Los niños no deseados de la Purisima
21 de enero de 2010.
Oct//2009-. Bilal -casi no ha llegado a los 20, marroquí, espigado, ojos enormes- se guarda el miedo entre las manos, como el pegamento que esnifa antes de ponerse en marcha hacia el puerto. Él es uno de los hijos no deseados de la Purísima, el fuerte reconvertido en centro de acogida para los menores que llegan a Melilla en su huida hacia el primer mundo. Se supone que debería de haber recibido estudios y la posibilidad de regularizar su situación, pero, en lugar de ello, habla de malos tratos, de humillaciones y de una política que le empuja a volver por donde vino. La mayoría de chavales que, como Bilal, siguen encerrados en Melilla, son marroquíes o argelinos, y ya han descubierto que el desarrollo no tiene sitio para ellos. Cuando cumplen los dieciocho, sólo les queda la calle. De este modo, decenas de jóvenes inmigrantes sin papeles sobreviven en las chabolas que bordean algunas zonas fronterizas de la ciudad autónoma. Viven en la calle. Comen lo que pueden. Roban cuando les dejan. Y el resto del tiempo lo dejan correr intentando abstraerse lo máximo posible. Sólo tienen dos opciones: colarse en algún barco que les lleve a la península o ser expulsados. En este caso, volverán a intentarlo.
Noticias relacionadas
- julio de 2015 Alrededor de 60 niños habitan las calles de Melilla