Significado y transcendencia actuales de la II Guerra Mundial. Sobre el libro "El mito de la guerra buena"

1ro de octubre de 2009.

No se puede negar que una de las virtudes de HIRU Argitaletxe radica en la oportunidad de sus publicaciones, confirmada de nuevo con este libro sobre la II GM. ¿Qué tiene que ver dicho conflicto con la actualidad? Pues mucho. Antes que nada hay que empezar diciendo que en contra del tópico tonto según el cual la globalización es una cosa nueva, reciente y sin relaciones con el pasado, frente a esta idea que oímos y leemos a diario, toda una serie de investigadores sostienen que no es posible entender el capitalismo actual sin el tremendo impacto de la II GM y, sobre todo, sin el final de la onda larga expansiva que inició y que, tras entrar en barrena en la década de los setenta, ha estallado en crisis que, con altibajos, se prolonga hasta la actualidad.

Iñaki Gil de San Vicente

Dicho esto, hay que añadir que conforme se desintegraba la URSS, los EEUU iniciaban una estrategia mundial para recuperar su relativamente debilitada hegemonía mundial, de modo que tampoco se entiende el presente sin recurrir al estudio de la evolución de uno de los fundamentales efectos de la II GM; y, por no extendernos, tampoco se entiende la novedad de la fase que se está abriendo sin comprender del todo los vacíos terribles que deja a escala planetaria pero también dentro del capitalismo desarrollado el final del período anterior, con sus contradictorios sistemas de regulación, control, negociación, represión, etc. Sinceramente, aunque sólo fueran estas tres razones las que explican la necesidad del libro, serían ya suficientes. Pero hay más, aunque aquí sólo puedo concluir con la decisiva.

En efecto, una de las mentiras más perniciosas que se ocultan debajo de la versión burguesa de la globalización es la que afirma que ya nada es como antes desde comienzos de la década de los noventa. Esta mentira reconoce que existen impresionantes injusticias por todas partes, pero sostiene que no tienen nada que ver con la "sociedad actual" porque simplemente son restos de una historia acabada y sin continuidad en el futuro. O sea, se ha roto la continuidad del capitalismo, mejor dicho, según esto, ya no existe como tal sino que al vivir en una "sociedad nueva" nadie es responsable de dichas injusticias y, sobre todo, todo se va a resolver con la globalización dirigida por el G-8 y por los EEUU. Pues bien, el libro de J.R. Pauwels -"El mito de la guerra buena"- demuestra todo lo contrario; que el capitalismo es una realidad presente y pasada porque se asienta sobre la explotación; que en esa realidad permanente se producen cambios que no cuestionan su continuidad; que en esos cambios las guerras juegan un papel importante porque movilizan gigantescas fuerzas productivas, activándolas durante un tiempo y recuperando así la tasa de beneficios; que la II GM confirma esa constante del capitalismo; que la burguesía yanki ha creado un mito falso sobre las razones de su entrada en la guerra, sobre todo para salir de la crisis interna; que esa burguesía era y siguió siendo profundamente reaccionaria, filofascista y antibolchevique; que apoyó a Hitler antes y durante la guerra directamente con empresas como IBM, ITT, Coca Cola, FORD, OPEL y otras muchas respetadas por los nazis y que obtuvieron enormes ganancias; que impuso gobiernos conservadores y reaccionarios en los territorios "liberados"; que despreció e intentó engañar y mentir a la URSS, país que fue el que realmente ganó la guerra; que salvó a la mitad de ejército nazi de ser apresado por los rusos; que deseaba pero no pudo atacar luego a la URSS; que antes de que acabar la guerra ya preparó el "nuevo orden mundial" posterior; etc.

En resumen, este libro confirma mediante una rigurosa investigación crítica que la II GM jugó una función clave en la evolución del capitalismo mundial; que en modo alguno inició una "edad dorada" sino que dio vida al capitalismo en crisis desde 1929-31; que durante medio siglo el capitalismo ha sobrevivido mal que bien gracias las secuelas de la II GM; que el capitalismo actual ya estaba anunciado en cuestiones decisivas en las medidas implementadas por los EEUU y por otras potencias imperialistas en la década de los ochenta, pero que son medidas esencialmente idénticas a las tomadas a finales de los años treinta, antes de la II GM, y esencialmente idénticas pero con cambios en las formas, a las tomadas incluso antes de que acabara —Bretton Wood, por ejemplo— e inmediatamente después y que, por último, que en el fondo de todo bulle la lucha de clases.

