Conmoción en Irlanda por los abusos sexuales endémicos en centros de la Iglesia católica durante décadas
28 de mayo de 2009.
Un documento estremecedor, de 2.575 páginas, en que se describen sesenta años de malos tratos y abusos sexuales cometidos contra 35.000 niños y adolescentes a cargo de 250 instituciones religiosas, convertidas en sádicos campos de concentración. Este informe, elaborado durante nueve años de investigación por la Comisión Investigadora de los Abusos de Niños, recoge testimonios de más de mil testigos acerca de sucesos acaecidos entre 1914 y 2000. Unos 25 casos tratan de abusos anteriores a 1930 o posteriores a 1990.
Innisfree 1916
En general no me gusta hablar de malas noticias en este blog, pero la realidad es como es, nos guste o no. Y si no he hablado antes de este asunto, ha sido por falta de tiempo, no por voluntad de silenciarlo. Ya se ha ocultado durante demasiado tiempo. Me refiero al Informe Ryan sobre los abusos sexuales cometidos en el seno de la Iglesia católica en Irlanda. Un documento estremecedor, de 2.575 páginas, en cinco tomos, en que se describen sesenta años de malos tratos y abusos sexuales cometidos contra 35.000 niños y adolescentes a cargo de 250 instituciones religiosas, convertidas en sádicos campos de concentración. Este informe, elaborado durante nueve años de investigación por la Comisión Investigadora de los Abusos de Niños, bajo la supervisión del juez Sean Ryan, recoge testimonios de más de mil testigos acerca de sucesos acaecidos entre 1914 y 2000. De ellos, unos 25 casos tratan de abusos anteriores a 1930 o posteriores a 1990. El informe enumera 216 establecimientos como orfanatos, reformatorios, albergues, hospitales, escuelas o lavanderías (que fueron cerrados a mediados de los años 1980, cuando los abominables abusos salieron a la luz). De todos ellos, más del 70 por ciento de los lugares eran regentados por instituciones de la Iglesia católica, a la que unas 800 víctimas dirigen acusaciones verificadas contra sacerdotes, religiosos, religiosas y otros miembros de la Iglesia por abusos físicos, emocionales o sexuales.
La sociedad irlandesa ha quedado seriamente conmocionada con la constatación de la dimensión de este terrible fenómeno. Ryan en sus conclusiones afirma que el abuso de niños se hizo «endémico» en los establecimientos aludidos, lo cual hace suponer que unos niveles insoportables de impunidad ampararon a los abusadores. Esa impunidad, base del abuso endémico, es lo que verdaderamente señala a las respectivas autoridades religiosas como encubridoras, cobardes e ineficaces, aunque el Informe también coloca en la picota a las autoridades civiles irlandesas. El informe no ha sido ajeno a la controversia porque no hace públicos los nombres de los más de 400 religiosos y religiosas y un centenar de seglares acusados por las víctimas. No ha sido una sorpresa: los investigadores renunciaron a airear la identidad de los acusados -muchos de ellos ya fallecidos, otros enfermos- a cambio de que las órdenes religiosas implicadas aceptaran colaborar en la investigación .( Puedes ver un resumen en inglés, en pdf, aquí).
La Iglesia católica ha podido salvar algunos barcos, pero su honra ha quedado manchada quizás para siempre. En particular la de las Hermanas de la Magdalena (ya denunciadas en la película del mismo título) y la potente Congregación de los Hermanos Cristianos, los Christian Brothers, que abrió su primera escuela en Irlanda en 1802 y que aún gestiona dos centenares largos de escuelas por todo el mundo. Los Hermanos Cristianos estaban al frente de la escuela industrial de Artane (Dublín), probablemente escenario de los abusos a mayor escala durante varios decenios. Allí estuvo Mick Waters, desde los 10 a los 15 años. Waters, que en el informe evoca aquellos días traumáticos, se vio encerrado sin motivo justificado y tuvo que emigrar para rehacer su vida. Tal y como hicieron tantos otros de los 35.000 niños que se estima que fueron víctimas potenciales de la pedofilia y la violencia de hermanos y sacerdotes católicos. Waters, que se dedica a ayudar a la gente que ha sufrido abusos sexuales en la infancia y a investigar esos casos cree que ahora, en Irlanda, está sucediendo lo mismo que en los años 1950, sólo que ahora las víctimas son los niños inmigrantes.
A la Iglesia católica le ha salido barato el escándalo en términos materiales: apenas ha corrido con el 10% de los más de 1.200 millones de euros abonados por la República de Irlanda a 12.500 de los afectados, gracias al generoso y sospechoso pacto firmado en 2002 con el Gobierno de Dublín sobre la ilusa base de que bastaría con 300 millones de euros para indemnizar a todos los hombres y mujeres víctimas de aquellos abusos cuando aún eran unos niños.
El cardenal Sean Brady, máxima autoridad religiosa del país, ha pedido públicamente perdón y dice estar “profundamente apenado y avergonzado por el hecho de que estos niños sufrieran de manera tan horrorosa en nuestras instituciones”. El informe “documenta un vergonzoso catálogo de crueldad; el abandono, el abuso físico, sexual y emocional perpetrado contra niños”, ha admitido.
Por su parte, el arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, ha hecho un llamamiento a las órdenes religiosas para que hagan más por las víctimas de abusos en las escuelas católicas, esto es, que aumenten la compensación económica que deben pagarles, ya que apenas han asumido la décima parte de las indemnizaciones costeadas por la República de Irlanda a apenas la mitad de los afectados, gracias a un pacto firmado en 2002 con las autoridades irlandesas. Las 18 órdenes han rechazado ahora la reapertura de aquel acuerdo. “Pase lo que pase con la renegociación del acuerdo, no podéis dejar sin más las cosas como están”, ha escrito Martin, dirigiéndose a las órdenes religiosas, en un artículo de opinión publicado en el diario The Irish Times. “Hay muchas maneras en las que se puede llevar a cabo el apoyo financiero a la víctimas y a sus familias”, añade. Martin también ha advertido de que el informe sobre abusos sexuales en su propia diócesis, que verá la luz a finales de este año, avivará aún más la polémica.
::Fuente:Innisfree 1916
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