Los socialistas de Wall Street

28 de septiembre de 2008.

Amy Goodman ... La crisis financiera en la que se encuentra sumido Estados Unidos propició que algunos de los bancos y compañías aseguradoras más importantes suplicaran al gobierno que realice un enorme desembolso de dinero para sacarlos del apuro.

¿Se acabó el neoliberalismo?

Las industrias banquera, financiera, de inversiones y aseguradora, durante mucho tiempo acérrimos enemigos de los impuestos, ahora necesitan dinero de los contribuyentes de la clase trabajadora para mantenerse a flote. Los contribuyentes deberían estar al mando, entonces. En lugar de ello, los ricos, los reguladores y aquellos a los que los reguladores no han sido capaces de regular toman decisiones a puertas cerradas, decisiones que pesarán sobre la población durante décadas

El martes, la Reserva Federal y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos acordaron una costosa operación de rescate financiero de 85.000 millones de dólares para salvar a la gigante de los seguros AIG. Este acontecimiento ocurre justo después de la repentina bancarrota de Lehman Brothers, el banco de inversión de 158 años de antigüedad; la angustiosa venta de Merrill Lynch a Bank of America; el rescate financiero de Fannie Mae y Freddie Mac; la quiebra del banco minorista IndyMac; y la compra de Bear Stearns por parte de JPMorgan Chase, que cuenta con garantía del gobierno federal. Con 103.000 empleados y más de 1 billón de dólares de activo, AIG fue considerada “demasiado grande para dejarla quebrar”. Según los reguladores, una quiebra sin control podría provocar una inestabilidad financiera global. Los contribuyentes estadounidenses ahora son dueños de casi el 80% de AIG, así que, en teoría, la venta controlada de AIG permitirá a esos contribuyentes recuperar su dinero.

No es tan sencillo.

La crisis financiera posiblemente se profundizará. Más bancos e instituciones financieras podrían quebrar. Millones de personas compraron sus viviendas con las turbias hipotecas de alto riesgo y ya han perdido sus casas o las perderán pronto. Las financieras incluyeron estas hipotecas en complejos “bonos hipotecarios” y otros planes de inversión derivados. Los inversores se lanzaron a comprar salvajemente estos derivados con más y más dinero prestado.

Nomi Prins ha estado al frente del grupo de analistas europeos de Bear Stearns, y también trabajó para Lehman Brothers. “AIG no operaba solamente como una empresa de seguros,” me dijo. “Funcionaba como un banco de inversiones especulativas, de inversiones de alto riesgo, igual que Bear Stearns, igual que Lehman Brothers, así como también funcionará Bank of America/Merrill Lynch. Así que tenemos una situación en la que el gobierno de Estados Unidos asume el riesgo de unos instrumentos financieros que apenas comienza a entender.”

Nomi continuó: “Se trata de tomar deuda en exceso, de abusar del apalancamiento y pedir dinero prestado para ir por más riesgo y volver a pedir más dinero, una y otra vez, de 25 a 30 veces el monto de capital propio. ... Tenían que necesariamente darle respaldo a los préstamos que estaban tomando ... No había transparencia para la Reserva Federal, para la Comisión de Valores, para el Departamento del Tesoro o para cualquiera que se hubiera tomado la molestia de analizar la catástrofe que se estaba gestando, de modo que cuando alguna de las piezas cayera, ya fueran las hipotecas de alto riesgo o los créditos con garantías combinadas, todo estaría bajo una montaña gigantesca de préstamos entrelazados de manera incestuosa, y eso es lo que está derrumbando a todo el sistema bancario.”

Como estos especuladores de alto vuelo están perdiendo todo el dinero de sus bancos, le toca al contribuyente acudir en su rescate. Michael Hudson, profesor de economía de la Universidad de Missouri, Kansas City y asesor en temas económicos del representante Dennis Kucinich, opina que un uso más sensato del dinero sería “salvar a estos 4 millones de propietarios del incumplimiento del pago de sus hipotecas y de ser expulsados de sus hogares. A como están las cosas ahora, los van a expulsar de las casas. Esas casas van a quedar vacías. Las ciudades van a perder impuestos a la propiedad y van a verse obligadas a recortar los gastos locales y reducir la infraestructura local. Se está sacrificando la economía en pos de pagarle a los especuladores.”

Prins siguió explicando: “Estamos nacionalizando la peor parte del sistema bancario ... Estamos asumiendo riesgos que no podemos comprender. Así que es incluso más riesgoso.” Le pedí a Prins, a la luz de todas estas nacionalizaciones, que hablara sobre la posibilidad de nacionalizar el sistema de salud bajo la modalidad de un sistema de salud de pagador único. Me respondió: “Verdaderamente se podría destinar parte del dinero a este tema, adelantándose a un posible problema futuro, y ayudar a que la gente tenga asistencia médica.”

La debacle del sistema financiero es un asunto de ambos partidos. Ambos candidatos presidenciales, John McCain y Barack Obama, han recibido millones de dólares de estas mismas empresas que están quebrando y que se aprovechan de la asistencia gubernamental en beneficio propio. En 1999, el presidente Clinton y su Secretario del tesoro, Robert Rubin (ahora asesor en temas económicos de Obama), fueron los principales promotores de la derogación de la Ley Glass-Steagall, ley que fue aprobada en 1929 tras el comienzo de la Gran Depresión para ponerle freno a la especulación que condujo a semejante calamidad. En el Congreso, la derogación fue impulsada por el ex senador republicano Phil Gramm, uno de los ex principales asesores de McCain. Los políticos dependen demasiado de Wall Street como para poder hacer algo. La gente que los vota, y cuyos impuestos están siendo transferidos a estas financieras quebradas, deben mostrar su indignación y exigir que sus líderes pongan realmente “al país en primer lugar” y le den por fin lugar al “cambio.”