Fragmentos del libro

(tomados del blog Guerra por la Palabra)

Durante la Segunda Guerra Mundial tuvo lugar en Estados Unidos una intensa lucha de clases entre los trabajadores y el capital y esta es una parte importante de la historia de América en el conflicto. Esta lucha de clases se desarrolló en el frente interno americano y sus escaramuzas y batallas consistieron en mil y una huelgas, pequeñas y grandes. Pero en esta guerra no se enfrentaban americanos "buenos" contra alemanes y japoneses "malos", sino que adquirió la forma de una guerra civil social entre los propios americanos. De este conflicto no saldrían claros vencedores o vencidos, ni terminó con ningún armisticio. Extraña un poco que Hollywood nunca haya dedicado una película o que el país no haya erigido alún monumento a la memoria de este dramático e importante conflicto, que fue doloroso y que aún pervive. Igualmente es común y frecuente que la mayoría de los textos de historia de la guerra prefieran limitarse a contar las batallas que se libraron en lejanos lugares [...].

La Élite de Poder de América aprendió dos lecciones importantes durante la guerra. La primera, que la explosión económica de los años cuarenta podía suponer elevados beneficios, pero también un virtual pleno empleo, y esto daba al mundo laboral ventaja en sus relaciones con el capital, elevaba las demandas de los trabajadores, reforzaba la posición de los sindicatos durante la negociación colectiva y convertía la huelga en un arma extremadamente efectiva en manos de los empleados. Desde entonces, los patronos de América y del resto del mundo habían descubierto una fórmula infinitamente más ventajosa para ellos, que era mantener una casi permanente crisis económica que, bien manejada, combinara los elevados beneficios con los altos niveles de desempleo, o con contratos a tiempo parcial y/o de corto plazo, pobremente remunerados. En tales situaciones el poder de negociación está solamente del lado de los patronos, los sindicatos pierden influencia, la huelga no se contempla y los trabajadores pueden considerarse afortunados si son capaces de encontrar durante unos meses un trabajo a tiempo parcial, volteando hamburguesas, por suspuesto con un salario mínimo y sin ningún beneficio social. [...]

A causa de su experiencia durante la guerra, las élites económicas no son partidarias de los elevados niveles de empleo. Esto se refleja en el comportamiento de los inversores americanos (y del resto del mundo) de hoy: cuando el nivel de desempleo decrece se ponen nerviosos y en Wall Street las cotizaciones bajan; por el contrario, el termómetro del Dow Jones tiende a subir cuando el nivel de desempleo aumenta, porque esto último es más ventajoso para los negocios. (Un razonamiento que se cita con frecuencia es que el empleo creciente crea presión para elevar los salarios. Algo que se supone que es perjudicial para "la economía" porque es "inflacionario"; por otro lado los elevados beneficios nunca se perciben como "inflacionarios"). A la vista de esto puede comprenderse que el gobierno americano, cuya primera razón de ser es defender los intereses de los empresarios, haga que apoya el pleno empleo como un ideal teórico, pero nunca apoye este ideal como práctica política.

En esta generalmente ignorada lucha de clases que sacudió el frente interno norteamericano en los años cuarenta, la Élite de Poder aprendió otra lección trascendental: que la huelga y otras acciones colectivas constituían el arma más efectiva disponible para los trabajadores. Precisamente por esto las películas de Hollywood sugieren una y otra vez que los problemas se resuelven mejor mediante heroicas acciones individuales, en contraste con la supuesta apatía e ineficacia de las masas; en las llamadas "películas de acción" todo se centra siempre en acciones individuales, nunca en accines colectivas. De esta forma se busca ir minando, entre los que podrían beneficiarse de ello, el interés y la confianza en las acciones colectivas, que causaron fuertes dolores de cabeza a la Elite del Poder durante la guerra.

También se lanzó una ofensiva contra la acción colectiva a nivel intelectual. En un influyente libro publicado por la prestigiosa editorial de la Universidad de Harvard en 1965, el economista Mancur Olson asocia la acción colectiva de los sindicatos con la coacción y la violencia, refiriéndose especialmente al crecimiento de los sindicatos y al éxito de las huelgas y otras formas de acción colectiva durante la Segunda Guerra Mundial. El libro de Olson continúa estudiándose hoy día en las universidades americanas y es un texto recomendado en os cursos de administración de empresas, de ciencias políticas y de teorías de la organización. [...]

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