Labordeta

20 de septiembre de 2010.

Somos como esos viejos árboles batidos por el viento que azota desde el mar. Hemos perdido compañeros, paisajes y esperanzas en nuestro caminar. Vamos hundiendo en las palabras, las huellas de los labios para poder besar, tiempos futuros y anhelados, de manos contra manos
izando la igualdad.

Somos

Somos
como esos viejos árboles
batidos por el viento
que azota desde el mar.

Hemos
perdido compañeros
paisajes y esperanzas
en nuestro caminar.

Vamos
hundiendo en las palabras
las huellas de los labios
para poder besar

tiempos
futuros y anhelados,
de manos contra manos
izando la igualdad.

Somos
como la humilde adoba
que cubre contra el tiempo
la sombra del hogar.

Hemos
perdido nuestra historia
canciones y caminos
en duro batallar.

Vamos
a echar nuevas raíces
por campos y veredas,
para poder andar

tiempos
que traigan en su entraña
esa gran utopía
que es la fraternidad.

Somos
igual que nuestra tierra
suaves como la arcilla
duros del roquedal.

Hemos
atravesado el tiempo
dejando en los secanos
nuestra lucha total.

Vamos
a hacer con el futuro
un canto a la esperanza
y poder encontrar

tiempos
cubiertos con las manos
los rostros y los labios
que sueñan libertad.

Somos
como esos viejos árboles.

Hoy no ha venido a clase Ramón Cabeza

Hoy no ha venido a clase
Ramón Cabeza
y al preguntar por él
sus compañeros
me han mirado con rábia,
con tristeza.

Hoy no ha venido a clase
Ramón Cabeza.

Me dicen que su madre
también pregunta
y que su padre apenas
la pena oculta
luego me dicen que
ayer lo vieron
con frases en la mano
de puerta en puerta.

Hoy no ha venido a clase
Ramón Cabeza.

Sus frases en la mano
de tierra hablaban
de gestos solidarios
de paz, que hermana,
alguien se las truncó
antes del alba
sus frases en el aire
ahora cabalgan.

Hoy no ha venido a clase
Ramón Cabeza.

Cabalgan hondamente
por las entrañas
de la raíz profunda
de las montañas
y unidas por el aire
a las del agua
cubrirán todo el mundo
con sus palabras.

Hoy no ha venido a clase
Ramón Cabeza.

Hoy no ha venido...

Puesto Que El Joven Azul De La Montaña Ha Muerto

 Puesto que el joven azul
de la montaña ha muerto
es preciso partir
antes de ser golosamente asesinados
en los crepúsculos de la gran ciudad
antes de que las muchedumbres
tristes de los metros
invadan el templo del sol
definitivamente seducidas
por las noches de los trenes.

Es preciso marchar desnudos
y ásperos, inigualables
y al partir preguntar por nosotros
indagar por nosotros
auscultar por nosotros
por nosotros mismos recordar
si tal vez existió
y que una dulce soledad
nos responda en grave despedida.

Puesto que el joven azul
de la montaña ha muerto
es preciso partir.


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