Emma Watson

8 de octubre de 2014. Fuente: Pikara Magazine

En el discurso de masas que Emma Watson pronunció en la sede de la ONU afirma que ya no tenemos que lidiar con una palabra incómoda para defender la igualdad, ahora tenemos un movimiento, ahora tenemos #ÉlPorElla. Aquí les dejo un artículo minado por el sarcasmo, que es mi único consuelo para no arrancarme la piel a tiras.

Por Ana Juana

¿Soy una loca paranoica o este logotipo alude a una penetración heterosexual?

Desde que el discurso de Emma Watson empezó a circular por periódicos y redes sociales, di por supuesto que si venía de la ONU poco se podía esperar. Lo que realmente me sorprendió fue el aberrante maquillaje, muy pero que muy superficial, con el que cubrieron un discurso que hunde sus raíces en el heteropatriarcado capitalista que, desde los feminismos, queremos dinamitar. De hecho, solo sirve para legitimarlo, para darle una forma más cómoda.

Como aquello del capitalismo de rostro humano, Emma Watson pone su cara a servicio del nuevo patriarcado: un patriarcado que nos matará en silencio, que nos humillará detrás de las cámaras.

Emma hace un especial hincapié en lo incómoda que es la palabra “feminismo”. Se sorprende incluso de que así sea, y hasta se pregunta por qué. Es evidente que, si acepta decir lo que dijo, no tiene muy claro de qué va la cosa. Es sencillo, mujer, los feminismos son incómodos porque el patriarcado es poder, y poder de hombres. Y a nadie le gusta que se le cuestione su posición privilegiada. Claro que se podría ahondar más en la cuestión, pero dejémoslo para otro momento.

Quisiera desglosar lo que me aturde la cabeza desde que terminaron los tortuosos 11 minutos de apropiación occidental y capitalista de una lucha de base, plural y diversa. Si me extiendo, pocxs de vosotrxs llegaréis al final del artículo, así que iré por partes, como Jack, e intentaré ser breve.

Apropiación capitalista de una lucha de base

Todo empieza con un “hoy estamos lanzando una campaña llamada #ÉlPorElla, y me dirijo a ustedes porque necesitamos su ayuda”. O dicho de otro modo, “hoy hemos decidido alzar la bandera de la igualdad para ganar seguidores en Twitter, y os ofrecemos la oportunidad de subiros al carro. Además, nosotros, los que tenemos el poder, somos buenos de vez en cuando y nos damos cuenta que no está bien ningunear a quienes no tienen un pene y son hombres”. Si no fuese traducible de este otro modo, no se entendería cómo lograron que cientos de empresas, medios de comunicaciones de masas y personajes públicos que nunca jamás dieron voz a los feminismos de golpe, y como quien no quiere la cosa, sean pro-igualdad. Hasta quizás algún jefe-jefazo se ponga una camisa violeta esta semana.

Y sigue, “Es la primera campaña de este tipo en la ONU, y queremos involucrar a tantos hombres como niños sea posible para llevar a cabo el cambio”. Guau, ni mención de lxs que no somos hombres, ni niños. Ni mención de lxs que pugnamos por derribar la estructura del binarismo con la única herramienta que tenemos por seguro: nuestros cuerpos. Nada de todo eso.

Se pregunta, más adelante, “¿Si no soy yo, quién?”, es decir, si no es ella, respaldada por la ONU, ¿quién alzará la voz? Ahora resulta que le debemos a la ONU algún tipo de agradecimiento por llenar de publicidad y discursos vacíos al Feminismo. Suerte que si uno rasca un poco más profundo entiende que ese Feminismo, con mayúscula y en singular, es el feminismo atrofiado, el académico institucionalizado de todos los feminismos que aportan algo al movimiento feminista. El resto de ellos están presentes cada día en barrios y calles, en las miles de mujeres que lo encarnan con su pensamiento, su lucha y sus acciones colectivas (e individuales). Las mujeres, por cierto, que no son tú, Emma.

El hombre sigue siendo el referente

Virginia Woolf, en el siglo XIX, nos cuenta que en la literatura, y en la vida real, las personajes mujeres solo tenían roles definidos en función de los personajes hombres. El hombre es el referente, la mujer el adorno que le acompaña. Y parece que algo tan masticado aún sigue ahí, en las palabras de Emma, en nombre de la ONU.

Realmente ya van siglos de lucha, y mucha agua corrió bajo el puente. Pero Emma resume los objetivos del feminismo en igualdad de salario, para que las mujeres cobremos lo mismo que los hombres; en igualdad de acceso al poder en las instituciones, para que las mujeres tengamos los mismos roles de poder que los hombres; en la igualdad de trato en la sociedad, para que las mujeres seamos tratadas con el mismo respeto que los hombres. Es decir, queremos lo que ellos tienen, su posición de privilegio es nuestro objetivo, nuestro deseo y nuestro referente, ¿huele mal, no?

