La Asociación Cultural Pepe Rei publica un libro de homenaje al periodista de investigación y denuncia

Pepe Rei, una voz libre contra el pensamiento único

7 de enero de 2016. Fuente: Enric Llopis. Rebelión

A Pepe Rei (Barbantes, 1947) no le asustaban los tentáculos del Leviatán. Buceaba en las cloacas estatales, removía los lodos de la corrupción, los desafueros y las tramas oscuras del poder mediante una herramienta, el periodismo de investigación, que le permitía revelar la verdad sin aderezos ni medias tintas. Lo hizo sobre todo en Egin, donde dirigió el Equipo de Investigación hasta que el juez Garzón decidió el cierre del periódico en julio de 1998.

En este medio informó, junto a sus colaboradores, del llamado fraude de las “tragaperras”, perpetrado por empresarios cercanos al PNV (esta denuncia motivó la entrada de la Ertzaintza en diciembre de 1993 en la redacción del periódico en Hernani, de donde se llevó material en cajas embaladas); también de las acciones de espionaje por parte del CESID a la sede de HB en Vitoria; o de la presencia de agentes del servicio de espionaje español en el Hotel Alcalá de Madrid, el mismo día (20 de noviembre de 1989) que fue asesinado en ese lugar Josu Muguruza. O de los abusos perpetrados en el Cuartel de Intxaurrondo y la figura del general Rodríguez Galindo.

Detenido, encarcelado, criminalizado por políticos y medios de comunicación oficiales, este periodista de corazón sensible escribió once libros de investigación, entre otros, “Intxaurrondo, La trama verde”, “Garzón: la otra cara”, “La red Galindo”, “El Jesuita” (sobre Xabier Arzalluz) o la biografía “El periodista canalla”. También impulsó la revista “Ardi Beltza”, cuyo primer número vio la luz en enero de 2000 y fue clausurada por Baltasar Garzón casi un año después. En la misma operación el juez resolvió el ingreso en prisión de Pepe Rei por colaboración con banda armada. Tenaz, incansable, tozudo indagador, a partir de mayo de 2001 continuó colaborando en un nueva publicación, “Kalegorria”, que se mantuvo con vida hasta 2004.

Con prólogo del exdiputado de la CUP David Fernández, “Pepe Rei Aurrera!” es el libro de 330 páginas y 14 artículos con el que la Asociación Cultural Pepe Rei rinde homenaje al aguerrido periodista gallego, y reivindica el periodismo de investigación y denuncia social. Todos los textos que componen la publicación están escritos por compañeros de profesión o personas que han conocido a Pepe Rei. Abre el libro un artículo del escritor Xabier Makazaga sobre el terrorismo de estado franco-español. “Fueron las increíbles chapuzas que cometieron los organizadores y ejecutores de los atentados reivindicados con las siglas GAL, las que permitieron dejar al descubierto la directísima responsabilidad de las autoridades españolas”, afirma este exrefugiado en Iparralde (1981) y autor de “La red: el tormento en la España constitucional” y “Manual del torturador español”. Aclara asimismo que la “guerra sucia” en Iparralde (País Vasco norte) no hubiera sido posible sin la complicidad del estado francés. Makazaga distingue tres etapas en la “guerra sucia”. La primera (1975-76) se concretó en numerosos atentados con explosivos, iniciados con una bomba en la librería Mugalde de Hendaia; intentos de asesinato no consumados y la desaparición de Eduardo Moreno Bergaretxe (“Pertur”). La segunda etapa, ya en periodo democrático, se saldó con ocho muertos y un desaparecido, y fue protagonizada por dos gobiernos conservadores: la UCD en España y la UDF en Francia. Entre 1983 irrumpen los GAL, tercera etapa del terrorismo de estado, esta vez con gobiernos socialistas a los dos lados de la frontera. El secuestro, tortura y asesinato de Lasa y Zabala marcaron el inicio de la barbarie.

