Lecturas contra el olvido

Matilde Landa, la mujer que prefirió la muerte al bautismo

26 de septiembre de 2013.

V. Antonio López - Archivo Memoria Histórica de La Comuna.- La dirigente del PCE se suicidó en el penal de Mallorca el 26 septiembre de 1942, el día en el que el régimen franquista había organizado su conversión al catolicismo, Matilde Landa Vaz prefirió la muerte.

La dictadura franquista ofreció a la dirigente comunista mejoras en la alimentación de los hijos de las presas del penal de Mallorca a cambio de su bautismo y conversión al catolicismo. Matilde eligió sus principios.

El 26 de septiembre de 1942, día que estaba prevista la ceremonia de bautismo, Landa se precipitó por la terraza hacia el patio interior de la prisión. Se suicidó. En los 45 minutos que duró la agonía de Landa, completamente inconsciente, las autoridades eclesiásticas de Illes Balears aprovecharon para bautizarla en articulo mortis.

Antes de su suicidio, Landa escribió una carta a su hija donde, de manera encubierta, se despidió de ella rogándole perdón. La ceremonia de su bautizo ya estaba preparada:

“Hoy es el gran día, dicen. Doña Bárbara, otras señoras de Acción Católica y las monjitas andarán relamiéndose con el triunfo. El dolor del pecho no me deja pensar, Carmencilla; pero no creo que el aceite alcanforado alivie mi sufrimiento, porque otro dolor, más hondo, es el que me acucia (...). No puedo ver sin llorar los rostros de esos niños a los que amenazan con dejar sin leche si yo no me convierto —prosigue la misiva— Tú sabes, Camencilla, lo mucho que me preocupan los niños, los más desgraciados, con sus corazoncitos, tan sensibles y tan a merced de los caprichos de los mayores. No puedo, no puedo aceptarlo. Sería como prostituirme. Ay, esos niños... ¿Será lo mío un capricho? (...) Quien sobra soy yo. (...) Espero que me sigas queriendo y que te acuerdes de mí a pesar de lo que te cuenten, a pesar de lo que voy a hacer. Que tú, mi niña, mi chiquitina, y esos pobres niños me perdonéis”, escribió Landa antes de su suicidio en una carta que recoge Antoni Tugores Manresa, en la obra Víctimes invisibles. Editorial Tria Llibres 2011.

En esa misma misiva, Matilde Landa recordaba lo mucho que echaba de menos leer los versos que el poeta Miguel Hernández le había dedicado. Hernández y Landa se conocieron cuando, en 1938, la mujer formaba parte de la sección de información popular del sub-secretariado de Propaganda del Gobierno Republicano y recorría la España republicana organizando conferencias para levantar la moral a los combatientes republicanos.

“A Matilde” de Miguel

En la tierra castellana
el castellano caía
con la voz llena de España
y la muerte de alegría
Para conseguir la libertad de sus hermanos
caen en los barbechos los más nobles castellanos.
No veré perdida España
porque mi sangre no quiere.
El fascismo de Alemania
junto a las encinas muere.
Para hacer cenizas la ambición de los tiranos
caen en las trincheras los más nobles castellanos.
Españoles de Castilla
y castellanos de España
un fusil a cada mano
y a cada día una hazaña.
Voy a combatir al alemán que nos da guerra
hasta conquistar los horizontes de mi tierra

Miguel Hernández

Eran los años en los que la popularidad de Matilde Landa crecía sin parar. Un año antes, en 1937, Matilde había sido voluntaria en el Socorro Rojo Internacional, donde colaboró en la evacuación de Málaga. Cuando estalló la Guerra, Landa se incorporó a las tareas sanitarias en un hospital de guerra de Madrid. El activista italiano Vittorio Vidali "Comandante Carlos" había señalado que si tuviera que escribir la historia de la Guerra Civil española bastaría con dos biografías: la de Antonio Machado y la de Matilde Landa.

Condenada a muerte

Con la victoria del ejército de Francisco Franco sobre la República, Matilde Landa se quedó en Madrid para reconstruir desde dentro el PCE. El 4 de abril de 1939 fue detenida mientras preparaba la huida de dos compañeros del partido. Tras ser sometida a un Consejo de Guerra, fue condenada a muerte. Antes, le habían ofrecido salir libre si renegaba públicamente del PCE. También se había negado.

Condenada a muerte, Matilde ingresó en la cárcel de Ventas de Madrid, donde permanecían alrededor de 10.000 presas. Desde dentro, con el permiso de la directora de la prisión, compañera de la residencia de estudiantes, montó la llamada Oficina de Penadas, que se encontraba en su misma celda. Se trataba de una máquina de escribir en la que Matilde escribía recursos para que sus compañeras no fueran fusiladas una vez escuchados sus casos.

