Workday in Cambodia

13 de agosto de 2012. Fuente: Kujan-Bulak, sociología ciclada

Los pronósticos sobre el fin del capitalismo se remontan aproximadamente a los inicios del capitalismo. Pero por primera vez muchos especialistas se muestran de acuerdo en que el sistema histórico que lo sustituirá podría ser aún peor.

Francis Fukuyama no nos puede tranquilizar al respecto porque está muy ocupado con el aeromodelismo. Pero Immanuel Wallerstein ha resurgido de sus cenizas postmodernas para recuperar una tesis que ya planteó en los años ochenta: el capitalismo tal y como lo conocemos desaparecerá en unas cuantas décadas, pero lo que espera a nuestros hijos no es necesaria ni probablemente la égaliberté.

Muchos anticapitalistas denuncian, con razón, la violencia del sistema económico actual. Sin embargo, en cierto sentido, lo extraño es que esa violencia no sea aún mayor. Por ejemplo, en la mayor parte de las empresas occidentales no hay agresiones físicas sistemáticas. Pero las cosas podrían estar cambiando. Barbara Ehrenreich en Sonríe o muere, explica como la aplicación de estrategias de motivación personal y pensamiento positivo está destruyendo la estructura burocrático-racional de las empresas y las convierte en algo más parecido a instituciones totales:

Una mujer denunció en 2006 a una compañía californiana de alarmas para el hogar por someterla a lo que ellos llamaban “azotes motivacionales”. Al personal de ventas los dividían por equipos y a los de peores resultados les daban unos azotes, generalmente con los soportes metálicos de los rótulos de la competencia. (…) Había otros castigos para quien no alcanzara los objetivos, como romperle huevos en la cabeza, echarle nata montada en la cara o hacerle ir con pañales. (…) Todavía más increíble es el caso de una empresa de Utah llamada Prosper donde en mayo de 2007 un supervisor le hizo a un empleado “el submarino”, durante un ejercicio motivacional. Al vendedor, que se había prestado voluntario sin saber qué iba a pasar, le hicieron salir al exterior y tumbarse con la cabeza más baja que los pies; entonces, lo sujetaron entre varios compañeros para que no pudiera moverse, mientras el supervisor le metía agua a la fuerza por la nariz y la boca. Al acabar, el jefe le dijo: “Ya vistes con qué fuerza luchaba Chad para respirar; así que quiero que entréis ahí y peleéis igual que él para conseguir ventas”.

Ehrenreich relaciona estas prácticas motivacionales extremas con el fin de la empresa capitalista tradicional y su sustitución por conglomerados financieros nihilistas cuya ideología tiene importantes afinidades con la magia simpática. Parece un buen adelanto de las estategias de recursos humanos del capitalismo postnuclear al que nos acercamos, cuyas altas financias automatizadas se parecen cada vez más a una secuela cutre de Terminator estrenada directamente en DVD.

Las empresas españolas parecen también parecen decididas a sustituir a Taylor por Tom Highway. Sin ir más lejos, en 2010 (no, no es una errata, realmente fue en 2010), Jose María Aznar pronunció una conferencia ante trescientos agentes inmobiliarios ataviados con kimono de karateka en una convención organizada por la empresa Notegés titulada genéricamente "Kárate Inmobiliario":

En esas sesiones también intervinieron José Lopoldo Abadía, autor de La crisis Ninja -el orientalismo todo a cien parece prescriptivo en el sector for dummies-, o el conocido vendedor de coches usados Alex Rovira. Todos ellos comentaron que no había crisis inmobiliaria, que en su dojo no hay piedad y que be water my friend.

Cancele sus vacaciones en Camboya, en el capitalismo que viene Pol Pot es un estado mental:


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