El abogado Juan Manuel Olarieta se remite en un texto titulado “Radiografía del miedo” a lo que el diplomático canadiense Peter Dale Scott llama el “Estado profundo”, una de cuyas expresiones son las bandas parapoliciales, “que constituyen una evidencia de la transformación fascista del estado burgués”. Olarieta recuerda cómo en los orígenes del fascismo las primeras organizaciones “negras”, llamadas “bandas de la porra”, reventaban las manifestaciones obreras. “Esa función la desempeñan hoy los policías antidisturbios, es decir, funcionarios especializados del Estado”. Concluye este letrado de Barakaldo, encarcelado en una decena de ocasiones, que en países como España o Italia, los “incontrolados” que tomaron parte en la “guerra sucia” fueron parte del aparato estatal.

Desde una perspectiva diferente -las injerencias imperialistas en América Latina- el periodista y director de Resumen Latinoamericano, Carlos Aznárez, quien en su día también escribió en Egin, Gara, Egunkaria, Ardi Beltza y Kalegorria, recuerda que el Movimiento por la Paz, la Soberanía y la Solidaridad entre los Pueblos ha contabilizado 47 bases militares extranjeras operativas en el continente (sin incluir Puerto Rico); otras fuentes elevan el número a 64, si se agregan las “misiones encubiertas” de agencias de Estados Unidos y ONG. La injerencia cobra formas muy diversas, apunta Aznárez, por ejemplo los procesos de militarización de la lucha antidroga en México o Guatemala; o las maniobras conjuntas en territorio continental o alta mar en las que participa Estados Unidos. El periodista detalla país a país el intrusismo imperialista en América Latina. Así, “todo el territorio de Haití es una gigantesca base donde se combinan tropas de Estados Unidos y de Naciones Unidas (Minustah)”. Es más, la Minustah “se ha convertido en una tropa de ocupación y represión del pueblo haitiano”. En Panamá, Estados Unidos cuenta con doce bases aeronavales las costas del Pacífico y el Caribe. Además de los países concretos, el colaborador de Hispan TV y Russian Today resalta el rol desempeñado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), encargada de repartir la mayor parte de la ayuda exterior (no militar) de la potencia estadounidense. “En realidad es uno de los buques insignias de la CIA y el Departamento de Estado para penetración en América Latina y el Caribe”.

El beneficio que obtiene el capital financiero hoy hegemónico se sitúa en torno al 15% del capital invertido, frente al 5% obtenido en la llamada economía productiva. Además, el potencial destructor del capitalismo se manifiesta en que, sólo en el siglo XX, en guerras insertas en este sistema económico han muerto más de 200 millones de personas. Sólo en la primera década de la crisis que comenzó en 2008, Estados Unidos ha invertido un billón de dólares en operaciones bélicas y de control militar, mientras alberga a 40 millones de pobres. En los albores del siglo XXI, 95.000 personas concentran el 25% de la riqueza mundial. En el continente latinoamericano, la crisis se ensaña con 120 millones de personas que viven en estado de grave precariedad. Unos 400 millones de menores laboran en el mundo en situación parecida a la esclavitud. Son números desgarradores que aporta el historiador y docente en la Universidad de Deusto, Josemari Lorenzo Espinosa, en el libro “Pepe Rei Aurrera!”. El título de su artículo es también la conclusión del mismo: “Capitalismo, sinónimo de crisis”.

Los periodistas Fernando Alonso, Begoña Capape y Edurne San Martín formaron parte del Equipo de Investigación de Egin. El texto que firman en el libro de la Asociación Cultural Pepe Rei se sintetiza en un titular que a la vez resume la experiencia en el diario: “No nos perdonaron”. En el rotativo con sede en Hernani se destaparon los escándalos de los empresarios de las máquinas tragaperras, “gente próxima al PNV”, “que estaban realizando ingresos de miles de millones de pesetas”; el narcotráfico en el cuartel de Intxaurrondo, la “guerra sucia” del general Rodríguez Galindo y el GAL “verde”. En los casi nueve años que duró la aventura profesional, el Equipo de Investigación de Egin coordinado por Pepe Rei publicó 800 reportajes. Los tres periodistas cuentan en el libro algunos pormenores biográficos de Mikel Lejarza Egia, apodado “El Lobo”, un infiltrado del CESID en ETA al que también investigaron. “Fue el responsable de que decenas de militantes de la organización armada cayeran en manos de la policía o murieran bajo sus balas; rendido a los servicios secretos franquistas, acabó con la vida de al menos tres ciudadanos vascos que combatían contra la dictadura”, subrayan los periodistas. Recuerdan Fernando Alonso, Begoña Capape y Edurne San Martín que a finales de los 80, HB se querelló contra “El Lobo” por falsa identidad. Posteriormente el afamado personaje reapareció como “chantajista”.