Denis Moynihan ha colaborado en esta columna.

Amy Goodman es la presentadora de Democracy Now!
www.democracynow.org, noticiero internacional diario emitido en más de 700 emisoras de radio y TV en Estados Unidos y el mundo.

© 2008 Amy Goodman
Texto Inglés, traducido por: Ángel Domínguez y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Fuente:Rebelión

¿Se acabó el neoliberalismo?

Emir Sader
Carta Maior

El capitalismo, sucediendo al modelo regulador keynesiano o del bienestar social, como se lo quiera llamar. Hizo su diagnóstico de agotamiento del modelo anterior y se propuso reorganizar el sistema capitalista en su conjunto, de acuerdo a sus principios liberales reciclados para el nuevo período histórico del capitalismo.

Fue un modelo absolutamente hegemónico, logrando extenderse de la forma mas universal posible: de Europa Occidental a los Estados Unidos, de América Latina a China, de Europa Oriental a África, de Rusia al sudeste asiático. Tuvo crisis precoces – a lo largo de la década del 90, en México, en el sudeste asiático, en Rusia, en Brasil, en Argentina – pero se mantuvo hegemónico, sin ningún otro proyecto alternativo que le disputase hegemonía.

Suscitó grandes movilizaciones de oposición – como las iniciadas en Seattle, que desembocaron en los Foros Social Mundiales -, siguió tropezando, como en la OMC, en el debilitamiento del FMI y del Banco Mundial, pero continuó siendo el único modelo globalizado. Después de algún tiempo, la propuesta híbrida de China permitió que surgiera la expresión Consenso de Pekin, en lugar del de Washington, pero girando siempre en torno a las adecuaciones de las políticas de libre comercio.

Algunas potencias centrales del capitalismo ya habían sido víctimas de la desregulación y del poder de ataque del capital especulativo, entre ellas Gran Bretaña, en la década del 80, víctima del mega-especulador George Soros. Pero todo ataque especulativo tenía a los Estados Unidos como beneficiario, toda fuga de capitales tenía la Bolsa de Valores de Nueva York como refugio. Se sabía que esa parranda especulativa sólo podría encontrar un límite en el momento en que el principal beneficiario de ella fuese también su víctima. Ese momento llegó.

Las medidas de emergencia, como siempre, hieren la doctrina neoliberal, con intervenciones directas y masivas del Estado – como ya venía sucediendo desde la primera crisis neoliberal, la de México en 1994. Pero... ellas significan el fin del neoliberalismo? Es posible reanudar procesos regulatorios globales – un nuevo Bretton Woods - que frenen estructuralmente la libre circulación de capitales y reviertan los procesos de desregulación económica, esencia misma del neoliberalismo?

Nada indica que esto sea posible. No existe una lógica racional del sistema capitalista, que haga que sus agentes – desde las grandes corporaciones a los Estados dominantes – actúen de acuerdo a una lógica superior del sistema. Esa es una de sus contradicciones estructurales, aquella que existe entre la dominación global y la apropiación privada.

Se trata de una gran crisis capitalista, ya se dice que es la mayor desde 1929, que puede abrir camino a la construcción de un modelo alternativo. Pero por ahora no se vislumbra ningún modelo que pueda tener ese papel, ni siquiera de manera embrionaria. En el horizonte, hay como máximo versiones híbridas, como las políticas económicas de China o Brasil. La propia proliferación de gobiernos conservadores ( nada innovadores siquiera en sus políticas) en el centro del capitalismo, indica que nada de nuevo puede surgir de ellos en sustitución del modelo agotado.

Todo indica por lo tanto que, entre la crisis del modelo precozmente envejecido y las dificultades de surgimiento de uno nuevo, mediará un período mas o menos prolongado de inestabilidades, de sucesión de crisis, de turbulencias. Porque lo que se agota no es solo un modelo hegemónico, sino también la hegemonía política de los Estados Unidos – los dos pilares de sustentación del nuevo período político, que sustituyeron al modelo regulador y a la bipolaridad mundial. Y también en este plano, no surge en el horizonte una nueva potencia o un conjunto de ellas, en condiciones de ejercer una nueva hegemonía.

El neoliberalismo no termina, pero se agota, abriendo un período de disputa por alternativas, entre las que por ahora solo se ve América Latina, donde han aparecido propuestas de superación. La región gana de este modo un protagonismo – junto con China – en la proyección del futuro del mundo en toda la primera mitad del nuevo siglo, en la disputa entre lo viejo que se resiste a morir y produce crisis y sus consecuencias por todos lados, y lo nuevo, que comienza a anunciar el post neoliberalismo, un mundo solidario, desmercantilizado, humanista, de que lo que el Forum Social Mundial de Belém – del 27 de enero al 1° de febrero – será una muestra pluralista y vigorosa de las alternativas al neoliberalismo.

Traduccion Insurrectasypunto http://www.insurrectasypunto.org

:: Fuente:Rebelión


Versión PDF: Descargar artículo en PDF | Enlace permanente: https://info.nodo50.org/928