La izquierda en el capital, es la izquierda del capital

16 de abril de 2010.

Nos dirigimos a los caballeros y damas del Apocalipsis de la universidad virtual y espectacular (y de la democratización de las instituciones, del socialismo de Internet y del Estado del Bienestar) pues con la puesta en marcha de sus estrategias entendemos que hacen de la universidad un espacio de la NO política.

La izquierda en el capital, es la izquierda del capital

Nos dirigimos a los caballeros y damas del Apocalipsis de la universidad virtual y espectacular (y de la democratización de las instituciones, del socialismo de Internet y del Estado del Bienestar) pues con la puesta en marcha de sus estrategias entendemos que hacen de la universidad un espacio de la NO política. Pues protagonizan unas prácticas insertadas en la lógica del capital más avanzado, más elaborado, más sutil y más informacional, unas prácticas políticas con hedor postmaterialista, estética espectacular y esencia posmoderna, pero que no obstante gozan de una tradición histórica bien conocida por todxs: la lógica de la política burguesa, la política del mercado. Hace tiempo ya que han abierto en nuestra facultad una sucursal de su nueva, democrática y popular universidad, el nuevo espacio de la propaganda característico e indispensable de la cultura espectacular del capitalismo, en este escenario estamos todxs, y tú por supuesto eres una marioneta, (perdón, un actor más) siéntate, (perdón, participa), y disfruta de la sesión

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Estxs vecinxs son todas esas personas y proyectos que travestidos de portavoces del antagonismo, de la rebeldía, de la oposición, del contrapoder, de la docencia “progre” y “enrollada” se presentan ante lxs estudiantes y ante el que se preste en cualquier evento o acto con un formato compatible con sus prácticas (dando clases en aulas, participando en asambleas, actos, ciclos de cine, jornadas…) Eventos que en general no dejan de ser malas copias de realities como “59 segundos”, personajes que realizan incursiones en los medios de des-información con la finalidad de constituir liderazgos válidos y reconocidos (por sus electores, pero sobre todo por las autoridades); aquellos que mediante despliegues espectaculares se legitiman ante la masa-estudiante en macro-actos espectaculares, ya sea en el salón de actos, en la televisión o en un aula. Actos todos ellos camuflados de una co-participación que exige de antemano obediencia y que por el contrario no van más allá de la posibilidad de realizar unas simples preguntas si es que el tiempo lo permite. Al fin y al cabo estrategias todas ellas que sirven, entre otras cosas, a estos alpinistas profesionales para darse a conocer ante su público, el estudiantado, futura clientela electoral. Banalización, por lo tanto mediante estas prácticas de la lucha política, haciendo de ésta una moda más, una pose, una ilusión; simulacro de confrontación pues en realidad todo está pactado y bien atado de antemano, ya que todos siguen las mismas reglas de juego. No hay combate porque nunca se ha planteado, simplemente no existe.

