Saqueos y policías, a 30 años de democracia: ¿cuál es la bomba de tiempo?

11 de diciembre de 2013. Fuente: Saqueos & policías, a 30 años de democracia: ¿cuál es la bomba de tiempo?

¿Cómo entender lo que está ocurriendo desde abajo, desde los barrios? ¿Cómo juega lo político? ¿Y la inflación? ¿Cuál es el combustible del accionar policial? ¿Cómo pensar este momento y el futuro? Las miradas del padre Pepe, en la villa cercana al CEAMSE; Carlos Núñez de la Biblioteca Pocho Lepratti de Rosario; el Vasco René Irurzun, de los movimientos sociales de Cipolletti, Río Negro; Lalo Paret de los barrios construidos sobre la basura en José León Suárez en el conurbano. De qué manera juegan lo social, lo sistémico, y lo personal, en pleno cumpleaños democrático (Argentina).

La Vaca.

Desde abajo

La sorpresa es la reiteración. Diciembres desquiciados, angustiantes, violentos. ¿Cómo los entienden los que viven en esos territorios calientes, pobres y criminalizados? Primer pantallazo:

“A veces cuesta opinar, porque parece que uno está a favor o en contra de un partido o gobierno, cuando lo que uno intenta es entender lo que está pasando”, reflexiona José María Di Paola, el padre Pepe, desde la villa bonaerense La Carcova.

“Hay deudas democráticas. Uno ve fuertes avances en estos 30 años de democracia, pero los sectores que no tenían trabajo siguen igual, o se repiten situaciones que le impiden a la gente dignificarse”, dice Carlos Núñez, director de la Biblioteca Pocho Lepratti, de Rosario.

“Lo que se consolida es el poder de descomposición. Es un tema local y global. Pero estos saqueos y acciones policiales que estamos viendo no son una tragedia, son una comedia, una payasada que trae Papá Noel sin nada reivindicable, salvo para una política que domina a todos: lograr que la que mande sea una derecha, más allá de que el que gobierne diga que es de izquierda”, plantea René Vasco Irurzun, del Movimiento Dignidad, de Cipolletti.

“El control, el poder de movilización y acción, no lo tiene la política ni los partidos. Lo tiene la policía. La gestión sólo parece consistir en contener a la gente. Pero todos se la pasan hablando de si es bueno el que saqueó harina, malo el que saqueó el plasma. Canal 13 y Canal 7 hacen la misma. Mientras no hablemos de los temas de fondo, todo esto es puro entretenimiento”, supone Ernesto Lalo Paret, vecino de José León Suárez, motor de fábricas recuperadas, cooperativas de reciclado y proyectos comunitarios en esos barrios construidos sobre los basurales.

Observa el Vasco sobre la actualidad territorial algo que podría ser una nueva lección para los estudios políticos del presente: “Descompone y reinarás”.

De lo que percibe Lalo, se desprende otra lección: “Gobernar es contener”.

Inflación, soja y policía

El padre Pepe Di Paola es el primer cura que se instaló a vivir en la villa La Carcova, en el partido de San Martín. Colocó al Gauchito Gil junto a la Virgen de Luján. En la capilla hay fotos del papa Francisco en la puerta, y del padre Carlos Mugica adentro. “Hay una diferencia grande entre la situación actual y el 2001, pero hay huellas más profundas que los índices económicos. Hay un descenso muy grande de lo social, chicos criados en comedores, achicamiento del sector productivo, avance de la soja, expulsión de gente del campo, cantidad de cosas que impactan la vida social, y que con el agregado de la droga que impacta muchísimo en sectores juveniles”.

Más lejos, desde Cipolletti, el Vasco René Irurzun (generador de los Movimientos de Trabajadores Desocupados de la zona de Río Negro, y del actual Movimiento Dignidad) plantea el siguiente mapa: “Sobre las dificultades de la situación social, lo que estamos viviendo es a una policía que cobra autonomía con respecto al Estado y la política, y ha generado un poder autosuficiente gracias a una fuente de recursos inagotable: el narcotráfico. El Estado se muestra impotente frente a eso. Hacen negocios por su cuenta y en vez de avanzar sobre la democratización de la policía, la institución se pervierte cada vez más. Y el Poder Judicial no es ajeno a eso. Sumale la inflación sin control, y la incapacidad del modelo que crea cada vez más necesidades para gente cada vez más empobrecida, y eso genera una psicosis como la actual, que se repite en cada diciembre, donde parece que cualquier cosa es posible”.