El libro reproduce portadas y páginas interiores del diario Egin sobre un asunto que generó enormes controversias en marzo y abril de 1998, y que hizo que se retratara cada actor político o mediático: “El CESID quería filmar en vídeo las reuniones de HB”; “Descubiertos”; “Localizado el espía”; “Localizado en Gasteiz otro espía del CESID” o “Militares de Araka espiaban a HB”. En la cuestión profundiza Ahoztar Zelaieta, miembro del Equipo de Investigación de Egin, redactor de Ardi Beltza y Kalegorria, y autor de “Cárteles vascos en Brasil: el juego sucio de la internacionalización”. Zelaieta, que participó en la investigación sobre la red de espionaje con el periodista Dabi Mendizabal, recuerda “indescriptibles” viajes en coche, las cautelas ante posibles detenciones, búsqueda en los buzones para identificar a los “topos”, “peinado” de papeleras y contenedores en los se que encontraban facturas telefónicas y bancarias... “No teníamos ni email ni Google”. Los redactores elaboraban y compartían sus bases de datos, que completaban con información de bibliotecas, hemerotecas y entrevistas. “La presencia de Pepe abría muchas puertas; con su pequeña libreta, le bastaban cinco apuntes para encaminar a la fuente a que no se reservara ninguna información”, destaca Ahoztar Zelaieta.

El periodista Txisco Espinosa también mantuvo una relación cercana a Pepe Rei, sobre todo en su trabajo como diseñador en Egin, Ardi Beltza y Kalegorria. Subraya entre las experiencias la botadura de Ardi Beltza, publicación de venta mensual y por suscripciones, que se fraguó a partir de charlas y presentaciones “pueblo a pueblo”, “día a día”, y que contaba con grupos de apoyo en todo el estado. La revista tenía 13.000 suscriptores en el momento de su cierre (abril de 2001). La portada del primer número (enero de 2000) marcaba claramente la línea editorial de la publicación: “Topos en ETA. Localizados en sus escondites”, titular al que complementaba el siguiente antetítulo: “Los encontramos en Barcelona, Madrid y Alicante”. La aventura periodística, de la que Espinosa resalta el trabajo en equipo, duró 16 meses, en los que se publicaron 15 revistas y libros como “Golpes de afecto solidarios”, “Prensa rosa, voto azul” o “Gran Hermano”. Pero la principal apuesta editorial fue el libro “Un rey golpe a golpe”, biografía no autorizada de Juan Carlos de Borbón escrita por Rebeca Quintans con el pseudónimo de Patricia Sverlo. Publicado en varias ediciones a partir de noviembre de 2000, el texto alcanzó los 50.000 ejemplares.

En otro artículo incluido en “Pepe Rei aurrera!”, la doctora en periodismo Rebeca Quintans recuerda que el diario ABC denunció e 2001 que “Un rey golpe a golpe” pudiera consultarse en las bibliotecas de la Diputación de Gipuzkoa o el Ayuntamiento de Bilbao. O cómo El Mundo se hizo eco un año después de un supuesto apoyo institucional al libro en Baleares. Grandes superficies como “El Corte Inglés” se negaron a la distribución del texto. “Aún así, se vendía como rosquillas”. En una línea similar, se editaron después otros trabajos: “Hasta la coronilla. Autopsia de los borbones”, de Iñaki Errazkin; “Juan Carlos I: el último Borbón”, de Amadeo Martínez Inglés” o “Una monarquía protegida por la censura”, de Iñaki Anasagasti. “Pepe Rei aurrera!” se completa con las aportaciones de los periodistas Gustavo Luca, Iñaki Gonzalo Casal “Kitxu” y Antonio Álvarez Solis; el criminólogo Guillermo Martorell, el fotógrafo Germán Gallego y las viñetas de “Tasio”. ¿Quién fue Pepe Rei? Un periodista que “a golpe de teclado y coraje, se convirtió en el enemigo público número uno de un Estado que apestaba a estiércol, sangre y corrupción”, destaca la Asociación Cultural nacida en enero de 2013 para reivindicar el periodismo de denuncia.


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