Estxs maestrxs de la retórica, disfrazadxs con palabras exportadas de sus delirios cognitivo-intelectuales, nos interpelen una y otra vez a la movilización y a la participación previamente derrotada como mecanismo de dominación con eslóganes tales como: “por una universidad popular”, “por la democratización de las instituciones”, “por la co-participación en la toma de decisiones”. Economía discursiva que establece la separación entre dirigentes y dirigidxs, entre dominantes y dominadxs, y que además se vuelve en su contra pues no entendemos que pueden tener de participativas unas listas que son cerradas y regidas por el patrón ideal de hombre, blanco y de conocida trayectoria política. En realidad solamente queríamos aprovechar la ocasión para mostrar que en la cultura del espectáculo nadie es quien dice ser y detrás de todo este antagonismo democrático, plural e inclusivo pero “rebelde, radical y transformador” se hallan lxs privilegiadxs agentes para la gestión del capital en esta universidad. Especializadxs en ocupar tanto el espacio de la resistencia y el antagonismo como el de la autoridad y el capital, auténticxs expertxs en garantizar auto-control, límites y representantes con “sentido común” ante las autoridades, igual que el PSOE en la transición, el PASOK en la revuelta griega o la CGT en el mayo francés. Estxs agentes son la mejor fórmula democrática para garantizar el paso sin pena ni gloria, esto es, sin conflicto ni complicaciones, en esos difíciles momentos donde las transformaciones del capitalismo y la constricción de la relación capital-trabajo podrían generar movilizaciones, brotes de resistencia y experiencias de auto-organización. Pero esto no es nuevo, el hecho de apostar por afianzarse en la dirección de la burocracia-institucional encargada de llevar a cabo todas las transformaciones del capitalismo hasta la universidad es solo un paso más en su larga, conocida y lustrosa carrera política. Hasta ahora nos tenían acostumbrados a magistrales clases populares para enseñarnos a hacer política, resistencia y democracia, o protagonizando largas horas de in-docencia en las aulas de nuestra facultad, de ahora en adelante lxs podrás ver doblando el sueldo y gestionando los quehaceres y las necesidades del mercado y el estado en la universidad, pues hay que decirlo, “la izquierda en el capital, es la izquierda del capital”. Si en su discurso, detrás de tanta verborrea ilustrada, espectacularizada, esperanzada, universalista, y porqué no decirlo, ingenua, se entreve alguna ruptura con el orden establecido, en sus prácticas no hay respuesta antagónica ni subversiva. Sino más bien una línea de continuidad con las propuestas ya establecidas para la universidad, pues insertarse en los mecanismos representativos de gobierno de esta facultad, en las competencias ínter-departamentales, en las deudas políticas, los amiguismos, la corrupción, y en general de los mecanismos intrínsecos de este sistema representativo, es la muestra más elemental de que o bien pecan de una infantil y aberrante ingenuidad, o de que en sus actos no hay más motivación que seguir escalando hacia el firmamento más alto de la esfera pública y política del lamentable espectáculo democrático del estado español.

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La cuestión (y ahí es donde intervienen ellos) es como imponer esos cambios necesarios para hacer de la Universidad o más bien del espacio productivo del conocimiento, que en última instancia es una de las patas en las que se apoya el sistema actual, ese nuevo espacio que no conoce límites en cuanto a producción, reproducción y ampliación del capital, y en como configurar ese espacio privilegiado de valorización del capital tras la reestructuración histórica del mismo, es al final dónde cumplen mejor su papel todxs estos especialistas. La táctica empleada no es nada nuevo, sino que más bien pertenece a las viejas tácticas socialdemócratas, es sencillo. Consiste en recoger las reivindicaciones de un seudomovimiento estudiantil que desde hace tres años se halla en descomposición y establecer un escenario de normalización política en el que toda persona que no siga las reglas es tachado de “incontrolado”. Estrategia que sirve a éstxs portavoces para presentarse ante las instituciones universitarias como el instrumento necesario para el control y regulación del orden estudiantil mediante el cual poder llevar a cabo los cambios y transformaciones necesarios para esa normalidad productiva y esa disciplina (tradicionalmente laboral) que el capitalismo requiere.

Lo que cuestionamos no es sólo producto de ambiciones desmedidas, sino de una estrategia perversa de gestión de los conflictos, y es que la democracia no es más que eso, mecanismos institucionales desplegados por el estado-capital como excelente mecanismo de gestión de sus contradicciones. El cierre sofocante de toda forma de protesta ya no es tan sólo coercitivo y represor (a veces sí lo es) sino que moviliza todo el aparato de expertos, profesorado atento, una nueva terminología sensible ante la injusticia, etc. para asegurarse que la puntual reivindicación (la queja) de un determinado grupo (lxs estudiantes, las mujeres de la limpieza) se quede en eso: en una reivindicación puntual.