Es más, añade que debemos actuar ya si queremos cobrar lo mismo que ellos cuánto antes, sino tendremos que esperar (otros) cien años para que nos paguen mejor. Un enfoque que solo percibe la realidad a través del prisma del capitalismo, del heterocapitalismo más bien.
Por suerte, agrega, de manera oportuna, el derecho a decidir sobre el cuerpo propio como legítimo reclamo. Nosotrxs, lxs que solo tenemos cuerpo, sabemos que ese derecho es muy importante.

Afueran quedan lxs otrxs, lxs que son demasiado rarxs y marginales como para ser nombrados ante una audiencia de hombres y mujeres, binarios y capitalistas, en la escéptica sala de la ONU.

Ellos, tan jodidos como nosotrxs

Y claro, había que suavizar eso de que las mujeres lo pasamos mal en este mundo podrido. Ellos también sufren, y tenemos que preocuparnos por ellos para que puedan llorar y ser sensibles, nos dice. Y entiendo que si no nos preocupásemos seríamos radicales y anti-hombres, feminazis, vamos. Y justo eso es lo que el Feminismo de la ONU no quiere, porque sino esa dichosa palabra seguiría siendo incómoda e inasimilable, justo cuando lo que interesa es asimilar desde el poder lo que los sectores sociales oprimidos reclaman.

“De hecho, ¿cómo es posible que no hablemos a menudo de cómo los hombres sufren los estereotipos de género?”, añade Emma. Parece que ellos son tan víctimas como nosotrxs. Bueno, resulta que sí, que algunxs hablamos a menudo de ello.

En la ONU, Emma detalla cómo su pobre padre no tiene el reconocimiento que tiene su madre como progenitora, en el Reino Unido. Así como también los pobres hombres se suicidan por la opresión o no piden ayuda para no ser vistos como menos hombres. Y concluye, “a día de hoy, los hombres tampoco gozan del beneficio de la igualdad”. Omisión total de las mujeres que no se suicidan, que son asesinadas por hombres, eso es muy incómodo, ¿verdad? Resulta que es más urgente que los hombres lloren a que las mujeres no sean maltratadxs, asesinadxs y violadxs a diario.

(No tengo el origen de la imagen, si alguien sabe la autora que me escriba, por favor)

Sin ellos no nos salvaremos del mal

“Cuando ellos sean libres, continúa Emma, las cosas cambiarán para las mujeres como una consecuencia natural”. ¿Consecuencia natural? Me dejó sin palabras. No sabía yo que nos quedara algo de natural a los humanxs, y mucho menos que los procesos sociales fueran naturales. A tomar por saco con décadas y décadas de sociología, antropología e historia.

Y dice después, “Si los hombres no tuvieran que ser agresivos para ser aceptados, las mujeres no se sentirían obligadas a ser sumisas. Si los hombres no tuvieran que controlar, las mujeres no tendrían que ser controladas”. Esta afirmación ya es demasiado para mi estómago, tengo acidez desde que la oí. No sé ni por dónde empezar. Parece que en vez de incitar a las mujeres a tomar las riendas de su propia vida, lo que tenemos que hacer es educar a la sociedad para que los hombres no se sientan obligados a pegarnos y controlarnos. Pobres hombres, qué cruel es el mundo que los empuja a hacer cosas que no quieren. ¡Ayudémoslos, por favor!

Y arremete nuevamente, “Quiero que los hombres tomen esta responsabilidad (la igualdad de género, se entiende), para que sus hijas, hermanas y madres estén libres de prejuicios. También para que sus hijos puedan ser vulnerables y humanos”. Sin los hombres estamos perdidxs. Ese es el mensaje. Nuevamente somos víctimas débiles que necesitamos de los hombres para salvarnos. Y que le den al empoderamiento, vamos.

Miremos afuera, que adentro apesta

No sea que falten clichés, y no sea que cuestionemos demasiado lo que pasa en casa propia, Emma afirma que si no nos involucramos en #ÉlPorElla las niñas africanas de las regiones rurales no tendrán acceso a la educación secundaria hasta recién el 2086 (cifra de dudables fuentes). Pornografía de la pobreza en estado puro. Nosotrxs, los europeos, aún no hemos alcanzado la igualdad de género, pero ellxs, los africanos, ¡eso sí que es insoportable! Podemos sentirnos bien, nuestras niñas van a la escuela secundaria aunque su padre maltrate a su madre.

En fin, Emma Watson pronunció un discurso sobre feminismo en el que no se utilizo ni siquiera una vez la palabra “patriarcado”. Tampoco usó “feminicidio”. No sé cuestionó ni un poquito el binarismo, y ni hablar del heteropatriarcado (les resultaría complicado hasta pronunciarlo). Una sola vez se escuchó “feminismo”, justo antes de apresurarse a explicar que no, que no es por odio a los hombres que existe el Feminismo, el de mayúscula y singular, claro. Y en todo caso, que esa palabra es omisible, que lo único que importa es creer, como un acto de fe, en la igualdad que nos llevará a un final feliz, un mundo de paz y amor heterosexual.

PD: Emma, si te amenazan con publicar tus fotos desnuda, hazte un dildo en streaming, anda. Así saborearás el empoderamiento que tanto ninguneaste.


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