Paso de Navacerrada, frente de Segovia, España, finales de mayo-principios de junio de 1937

23 de diciembre de 2011.

Hacia finales de mayo de 1937, Gerda Taro y Robert Capa llegaron al paso de Navacerrada, entre Madrid y Segovia, para cubrir una ofensiva lanzada por las tropas republicanas españolas con el objetivo de disminuir la presión a que estaba sometido el frente del norte. El fracaso de la ofensiva fue inmortalizado por Ernest Hemingway en Por quién doblan las campanas.

Fotografías de Gerda Taro

A primeros de Julio de 1937 el Ejército Popular toma Brunete, y Gerda Taro realiza un reportaje que le da cierta fama internacional. Vuelve hacia Madrid pero por poco tiempo, ya que el ejercito golpista lanza una contraofensiva sobre Brunete. Gerda decide ir para realizar el reportaje, pese a que le habían advertido algunos periodistas y militares que era sumamente peligroso; pero ella se mete en el fragor de la batalla, soportando intensos bombardeos de la aviación Condor, refugiada y parapetada en agujeros bajo un intenso fuego.

Hay que tener en cuenta que la batalla de Brunete fue una de las más cruentas de la Guerra Civil ya que hubo 40.000 bajas entre ambos bandos.

Cuando las tropas fascistas tenían prácticamente la batalla ganada y Gerda Taro montones de carretes con fotografías que le darían fama mundial, al huir de Brunete apresuradamente subió al estribo del coche del general Walter, soltó la Leica en el asiento delantero, que iba cargado de heridos, con tan mala fortuna que un tanque en huida se descontrolo ante los bombardeos de la aviación Condor y rozó el vehiculo, lo que hizo que Gerda cayera al suelo y fuera aplastada de cintura para abajo por las cadenas del tanque. Agarrando con sus manos el paquete intestinal, fue llevada al hospital de El Escorial, donde falleció la madrugada del 26 de julio de 1937, tenia 27 años. De su cámara y los carretes nunca mas se supo.

Dicen que antes de morir envió un telegrama a Robert Capa en Paris, que el no recibió. Se entero al día siguiente en la consulta del dentista leyendo el periódico.

Su cuerpo fue llevado por Rafael Alberti y Maria Teresa León a la sede de la Asociación de Intelectuales Antifascistas en Madrid donde fue velado, para su posterior traslado y entierro en Paris.

François Maspero, autor también de una poética biografía sobre Taro, titulada precisamente La sombra de una fotógrafa, lo expresa bien cuando afirma: "...todo en ella es política. Su vida, su comportamiento, sus fotos. Política en el sentido más amplio y más justo, que es sentirse concernido por su tiempo. De vivirse como sujeto y no sólo como objeto. Sujeto de la Historia y sujeto de su propia historia". -


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