Entrevista a Gustavo Calotti, superviviente de la Noche de los Lápices: "No perdono, no me olvido y no me reconcilio con esta gente"
3 de octubre de 2010.
Gustavo Calotti, sobreviviente de esa época de horror, fue detenido el 8 de septiembre de 1976 en la ciudad de La Plata. En ese entonces, era estudiante y además trabajaba como cartero. Su nombre está ligado a la trágica Noche de los lápices, y ha sido testigo clave y querellante, en los juicios contra los represores de sus compañeros y amigos. Luego de tres años en prisión, salió al exilio en Francia y hoy reside en su país natal.
En junio pasado, Gustavo declaró en el juicio contra los represores de la Unidad Carcelaria Número 9, dónde estuvo detenido junto a Jorge López. Jorge, era uno de los principales demandantes en la causa contra el Director de Investigaciones de la Provincia de Buenos Aires, Miguel Etchecolatz, y desde el 18 de septiembre de 2006 se encuentra nuevamente desaparecido.
Recuerdo a Jorge con mucho cariño, compartí con él en la Unidad 9, vivíamos en el mismo pabellón. Nosotros siempre charlábamos mucho, es una persona que yo siempre quise mucho y realmente hoy me duele mucho sentir su ausencia. López es un gran hombre, muy humilde, muy sufrido, muy trabajador siempre. Volví a retomar contacto con él por el año 2003, y lo vi pocos días antes de que lo secuestraran.
¿Qué ha hecho la justicia argentina frente a este secuestro en democracia?
Yo creo que se hizo mucho, pero tarde y mal. Se ha desplegado una cantidad de fuerzas inusuales en la búsqueda de López, pero cuando lo hicieron ya fue demasiado tarde.
Sus palabras son claras, certeras y no aceptan el silencio que la impunidad quisiera imponer.
En Argentina yo creo que siguen existiendo grupos, que en algún momento hacen como el coletazo del ahogado, y pueden dar muestras de cierta violencia.
López no desparece por casualidad, López es una advertencia de los ex represores, de los genocidas; es una advertencia a todos nosotros que estamos testimoniando. López es la manera de amedrentarnos, de decir: “ustedes tienen que parar muchachos porque nosotros no queremos ir a la cárcel”.
¿Qué opinas del Poder Judicial de tu país?
Hoy por hoy, estoy a medias contento con lo que está pasando en Argentina en cuanto a los juicios.
Hay 600 inculpados, eso quiere decir que acá ¿desparecieron 30 mil personas, y hubo un millón de exiliados a causa de 600 personas? Acá hay muchas más personas implicadas.
Hay archivos de los servicios de inteligencia de aquella época, de lo qué pasó con cada compañero, de quién los secuestró, por qué, quién los torturó, quién los eliminó, en dónde enterraron sus cuerpos. Esos archivos -que siguen estando y que no aparecen- no aparecen por falta de decisión política.
No olvidemos que esto fue una dictadura cívico militar; se quiso imponer un proyecto económico de otra sociedad diferente.
Los autores intelectuales de todo esto, en su mayoría, hoy están en libertad.
Acá se está tratando de llevar juicios contra algunos, para evitar que muchos más sean enjuiciados y sean condenados; por eso no estoy totalmente contento.
A tu regreso a Argentina, ¿has sentido temor luego del secuestro de Jorge López?
Te confieso que sí, que vivo con un poco de temor. Hay compañeros que tienen custodia policial, que se han acogido a un plan de protección de testigos. Yo no quiero, no quiero vivir con un policía al lado mío, pero es verdad que yo siento temor.
Si tengo que testimoniar contra otros represores lo voy a hacer, voy a dar la cara, no me escondo.
Gustavo no habla con odio ni rencor, su ser no busca revancha sin embargo, espera que los culpables vayan a la cárcel -no los 600 inculpados- sino los miles que participaron en los crímenes y torturas.
Ellos tenían todas las armas legales para hacerme un juicio y condenarme, y yo tenía que tener el derecho de defenderme, y no tuve ninguna oportunidad de esas. A mi me perdonaron la vida, y no sé por qué, ¿y la gente que mataron de manera sumaria, y los inocentes que murieron en ese genocidio? Yo sinceramente no se los perdono.
El 8 septiembre de este año, se postergó - hasta marzo de 2011- el juicio oral contra los ex dictadores Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone en la causa “Plan sistemático de robo de bebés”, no obstante, siguen adelante otros procesos por delitos de lesa humanidad, en los cuales el octogenario Videla, es el principal inculpado.
La sociedad sabía fehacientemente que había habido bebés secuestrados, que se calculaban aproximadamente en 500, y eso quedó como una cuenta pendiente.
Yo creo que la lucha de las abuelas -que ha sido incansable y que ha dado muchos frutos-porque han recuperado más de cien nietos, va a seguir existiendo.
