“Ojalá la gente pueda vivir sin adaptar su cuerpo al sistema”

8 de enero de 2010.

Queremos protestar contra la patologización de las identidades sexuales y transgéneros. Actualmente la transexualidad está catalogada como una enfermedad mental, como un trastorno de la identidad sexual. Está catalogada así por la Asociación Norteamericana de Psiquiatría (ANP) y también por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Entrevista con Miquel Missé, activista trans y miembro de la Guerrilla Trabolaka y de la Red de Acción Trans-Intersex de Barcelona

El movimiento transexual e intersex lleva ya mucho tiempo trabajando en la calle y con varios movimientos sociales para luchar por sus derechos. La Hiedra ha hablado con Miquel Missé, activista trans y miembro de la Guerrilla Trabolaka y de la Red de Acción Trans-Intersex de Barcelona.

¿Qué reivindicáis como movimiento trans e intersex?

Queremos protestar contra la patologización de las identidades sexuales y transgéneros. Actualmente la transexualidad está catalogada como una enfermedad mental, como un trastorno de la identidad sexual. Está catalogada así por la Asociación Norteamericana de Psiquiatría (ANP) y también por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El problema de esta catalogación es que tiene un impacto importante en nuestra vida cotidiana, ya que necesitamos esta certificación psiquiátrica para muchas cosas: por ejemplo, para modificar nuestro nombre en el carné de identidad, para tomar hormonas, y también para operarnos. De hecho la necesitamos para hacer cualquier parte del proceso de una persona trans. Por lo tanto, estamos obligados a pasar por una terapia psiquiátrica. Lo que queremos reivindicar es que cuando se revise este catálogo en 2012 no vuelva a salir la transexualidad como enfermedad. Además queremos que haya una reflexión en torno a esta cuestión.

¿Cómo empezó este movimiento?

Nosotros empezamos la movilización el 7 de octubre de 2007. Fue entonces cuando, a raíz del éxito, nos percatamos que existía una red y un tejido en los movimientos sociales que podían dar apoyo a eso y continuar trabajando el tema. Por aquel entonces era un tema muy local, como máximo nos dirigíamos a la Generalitat de Catalunya. El año siguiente nos animamos a hacerlo mejor y tratamos que fuera un día de lucha a nivel europeo. Así, el 11 de octubre del pasado año llegamos a convocar en once ciudades europeas. Y la verdad es que fue muy bien. Nos percatamos de que muchas ciudades en todo el mundo también se movilizaban y, sobre todo, vimos que en el Estado español había una red contra la patologización muy potente.

Fue entonces cuando nos decidimos a lanzar una campaña a nivel internacional. El objetivo de la manifestación de 17 de octubre era muy claro: reivindicar desde todo el mundo que la OMS y la ANP —que es la que marca la línea de la OMS en este sentido— eliminen la transexualidad como patología. Más de treinta ciudades de todo el mundo se movilizaron, entre ellas diez ciudades en el Estado español —algo extraordinario e histórico. Hay que insistir en la presión sobre nuestros gobiernos. No puede ser que a día de hoy, cuando hay tanta gente movilizada, no nos hagan caso. Además, tenemos unos argumentos, tenemos una propuesta. No sólo tenemos críticas.

¿Cuál es exactamente la propuesta?

La reivindicación histórica es que las necesidades de modificar el cuerpo de las personas transexuales han de entrar en el catálogo de prestaciones públicas. En el Estado español hay seis centros de referencia para personas transexuales. Estos centros aglutinan a toda la gente y tienen el monopolio del tratamiento. En Catalunya, por ejemplo es el Hospital Clínic. El problema es que en estos hospitales se patologiza. Es decir, el tratamiento oficial sería: psiquiatría, endocrino y cirugía. Esto lo cuestionamos, puesto que no todo el mundo tiene el mismo proceso, y aún menos debería pasar obligatoriamente por el psiquiatra para que te evalúe. El tema es que hay gente que tiene miedo de que si desaparece el trastorno no te den hormonas o no te operen. Pero sobre este tema lo tenemos muy claro: podemos inventar otras formas de abordar la cuestión. Por ejemplo, una mujer que está embarazada no tiene un diagnóstico; son modificaciones del cuerpo que no tienen nada que ver con la enfermedad, sino con las necesidades. Una cosa es ser un enfermo y la otra es ser un usuario. Alguna gente dice: “pasa por la privada porque esto no es vital, porque te puedes ahorrar esta operación”. Lo que nosotros decimos es que seamos claros: ¿yo puedo vivir como un hombre con pecho? No puedo. Claro, que por poder puedes, pero, ¿cómo será tu vida?

Es una lucha muy compleja, puesto que el trastorno está atado a la ley de muchos países y hay muchos que utilizan la nomenclatura psiquiátrica para darnos derechos. Es decir, tienes unos derechos en tanto que tienes un trastorno de la identidad sexual. ¿Que pasará el día que no tenga este trastorno? Si todo se ha hecho en base a que yo era un enfermo, el día que consiga demostrar que no lo soy deberé volver a reproducir todo tu sistema. La ley del Estado español, que es la ley del 2007, dice que nosotros nos podemos modificar el nombre siempre y cuando tengamos un certificado psiquiátrico y dos años de tratamiento. La pregunta es: ¿Y si un día no existe el certificado? Pedimos que haya un protocolo o un plan de abordar la transexualidad serio, cosa que ahora mismo no existe.