En poco tiempo se convirtió en la reclusa más carismática. La joven comunista se había convertido en un símbolo de dignidad y resistencia para sus compañeras reclusas. Un amigo de la familia, cercano al régimen franquista, intercedió para que no fuera ejecutada. A cambio, el régimen la condenó a 30 años de prisión que debían cumplirse fuera de la península. Fue entonces cuando trasladaron a Landa a Mallorca. Era el mes de agosto de 1940. Landa se convirtió entonces en el objetivo propagandístico de la Iglesia balear. Su conversión al catolicismo sería una gran arma propagandística y minaría la moral de los vencidos. No bastaba con vencer. Había que humillar y convertir a los derrotados. Matilde fue apartada del resto de presos y sólo podía hablar con Bárbara Pons, de Acción Católica, quien se encargaba de que finalmente aceptara la conversión al catolicismo. Matilde Landa prefirió la muerte.

Matilde es un icono de las mujeres luchadoras antifascistas, existen cientos de Blogs o Páginas Web relatando su Historia o por lo menos sus últimos días, basta poner su nombre y su apellido en el buscador y aparecen cientos.

Voy a ampliar un poco la reseña con palabras de Rosa Regás directora de la Biblioteca Nacional y la de su propia hija Carmen López Landa, en acto celebrado en la Biblioteca Nacional con motivo de la reedición del libro; “Testimonios de mujeres en las cárceles franquistas” de Tomasa Cuevas.

Rosa Regás Pagés

“Queremos que el siglo XXI mujeres como Matilde Landa, Trinidad Gallego, Nieves Torres, Manolita del Arco, Josefina Amalia Villa y tantas otras sean nuestro referentes y parece con la recuperación de sus autobiografías, el agua vuelve a su cauce, es como si concluyéramos y comenzáramos a concluir nuestra propia memoria”.

La directora y escritora reitero que aún hoy quedan muchas historias por contar y cree que tiene el deber de alentar a todos los jóvenes historiadores para que sigan la línea que marca este libro u otros como el de Tomasa Cuevas que se presentó en la Biblioteca.

“Nosotros/as no pensemos que el trabajo está hecho, que el tiempo esta pasado que ya no tenemos que hablar del pasado, lo único que tenemos es hablar de futuro. El futuro sin pasado y sin presente no es nada y el presente sin pasado es todavía menos”.

Carmen López Landa

La hija de Matilde recordó a través de cartas el legado que le dejo su madre a los 7 años se lo explicaba con lujo y detalles, ternura y firmeza en sus convicciones, que hoy en día la conmueven: 

“Me considero que fui privilegiada, si comparo el destino de muchos otros niños de la guerra y de los que mi padres enviaron al exilio, como los que se quedaron en España y fueron víctimas del terror, represión y el hambre de posguerra. El franquismo y su mayor pilar la iglesia logro que el miedo se ha apoderase de muchísimas familias y el silencios de los horrores sufridos ha durado mucho, durante muchos años… demasiados años”.

Voz entrecortada y emocionada, Carmen López Landa recuerda cómo se entera de la muerte de su madre cuando tenía 11 años fue a través de un artículo del diario España Popular del PC de México, aparecía un gran titular: ‘Matilde Landa otra víctima del franquismo’. Carmen enfatiza:

“(…) se trataba de mi madre, pero quisiera aprovechar esta ocasión para decir que el mismo titular me sigue mereciendo a todas las víctimas anónimas que dieron la vida por sus ideales, por la Republica, hombres y mujeres.
También a los que no murieron, pero perecieron toda clase de espantos. No es retórica es algo que siempre he llevado clavado en el corazón”.
 
Carmen López Landa termino su intervención con un párrafo de unas de las cartas escrita por Matilde en febrero de 1941 desde la cárcel de Palma de Mallorca, cuando aún no cumplía 10 años y vivía con sus tíos y primos en México. Carta que su madre podría haber escrito ayer mismo, aclara Carmen:

“Las guerras, las injusticias y el hambre azotan a millones de personas y los niños son las primeras víctimas inocentes, los más indefensos y vulnerables de todo el horror desencadenado. Carmencilla querida chiquilla de mi corazón, cuanto me alegra que estas bien y contenta, el hecho que tu hayas tenido la suerte, de que te rodeen personas, que te quieren tanto y se ocupan tantísimo de ti , no te haga ser egoísta y olvidar a los niños que han tenido menos suerte que tú. Piensa en ellos y no olvides sobre todo a los que….han dejado sin padres estos…son los más desgraciados y los que merecen nuestra mayor atención creo que no olvidaras y quisiera que todos los días hicieras algo por ellos. Esto no es sentimentalismo ni caridad sencillamente es tu obligación”. 

La Comuna no podía ser menos cómo dice mi camarada, amigo y compañero Putxi; “(…) en el único país que oculta su historia, que la niega tres veces cada hora, que la oculta debajo de la alfombra de sus miserias y la deforma”. No queda más remedio que ir contándola cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo de nuestra vida, mientras podamos hacerlo.

Le he añadido el segundo apellido, porque copiamos las costumbres anglosajonas de citar un solo apellido olvidando el apellido de nuestras madres, una acostumbre machista que detesto, yo no lo pongo porque es el mismo y también el tercero, demasiado López, para tan poca salsa.


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