Chipre y el capitalismo

7 de abril de 2013. Fuente: Quilombo

Chipre se vinculó al capitalismo desde sus inicios italianos, entre los siglos XIV y XV, de la mano de mercaderes genoveses y venecianos. Fueron ellos quienes desarrollaron la producción de azúcar de caña en plantaciones del Mediterráneo oriental para su exportación a Venecia y otras regiones de Europa. La Europa medieval había descubierto el azúcar de caña como producto alimenticio gracias a los árabes, en Al Andalus y por medio de las cruzadas. En Chipre, los capitalistas venecianos explotaron directamente la tierra en lugar de hacer valer derechos señoriales como en la Europa feudal. Y a diferencia de lo que sucedía en tierras musulmanas, las plantaciones de caña pasaron a ocupar mayores extensiones de terreno y a basarse fundamentalmente en trabajo forzado, servil primero y luego esclavo.

Artículo de Samuel, del blog Quilombo

En efecto, fue el azúcar y la transformación de los derechos de propiedad de la tierra, y su forma de valorarla, lo que condujo al renacimiento del trabajo esclavo en Europa, o al menos en su periferia isleña mediterránea (Chipre, Creta, Malta, Sicilia), antes de la trata atlántica y un milenio después de la caída del Imperio Romano. La producción de azúcar de caña para la exportación requería de abundante mano de obra, y esta escaseaba, especialmente tras la peste negra de 1348. En Chipre los esclavos fueron griegos, búlgaros, prisioneros de guerra turcos y tártaros del Mar Negro, y solo más tarde y en menor medida negroafricanos.

De Venecia procedía la familia de los Cornaro, exportadores de azúcar, uno de cuyos miembros, Caterina de Cornaro, se casó con el rey de Chipre Jacques II el Bastardo (1464-1473), el último de una dinastía de cruzados (1192-1489) dominada por la casa francesa de Lusignan. Tras la muerte de aquél y la de su hijo Jacques III, Caterina se convirtió en reina, lo que aseguró el control no ya económico sino político de la isla por parte de la República de Venecia, que se consolidaría al forzar su abdicación en 1489 (que coincide con el declive de la producción azucarera chipriota). Venecia fue a su vez el prototipo embrionario y el paradigma de Estado capitalista, un Estado gestionado directamente por la oligarquía capitalista.

Durante el siglo XV la producción azucarera para la exportación pasó a las islas atlánticas dominadas por las coronas de Portugal y España, primero Madeira (que superó a Chipre a finales de siglo) y más tarde, y en muy poco tiempo, en Canarias. En ambos archipiélagos los capitalistas fueron genoveses, quienes al contrario que los venecianos prefirieron financiar la expansión de los reinos ibéricos en América antes que invertir en la construcción de un Estado propio. Ambos aspectos, el financiero y el capitalista, es el que permite hablar de un primer ciclo sistémico, genovés, de acumulación. En cambio, los técnicos fueron sicilianos, los comerciantes flamencos, judíos e ingleses y la fuerza de trabajo mixta, entre esclavos (canarios, norteafricanos y del golfo de Guinea), jornaleros y arrendatarios. En los archipiélagos atlánticos las plantaciones azucareras tuvieron un papel económico central pero fugaz. La competencia de las plantaciones brasileñas pronto acabó con su rentabilidad.

En el capitalismo contemporáneo las islas pequeñas han mostrado una mayor competitividad como plataformas comerciales, de servicios y financieras (paraísos fiscales), ante la imposibilidad de competir en el sector industrial (incluyendo la agroindustria) por problemas de economías de escala. Esta vía es la que se acaba de liquidar en Chipre. Pero la historia de la isla nos aporta otras lecciones interesantes que solemos olvidar. Una es la compatibilidad del capitalismo con el trabajo esclavo o servil. Otra es el vínculo necesario que se da en el capitalismo entre capital y Estado. Lecciones chipriotas que hoy vale la pena recordar.


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