He ahí la innovación. Saben que cualquier universalidad que pretenda ser hegemónica, y tal es el anhelo de la izquierda del capital, debe incorporar al menos dos componentes específicos: el contenido popular “auténtico” y la “deformación” que del mismo producen las relaciones de dominación y explotación. Sin duda, la nueva progresía encauza bien el espectáculo del deseo estudiantil por un retorno a lo comunitario y a la solidaridad social que contrarreste las desbocadas competición y explotación de los planes implacables de un plan Bolonia ya lejano en el pasado, y por tanto, presentado como inamovible en el horizonte del presente. Pero además, para que una ideología se imponga resulta decisiva la deformación debida a la tensión entre los temas y motivos de los “estudiantes oprimidxs” y los de los “funcionarixs opresores”. Pues bien, aquí hay que contradecir el criterio anquilosado de los politólogos pues las ideas dominantes no son nunca directamente las ideas de la clase dominante. Basta con incorporar una serie de motivos y aspiraciones de los oprimidos (la verdad está con los que sufren y con los humillados, el cargo corrompe...) para re-articularlos de modo que sean compatibles con las relaciones de poder existentes: si se obliga a lxs alumnxs a ocupar simbólicamente el lugar del poder (ya sea otorgándoles el reconocimiento de representantes de los estudiantes, subiéndoles a las mesas, “proponiéndoles” hacer aviones de papel con los apuntes, ser jefe de departamento y tener una relación “enrollada” con tus alumnos…) se logra la falsificación de la línea de división y con ello el antagonismo entre opresor/oprimido estaría completamente simbolizado. No sería imposible/real, sino tan sólo un rasgo estructural de diferenciación: el profesor ocupa el lugar del alumnx y no le permite identificarse en su negatividad, en su antagonismo (no se puede ser más “rancio” que tu “profe”). Lo que esta tolerante práctica excluye es, precisamente, el gesto de la politización. Pero lo que aquí queremos decir es que ese desplazamiento de la línea de división, esa falsificación es precisamente el motivo de la lucha política, lo que nos condena a movernos para interrumpir el mecanismo de esta hegemonía. Y esta subversión de los juegos progresistas constituye el núcleo mismo de la política, del acontecimiento verdaderamente político. Frente a la conocida definición de la política como “arte de lo posible”, la verdadera política es exactamente lo contrario: es el arte de lo imposible, es cambiar los parámetros de lo que se considera “posible” en la constelación existente en el momento. No queremos pues reivindicar nada, pues la verdadera apuesta no está en las reivindicaciones explícitas sino a ser escuchados y reconocidos como iguales en la discusión. Negamos el modelo de la negociación empresarial y del compromiso estratégico. Queremos mantener un antagonismo que nunca se agota, desear solxs y pedir siempre lo imposible.

Frente a todo este espectáculo proponemos la abstención activa (porque la abstención no nos hace falta proponerla, es ya un hecho aplastante) como estrategia política que tiene por objetivo la reapropiación de nuestros propios cuerpos y mentes. Forma útil de ejercer resistencia a los constantes llamamientos a la participación, desobediencia activa ante esta situación como práctica política que persigue la interrupción de la movilización absurda, saboteando así los mecanismos y engranajes del poder, que mediante estás estrategias tratan de imponer y asegurarse la reproducción del orden establecido.

Hacer además un llamamiento a todas las personas a participar en aquellos espacios de auto-organización que tienen lugar tanto fuera como dentro de la facultad, auto-organización política entendida como la gestión directa de nuestras vidas, espacios éstos en los que enseñar aprendiendo, reflexionar sobre nosotras y poner nuestras divergencias en común, generar confianza y solidaridad, practicar el apoyo mutuo entre nosotras y con las demás, crear grupos de afinidad, luchar y sabotear la realidad participando de los conflictos cotidianos de nuestras vidas, en definitiva una propuesta para vivir de una forma radical la vida hoy.

Federación de Estudiantes Libertarixs – Somosaguas

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