos últimos años recorre todos los tramos y los conecta. Hablamos de vivienda, de pensiones, porque ¿cómo vivimos si nosotras somos las que cuidamos a vuestras abuelas pero después no tenemos pensiones?, ¿cuándo voy a tener tiempo para mi desarrollo como ser humano? Porque si estoy pegada al suelo no tengo tiempo para poder hacerlo. Todo confluye y todas intentamos caminar juntas, y entendemos que todas y cada una de las reivindicaciones son necesarias porque apuntan a elementos estructurales del sistema, y todo esto desde un lenguaje muy local para que me entienda la abuela y me entienda mi compa.

Haizea Miguela: Esto no es algo nuevo. Por ejemplo, cuando fue el encuentro antirracista, en redes sociales compartíamos una frase de 1982: “Saberme mujer no me era suficiente, saberme mujer lesbiana no me era suficiente, saberme mujer lesbiana y afrodescendiente no me era suficiente. Hasta que no entendí la casa que habitaba con todas mis diferencias”. Porque si eres una mujer racializada necesitas las dos herramientas para poder garantizarte una vida digna. No hay distintos movimientos, sino que necesitas generar una propuesta desde la complejidad que es tu vida. Tenemos que pensar las propuestas del movimiento feminista apegadas a la realidad, y en esa realidad, para una mujer trans, el acceso al empleo está mucho más complicado y no puede decidir entre representación y redistribución, tiene que utilizar las dos. Es decir, hay que pedir la despatologización de la transexualidad para poder avanzar en derechos y tener una vida digna. No podemos dejar las cosas en plan “ahora te arreglas esto, luego te arreglas lo otro” porque es como cuando nos hacían elegir entre empleo y cuidados, y sin corresponsabilidad no voy a tener igualdad salarial. Esto es igual, ¿cómo se va a tener una vida en igualdad si existe el racismo?, ¿cómo voy a tener una vida sin violencias o voy tener herramientas para salir de una relación de violencia machista si no tengo garantizado el derecho a la vivienda?

«Hay muchos sistemas de opresión que están jugando y condicionando nuestras vidas y necesitamos poder nombrarlos»

El año pasado el gran debate, muy encarnizado, dentro de los feminismos trató sobre el trabajo sexual. Ahora, la inclusión de las mujeres trans en el movimiento feminista y el rechazo por parte del Partido Feminista han provocado incendios. ¿Es la explosión del movimiento feminista la causante de que se visualicen y se hagan tan virulentos estos debates?

Haizea Miguela: Normalmente la Comisión 8 de Marzo es una flor que nace en enero y se marchita a finales de marzo. En ella se hace el manifiesto y se organizan las acciones, y se ha convivido con mucha diversidad durante todos estos años, con debates tan fuertes e igual de encendidos que ahora, aunque no estaba Twitter. El debate de la prostitución ha estado presente y de manera encendida toda la vida, pero ha habido convivencia dentro de los espacios unitarios, puede que porque nos sabíamos pocas. Hetaira, durante sus casi 25 años de existencia, estuvo presente en la Comisión 8 de Marzo construyendo los mensajes colectivos y en el manifiesto muchas de sus reivindicaciones nunca entraron. Se habló de las ordenanzas cívicas, porque todas estamos contra las trata y que se penalice a las mujeres y queremos que se garanticen sus derechos, pero en cuanto a la vía en la que se garanticen esos derechos… Abordar el debate y construir una postura en concreto no se hizo nunca, y en esto hay muchas pistas de cómo afrontar estos debates en la actualidad. Yo creo que el debate sobre quién es el sujeto del feminismo viene de lejos. El ¿a quién afecta el patriarcado? El lenguaje siempre ha sido muy importante para las feministas porque para poder ver las consecuencias del patriarcado necesitas palabras para nombrarlas. Necesito llamar que esto es una violencia machista porque afecta más a las mujeres por el hecho de ser mujeres. Constantemente el feminismo ha utilizado palabras para poder nombrar la realidad. Al analizar y poner palabras también voy consiguiendo las estrategias para solucionar estos problemas. Y voy viendo que no solamente es el patriarcado, que la heteronorma también condiciona, porque ¿cuánta gente ha utilizado el matrimonio y ha tenido una vida que no quería tener porque el destino social de las mujeres era tener familia? El debate sobre el sujeto del feminismo no es de ahora. En 1851 Sojourner Truth dijo “¿acaso yo no soy mujer?”. Era una mujer que defendía la abolición de la esclavitud y hablaba del sufragio de las mujeres negras. Es tan viejo como esto. Las mujeres, con distintas condiciones de vida, han dicho “oye, que nosotras existimos”. Porque para Betty Friedan era un debate el derecho a trabajar, y luego, para otras mujeres ¡qué iba a ser un debate! si la mayor parte de las mujeres negras estaban trabajando. Las mujeres trans fueron las que estuvieron en las revueltas de Stonewall en el 58. Si no hubiera sido por Sylvia Rivera y Marsha Johnson no hubiera habido esas revueltas. También hubo mujeres lesbianas y hombres gays, pero ellas estaban porque han formado parte siempre de la vida. Las mujeres y el movimiento feminista siempre hemos necesitado palabras. Entonces dices “patriarcado, que es lo que me fastidia la vida”. Luego dices “el heteropatriarcado es lo que me fastidia la vida”. Y entonces vienen lecturas más machistas de que es el heteropatriarcado capitalista. “No, joder, es el cisheteropatriarcado”. Y después vamos al cisheteropatriarcado capitalista capacitista y racista, que también es muy importante. Y de repente tienes una palabra gigante que a ti te parece que expresa todos tus problemas Pero que luego tu prima no entiende. Hay muchos sistemas de opresión que están jugando y condicionando nuestras vidas y necesitamos poder nombrarlos para poder decir “esto, esto y esto es lo que me fastidia, porque en un mismo cuerpo me estás jodiendo todas mis condiciones de vida”. Y, claro, muchas veces hay tensiones entre nombrar la realidad y hacerse entender, entre intentar conseguir un logro y que se consolide lo conseguido. Porque eso es un movimiento vivo, porque el movimiento feminista tiene mucha fuerza, tiene potencia. Somos muchas intentando mejorar nuestras condiciones de vida.


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