Esta gente, de una manera u otra va a tener que ir a la cárcel y pagar, como paga cualquier hijo de vecino sus culpas.
Calotti es firme al afirmar: hay cosas que no se perdonan. Hay una consigna que dice, “no nos olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos”. Yo no perdono, yo no me olvido, yo no me reconcilio con esta gente.
Ninguna dictadura en América latina hizo desaparecer a los bebés, los robó con tanta impunidad, y en tal cantidad como lo hicieron los argentinos.
Tu corazón, ¿qué siente después de tanta barbarie?
Mi corazón tiene mucha tristeza, porque cada vez que charlo con alguna persona de estas cosas, siempre recuerdo a todos los compañeros, los compañeros míos…, personales, que murieron, que ya no están.
Me hubiese gustado tanto que estuvieran acá viendo lo que está pasando.
Y por último, ¿cómo miras el futuro?
No hay que perder las esperanzas. Durante 25 años pensé que había sido una perdida inútil , pero hoy me doy cuenta que no, que no fue inútil, que ellos dieron la vida, que murieron , y que fuimos extremos, pero que valió la pena, que esto está cambiando y está cambiando para bien. Eso, a mí me regocija.
Los pueblos no nacen para vivir bajo la opresión, no pueden vivir oprimidos. Luchar, o ayudar a que luchen, a que prosperen…, es nuestro deber.
Fuente: Rebelión
A pesar de La Noche de los Lápices, hoy los lápices siguen escribiendo
El 16 de septiembre de 1976, 10 estudiantes secundarios de la Escuela Normal Nro 3 de la Plata, son secuestrados tras participar en una campaña por el boleto estudiantil. Todos tenían entre 14 y 17 años. El operativo fué realizado por el Batallón 601 del servicio de Inteligencia del Ejército y la Policía de la Provincia de Buenos Aires, dirigida en ese entonces por el general Ramón Camps, que calificó el suceso como "accionar subversivo en las Escuelas". Este hecho es recordado como "La noche de los lápices".
El 16 de septiembre de 1976, 10 estudiantes secundarios de la Escuela Normal Nro 3 de la Plata, son secuestrados tras participar en una campaña por el boleto estudiantil. Todos tenían entre 14 y 17 años. El operativo fue realizado por el Batallón 601 del servicio de Inteligencia del ejercito y la Policía de la Provincia de Buenos Aires, dirigida en ese entonces por el general Ramón Camps, que califico al suceso como "accionar subversivo en las Escuelas". Este hecho es recordado como "La noche de los lápices".
Este articulo es para las nuevas generaciones que poco y nada conocen de lo que sucedió hace 29 años en nuestro país, y que consideramos indispensable para recuperar nuestra capacidad de lucha y organización en estos duros momentos que nos toca vivir bajo el neoliberalismo.
Los estudiantes secundarios y la política en 1973-1974.
El arribo de la democracia en el mes de mayo de 1973, luego de un proceso creciente de enfrentamientos contra la dictadura miliar que gobernaba desde junio de 1966, trajo consigo la irrupción en la vida política y social de los distintos sectores populares que habían experimentado un crecimiento sustancial durante las luchas; entre ellos, los estudiantes secundarios.
En el movimiento estudiantil secundario se vivieron experiencias hasta ese momentos inéditas en lo referente a participación política, en tanto ésta es atendida en un sentido partidario más o menos directo.
La noche de los lápices (película completa)
El diario La Opinión editó en 1973 un suplemento dedicado al análisis de los fenómenos políticos entre los adolescentes. En dicho suplemento se publicaron los resultados de una encuesta que realizó el periódico entre 252 estudiantes. Se comprobó que el 30.3% de los jóvenes encuestados tenía participación política de algún tipo.
La política había impregnado el conjunto de la vida estudiantil, dentro y fuera de los colegios. Las organizaciones políticas vieron incrementado notoriamente el número de sus militantes y el grado de su influencia. Según el suplemento citado, "las tres fuerzas más importantes son, en este orden, la Unión de Estudiantes Secundarios, (UES), la Federación Juvenil Comunista (FJC) y la Juventud Secundaria Peronista (JSP)"
La encuesta de La Opinión revelaba también que en 1973 los estudiantes secundarios se inclinaban ante figuras emblemáticas de la izquierda, con la salvedad de Perón, quién, sin embargo, asumía para una porción amplia de los estudiantes, contornos casi revolucionarios, pese a todo, quien encabeza la encuesta era el CHE Guevara, con el 67%, a continuación venían J. D. Perón con 66% y a mayor distancia, Salvador Allende 19%; Fidel Castro con 19%; Eva Duarte 17 %; Mao Tsé-tung 16%
En esta encuesta queda por demás claro, que para aquélla generación de estudiantes secundarios, los referentes revolucionarios y socialistas eran los que más ocupaban en la conciencia estudiantil.