Ahora sólo se aplica lo que dijeron los americanos hace sesenta años. Esto se podía decir cuando las personas transexuales no hablábamos, ni opinábamos, éramos un colectivo muy marginado. Pero hoy en día en Barcelona hay gente transexual que tiene un discurso político y que no dejará que se les ignore. Somos gente que hemos pasado por la terapia psiquiátrica y que actualmente podemos decir con toda legitimidad que lo que está pasando atenta contra nuestros derechos. El gobierno sabe que éste es un tema pendiente, pero no estamos en su lista de prioridades. La reivindicación es que se sienten desde el Ministerio de Sanidad o desde donde quieran, y que se planteen cómo abordar esta cuestión.

Aunque es verdad que las operaciones entran dentro la seguridad social, sólo se hacen veinte operaciones al año. Te meten en una lista de espera y si te toca, bien; si no, pues has de esperar. Además los cirujanos hacen operaciones muchas veces al límite. Te hacen firmar muchos papeles de conformidad, y si la operación no va bien, pues no va bien. Así, a veces te pueden hacer hasta diez operaciones de “retoque” porque la primera “no salió bien”.

Tú seguiste el proceso de terapia psiquiátrica. ¿Cuál es exactamente el problema que queréis denunciar de este proceso psiquiátrico?

Yo empecé a los 14 años y acabé a los 18. El tratamiento que utilizan se llama “test de la vida real”. Este test consiste en que durante el tiempo que ellos consideren necesario te van visitando una vez a la semana y evalúan tu vida, es decir tu vida real y cotidiana. Evalúan si te comportas como un hombre o no acabas de reproducir el rol masculino.

De hecho, te hacen recomendaciones del tipo: “si quieres pasar por hombre pues mejor córtate el pelo, ponte camisas, etc.”. Por otra parte, ellos piensan que antes de darte la certificación deben asegurarse de que todo tu entorno lo entiende y lo vive bien. Ellos pretenden que tú vengas con tu familia y que todo el mundo de tu familia lo asimile bien. ¿Que no lo llevan bien? Pues entonces continuamos con la terapia. Eso es muy injusto, porque los procesos de cada uno son muy diferentes. Además los psiquiatras te van dando mensajes del tipo: “Si no tomas hormonas no serás un hombre. Si no tomas hormonas es síntoma de que no lo tienes muy claro, porque si fueses un hombre las tomarías.”. Claro, todos estos mensajes al final te acaban afectando. Yo cuando salí tenía la certificación para tomar las hormonas y tardé dos años en irlas a buscar.

¿Cuál crees que es la solución para que las personas transexuales o intersex puedan sentirse aceptadas?

El tema lo podemos mirar a corto plazo y a largo plazo. A corto plazo la solución creo que pasa porque la transexualidad sea más visible y que estemos acostumbrados a la transexualidad como una cosa cotidiana. Al vivir en una sociedad dividida en dos roles muy estrictos hay gente que no se siente bien en el suyo, y busca en otro. El tema es que te dicen que si tú no te sientes chica en este mundo es que eres un chico. No cabe la posibilidad de estar en una línea intermedia. Entonces eso se resuelve con que a corto plazo, cuando tú digas “debo ser un chico”, tengas herramientas para entender que eso que te pasa no es una enfermedad, que las definiciones que existen sobre eso no sean patologizantes. Se trata de vivir bien el hecho de ser transexual, vivir bien el hecho de decidir lo que quieres ser. Falta mucha visibilidad por parte de los transexuales.

A largo plazo, ojalá no existiesen las personas transexuales, en el mejor sentido de la palabra. Ojalá las fronteras del género fuesen mucho menos estrictas, de manera que cuando una chica es muy masculina no debiese pasar por la pregunta de “¿debo ser un hombre?” Sencillamente eres una chica, en el sentido de que tienes este cuerpo, pero vives en el género que tú quieres y te comportas como tú quieres, independientemente de la codificación sexo-género. Ojalá la gente pueda vivir sin adaptar su cuerpo al sistema. Que el sistema se adapte a estas diferencias y a esta diversidad.

¿Os han apoyado los movimientos sociales en vuestra lucha?

La verdad es que sí. Tenemos contactos con los colectivos de psiquiatrizados en lucha, la izquierda independentista catalana se ha interesado mucho por este tema, así como el movimiento anticapitalista, etc. Hemos ido haciendo cosas y trabajando con gente diversa. De hecho, es tan grave que esté pasando esto en nuestra ciudad que cuando se lo explicas a la gente alucinan. Imagínate cuando les explicas que te has pasado cuatro años en terapia intentando demostrar que eres un chico, en terapias del tipo: “si eres una chica, píntate las uñas”. Hay gente que está haciendo un esfuerzo para explicar lo que pasa allí dentro.

Además, es responsabilidad de todo el mundo lo que pase. Hay gente que piensa que éste es un tema nuestro y que lo debemos resolver nosotros. Yo no creo que sólo sea un tema nuestro que las mujeres se puedan aumentar el pecho pero no se lo puedan sacar. Eso no es sólo una cuestión transexual, es una cuestión del cuerpo. ¿Por qué las hormonas femeninas se pueden comprar en la farmacia sin receta y la testosterona no? El control de la masculinidad es una cosa, y el control de la feminidad es otra.

Entonces alguien puede pensar: ¿qué pasaría si todo eso se liberase? Pues pasaría que yo me llamaría Miquel en el DNI y me podría quedar embarazado. ¿Y qué? Eso desmontaría todo un sistema que nos dice que las mujeres están aquí para reproducir y los hombres están aquí para producir. Desde el momento que empieza a haber mujeres que viven como hombres y hombres que reproducen como mujeres, todo el sistema se derrumba, ya que ya no es una cuestión femenina el hecho de tener hijos. Entonces es como se cuestiona todo un sistema social que tiene que ver con los roles de género y con la reproducción.

Fuente: Rebelión


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