Los sospechosos de siempre

En Rosario Carlos Núñez propone este panorama: “Hay mucha angustia, año tras año, pero se ve que está todo muy armado por una policía cuya vinculación con el narcotráfico ya no es una sospecha sino una certeza comprobada. Y justo antes del aniversario de la democracia, aparece toda esta situación extorsiva. Pero claro, te hace pensar en las deudas fuertes de la democracia. La cuestión de la seguridad comunitaria, participación de sectores sociales y no que terminen siempre favoreciendo a estas fuerzas represivas”.

Carlos reconoce un dilema. “Se dice que los policías también son trabajadores, pero nunca dejamos de pensar que es la misma policía que mató a Pocho Lepratti”. En diciembre de 2001 lo mataron cuando subió al techo del comedor barrial a gritar que no dispararan porque allí había chicos. Lo mataron de un tiro en la garganta.

“Mataron a Pocho, pero asesinaron también a cientos de chicos y esa es una deuda pendiente con toda la comunidad”, dice Carlos. “No es lo mismo que salgan los docentes. ¿Qué te van a tirar? ¿ Tizas? Pero comprendiendo eso, no podés dejar de ver que la situación de las familias excluidas del trabajo sigue siendo la misma. La situación estructural no cambió, y los avances que uno reconoce no llegaron a transformar lo que sigue presente como demanda”.

La nueva pobreza

Irurzun propone comprender que la política tiene siempre resultados en la subjetividad, en lo que llevamos como bagaje de ideas, sentimientos y miradas. “Un modelo de rapiña, de saqueo de recursos naturales, un modelo que privilegia a las corporaciones multinacionales, genera una subjetividad de rapiña, saqueo y privilegios, en la cual todo el mundo cree que puede tomar lo del otro o hacer cualquier cosa”.

Para el Vasco no se trata de pobreza económica, solamente, sino de algo más nuevo: “Hay una pauperización mental, una pauperización de los sentidos. Siempre hay que sacar una tajada. Claro: si el jefe de Drogas Peligrosas tiene autos de lujo y vive en la opulencia y es jefe del narcotráfico, ¿qué puede pensar incluso un policía? Todo lleva a la legitimidad de rapiñar”.

Medios, miedos y Pichiruchi

Los medios son parte del problema y no de la solución, sugiere Irurzun: “Porque son hacedores de esa subjetividad. Exacerban el consumo, y la violencia. Al hablar de inseguridad y violencia generan situaciones de miedo. El miedo lleva a muchas personas a encerrarse, pero a otras las empuja a no quedarse afuera de la rapiña, y a salvarse de cualquier modo. Clarín ataca a tal o cual funcionario, pero es mugre superestructural. La situación de fondo es idéntica y de descomposición”.

Mientras las pantallas destilan tales contenidos, la policía es la que tiene “una capacidad delictiva totalmente desarrollada para incentivar situaciones como las actuales: es una autonomía delictiva, no controlada por el resto del Estado”. El poder de esas fuerzas, sostiene Irurzun, proviene de su relación con fenómenos económicos como el narco “al cual el gobierno está lejísimos de controlar, o de tener un interés político de hacerlo, y menos a nivel provincial. Un gobernador es un Pichiruchi que no tiene la capacidad ni el poder de la policía”.

Ayer militares, hoy policías

Lalo Paret cree que la política como la conocemos está agotada en los territorios. “Lo único que moviliza en términos de orga es la policía, que además le dice al que gobierna: ¿Viste lo que te puede pasar si yo no controlo la situación?”

Si el siglo 20 estuvo signado por “el problema militar” en la vida política argentina, los últimos 30 años muestran la evaporación de ese “problema” para la gente, reemplazado por el “problema policial”. Es la policía la que controla, disciplina, reprime, corrompe y se enriquece a costa de la sociedad. “Y parte de la sociedad cobija todo esto. Yo creo que por eso va a haber más efectos de este tipo. Pero el problema de fondo es otro. La raíz es que después de la dictadura, y profundizado en democracia, no se modificaron cuestiones de pobreza que no tienen que ver con la Asignación Universal por Hijo. Lo que digo es que si no soy sujeto de verdad, si no tengo posibilidad real de acceder a la salud, la justicia o la escuela, soy peor que antes”.

