#12M15M
8 de mayo de 2012. Fuente: #12M15M
Los meses pasan, la situación empeora y los gobiernos siguen indiferentes a la protesta aplicando las recetas de la austeridad
Manuel Castells
¿Pero no estaba muerto y enterrado el 15-M? ¿No había degenerado en violencia callejera de la que ya se encarga la policía? ¿No se habían convertido los más sensatos en asociación legal Democracia Real Ya! debidamente registrada en el Ministerio del Interior? ¿Qué queda de ese movimiento espontáneo, multitudinario y creativo que contó durante meses con el apoyo moral de tres cuartas partes de los ciudadanos?.
Pronto lo sabremos. En las redes sociales circula ya el llamamiento para una manifestación local y global el 12 de mayo, junto con miles de personas alrededor del mundo, con el lema "Unidos por un cambio global", reactivando la protesta que movilizó a millones en 951 ciudades y 82 países el 15 de octubre. Y es que este es un movimiento rizomático, con múltiples nodos cambiantes y autónomos, que vive en las redes sociales en internet y entre la gente, que mantiene el fuego de la indignación mientras las cosas sigan como siguen y que aparece, desaparece y reaparece en el espacio público para palpar su existencia y elaborar un proyecto de cambio social. Al ser un movimiento sin jefes, basado en la horizontalidad y la participación, sin normas ni programa, supera cualquier circunstancia. Ni se crea ni se destruye, se transforma. Incluso sobrevive al peligro de los movimientos sociales: su autodestrucción por peleas internas.
Pero lo que es la práctica usual del izquierdismo no afecta al 15-M. Por eso cuando hace unos días Fabio Gandara, un veterano del movimiento, y otras personas se impacientaron y crearon una asociación DRY para actuar en nombre del movimiento, saltó la alarma en las redes sociales. Tal decisión, tomada de forma poco clara y minoritaria según el parecer de la mayoría de los nodos locales de DRY, contravenía los principios de democracia asamblearia sobre los que se funda el 15-M. Pero, tras un momento de irritación inicial, se adoptó la actitud de que cada uno hace lo que quiere y no pasa nada. La declaración de DRY de Valencia el 25 de abril oponiéndose a la idea de asociación firmaba "Democracia Real Ya! (el objetivo, no la marca)" porque no hay marca, no se puede apropiar lo que no tiene propietario. El 15-M es de la gente que sale a la calle y debate en la red, en cada momento, cada una con sus razones, reivindicaciones, ideales y manías. Por eso no es ni será un partido ni nada parecido. Y tampoco hay problema, a menos que haya trols por medio, porque gente de buena fe decida ir por otro camino hacia objetivos ampliamente compartidos. Es una red abierta, no una burocracia cerrada.
Mucho más grave es el otro peligro con el que se enfrenta el 15-M. Su deslegitimación en la mente de los ciudadanos por la los intentos de criminalizarlo mediante su asimilación a "los violentos". ¿Quiénes son esos violentos? No se sabe bien, excepto que son muy pocos y que son rechazados por la inmensa mayoría de los participantes en el movimiento. Porque el 15-M es, desde su origen, explícitamente no violento. Y lo ha demostrado en la práctica reiteradamente sufriendo las golpizas de la policía sin enzarzarse en enfrentamientos masivos que hubieran podido degenerar. Es esencial que dicha actitud continúe, pues la estrategia más eficaz para desconectar el movimiento de su referencia al 99% es precisamente provocar hasta que la televisión pueda ofrecer imágenes de caos, violencia, destrozos y sangre que aparten a los ciudadanos de aquellos que se atreven a manifestarse diciendo lo que muchos piensan. No será fácil evitarlo. Porque la policía parece ineficaz para hacer algo tan sencillo como intervenir de inmediato selectivamente en cuanto se quema el primer contenedor o se apedrea el primer banco. En lugar de pescar con red y llevarse a cualquiera que pasara por allí.
Pero sobre todo no será fácil contener la rabia de la gente porque los meses pasan, la situación empeora por momentos y los gobiernos siguen indiferentes a la protesta aplicando arrogantemente las recetas de la austeridad y haciendo pagar a las personas la crisis que, en la visión de los indignados, fue cosa de financieros y políticos, cubriéndose luego los unos a los otros. La vía institucional de debate ciudadano está cerrada. El rodillo parlamentario se aplica automáticamente. El PSOE, tras haber iniciado el desaguisado, sigue en encefalograma plano. Los sindicatos ladran pero no muerden, o quizá ya no tienen dientes. Los medios están mediatizados y buscando comprador. Y ministerios y autonomías se dedican con fruición al recorte creativo a ver qué más sacrificios humanos pueden ofrecer al dios de los mercados que sigue sin confiar en la deuda española, tanto pública como privada. Como no queda otra alternativa, miles saldrán a la calle el 12 de mayo. Y como siguen buscando nuevas formas de democracia se proponen deliberar, de nuevo, en las plazas públicas tres días. Ahí es donde las autoridades de turno los esperan. Prohibido ocupar cualquier espacio público. La alternativa entonces está entre irse a casa tras el desahogo y todo sigue igual o afirmar el derecho de reunión y debate y que se produzcan enfrentamientos violentos que permitan criminalizar al movimiento.
Si hubiera talante democrático en la clase política podrían dejar que los ciudadanos se encuentren en sus ágoras tres días, deliberen y propongan. Y tratar de reconectar la sociedad con las instituciones. Pero partidos y gobiernos son visceralmente opuestos a un movimiento que les niega su legitimidad. O bien entran en los cauces preestablecidos, precisamente aquellos denunciados por el movimiento como reglas tramposas, o se condena la protesta a la marginalidad seguida de represión. Tendrán que ser creativos los indignados para salir de ese dilema. Tendrán que imaginar formas de desobediencia civil protegidas por la ley. Tendrán que mostrar flexibilidad en sus tiempos y espacios de deliberación asamblearia. Tendrán que construir sus canales de comunicación directa con la ciudadanía. Recordando que cada día que nos vamos hundiendo en la crisis se van cargando de razón.