“Somos los presos incómodos de la Transición y luchamos contra su falseamiento"

18 de enero de 2012. Fuente: Diagonal

Represaliados del tardofranquismo reclaman su lugar en la memoria colectiva desde la asociación La Comuna, que se presenta en Madrid el próximo 21 de enero.

Entrevista de Diagonal

PRESOS POLÍTICOS. José Luis Pérez, Chato Galante y Manuel Blanco, resistencia antifranquista. Foto: David Fernández


La lucha por la memoria y contra la impunidad franquista ha conocido en los últimos años cierto auge con la localización de fosas comunes y las demandas por la rehabilitación de las víctimas del genocidio durante y después de la Guerra Civil. Sin embargo, en ella había un espacio vacío, el de los opositores en el tardofranquismo. Reconocen que lo que sucedió hace 70 años está aún en carne viva, pero “nuestro tiempo es otro”, afirma José Luis Pérez, preso político en esta época. “Nosotros las víctimas las llevamos encima”, aclara Chato Galante, que también pasó por prisión. “Somos la generación que a partir de los años 60 se enfrentó a la dictadura y que sufrió, por ello, tortura, cárcel, exilio, clandestinidad y el más diverso tipo de represalias. Somos las represaliadas y represaliados vivos, quienes podemos dar testimonio directo de aquellos crímenes”, proclama el manifiesto de La Comuna.

En el relato oficial, “se presenta la Transición como la salida pacífica de una dictablanda en la que ya apenas había represión política, lo que es una falsificación”, sostiene Chato. “No se repararon los perjuicios que causó el régimen, por lo que no hay reconciliación en el proceso”, apunta José Luis. Los represaliados de ese tiempo “resultamos incómodos porque es una época cercana, todavía vivimos los represores y nosotros, nos podemos ver las caras”, señala Manuel Blanco, que también pasó por los presidios franquistas.

“Nuestra propia existencia como presos en ese período pone en cuestión ese mismo modelo de transición. Hubo decenas de miles de encarcelados, condenados a muerte y asesinatos políticos. Impugnamos lo que dice Mayor Oreja de que fue una época apacible. El Franquismo fue un régimen brutal hasta el último minuto”, sentencia José Luis, que argumenta que “no es un período de irregularidad histórica, como quieren hacer ver, es una dictadura que ha sido sangrienta y para terminar con ella algunas fuerzas pactaron como reconciliación algo que nuestra existencia demuestra que es inaceptable”. Para Manuel, “quien gana (la Transición) es la gente que ganó la guerra, imponiendo un modelo previsto por el dictador. Es una componenda entre un sector del antifranquismo y una parte del régimen”.

Los pactos de la Transición impusieron un manto de silencio sobre la naturaleza del Franquismo y sus crímenes, “en la Transición abundaba el arte de hacer que las cosas no existan”, ya que “no se juzgó a los franquistas, no se depuraron responsabilidades, se hizo una ley de punto final”, lamenta José Luis. Manuel no duda en afirmar que “todo el aparato policial, judicial y carcelario franquista tiene una continuidad perfecta con los de la monarquía, pasan intactos, sólo se cambian las placas de los despachos”.

Cultura de la tortura

Las torturas en este período eran frecuentes. “El trato en comisaría dependía del momento en que te cogieran”, explica José Luis, “yo caí 15 días después de que mataran a un policía y me tocó la parte más dura”. Chato cuenta que “al entrar en comisaría nos hacían el pasillito y nos molían a golpes. En los interrogatorios la Policía pretendía destruir nuestra dignidad más que sacarnos información. No es que aumentaran la presión en función de la pregunta que te habían hecho, te golpeaban antes de preguntar”. “Intentar dialogar no te ahorraba ninguna hostia, y después llegabas a la celda con una sensación muy fea, como de colaboración”, expone José Luis. Manuel asegura que “hay una continuidad entre la policía armada, creada con el asesoramiento de un nazi como Himmler, y la policía nacional actual. La cultura de estos cuerpos ha cambiado nada o muy poco”.

En otros países, como en Portugal o Alemania, al finalizar sus regímenes represores los archivos policiales se han hecho públicos. Sin embargo aquí, denuncia José Luis, “los archivos de la brigada político social no se han divulgado, ni siquiera para la investigación. Han pasado 40 años y no se conoce ni los nombres de represores, ni cómo siguieron en el aparato del Estado. Exigimos que se abra”.