Gestión + contener – corpiños

Paret sostiene que la situación está yendo para atrás. “No se piensa a gran escala, en qué va a pasar de aquí a 20 años. Todo es el efectismo. Cambian un colorcito, una banderita. El tema no es transformar o mejorar, sino contener. La gestión es contener, armonizar, todo pegado con moco, pero que siga para adelante. Lo ves en Santa Fe. ¿Eso es socialismo? Ahí están contando la plata de la soja delante de los pobres”.

El poder está miope y soberbio, dice Lalo, “y hay gente que te habla de Duhalde. Che, ¿Duhalde andará por La Carcova? Es no tener noción de lo que pasa en el territorio. Mientras tanto sí se comprende que la harina está a 11,60 y que la inflación desquicia todo”.

Padre Pepe: “Produce un enojo porque la gente ve que todo sale el doble. Pero no por eso piensa en saquear”.

Lalo: “Pero cuando se da la situación, la señora del 7° que no tiene problemas, se suma al saqueo y se afana un corpiño. Es como un ánimo, y no sé cómo explicarte: lo toman como una venganza justa. El ánimo social está así”.

Saqueos motorizados

Un detalle interesante observado por el Vasco Irurzun es que los saqueos no se organizan con celulares. “Porque la policía sabe que ahí deja pruebas. Se manejan en motos, los propios policías o los que trabajan para ellos, pueden cortar calles, avisar dónde y cuándo habrá un saqueo, y esa es la metodología que se ve desde hace rato”.

Otra noción: “Es una etapa de fuerte descomposición de las relaciones sociales, de la conviviencia. La Presidenta dice que la democracia es el otro, pero eso no existe. Existe el sálvese quien pueda”. ¿A quién puede atribuirse eso? “A la política del gobierno. Porque vos tenés el plan social, la bolsa de comida de la provincia, el reparto de droga, o trabajar para la policía. Y muchas veces todo eso junto. El común denominador es que la vida ha pasado a no tener valor. Cualquiera se vende, se compra, se corrompe. Hay pibes en las esquinas que establecen pactos de convivencia. ¿Sabés cuál es? No violar a las hermanas de los otros. Hasta ahí llegan”.

Remar contra la descomposición

Pero frente a eso se ven cantidad de situaciones diferentes, de construcción social, de cuidado ambiental y comunitario, de realización productiva, de defensa y ampliación de derechos: “Por supuesto. Son las luces que reman contra la corriente. Pero esta es la corriente, y en todo caso ponemos las mejores esperanzas en que esas luces sean las que nos muestren como salir de la descomposición y la decadencia”.

Cree que el problema no es sólo local sino global: “El poder está muy lejos de la Casa Rosada y de los partidos políticos. Hoy son capitales y dinámicas de poder real, que funcionan a partir de la descomposición social. Hoy no se puede gobernar en este esquema si no es descomponiendo”. En ese rubro contabiliza el Vasco la desaparición de movimientos sociales en las entrañas políticas y económicas del actual Estado. “Y las democracias no como formas de libertad, sino como formas de dominación”.

Definición: “Lo que se percibe es una descomposición globalizada de lo humano, que es la forma de sostener lo que hacen los gobiernos y corporaciones del mundo. Por eso creo que los cambios, esas luces que mencionábamos antes, nacen fuera del Estado y del mercado”.

¿Qué representan? “Lo expresaría así: representan que la vida sigue presente, sigue desenvolviéndose. Todos podemos caer en la descomposición, o seguir viviendo y respirando un aire distinto. Digno. No contaminado por estas cuestiones. Los que querramos hacer eso, seguiremos haciendo cosas. Lo otro es la pudrición, en el sentido más llano, cuando se pudren los sentimientos, los sentidos, las virtudes de lo humano y de la vida. En ese punto hay que decidir si seguís con la corriente o te largás a remar en contra de la descomposición”.


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