Gure gaztaroa (nuestra juventud)

21 de febrero de 2013. Fuente: Gure gaztaroa (nuestra juventud)

"Yo no militaba en serio, porque aparte de lo que he dicho, mi madre y mi padre me habían dicho desde que tenía 14 que no militara hasta terminar la universidad, que con la carrera sacada si eso podía ir a la cárcel. Tal cual. No tenían pasta, no se podían permitir que la hija mayor se metiera en líos y que la pequeña le siguiera. Supongo que esa conversación se daría en cientos de casas en el País Vasco. Cientos de casas en las que vivían madres y padres que ya habían sido detenidas y torturadas o casas con familiares en la cárcel. Casas normales. Nuestras casas".

Sacado del blog gure besta

.@bsarasola-ren artikulu oso ona gure gaztaroari buruz, gure gaztaroa hori izan baitzen. Bahiketa bat bestearen atzetik argia.com/argia-astekari…

— Leire (@gurebesta) 2013 urtarrila 24

Me contáis que en Madrid están desalojando un centro social al mes, que lo tenéis más o menos calculado y que al vuestro le toca hacia febrero, y yo me acuerdo de hace unos diez años, cuando nosotras teníamos más o menos calculado cuando iban a desalojarnos el pueblo, cuando iban a venir a llevarse a las jóvenes que más se estuvieran moviendo, las que más les sonaran, acusadas de quemar contenedores o cajeros o pertenecer a Segi. Que entonces pertenecer a una organización juvenil era pertenecer a ETA. Pertenencia a banda armada entre quince y veinte años. Yo podría haber sido de ETA sin saberlo. Un montón de amigas mías podrían haberlo sido aún más, también sin saberlo. Quién dice que tengas que saber en qué organización estás.

Me acuerdo de la universidad. Teníamos un montón de horas libres entre clases y una amiga y yo las aprovechábamos para ir a los ordenadores a mirar si esa noche también habían detenido a alguien. Me acuerdo de hablar de que esta vez habían detenido a gente (que era de ETA) de verdad o gente de mentira. La mayoría eran de mentira. Me acuerdo de cuando cerraron Egunkaria y salimos corriendo a la sede del periódico a gritar mientras la Guardia Civil sacaba cajas y cajas de dentro. Me acuerdo de que en la manifestación que empezamos allí mismo se gritaba sobre todo Independentzia! y que alguna amiga más independentista que yo me decía que no veía por qué estábamos gritando aquello y no otra cosa. Pues porque estábamos hartas de que un juzgado de un país del que por alguna razón no nos sentíamos parte pudiera venir aquí a llevarse a la gente a la que queríamos sin que hubieran hecho nada, de que cerraran los periódicos que leíamos todos los días, de que ilegalizaran organizaciones que eran parte de nuestra vida. Me acuerdo de querer explicarle a la sociedad civil española que detener a Torrealdai era como detener a Lázaro Carreter, pero en tío guay. Unos años después reveló que además le habían torturado, como hicieron antes otros de los detenidos en aquella operación. España podía llevarse y torturar a lo que sería nuestra CT si España no existiera.

Me acuerdo de un jueves de fiesta en la calle Kutxi. De repente nos dijeron que la Ertzaintza había entrado en un bar y habían encañonado a un chaval que militaba casi conmigo en la universidad, no me acuerdo en qué. A él no le detuvieron, pero a otra gente sí. Gente de organizaciones estudiantiles. Cerraron un piso en el que hicimos alguna reunión. Yo entonces medio militaba en un sindicato de estudiantes, aunque no hacía casi nada, ahora creo que en parte porque era tímida hasta niveles muy chungos y en parte porque todavía no había encontrado el modelo de organización en el que me encontrara a gusto (más horizontal, menos macro). Entonces todavía no sabía que las retaguardias también tenían importancia (1/2), que para que algunas personas pudieran estar militando a tope, otras tenían que estar haciendo otras cosas y que eso también tenía importancia. O sí. Hablábamos de las novias de las presas o de que al nacer el primer hijo del hermano de un amigo decidieron que quien iba a seguir militando era ella, porque normalmente era al revés. Aunque creo que se le seguía dando poca importancia a los cuidados (aunque pocas veces he visto cuidados tan radicales).

Yo no era nadie, aunque podían detenerme igual igual. Ese es uno de los temas. Detuvieron igual igual a gente que no era nadie. Alguna persona que detuvieron en mi pueblo no había pertenecido nunca a la izquierda abertzale, ni siquiera había ido a manifestaciones. Estuve en reuniones de Segi. Quién no. Era joven, independentista, marxista (aunque seguramente no supiera muy bien qué era eso), había tenido a mi madre y a mi padre en paro a la vez. Estaba enfadada. Odiaba el capitalismo (todo de un modo muy teenager, supongo). Y hasta ahora no he hablado de ETA. Escribir sobre el País Vasco sin hablar de ETA valorativamente puede sonar (poned el adjetivo que queráis, no lo encuentro), pero yo vivía así las cosas. Y hablábamos de ETA, claro. Pero la verdad es que comenzamos a hacer lecturas de todo desde la estrategia. ETA ha matado a esta persona porque dentro de su idea de estrategia… El estado ha detenido a esta gente porque dentro de su idea de estrategia… Y así. Todo esto no significa que aparte no valorara lo que hiciera una parte u otra. Quiero decir que la valoración se daba por sentada y se buscaban explicaciones a lo que pasaba.

Yo no militaba en serio, porque aparte de lo que he dicho, mi madre y mi padre me habían dicho desde que tenía 14 que no militara hasta terminar la universidad, que con la carrera sacada si eso podía ir a la cárcel. Tal cual. No tenían pasta, no se podían permitir que la hija mayor se metiera en líos y que la pequeña le siguiera. Supongo que esa conversación se daría en cientos de casas en el País Vasco. Cientos de casas en las que vivían madres y padres que ya habían sido detenidas y torturadas o casas con familiares en la cárcel. Casas normales. Nuestras casas.

Me he acordado de todo esto leyendo un artículo de mi amigo Beñat más o menos sobre lo mismo, a raíz de la liberación después de seis años de cárcel de Markel Ormazabal. Seis años por ser de Segi y por lo tanto de ETA. Por cierto, sí, las acusaciones de lucha callejera no siempre eran falsas. La gente quería reventar cosas, igual que ahora en Madrid. El hermano de un buen amigo estuvo cuatro años en la cárcel por algo que sí reventó. No sé qué, tampoco me interesa. Me interesa más su influencia política. Es una de las personas que sé que me ha influido políticamente aunque haya tratado muy poco con él. Porque lo de la horizontalidad, la inclusividad y algunas cosas más que estamos probando en Astra también lo aprendieron junto a él (no de él) algunas personas con las que yo he aprendido y sigo aprendiendo.

*El texto lo escribí en 15 minutos el mismo día que publiqué el tuit de arriba. No pretende ser completo, ni poco parcial. No lo hubiera escrito si no fuera por algunas conversaciones con Lucía y María en mi viaje a Madrid de diciembre y otra conversación con inwit e Irene en el viaje de enero. Es para todas ellas. Porque me parecen grandes personas aunque les conozca poco, y me ayudan a pensar (en principio iba a ser un e-mail para ellas).

**Lo leyó en una versión anterior Carolina León en su programa ¿Quieres hacer el favor de leer esto, por favor? Se puede escuchar el programa completo aquí. Aunque enlazo tres textos suyos aquí, no me paga por hacerle propaganda ni nada de eso. Pero no le diría que no. Sigo siendo pobre. Y mi familia también. Juas. Kamen también andaba por allí.


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