En aquellos años se había alcanzado un nivel de conciencia, acción y participación bastante elevados con lo cual el nivel de cuestionamiento al sistema capitalista era de por demás peligroso para la Burguesía y los sectores reaccionarios de nuestro país.
El golpe de 1976
En la historia de nuestro país, como en el resto de América latina, los golpes de Estado siempre estuvieron al servicio de la clase dominante, y del Imperialismo. Pero el Golpe de Estado de 1976 se podría caracterizar no tan solamente, como el más sangriento vivido en la historia de nuestro país, sino que también se lo puede caracterizar como el más pro-imperialista, ya que el estado político-económico que dejo la dictadura a nuestro país le sirvió al Imperialismo para garantizar su hegemonía en la región durante varios años.
Los objetivos del proceso
Uno de los objetivos más tenazmente buscado por la dictadura militar que gobernó entre 1976 y 1983, fue neutralizar a buena parte de la juventud y ganar a una porción para su propio proyecto reaccionario.
Para los que no encajaban en sus esquemas, se aplicaban distintos métodos "preventivos", desde el asesinato y la desaparición, hasta la más refinadas formas de marginamiento social y psicológico, pasando, claro esta, por la clásica y tradicional prisión.
Cuando asumieron, en 1976, los militares consideraban que en la Argentina había una generación perdida: la juventud. Esta, por la sofisticada acción de "ideólogos" se había vuelto rebelde y contestataria.
Informe TV sobre La Noche de los Lápices (09/05)
Si bien el gobierno militar toma en cuenta la situación en la que se encontraba la juventud argentina, no fue tan obstinado como para suponer que se debía atacara toda la juventud por igual. La política hacia los jóvenes parte de considerar que los que habían pasado por la experiencia del Cordobazo y demás luchas previas a 1973, los que habían vivido con algún grado de participación del proceso de los años 1973,74 y 75, los estudiantes universitarios y los jóvenes obreros, eran en su mayoría irrecuperables y en consecuencia había que combatirlos. Para ello utilizaron un pretexto tan obvio como falaz, se trataba de subversivos reales o potenciales que ponían en riesgo al conjunto del cuerpo social. El ser joven pasa a ser un peligro.
Al mismo tiempo, y pensando en el largo plazo, se empieza a desarrollar una estrategia que va más allá de la eliminación del "enemigo". Se empieza a poner la mira sobre el relevo. Ahí están los estudiantes secundarios. Al momento del golpe tienen entre 13 y 18 años más de un millón de jóvenes.
El terror en la aulas
Uno de los aspectos más dramáticos de la represión vivida en aquellos años, fue el secuestro de adolescentes. Llegaron a 250 los desaparecidos que tenían entre 13 y 18 años, claro que no todos estudiaban. Muchos se habían visto obligados a abandonar la escuela para incorporarse al mundo del trabajo.
Pero de los procedimientos utilizados, surge claramente que no se trataba de hechos aislados, sino de una investigación permenorizada de distintas escuelas. En una entrevista concedida a un grupo de padres, un Coronel de Campo de Mayo les expresó que se llevaban a los jóvenes que habían estudiado en "colegios subversivos para cambiarles las ideas".
El 16 de septiembre de 1976, 10 estudiantes secundarios de la Escuela Normal Nro 3 de la Plata, son secuestrados tras participar en una campaña por el boleto estudiantil. Todos tenían entre 14 y 17 años. El operativo fue realizado por el Batallón 601 del servicio de Inteligencia del ejercito y la Policía de la Provincia de Buenos Aires, dirigida en ese entonces por el general Ramón Camps, que califico al suceso como "accionar subversivo en las Escuelas". Este hecho es recordado como "La noche de los lápices".
Solo tres de ellos aparecieron un tiempo después. Pablo Díaz, uno de los liberados, declaró en el juicio a las ex juntas: yo pertenecía a la Coordinadora de Estudiantes Secundarios de la Plata y con los chicos del Colegio fuimos a presentar una nota al ministerio de Obras Públicas".
Levantaron chicos en algunos colegios que ellos tenían marcados y enemigo era todo aquel estudiante que se preocupara por los problemas sociales, por fomentar entre los estudiantes la participación y la defensa de los derechos de los mismos.
Hoy, Los lápices siguen escribiendo
Hoy los estudiantes secundarios, están de a poco recuperando aquella tradición de lucha y defensa, por los derechos a una educación al servicio del pueblo y con mayor presupuesto.
Hoy, los secundarios sector dinámico de nuestra sociedad tienen un doble desafío, que es la de reconstruir la memoria de lucha de nuestro pueblo y la de reorganizarse para enfrentar este calamitoso estado de nuestra educación, ya que ellos son los más perjudicados.
Fuente: Nodo50
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