“Las redes campesinas son más fuertes que nunca”

6 de febrero de 2010.

Frente a la militarización de la ayuda, las redes campesinas no han tardado en organizar otras formas de solidaridad para hacer frente a las consecuencias del terremoto.

Alrededor del 60% de la población haitiana vive en el campo. A pesar de la precariedad con la cual trabaja, produce alrededor del 40% de los alimentos para consumo local. Históricamente el campesinado ha sido foco de resistencias y la clase que más ha luchado contra las injusticias, la desigualdad social y las políticas neoliberales impuestas desde EE UU, el FMI, el BM y el BID. Hablamos con Jean Rousseau, activista haitiano y técnico de Veterinarios Sin Fronteras-Caribe.

DIAGONAL: ¿Cuál está siendo la respuesta de los movimientos campesinos tras el terremoto?

JEAN ROUSSEAU: En estos momentos tan difíciles se están organizando para recibir familiares y amigos que vienen de la capital. También se están movilizando porque saben que hay que alimentar a estas personas. Por poner un ejemplo concreto, en este momento una de las organizaciones más grandes es la Coordinadora Regional de las Organizaciones del Sur Este (CROSE).

Después de hacer un balance de los daños, movilizó muy rápido a su base para armar un equipo de cientos de voluntarios junto con líderes comunitarios de cada región y las autoridades locales para asistir a damnificados y permitir la efectiva distribución de la ayuda. Éste es un ejemplo de la capacidad y la solidaridad que existe en este momento.

Y esto es lo que están haciendo otras organizaciones, con base muy amplia en diferentes regiones del país. Las redes campesinas son más fuertes y solidarias que nunca. También es una demostración de que no hace falta militarizar la ayuda para que llegue a la gente.

Cualquier intento de obviar a la población local en general, y a las comunidades campesinas en particular, en la distribución de la ayuda humanitaria y la reconstrucción del país está destinado al fracaso. De la misma manera, diferentes organizaciones campesinas de la República Dominicana están aportando su apoyo y solidaridad al mismo tiempo canalizando sus ayudas directamente hacia las diferentes redes de organizaciones campesinas haitianas. A todo esto hay que sumar la iniciativa de Vía Campesina, que además de recaudar fondos internacionales para canalizarla directamente hacia las organizaciones, también trata de recordar a la comunidad internacional que no pueden seguir las políticas neoliberales que tanto daño han hecho al campo haitiano.

D.: ¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrentan los campesinos?

J. R.: Hoy en día, el campesinado está luchando contra los métodos feudales de producción, que obligan en muchos casos a dar una parte de sus cosechas al dueño de la tierra. Trabajan en pequeñas extensiones de tierra (entre 1 a 1,5 hectárea de media), y muchas veces en pendientes muy pronunciadas, la ausencia total de política pública a favor de la producción nacional, una reforma agraria integral, que permita al campesino vivir dignamente de su trabajo en el campo, el acceso a los servicios básicos o infraestructuras para que la producción llegue a las ciudades. A todo esto hay que sumar la liberalización total del mercado. En este momento el Estado no cuenta con ninguna protección ante la entrada de alimentos de fuera. Esto ha provocado la quiebra de los campesinos locales, que producían principalmente arroz y mijo, productos básicos en la dieta haitiana.

Tradicionalmente, los poderes locales en Haití se fundamentan en el triunvirato compuesto por grandes terratenientes, funcionarios gubernamentales y el aparato de seguridad que los protege (soldados, tonton macoutes y attachés durante la dictadura) que han utilizado las armas y el control del sistema estatal para apoderarse de las tierras de los campesinos. Durante la larga historia del país, a medida que se iba concentrando la tenencia de las tierras en manos de unos pocos, se iba incrementando el número de campesinos expulsados de sus propias tierras, forzados a endeudarse y a trabajar la tierra de otros o a incrementar las filas de los que en Puerto Príncipe buscan un trabajo por un dólar al día en alguna maquiladora multinacional.

Fuente: Diagonal


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