Reseñas del libro "Chavs: la demonización de la clase obrera" de Owen Jones
18 de febrero de 2013.
Años de acceso fácil al consumo de bienes (mediante crédito) ha provocado que muchos trabajadores/as se crean que son "clase media". ¿Cómo van a ser "clase obrera" si tienen un piso, un coche y algún verano han podido ir de vacaciones al Caribe? No se han enterado de que no tienen un piso, sino una gran deuda que les convierte en esclavos de la banca, y que sólo cuentan con su fuerza de trabajo para pagarla. El cuento de la "clase media", o mas recientemente el de los "emprendedores", no es mas que otro capítulo de la guerra ideológica de los ricos contra los pobres. La conciencia de clase es peligrosa para el statu quo, pues lleva a la unión contra la clase social antagónica. Lo dijo bien claro Warren Buffett (poseedor de la tercera fortuna mundial): "Hay lucha de clases, de acuerdo. Pero es mi clase, la de los ricos, la que la está haciendo. Y vamos ganando". Pero esa sinceridad no es habitual. La ideología burguesa se nos inculca en las escuelas y se nos vende como única explicación posible de la realidad desde la TV, el cine y la literatura. Con ello buscan potenciar el individualismo y acabar con la solidaridad de clase. El ensayo de Owen Jones analiza este proceso en el Reino Unido.
Reseña de Carmen López Álvarez en "Soviet Magazine"
Conseguir que ser de clase obrera deje de ser algo de lo que estar orgulloso sino que sea algo de lo que escapar, terminar no con las clases sociales sino aniquilar la percepción de pertenencia a una, la lucha de clases iniciada no desde los obreros sino desde las clases dominantes para “dar lo justo a un número justo de personas”. Todos somos de clase media, “los cajeros de Ikea son de clase media”.
Ese es el objetivo de un proceso iniciado por Margaret Thatcher en Gran Bretaña a finales de los años 70 y cuyas consecuencias se viven en la actualidad y que Owen Jones explica en su excelente (y sí, se puede adjetivar de tal manera sin rubor y sin temor a equivocarse) ensayo Chavs: la demonización de la clase obrera. Pero aunque se centre en su país, la tesis de Owens explica claramente lo que ha pasado en España desde la transición y hasta el momento de desastre actual. Sólo habría que cambiar un par de nombres de políticos, empresas y territorios y voilà, tendríamos la explicación de cómo los trabajadores de nuestro país hemos visto cómo los derechos laborales conseguidos por nuestros antecesores a base de esfuerzo, lucha y valentía se van a la mierda en un abrir y cerrar de ojos sin que aparentemente podamos hacer nada. Pero ¡ojo! el proceso ha sido mucho más largo y casi cuando lo conseguimos, empezamos a perderlo. Ahí reside el valor del ensayo de Owens: en la capacidad para explicarle al lector cómo se ha llegado al momento actual, de ponerle nombre y apellidos a los urdidores de todo el plan, en señalar con el dedo a los culpables o por lo menos, a parte de ellos.
No hay que llevar demasiadas páginas del libro para empezar a reconocer la realidad paralela de ambas sociedades. Ya en el capítulo dos Luchadores de clase todo empieza a resultar demasiado familiar. El gobierno de Margaret Thatcher tiene un objetivo muy claro y es acabar con la conciencia de pertenencia a la clase obrera, hasta el momento un motivo de orgullo, y tiene varias armas entre ellas el aplastamiento de los sindicatos, el paro como medida de control (el que tiene empleo tendrá miedo a quejarse por si lo pierde, el que no lo tiene tendrá tantos problemas que no se podrá ni mover), desmantelar la industria y apostar por las finanzas. En 1984 programa el cierre de las minas que da lugar a una auténtica guerra de clases que acaban perdiendo los mineros y que supone la gran derrota de la clase obrera y un mensaje muy claro al resto de trabajadores: si podemos con los mineros, podemos con todos los demás. El cierre de las minas no sólo trae consigo el problema del desempleo para los mineros sino un proceso de desplome de las comunidades que se organizaban en torno dicha actividad, exactamente igual al que se vivió y se está viviendo todavía en las comunidades mineras de nuestro país. Paralelamente y con la Ley de Vivienda de 1979 Thatcher impulsa la compra de vivienda social por los inquilinos, introduciendo de paso ese pensamiento tan nuestro de la satisfacción de la posesión. El comprar una casa como un objetivo vital en sí mismo, una meta que conseguir, la compra como un triunfo. Y la burbuja del precio de la vivienda como consecuencia relacionada.