El Tribunal de Orden Público fue el siniestro instrumento con que el tardofranquismo reprimió delitos como injurias al jefe de Estado o asociación ilícita, en referencia a militancia en partidos y sindicatos no autorizados por el régimen. Instruyó 3.798 causas antes de que el Gobierno de Adolfo Suárez lo cerrara, ya en 1977, y trasladara parte de sus competencias a la Audiencia Nacional. “La magistratura podrida pasó íntegra a la monarquía. Cualquier juez que esté en torno a los 60 años ha pertenecido casi con toda probabilidad al aparato franquista”, apunta Manuel. “Aunque seguro que existían y existen individualidades diferentes, al que torturaba, al juez militar de los consejos de guerra, le han ascendido ya con la monarquía, si no ha muerto impune hace poco”, acusa José Luis.

Reivindicaciones de La Comuna

El objetivo principal de La Comuna es luchar contra la impunidad del Franquismo, exigiendo la derogación de las leyes de amnistía. “Queremos denunciar la falsificación de la Transición que nos quieren hacer creer con la versión oficial”, lanza José Luis. “Yo pelearé por ver en el banquillo a Billy el Niño (apodo del tristemente célebre torturador Juan Antonio González Pacheco) porque se lo debo a la gente que palmó”, contribuye Chato.

También forma parte de su reivindicación la depuración del aparato del Estado. “Queremos que quienes participaron en la represión sean apartados y procesados por sus crímenes. No es aceptable que, todavía hoy, en la judicatura o los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, sigan ocupando puestos de responsabilidad quienes juraron y acataron principios del movimiento nacional”, proclaman en su manifiesto. “Pedimos la anulación de todos los procesos del Franquismo. No queremos la amnistía de los mismos que nos condenaron sin legitimidad, queremos que esa condena se anule”, explica Chato. Entre sus reivindicaciones, también piden reconocimientos legales. “Hay una serie de derechos que tenemos que tener, relacionados sobre todo con la cotización a la seguridad social de quienes estamos a punto de pasar a la jubilación. Está documentado que fuimos represaliados, y eso es la prueba de que nuestra militancia fue un servicio a la comunidad”, explica José Luis.

La Comuna, aseguran, “está abierta a todas las personas que por su participación política sufrieron las represalias del Franquismo”.


Presentación de la Asociación “LA COMUNA”

El sábado, día 21 de Enero a las 12h., en Madrid, en el Salón de Actos del I.E.S. “Lope de Vega” (C/ San Bernardo, nº 70) se presenta la Asociación “LA COMUNA”


Somos las represaliadas y represaliados vivos. Los últimos luchadores y luchadoras que fuimos presos en las cárceles del franquismo.

Defendemos la memoria de nuestra lucha y de la represión franquista, y trabajamos contra la falsificación de la historia.

Luchamos por la dignidad y los derechos de todas las mujeres y los hombres que sacrificaron su vida para luchar contra el franquismo y queremos la anulación legal de todas las condenas que dictaron aquellos tribunales.

Luchamos contra la impunidad. No hemos olvidado:

No hemos olvidado la angustia de aquellos días interminables de sufrimiento físico y moral en las detenciones policiales y tampoco hemos olvidado la cárcel y el sacrificio de aquellos años, que nunca nos fue reconocido por la sociedad.

Tampoco hemos olvidado que aquella gran estafa, que se llamó la transición, dejó impunes a los que reprimieron, torturaron y asesinaron. Y que permitió hacer carrera a los que nunca dieron cuenta por la aplicación de aquellas leyes injustas. Luchamos para identificarlos y llevarlos ante la justicia y exigimos su condena pública y moral.

Luchamos por mejorar las condiciones materiales y la situación personal de todas las represaliadas y represaliados vivos.

Reivindicamos la memoria de nuestra lucha, pero vivimos en el presente. No olvidamos que nuestra lucha no fue solo contra el franquismo, sino también por construir una sociedad nueva. Por ello, también estamos hoy junto a todos los hombres y mujeres que siguen trabajando por un mundo mejor y más justo.

Nuestra memoria, el testimonio de nuestra lucha, el presente de nuestra vida, la fraternidad solidaria, la defensa de nuestros ideales y la lucha por la libertad y la justicia.

Esto es La Comuna.
Para ello te necesitamos junto a nosotr@s.
Por eso hemos creado La Comuna.

Fuente: Asociación La Comuna


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