La fotografía obrera

19 de octubre de 2012.

En uno de esos días en los que las fuerzas de seguridad del estado pretenden, otra vez, cercenar el derecho a la información y acercarnos al estado totalitario que tanto anhelan, nos parece oportuno recuperar una parte fundamental de la historia de la fotografía y las luchas obreras.

Cuando la fotografía era un arma en la lucha de clases

[...] El movimiento de fotografía obrera no es un movimiento periférico menor, sino que está en la línea de fuerza. Se quería construir un macrorrelato con pequeños microrrelatos que son las fotografías y las series. Quieren hacer visible lo social y para ello no buscan una imagen aislada, sino muchas que se complementen. Es el tiempo de convertir la fotografía en una arma de la lucha de clases que conduzca hacia el socialismo. Se plasma el horror de la miseria social y las condiciones precarias del proletariado. Un instante en el que se mezcla el arte, con lo político y su propaganda, donde la autoría se diluye porque se mezclan trabajos anónimos, colectivos… Donde la imagen aparece, desaparece y se transforma.

El movimiento de la fotografía obrera supone una identidad entre los autores y marca una modernidad fotográfica a partir de la fotografía directa y el estilo documental. La fotografía obrera es la raíz del documental y en aquel momento se trató de potenciar el documental desde dos corrientes divergentes. [...]

Se trata de una vanguardia artística, que no se puede ver separada de la vanguardia revolucionaria, que busca la democracia de las masas en cada una de sus fotografías y representaciones. Por primera vez señala el carácter público de la fotografía, en la que todavía existe un gran potencial político. [...]

También presenta una crítica hacia lo institucional, pues se trata de obras que en muchos casos han sido realizadas como una creación colectiva y anónima. Frente a ello, nos encontramos con la concepción generalista de los museos, donde prima el artista con nombre y apellido. En este caso es una exposición de los excluidos que nos hace una pregunta directa hacia cómo construimos la historia. [...]

Ahora no se pueden usar imágenes de otros si no media un pacto entre ambos. Un modelo que entonces no hubiera permitido tomar aquellas instantáneas. Ahora vivimos una época mercantilizada dónde falsamente pensamos que podemos hacernos ricos con los otros, donde nuestra imagen se ha convertido en mercancía canjeable.

Este movimiento surge en Alemania y en la URSS. Su inauguración se marca en el año 1926, cuando la revista alemana AIZ (Arbeiter Illustrierte Zeitung: diario ilustrado del trabajo) convocó un concurso invitando a los lectores para que aportaran fotografías que documentaran su situación, tanto en las fábricas como fuera de ellas, que contaran la vida proletaria. Son imágenes que por un lado muestran la belleza del trabajo y por otro el horror de la miseria social. La idea da pie a la revista Der Arbeiter-Fotograf y al movimiento Arbeiterfotografie (fotografía de los trabajadores). Simultáneamente, en la Unión Soviética nace la revista Sovetskoe Foto con la misión de construir el nuevo estado socialista creando una nueva cultura fotográfica soviética.

En 1929 empiezan a crearse las primeras asociaciones de fotógrafos obreros. Es una época en la que surge un arte proletario, con su poética y su difusión a través de los medios de comunicación que se ponen a su servicio. El público se convierte en autor y a la vez en productor de su propia obra al pasar a ser un colaborador para los medios. Sin duda este hecho supone una gran ruptura revolucionaria. Con ella surge la fotografía social, es el origen del foto-periodismo que aumenta la importancia de lo visual y se convierte en una fuerte oposición a la prensa burguesa. [...]

A finales de 1931, AIZ distribuía una tirada de 500.000 ejemplares semanales. Sin duda ese año supone su momento culminante y también su punto final en Alemania con la caída de la República de Weimar y en la URSS al acabarse la revolución cultural.

(Extractos del artículo de Javi Álvarez en La República Cultural, con motivo de la exposición “Una luz dura, sin compasión. El Movimiento de la Fotografía Obrera 1926-1939” el pasado mes de mayo de 2011 en el Museo Reina Sofía de Madrid.


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