Impulsar el emprendimiento como medida para potenciar el individualismo y acabar con la noción de pertenencia de clase, el ahora todos somos clase media (según Tony Blair), el echarle la culpa de su situación a la víctima, el giro a la derecha del Nuevo Laborismo, la falsa igualdad de posibilidades, la supuesta meritocracia, el desprecio a los chavs. Todos esos elementos que se fueron desarrollando y cacareando en Gran Bretaña los vivimos aquí, pero en vez de Nuevo Laborismo se llama PSOE, en vez de Tories, peperos y en vez de chavs, chonis. Y como conclusión, al final, lo de siempre: las clases altas siempre acaban ocupando los puestos dominantes en la política y en la sociedad en general, simplemente porque desde la cuna lo tuvieron infinitamente más fácil que el que nació en una casa con pocos recursos. Y, por supuesto y que a nadie le quepa ninguna duda, ellos mismos son los que se encargarán de mantener esos privilegios para los suyos, aunque sea a costa de las vidas de todos los demás.
La división de clases sigue ahí, tan real como hace 40 años, pero se han organizado para que no la veamos, para que no nos demos cuenta. Por eso mismo la lectura del libro de Owen Jones debería de ser obligatoria. Sin ironía.
Fuente original: http://www.sovietmag.com/2013/02/07/chavs-la-demonizacion-de-la-clase-obrera/
Reseña en Infamia Zine
(...) En neolengua no existen palabras para hablar de clases sociales, patronos y obreros, lucha de clases puesto que se considera desfasado, de otro tiempo. Con el advenimiento del neoliberalismo de la mano de sus grandes profetas Thatcher y Reagan, junto a sus discípulos: el nuevo laborismo, la tercera vía, los González y compañía se (supone que se) han superado todos los viejos conflictos sociales.(...)
(...) Para ponernos en situación, los chavs/canis son el único grupo social objeto de burla descarnada que no produce ningún tipo de sonrojo mofarse de ellos. Hagamos un experimento: probemos a hacer un chiste en compañía de un grupo de progres gafapastas (ahora autodenominados hipsters), de temática racista, machista u homófoba, el resultado es el lógico lapidamiento. Ahora en cambio, probemos a soltar la mayor burrada sobre las chonis peluqueras de tu barrio, o el cani del camarero de turno, o el pokero de callejeros. El resultado será bastante dispar. No te lloverán piedras, sino risas y aplausos.(...)
(...) Así se va construyendo la realidad, a la medida de la sociedad neoliberal, porque hablar es enunciar el mundo. Para la construcción del marco neoliberal-meritocrático fue fundamental la omisión de la clase obrera de los discursos dominantes, tanto en los medios de comunicación, como de los políticos. Y cuando se muestre en la primera plana a los excluídos de la clase media, deben ser mostrados de forma perniciosa, como casos de fraude en el cobro de las prestaciones sociales, violencia en los barrios, hooligans... mostrando lo viles que son los de abajo. Así es como poco a poco se va construyendo en el imaginario colectivo la ilusión de la sociedad de clase media, a su vez, la del chav, que corresponde precisamente a estos excluidos del selecto club de la clase media.(...)
Reseña completa: http://infamia-zine.blogspot.com.es/2012/12/owen-jones-chavs-la-demonizacion-de-la.html
Reseña de Marcelo Justo en la web de Izquierda Anticapitalista
(...) Esta tipificación ocupacional corre paralela a los cambios que la clase trabajadora británica vivió en los últimos 30 años. Hoy, un cuarto de la fuerza de trabajo tiene una jornada precaria y más de un millón y medio se encuentran en empleos temporales. El salario medio de 170 mil peluqueras (“chavettes”) está poco por encima de la mitad de la media salarial de la población, medida que define el umbral de la pobreza en el Reino Unido. En ciudades que alguna vez giraron en torno a la actividad manufacturera o minera, los escasos trabajos que existen son en supermercados o farmacias. “No solo son trabajos más inseguros. Están muy mal pagados”.
“Cuando la Rover cerró en Birmingham con la pérdida de 6.500 puestos de trabajo, la remuneración media que recibieron aquellos que consiguieron trabajo era un quinto menor de lo que ganaban en la industria del automóvil”, apunta Owen Jones.
Lo paradójico es que en una sociedad tan clasista como la británica, en la cual el acento y la universidad (Oxford, Cambridge) definen el futuro de una persona, conservadores y nuevos laboristas propagan el mito de que hoy todos los británicos son de “clase media”, salvo esa pequeña subclase disfuncional y patológica, para la cual falta ambición o fibra moral: los chavs. En 1910, Winston Churchill, entonces ministro del Interior por el Partido Liberal, propuso la esterilización de más de 100 mil personas que consideraba “débiles mentales y degenerados morales” para salvar al país de la decadencia. Un siglo más tarde la decadencia continua amenazando al Reino Unido, pero la fórmula es más “civilizada”: un estigma que niega la existencia y el significado social de la clase trabajadora. (...)
Reseña completa: http://anticapitalistas.org/La-demonizacion-de-la-clase
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